En favor de Paco Camps
El TS ha reabierto el caso de los trajes de Camps, lo que ha suscitado un interesante debate sobre si hay que regular de algún modo los regalos que reciben los servidores públicos. Más allá del interesante debate sobre qué límites deben existir para tales regalos, si éstos deben ser entendidos como intentos de soborno o como generosas y bienintencionadas aportaciones entre amigos o lo que fuera, este es un buen momento para preguntarse qué estaríamos leyendo si en lugar de Camps, unos trajes y un señor llamado bigotes, estuviéramos hablando de Su Majestad, un yate de 18 millones de euros -sabiamente adscrito a Patrimonio Nacional, con el fin de evitar que el costoso mantenimiento vaya a cargo de la asignación presupuestaria a la Casa Real- y unos emprendedores de bien. Por de pronto, los comentarios sobre el caso en las noticias del periódico monárquico, protaurino y nobiliario La Vanguardia estarían cerrados, como sucede con todas las noticias que hablan del Borbón y sus simpáticos parientes.
¿Ustedes qué opinan?
Que el Borbó és home de Fortuna…
El asunto Camps está teniendo un efecto colateral positivo, en la medida en que la gente está descubriendo, gracias al mismo, cosas que quienes estamos cercanos al mundo de la gestión pública sabemos y que en cambio no suelen llegar a los medios de comunicación. Ahora, por primera vez, aparecen informaciones referidas, no sólo a la práctica habitual de «agasajar» a Su Majestad y a Sus Altezas Reales, sino también a cosas como:
– Los trajes de De la Vega, que ella misma reconoce que le dejan ciertos diseñadores y boutiques de ropa (lo cual constituye, como es evidente, también una prestación evidente).
– Los trajes de muchos altos cargos de Gobiernos central y algunos autonómicos que, gracias a toda esta historia, hemos descubierto que van a cargo del erario público porque son «uniformes» como los de un policía o un bombero, al parecer.
– La práctica de ciertas empresas y grupos de empresas, así como de algunas instituciones financieras, de regalar cantidades de varias decenas de miles de euros a ciertos altos cargos. Bajo la forma, eso sí, de «premio» a su trayectoria.
– La magnanimidad con la que algunas instituciones financieras apoyan económicamente cursillos y pagan dietas de cientos de miles de euros, en algunos casos, a sus organizadores.
Vamos, que la cosa está divertida y está permitiendo cierto nivel de instrucción. A ver si acaba habiendo más historias chulas, porque el nivel de degradación de la vida pública hace que esto prometa.
¿ Y qué hay del 3 %?
Supongo que lo que Pop quiere decir en el fondo es «¿pero es posible que lo que se plantee sea ‘regular’ en lugar de ‘prohibir’?».
Un poco como como la tasa Tobin –invención de un economista básicamente neocon, como casi todos–. ¿Es posible que se planteen seriamente ‘gravar las transacciones especulativas’? Lo que habría que hacer sería más bien prohibirlas y poner medios para impedirlas ¿no? Y que no me vengan con la cantinela de «es que no se puede»: lo que ocurre es que no se quiere, y punto.
Saludines
Es algo que forma parte natural del hacer negocios en Spain. El agasajar clientes o contactos, presentes o futuros. Viajecitos, cestitas de navidad, el “esta la pago yo con la tarjeta de la empresa”, botellitas de vino.
Demasiada gente amiga del free-style-of-life y de mirar a otro lado cuando les pagan la cuenta, pero es que se ve como lo más normal de este mundo.
Y así nos va, luego los proyectos del tipo que sea son autentica mierda. Si de mi dependiera la norma estaría clara, cualquiera con un puesto que implique jefatura o toma de decisiones comerciales, al recibir un simple estuche de boli y llavero, debería devolverlo al remitente con nota “agradeciendo atentamente el detalle, pero mi puesto en la empresa X me impide aceptar cosicas”.
Jefe, Bunnymen y Teodoredo,
De hecho, en países como Alemania no solo está prohibido en el ámbito público, sino en el privado. Y es delito penal. De hecho, a un jefe de compras de una importante multinacional implantada aquí lo detuvieron al bajar la escalerilla del avión en Munich por aceptar regalos de proveedores en España.
