Con mano invisible 1: El E.M.B.U.D.O. invisible

Dice el catecismo neoliberal que no hay nada que no arregle la mano invisible. No es ya que impedir el armonioso y eficiente funcionamiento de dicha mano sea un intolerable ejercicio de estalinismo que nos remite al gulag, no: la maravillosa paradoja de que la búsqueda exclusiva del interés propio acabe resultando siempre en un beneficio social es un dogma al lado del cual la santísima trinidad se las vee y se las desea para poder competir. La reducción del personal a una mera estadística poseída por el utilitarismo full-time, al modo de las profecías auto-cumplidas, ha encandilado no solo a la izquierda más lerda, tratada en una serie de apuntes anteriores, sino a los pensadores independientes que comen de las relaciones que se hacen en fundaciones montadas por los peces gordos del IBEX.

Sin embargo, no hemos de caer en el error de pasarnos de frenada a la hora de juzgar a la sacrosanta mano invisible. Por ejemplo, cuando la mano invisible nos lleva a darnos de alta en un paraíso fiscal para escaquearnos del fisco, se trata de una actuación plenamente legítima y normal -mismamente como un perro que ladra, que diría el pensamiento submoral-. Del mismo modo, si hay un aumento de impuestos la manita se lleva los capitales a sitios con tipos impositivos más bajos -aunque, eso sí, no es omnipotente, snif: las empresas francesas siguen sin deslocalizarse a España a pesar de nuestro dumping fiscal, en algo que las eminencias económicas no son muy capaces de explicar-.

Sin embargo, la búsqueda del propio interés a la que los economistas reducen el grueso de sus investigaciones emulando a los all stars que reducían la epistemología a la cosa Dios, tiene sus límites. No en balde, son esos mismos creyentes, con un sentido ético -perdón por usar esta palabra en un texto que trata sobre ciencias sociales-cercano al practicado por los prebostes de la Iglesia católica, apostólica y romana en sus centros de enseñanza, los que se llevan las manos a la cabeza ante hechos intolerables como que un funcionario o un asalariado cualquiera del sector privado -siempre y cuando no esté aplastado por un contrato basura de esos con los que Mister X combatió la crisis y el paro juvenil- aluda a su propio interés y defienda sus derechos. En ese caso, lo conveniente es denunciar el abyecto egoísmo del interesado, apelando a lo más submoral de cada casa con el fin de enfrentar a pensionistas contra funcionarios, a sindicalistas con cooperantes o a gente con contrato fijo con los parados.

La consecuencia es clara: el funcionamiento de la mano invisible es eficiente e inatacable siempre y cuando no se parta desde trasnochadas construcciones ideologizadas, pero tiene sus límites. Esos límites se circunscriben a los que tienen lo suficiente para pagarse fundaciones de «independientes», que en materia de lo discutido en este artículo gozan de una especie de bula papal. Parala chusma, perdón, para el resto del personal con una mano invisible menos milagrosa en cuanto a garantizar un correcto funcionamiento del Dios mercado -ya sean pensionistas, parados, funcionarios, asalariados del sector privado o alienígenas-, lo propio es usar un novedoso constructo teórico que el blog maketo les presenta en exclusiva. Se llama E.M.B.U.D.O. (Ente Milagroso, Benefactor y Ursulino para el Desarrollo y la Oración), y su función es permitir que los que más controlan el arte de la mano invisible puedan poner las manos en el bolsillo de los segundos para, por supuesto, garantizar el bien común. Y por supuesto, sin que se vea, porque si la cosa deja de ser invisible el juego pierde su gracia.

12 Comentarios en “Con mano invisible 1: El E.M.B.U.D.O. invisible”

  1. Es que tienen razón en su antieuropeísmo nuestros liberales.
    Los europeos, envidiosos que son, no se les ocurre nada mejor que atentar contra la sacrosanta teoría liberal. Allá están esos malvados alemanes y franceses (por no hablar de esos ridículos países escandinavos), con impuestos más altos (y que encima la gente va y los paga), más intervencionismo estatal y… más prosperidad.
    Hay que ponerse las pilas: despido gratuíto ya.

