Introducción a «Enemigos del Estado»


Por gentileza de Anonymous Coward -¡Gracias!-, y a raíz del texto de Vilalta sobre la izquierda italiana:

Luther Blissett Project

 

Introducción a

Enemigos del Estado

Criminales, «Monstruos» y Legislación Especial

en la Sociedad del Control

(Con una breve sinopsis del contenido completo del libro)

 

 

Sin © – Publicado originalmente en italiano como Nemici dello Stato: Criminali, «mostri» e leggi speciali nella società di controllo, Derive Approdi, Rome, March 1999

Uno

Intentaremos ser proporcionados.

Por «emergencia» queremos decir la continua e instrumental redefinición del «enemigo público» por los poderes fácticos. Gracias a las emergencias, la horrenda «opinión pública» acepta no sólo la violación sino incluso la invalidación de los derechos formalmente garantizados por las constituciones y las declaraciones de derechos humanos. ¿ De acuerdo? De hecho, más que eso: consideran tal invalidación deseable y necesaria para «defender la democracia».

En Italia, desde los años 70, el método de gobierno ha consistido en una secuencia de emergencias. Este país siempre ha albergado una compleja dialéctica de inconstitucionalidad, en la cual la emergencia ha establecido una retórica, un fluido pero aún así totalitario sistema de metáforas y una peculiar forma de cristalizar las nuevas normas, tanto en la ley como en la moral nacional.

Las emergencias sirven para introducir nuevas formas de coerción en la división social del trabajo, o al menos para preservar las actuales. Sí, también son funcionales para asentamientos gangsteriles entre las distintas secciones del capital, como sucedió con Mani Pulite[1]… De todas formas, esto es parte de la consecuencia más que de la causa: la necesidad primaria es la antedicha coerción, control social y la prevención de las posibles «desviaciones» y antagonismos. Los clanes luchan unos contra otros precisamente para administrar esta prevención.

En Italia la emergencia por antonomasia, representada por la guerra contra el «terrorismo», comenzó como una reacción a los disturbios del Autunno Caldo (Otoño Caliente]: el estado se puso en acción para destruir la vanguardia de los trabajadores rebeldes usando «subversivos» como chivos expiatorios y como distracción de la opinión pública, con lo cual forzó todo conflicto social a la esfera de la ley criminal y judicial. Después del final de esa guerra, la guerra de la emergencia estaba lejos de terminar, de hecho, se convirtió en permanente y, lo que es más importante, molecular.

Hemos estudiado las políticas y retóricas de la emergencia y aislado una tendencia: la molecularización de la emergencia,  que se ha ido más allá desde la esfera pública a las microrrelaciones sociales, desde lo público a lo privado, hacia abajo a las profundidades de las diferencias individuales. En otras palabras, desde lo Político (un dominio que ya ha sido colonizado y reconstruido) a lo Cultural (por lo que entendemos Antropológico), y después hasta lo…. Espiritual.

El cambio fue impuesto mediante tres estrategias diferentes:

–          Una revisión del sistema legal, conllevando una personalización de la ley criminal, con nuevos mecanismos remunerativos para la colaboración y la potenciación de lo que hemos llamado «modelo Católico», es decir, un método de requerimiento inquisitorial.

–          Un uso terrorista de los medios, con continuas y agresivas campañas alarmistas que provocan una demanda de «ley y orden» por el «pueblo». Esto último no es más que un entramado indistinto de muestras estadísticas soportado por eslóganes y encuestas absurdas.

–          En un nivel transnacional, un mercadeo constante de innovación tecnológica, por ejemplo la instalación de nuevos dispositivos de control (intercepción de comunicaciones telefónicas y de datos, circuitos cerrados de televisión en las oficinas, almacenes y tiendas, cámaras de vigilancia en las calles, satélites que acechan,  pulseras electrónicas para personas bajo arresto domiciliario, etc.)