Por otro lado, no sé los trajes, pero las vacaciones de la vice-presidenta, acompañada siempre por una cohorte de pelotas, son lo más.
José Luís,
El tema del 3% ha sido prolijamente tratado aquí, así como los casos Millet y Pretoria o el del Ayuntamiento de Sabadell.
Dicho esto, la equivalencia de la adscripción del Bribón a Patrimonio Nacional para escaquearse de pagar mantenimiento de algo que sólo puede usar él -y ojo que no es solo gasolina, que el barquito tiene hasta jefa de prensa, la cual por cierto está casada con el responsable de la pitada al Borbón en Mestalla, hoy felizmente recolocado en el Prime Time de RTVE- con el hecho de que Camps pasara las facturas de tintorería de los trajes que le regalaban me parece total.
Saludos, y gracias por los mensajes,
En el caso de Camps, me temo que los trajes son como el chocolate del loro. Muchas cosas peores creo se cuecen por Valencia.
Pero los primeros interesados en cargárselo son los del «sector duro» del partido, como primer paso para cepillarse a Rajoy y poner en su lugar a la «lideresa», no en vano el apoyo del capitoste valenciano a don Mariano frustó el «putsch» de doña Espe. Y la verdad, como tampoco vamos a por las recalificaciones y adjudicaciones públicas (que darían con casi todo el partido ante el juez), nos agarramos a lo que podemos. A fin de cuentas, lo peor que se le pudo demostrar a Al Capone fue fraude fiscal.
Sería interesante eso de eliminar los regalos y agasajos a todos los niveles, pero mucho me temo que está enraizado en la cultura de este país, que ya hace lustros que, a cambio de una cesta de embutidos del pueblo, podías conseguir la firma del gobernador civil…
Estás totalmente en lo cierto respecto al tema por el pobre país valencià. En mi pueblo, sin ir más lejos, parece ser que el ayuntamiento ha pagado a lubasa un generoso sobrecoste (de unos cuantos milloncejos) por una obra no finalizada. Cuando la interventora municipal denunció el asunto (con la boca pequeña), la suspendieron de empleo y sueldo amén de mandar a la local para precintar su despacho. Sin tonterías.
«En el caso de Camps, me temo que los trajes son como el chocolate del loro.»
Puede ser. Claro que también podría ser que el caso del yate fuera el chocolate del loro. Lo llamativo es la total asimetría en el trato tanto judicial como político como mediático según hablemos de tres trajes o un yate.
Saludos,
Supongo que a camps le bastará llevar los trajes al departamento de patrimonio valenciano pertiente para legalizarlos. Así, en el caso de que engordara o no vuelva a ser elegido presidente- cosa harto improbable, dado que el electorado valenciano de derechas parece estar encantado con él- y sea otro el elegido, con unos ajustes en la sisa el traje podrá volver a ser usado.
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El contraejemplo no está bien elegido.
Los empresarios baleares no son tontos, la aparición del el Principe Carlos (de Inglaterra) en el Yate del Rey de España en la televisión y en Hello! es una publicidad que compensa con creces el gasto del yate.
Héctor,
Los de la Gürtel tampoco son tontos. Vamos, que no veo muchas diferencias a nivel de impacto publicitario entre una visita del Príncipe Carlos o una de Su Santidad.
Más allá de eso, no sé hasta qué punto es defendible la actuación del Campechano -que no de les empresarios, que en efecto se preocupan de lo suyo- desde al menos dos puntos de vista, en el interior y el exterior. En cuanto a lo primero, no acabo de ver que alguien a quien le pagamos el sueldo entre todos se dedique a la promoción de uno de los muchos sitios de España que compiten por atraer turistas en detrimento de los otros.
En cuanto al exterior, si bien es un aspecto que minusvaloras y que sin embargo creo que también está muy relacionado con la inteligencia de los empresarios baleares, los panegiristas del Borbón suelen explicar lo bueno que es el tipo abriendo puertas y todo eso para las empresas españolas -obviamente paso de adaptar el léxico a las acciones del Bigotes y compañía para no enfadar a la fiscalía-, y no veo muy claro que un cargo público que hace ese «trabajo» pueda ser retribuido con «regalos» que, insisto, son desaforadamente más caros que los recibidos, según las diversas filtraciones y ante la general indignación, por Paco Camps.
Saludos, y gracias por la respuesta.