  2. Parvulesco (de antes),

    La tirria que le tengo yo a Laporta y Cruyff (de los dos, me quedo con éste) es aproximadamente la misma que le tiene otros a Rosell, Núñez o cualquiera que se niegue a repetir 20 veces al día el matra ese de «Cruyff es Dios y Laporta su profeta» (¿o es al revés?). Admito que me caliento más de la cuenta, pero son cosas que pasan cuando ves a personal que, desde el punto de vista técnico, es un iletrado, tratar de «analfabetos funcionales» a todos los que discrepan de su verdad y pasar por la piedra a profesionales con largos años de estudio y experiencia.

    Una anécdota de la bestia negra Mourinho y que viene a ilustrar lo que es el periodismo deportivo. Hace años, cuando vino con el Chelsea a Barcelona, un periodista local le preguntó qué le parecía volver al sitio donde había estado haciendo de traductor. El portugués le contestó que estaba contentísimo, que en esos años había pasado de traductor a campeón de Europa, mientras que el periodista en cuestión seguía en el mismo sitio, preguntando tonterías…

  3. Lo bueno de ser liberal es que uno puede pasarse por el forro los dogmas que utiliza para fustigar a los que no lo son. El de la mano invisible es un buen ejemplo. Otro es el de la dichosa competencia: algo que está bien en los libros de texto de economía y como excusa para «liberalizar» y «desregular», pero que en la práctica no se aplica. Salvo que surja un campeón capaz de convertirse en monopolio –«la tarea de un directivo es convertir su empresa en un monopolio temporal», afirmaron sin rubor los gurús calvorotas de la gestión en su primer y vomitivo bestseller–, lo último que quieren las empresas es competir entre ellas. Mucho mejor repartirse el mercado pactando precios, como gente civilizada.

    Pop, yo sí tengo esperanza en que haya sangre, mucha sangre. Hoy empiezan con lo de la «reforma laboral». Espero que no dejen títere con cabeza.

    Saludines

  4. Lo que yo no sé, ni ningún liberal lo ha respondido, es como se podrá pasar a ese mercado de competencia perfecta. No sólo es que todo inversor sueñe con el monopolio, sino que en buena parte del mercado lo que rigen son los oligopolios, y en algunos casos encuentran más conveniente pactar entre ellos que pelearse por aumentar un 1 % su cuota de mercado.

    Y no veo que eso sea culpa necesariamente del Estado.

    En fin, si algún presunto liberal lo quiere explicar, o decirme donde pueden explicármelo, le quedaría muy agradecido…

  5. Yo es que desde que Cajcos soltó sin ruborizarse que tener una plataforma digital en vez de dos fomentaba la competencia televisiva, me lo puedo creer todo, empezando por lo de la mano invisible, que es con la que uno se hace las pajas. Económicas y de las otras.

  6. Teodoredo,

    Que van a hacer sangrecilla está más que claro, mis dudas son más sobre la reacción a esos recortillos varios.
    ____

    Al loro, que la Ciencia A ABLADO, y con UMOR además, con la consigna «Viva la muerte» colgando de la boca:

    http://www.lorem-ipsum.es/blogs/laleydelagravedad/2010/05/el-ascenso-de-la-economia-lunnis.html

    Saludos, y gracias por los mensajes,

  7. «el juego pierde su gracia.»

    No es lo único, esto también.
    Ah pero es verdad nunca tuvo gracia.

  8. Es que esta no es una web de humor, es la prima pobre del «Gara»…

  9. y tu eres el primo tonto de Besugoiti.

  10. Les anuncio que como liberal amateur voy a presentar una demanda contra este blog por difamación. ¿Será posible las cosas que hay que oir? Por si no lo saben el liberalismo, al mismo tiempo que defiende el libre mercado, la libre competencia, la mano invisible, etc, como principios motores del bienestar general, cree también firmemente en que el egoismo bueno que hace que cada uno busque la felicidad a su modo y manera convive en el ser humano con el egoísmo «to’ pa’ mí», que busca cargarse precisamente lo liberal por medio de chanchullos, ventajas, prebendas, privilegios, abusos de poder, etc etc etc

  11. […] puede analizar en términos de “los individuos responden a incentivos””. En resumen, el E.M.B.U.D.O. en su versión progresista: mientras los individuos responden a incentivos, no tiene ningún […]

  12. […] Su ideología hipereconomicista tiene una gran consistencia lógica (aunque justifica muchas cosas que actualmente el sentido común dice que son ilegítimas), pero es que la teoría ptolemaica de los epiciclos (vaya, la geocéntrica) también era […]