Italia ha sido un laboratorio, como sucedió en los años 20 con el fascismo y otra vez con la postguerra, cuando el país se convirtió en un campo de batalla teatral y viviente de la Guerra Fría. Los experimentos legales, mediáticos y generalmente biopolíticos de los últimos 25 años han demostrado ser muy útiles durante el proceso de la integración paneuropea de la represión y el control social. [2]

La molecularización de las emergencias es típica del estado postmoderno y sus métodos de gobierno. En la era del postfordismo una nueva forma de trabajo viviente ha surgido, que el capital debe tener bajo control. Esta es la razón de los malditos asaltos en Internet por la policía, el poder judicial y los gobiernos a lo largo y ancho del mundo. Internet es el más importante chivo expiatorio de esta era, la Madre de Todas las Emergencias que Vendrán, la Jihad que anticipa y justifica cualquier conflicto local.

En su monólogo, el estado postmoderno se describe a sí mismo como autosuficiente, nunca más necesitado de ninguna legitimación en una confrontación con la «sociedad civil». El capital siempre ha cultivado una utopía, esa en que «se muestra a sí misma separada del trabajo, perfilando una sociedad capitalista cuya fundación dinámica ya no es el proletariado, y cuya dialéctica social ya no está definida por la lucha entre el capital y el proletariado»(Antonio Negri y Michael Hardt, The Labor of Dionysus).

Negri y Hardt han estudiado las principales teorías jurídicas contemporáneas y encontraron que están en perfecta sintonía con la utopía del capital. Están basadas en una deconstitucionalización del trabajo, que es una consecuencia de la poda del conflicto social y su fuerza creativo- constructiva.

El estado postmoderno es un nosferatu biónico armado con un tridente y un látigo eléctrico, un Terminator de piel gélida cuyo único objetivo es mantener el orden. No hay sitio para la fuerza dionisíaca que consiguió hacerse su camino en las constituciones de la era Fordista- Keynesista, cuya mera referencia en esos textos podría comenzar un cambio en el status quo.

Vamos a explicar este tema. El artículo 3º, subsección tercera de la Constitución italiana dice:

Es deber de la República Italiana eliminar los obstáculos económicos y sociales que, limitando de hecho la libertad y la igualdad de los ciudadanos, impiden el pleno desarrollo de la persona humana y la participación efectiva de los trabajadores en las organizaciones políticas, económicas y sociales del país.

La Asamblea Constituyente aceptó una propuesta hecha por el socialista Lelio Basso. Es más, la Constitución incluye elementos (si bien suavizados) de la crítica de Karl Marx de la igualdad, de hecho, uno de los conceptos formales e individuales del concepto de igualdad engarzados en el estado liberal. En uno de sus escritos más bellos y potentes (La Cuestión Judía, 1843), Marx explica que el protagonista de «los derechos del hombre» no es otro que el «ciudadano abstracto», esto es «el hombre egoísta, el hombre separado del hombre y de la comunidad […] el individuo confinado,  confinado a sí mismo»:

Ninguno de los llamados derechos del hombre, por tanto, va más allá del hombre egoísta, más allá de hombre como miembro de la sociedad civil- esto es, un individuo confinado en si mismo, en los confines de sus intereses privados y su capricho privado, y separado de la comunidad [Gemeinwesen]. En los derechos del hombre, está lejos de ser concebido como un ser individual [Gattungswesen]; al contrario,  la vida en comunidad en sí misma, la sociedad, aparece como un marco externo a los individuos, como una restricción de su independencia original. El único límite que los mantiene juntos es la necesidad natural,  la necesidad y el interés privados, la preservación de su propiedad y de sus ellos egoístas.

Durante un siglo de lucha, el movimiento proletario ha expresado una devastadora crítica práctica de su concepto de igualdad. Los trabajadores habían luchado contra una ideología reinante que demandaba una igualdad legal, formal, abstracta, defendiendo y extendiendo las desigualdades socioeconómicas, reales, concretas. Lelio Basso y otros miembros de la Asamble Constituyente que venían del movimiento proletario se las arreglaron para insertar su crítica en los «principios básicos» de la Constitución. [3]

Aunque era una iniciativa que merecía buena suerte, debemos poner la iniciativa personal de Basso en un contexto más general. Era el desarrollo del «estado del bienestar»- comenzando por las teorías económicas de John Maynard Keynes y pasando por la política del «New Deal» de Roosevelt- el que hacía necesaria una regulación de los conflictos provocados por el proletariado vivo. La consecuencia fue un nuevo sistema legal basado en el trabajo, del cual nuestra Constitución es un buen ejemplo.[4]

¿ En el compromiso entre qué fuerzas, en qué relaciones materiales se llegó a la constitucionalización del trabajo? ¿ Y por qué ese compromiso se desmoronó en los años 80? Y más aún, ¿ qué tiene que ver esto con las emergencias, el estado policial y la sociedad de control? Realmente esto último viene del fin del compromiso.

El asunto fue resumido varias veces: la vieja constitución Fordista- laborista del estado de bienestar ha entrado en una crisis porque las fuerzas que lo escribieron ya no existen:

Por un lado estaba la burguesía nacional, por el otro estaba la clase trabajadora industrial, que había organizado los sindicatos y los partidos socialistas/comunistas. Entonces el sistema democrático- liberal se adaptó a los requisitos del desarrollo industrial y a la repartición de los ingresos globales entre estas dos clases. Aunque las constituciones formales pudieran ser distintas unas de otras,  la ‘constitución material’ – el acuerdo básico sobre como distribuir los poderes y contrapoderes,  el trabajo y el beneficio,  los derechos y las libertades – eran substancialmente las mismas. Las burguesías nacionales abandonaron los fascismos y se garantizaron a sí mismas (en un contexto de crecimiento continuo) un poder de explotación con un sistema que diera bienestar para las clases nacionales trabajadoras, estas últimas abandonaron la revolución. Una vez que la crisis de los 60 llegó a su fin con un evento tan emblemático como el Mayo del 69, las constituciones de los estados fordistas se pusieron firmes. Los signatarios […] habían cambiado. Por un lado, los burgueses se habían vuelto internacionales y basaban su poder en la metamorfosis financiera del capital,  hasta que se convirtieron en representaciones abstractas del poder; por el otro lado la clase trabajadora industrial pasó por cambios radicales en los procesos del trabajo (automatización en la fábrica e informática en la sociedad), que encumbró su transformación cultural, social y política. Una burguesía multinacional y financiera que ya no quiere cargar con el fardo del bienestar nacional contra un difuso proletariado intelectual cuyas necesidades no pueden ser colmadas en el contexto del compromiso fordista.» (Toni Negri, L’inverno è finito. Scritti sulla transformazione negata, 1989- 1995, Castelvecchi, Romme 1996, p.215)

Corrieron ríos de tinta para describir la impactante ofensiva neoliberal que produjo el conocido como Pensée Unique (el Pensamiento Único, es decir, el neoliberalismo económico), la «Reaganomía» y el Thatcherismo de los 80, la desregulación y el desmantelamiento del estado del bienestar, las políticas apocalípticas del FMI etc. No hay necesidad de resumir estos sucesos otra vez,  baste con decir que se acabó la dialéctica social: la negociación institucional de los conflictos ha sido reemplazada por el aislamiento y exclusión brutal de todas las categorías que conlleven conflicto,  es decir, grandes sectores de la sociedad.

¿ En qué se ha convertido el estado? Mientras se mira al espejo e intenta «parecer delgado», pero tiene un gran tamaño, interviene como un guardián, un poli, un hombre de ley. El color político de los gobiernos no significa nada, rosa difuminado o verde brillante, ¿ cuál es la diferencia? El estado postmoderno policial es un producto y un elemento de la nueva constitución transnacional material. En otras palabras, el estado es el perro guardián de una capital financiero que es aún más vampírico y dedicado a la más salvaje destrucción. A veces el pitbull se vuelve un sanbernardo con el barrilete de licor al cuello,  listo para salvar esta o aquella corporación en crisis. ¿Hay alguna otra forma de describir el obsceno Acuerdo Multilateral de Inversiones?

El estado postmoderno ya no incorpora la emergencia como una excepción, un punto reducido en la Constitución; mas bien, la emergencia en sí misma se ha convertido en la regla. Una vez cancelado cualquier reconocimiento del conflicto entre el estado y la sociedad, tanto como entre el trabajo y el capital, las funciones del estado se reducen a una mera «ciencia policial». Cualquier conflicto es interpretado como una emergencia, y el estado prevendrá (extendiendo y potenciando el control social, gracias a tecnologías que la gente no podía imaginar hace tan sólo unas horas) y reprimirá (elevando el poder de los guardianes del orden).

Para gobernar el antedicho cambio en la situación particular italiana, la clase capitalista tenía que confiar en los magistrados y construir un «estado judicial autoritario», basado en el «modelo católico», cuya fuente de «jurisprudencia autocontradictoria» es el chocante contraste entre la Constitución republicana y el sistema legal fascista. Como veremos,  el poder judicial garantizaba la supervivencia del sistema durante los años 70 y 80, y luego se apuntó a una «misión especial» y aceleró el cambio necesario del liderazgo político, hasta que se volvió una amenaza para la estabilidad y los otros poderes del estado decidieron poner límites a la autonomía inquisitorial de los magistrados, para conseguir (y es lo que está sucediendo ahora mismo) un polizeiwissenschaft más integrado y de más largo alcance.

Esto es lo que ocurre del lado del capital. ¿ Qué pasa con su perplejo antagonista, el trabajo vivo? Durante el desarrollo de la crisis ha sido deconstitucionalizado, evitado, excluido, dispersado, convertido en el sujeto de la emergencia…. Y cada uno de los mitos que aparece en el autoensalzante monólogo del poder encuentra un complementario en otro que no se menciona pero se esconde en las sombras y a veces emerge como alusión, fragmento, coincidencia. Ningún autor se atreve a contar toda la historia. Es el mito de Dionisio, el de la fuerza creativa que está en todas partes y en todo el mundo. Todo es creado por la irreductible presión del trabajo vivo, el trabajo vivo es un cazavampiros cuyo conflicto nunca termina y que continuamente cambia de forma. Las nuevas emergencias moleculares sirven para controlar y censurar las comunicaciones electrónicas, de hecho, también los comportamientos de los nuevos trabajadores inmateriales que se están reapropiando de su know-how y tendencia a la innovación, volviéndose más autónomos del capital como mando directo de la fuerza de trabajo. En cualquier momento su uso de las redes electrónicas se puede volver no funcional, transformarse en sabotaje y organización de la lucha, «desobediencia civil electrónica». Es el operaio sociale [el trabajador de la fábrica social, n.t.] la emergencia real.

Internet, este supuesto Salvador, ya está liberando al crimen. El monstruo de Duesseldorf y el orgulloso Landru buscarían a sus víctimas fuera, a veces tendrían que trabajar duro. El asesino cibernético se queda en casa, sentado ante el monitor, esperando por el nombre y foto de la víctima. ¿ Quién sabe si defiende el asesinato o guarda su asiento en la invisible corriente de sangre?  Uno de los supremos autores trágicos de los tiempos modernos, Georg Buchner, escribió en el primer acto de Muerte de Danton: ‘El Nihil es el Dios del Mundo que nacerá.’ Este es el Mesías que viene del monitor de Internet: el Nihil, un Nihil sangriento, un Weltgott que no está satisfecho con el vacío. La red mundial de pedófilos es una de sus letales creaciones.» (Guido Ceronetti, La Stampa, 8/9/1998)[5]

En tales aserciones notamos el miedo de la gran «desintermediación» traída con Internet. Por supuesto este proceso asusta a los supervivientes del Ancien Régime predigital, esas clases y grupos que tenían una función intermediaria: entre el trabajo y la jefatura, entre los receptores y las fuentes de información (periodistas, «expertos», creadores de opinión), entre los ciudadanos y el poder (burócratas) o incluso el Ser y la Nada (Ceronetti), entre las ideas y las cosas etc.

Por supuesto no todos los perseguidores públicos que investigan el «crimen digital» se dan cuenta de este proceso, pero hay un mecanismo en marcha sembrando la ignorancia y el pánico moral, por tanto la policía asalta las casas de objetivos predecibles como categorías «extrañas» e «inclasificables»: intelectuales de masas, netizens[6],  «la segunda generación de trabajadores autónomos» («¡No entiendo en qué se ganan la vida!») y una galaxia de «subculturas» cuyos principios culturales son percibidos como extremos y a menudo coinciden con autoproducción «alternativa».

Estas operaciones represivas tienen lugar a escala planetaria, ya que por primera vez el pánico moral cae sobre los instrumentos de trabajo y de comunicación (medios de producción que el operaio sociale ha conseguido controlar directamente). La gente habla de censura, «autorregulación», clasificación de contenidos, software especial que hace a la Red más «amigable para la familia».

Las luchas previas del trabajo vivo conllevaron una «democratización» de la informática. El capital se ha recuperado: como el estado policial postmoderno no puede permitir a la gente que haga lo que quiera con los ordenadores, toma medidas.

En este panorama, las confiscaciones continuas de ordenadores son formas de prevención y control mediante el ejemplo intimidatorio de un desprecio de la fábrica difusa. Los que escriben los libros de bolsillo intangibles de control social postfordista «citan» episodios de los libros de texto anteriores: los trabajadores que menos se atienen a las reglas son despedidos para que no extiendan la insubordinación

El estado policial postmoderno debe cancelar las conquistas sociales de las luchas anteriores (incluso volviendo a 1789 y complaciendo a los brujos del Vaticano si es necesario…¡ y es necesario!) y evitar que el nuevo trabajo vivo escriba su propia «constitución».

Para impartir disciplina a las comunicaciones, es decir al trabajo inmaterial, las emergencias se transforman de lo molar (la lucha de clases, el caballo de batalla, la confrontación en el escenario de la vida pública) a lo molecular (el microconflicto de cada día, el control de las diferencias individuales por tecnologías de la información).

De todo esto va la segunda parte de este libro: las emergencias moleculares necesitan una Guerra Mundial semiótica librada por misiles retóricos de largo alcance. En la Italia gobernada por el «centro izquierda» y loca por el Santo Jubileo esta guerra es librada sobre todo por la Iglesia. El Vaticano se ve reforzado por la restauración de Wojtila,  el llamado Nuevo Ecumenismo y las victorias geopolíticas ensalzadas.

Es evidente que a la corriente «Autonomista»/post- Operaista del marxismo italiano le falta un análisis del vaticano como una superpotencia sin tierra, un estado sin policía, un enorme parásito de trabajo inmaterial y- como consecuencia directa – una máquina creadora de emergencias. Quizá hemos tenido miedo de caer en el estéril anticlericalismo, el anarquismo de vieja guardia o una ideología del siglo XIX tipo Garibaldi. De todas formas, ¿ hay algún otro poder establecido con tanta experiencia como la Iglesia en la organización y gestión molecular de un sistema de control sin y más allá de la forma liberal- democrática de estado?

No es anacrónico decir que la Iglesia es uno de los más sutiles y peligrosos enemigos, también porque no hay anacronismos en una sociedad en la que el fenómeno más heterogéneo coexiste mano a mano (Internet y la lógica del Blut und Boden, la stigmata del Padre Pio y la soja transgénica)

Más aún, como apuntó Toni Negri, si a la burguesía internacional no le queda ningún rol creativo, y sólo es un parásito financiero,  «una especie de Iglesia Romana del capital, cuya Biblia, santos y milagros está representados por el dinero», ¿ sería tan extraño si la Iglesia Romana de verdad le pidiera a la burguesía una resumisión más allá de la metáfora? Y si, como dijo Italo Mereo (ver capítulo 4) el «modelo católico» le ha dado a las clases gobernantes europeas una casi perfecta represión de la disidencia, sólo cabe esperar que la Iglesia reclame el «copyright».

Dos

En el año 1969, un año después del comienzo del movimiento estudiantil, la clase trabajadora industrial tomó la acción y comenzó una lucha por equidad de salarios y derechos de los trabajadores, el llamado Otoño Caliente. Las luchas pusieron a los jefes en jaque,  extendiéndose a cada categoría del proletariado y forzó al gobierno a un periodo de reformas que durarían casi cinco años. Es correcto mencionar el Statuto dei Lavoratori [Carta de los Trabajadores] (Acta nº 300, 20 de Mayo de 1970), Divorcio (Acta nº 898, 1 de Diciembre de 1970), Objeción de Conciencia (Acta nº 772, 15 de Diciembre de 1972) y la proposición de reforma del Código Procesal (Acta nº 108, 3 de Abril de 1974).

De todas formas, esta no fue la única reacción al estado. Hubo al menos dos más.

La primera fue la violencia policial. He aquí unos pocos ejemplos:

2 de Diciembre de 1968, Avola, provincia de Siracusa (Italia meridional). Huelga general de temporeros reivindicando la renovación de sus contratos. La policía disparó a la multitud, mató a dos personas e hirió a docenas.

9 de Abril de 1969, Barripaglia, provincia de Salerno (Italia meridional). Manifestación para impedir el cierre de una fábrica local de tabaco. La policía disparó y mató a un manifestante y a una mujer que miraba por una ventana. Más de cien personas con heridas de bala.

2 de Agosto de 1970, Porto Marghera, Venecia. Trabajadores del metal y de las petroquímicas en huelga. Barricadas en las calles. Durante la negociación entre la policía y los trabajadores, un oficial disparó y alcanzó el hígado de un trabajador dos veces.

La segunda reacción fue la «Estrategia de Tensión», esto es, la provocación a los delincuentes organizada por algunos sectores del estado como los servicios de inteligencia. La bomba en Piazza Fontana (12 de Diciembre de 1969) inaguró un periodo de destrucción del estado y cercos policiales. […] Era el estado el primero en adoptar métodos terroristas. Las Brigadas Rojas y otros grupos similares aparecieron después y deben ser considerados como una consecuencia de las bombas y la represión, una lamentable respuesta a la provocación.

Aún con muchos problemas y desencuentros mutuos, el diálogo entre los nuevos movimientos y la izquierda parlamentaria (a los que evidentemente habían tomado por sorpresa) continuó hasta 1973. En 1969, después de la masacre de Avola, el PCI (Partido Comunista Italiano) había propuesto desarmar a la policía. En 1972, cuando la policía mató a joven anarquista Franco Serantini en Pisa, uno de los líderes más viejos del PCI, Umberto Terracini, había escrito palabras tendenciosas en la revista semanal de su partido Rinascita:

Creo que el inquietante suceso de la víspera de las elecciones en Pisa debería forzar al país a imponer una reforma radical de los cuerpos del estado como el poder judicial, la policía y el sistema de prisiones. La sexta legislatura debe manejar el asunto sin ambigüedad o miedo, pasando un bisturí candente por los vientres gangrenados de estas instituciones, que se alimentaban de la savia tóxica de la dictadura y corrompen la democracia desde dentro. El horrible asesinato de Pisa es una advertencia sintomática de la metástasis. (citado en: Corrado Stajano, Il sovversivo, l’Unità/Einaudi, Rome 1994, p.123)

En 1973 (mientras imputaban a Terracini por «Difamación del Poder Judicial y de las Fuerzas Armadas del Estado») el PCI oponía una propuesta al gobierno que introduciría la detención policial en la ley criminal. Pero una nueva fase iba a comenzar:

Plano general: justo en 1973, por iniciativa de David Rockefeller, el magnate y hombre de negocios más importante de América, Europa y Japón formó la Comisión Trilateral, una superentidad de presión que también incluía a políticos, periodistas y economistas. De acuerdo con la Trilateral, la «potencialmente infinita extensión de la democracia política» debía ser limitada para proteger la «estabilidad» del sistema. La participación de más grupos aún («los negros» en particular) estaba provocando «un debilitamiento de los medios tradicionales de control social» y «una deslegitimización de las autoridades políticas». El sistema estaba «sobrecargado con demandas que extendían sus funciones y erosionaban su autoridad», y podía seguir funcionando sólo con «una cierta cantidad de apatía» y «una marginalización de ciertos grupos». La Trilateral asumió que los gobiernos tenían que encarar una «amenaza interna» representada por los intelectuales radicales que extenderían el «disgusto» y «descontento»; este peligro era, «al menos potencialmente, tan serio como los movimientos fascista y comunista lo han sido en el pasado» (M. Crozier- S Huntington – Y Watanuki, La Crisis de la Democracia: Informe sobre la Gobernabilidad de las Democracias a la Comisión Trilateral, New York University Press, 1975) Entonces fue cuando la «estabilidad» y la «gobernabilidad» del sistema comenzaron a ser consideradas de indiscutible valor per se. La crisis de estado de bienestar fordista fluiría en un largo proceso de involución autoritaria.

Primer plano: con la proposición de un «Compromiso Histórico» el PCI comenzó a cambiar su estrategia hasta que dio apoyo total a la represión y a la legislación especial, exhortando a sus activistas a ser chivatos y mandando a los magistrados simpatizantes a la guerra contra la subversión. Fue una mutación irreversible que convertiría al PCI-PDS en un partido fetichista de la policía que podría haber tenido incluso al Juez Dredd y a Mario Cobretti entre sus miembros. Continuemos paso a paso.

El «Compromiso Histórico» fue anunciado al final de 1973. Era el proyecto de una alianza entre los dos partidos más grande de Italia, el PCI y el DC (Democracia Cristiana). Después del golpe de Chile, Enrico Berlinguer (secretario general del PCI) asumió que la izquierda no podría gobernar sola, ni siquiera con el 51% de los votos, por tanto Italia tendría que abandonar la conventio at excludendum impuesta por los Estados Unidos y aceptar al PCI en la coalición del gobierno; las masa católicas y comunistas debían unirse y formar una nueva mayoría social para evitar el peligro de un golpe de estado (los democristianos chilenos habían respaldado el golpe de Pinochet). La DC respondió con hostilidad, aún así Berlinguer insistió y explicó su situación en el 14º Congreso del partido (Marzo de 1975). Después de esto, el PCI necesitaba probar que se había convertido en un partido leal, democrático y pro-OTAN, por tanto colaboró en imponer la llamada «Austeridad», también conocida como «la Política del Sacrificio», es decir, deflación y recortar el gasto según se hacía necesario por la crisis del petróleo, el principio del fin del fordismo.

En las elecciones regionales y municipales el PCI consiguió el 33,4% de los votos (+5,5% comparado con las generales de 1972) Un año después (elecciones generales), llegó al 34,4%. Esto no quería decir que las masas dieran su consentimiento a la estratega de Berlinguer, bien al contrario, era la consecuencia de la victoria de la izquierda sobre el divorcio (1974) y el periodo de reformas que comenzó con el Statuto dei Lavoratori. El PCI no comprendió su propio éxito y permitió a la DC formar una gobierno de un solo partido liderado por Giulio Andreotti. Esta paradójica estrategia dio en llamarse «non- sfiducia» [no- desconfianza], un paso más hacia el Compromiso Histórico.

Fue en aquellos años cuando el llamado consociativismo7 tomo su forma definitiva a  nivel local y nacional. Esto no era para «controlar el sistema», de hecho, desde el momento en que el PCI quería ser aceptado en el gobierno quería abandonar cualquier control y nunca informó de casos de represión policial y corrupción política. No debería tomar a nadie por sorpresa que la gran fase reformista que empezó en el Autunno Caldo terminó al principio de la estrategia del Compromiso Histórico.

El conflicto social se hizo más intenso, más duro, y toda vez que el país no tenía una oposición real, el movimiento no podía ayudar sino a suprimir todas las formas tradicionales de representación política y del trabajo. Este fue el periodo de las «asambleas autónomas» en fábricas ocupadas, entroncando con el nacimiento del área conocida como «Autonomia Operaia organizzata» [Autonomía Organizada de los Trabajadores].  Guardar el «orden público» era tan difícil que el sistema necesitaba legislación especial. El primer capítulo de este libro comienza en este punto, con la «noche de los cuchillos largos» durante la cual el PCI persiguió y aniquiló a cualquiera de la extrema izquierda, o los entregó por encargo de los ejecutores.

Por cualquier medio el PCI consagraba su propia estructura a destruir los movimientos de las fábricas, institutos, universidades y cuarteles. Las oficinas del partido se convirtieron en sucursales de las comisarías, los disidentes eran amenazados y cualquier vieja arma de arsenal stalinista era usada en la guerra contra el «terrorismo» y la subversión. La confusión entre los miembros de la clase trabajadora del partido eran explotados en una larga campaña de odio contra los «extremistas», «grupúsculos», «autonomistas» y «terroristas». El PCI extendió la psicosis en sus oficinas porque el politburó no podía aguantar que algunos guerrilleros de las Brigadas Rojas arrestados por la policía fuesen exmiembros del partido. El fiscal general Ferdinando Imposimato dijo una vez:

Durante mis investigaciones vi que el PCI era el enemigo más fiero de aquellos «desertores». El partido nos ofrecía colaboración, nos daba nombres… Más de una vez recibí a un fiscal hablando de parte de Berlinguer, que me iba a dar más noticias y detalles sobre imputados… En algunos casos el PCI llevaba las cosas demasiado lejos, por ejemplo expulsó a un sindicalista al que un «arrepentido» había acusado falsamente. (citado en: Centro di Iniziativa Luca Rossi, Gladio, Stragi, riformi istituzionali, autoeditado en Milán, 1991, p.33)

El movimiento de 1977 puso en marcha la definitiva enemistad mutua entre el movimiento y el Partido/Sindicato. «Sembradores de la plaga» y «fascistas» eran algunos de los insultos que Berlinguer dirigía a los estudiantes que ocupaban las universidades- En Roma, los estudiantes largaron a Luciano Lama8 y a su cuerpo de seguridad del campus. En Bolonia, una ciudad que era un escaparate de la habilidad de gobernar del partido, tuvo lugar el golpe más duro( y más simbólico):

La organización doble del PCI resurge en Bolonia, donde el personal de las compañías gestionadas por la ciudad se transforman en un aparato paramilitar. Una institución pública le da a un partido político escuadrones violentos. Esto está lejos de cogernos por sorpresa en un país donde los democristianos tienen al estado por su propiedad privada, pero es obsceno igualmente. De hecho, [en Bolonia] hay oficinas del ayuntamiento espiando a enemigos del partido, cuyo personal está a entera disposición de la policía. (Giorgio Bocca, Noi terroristi, Garzanti, Milan 1985, p.178)

Desde Febrero hasta Marzo de 1978 el presidente de la DC Aldo Moro dejó el poder a un gobierno de «solidaridad nacional», con que el PCI colaboraría en el Parlamento incluso aunque no hubiera ministros comunistas. El 16 de Marzo, justo el día en que el gobierno iba a tomar posesión, Moro fue secuestrado por las Brigadas Rojas. Durante los 55 días de la detención de Moro en la «prisión del pueblo», el PCI estuvo a la cabeza del «frente de firmeza», en que los cabezas de cerdo se negaron a negociar con los secuestradores y les dejaron continuar con su sentencia de muerte.

Los activistas de carné del partido estaban tan alucinados que en las siguientes municipales (Mayo de 1978) hubo una seria derrota del PCI (-7,1% comparado con las generales de 1976). Ese fue el fin de una tendencia comenzada por el Otoño Caliente.

La «solidaridad nacional» llegó a su fin también, por la gran pérdida de votos traída por una crisis en el partido, que salió del gobierno en 1979 y volvió a hablar de una «alternativa», como si nada hubiera pasado.

De hecho, no había alternativa posible ya que la heroína estaba por todas partes, toda la vanguardia joven y revolucionaria había sido destruida, cientos de activistas eran multitudes penitenciarias y muchos otros huyeron al extranjero evitando la prisión por los pelos.

Es más, una pax romana había sido impuesta en las fábricas, donde los jefes eran libres de acelerar los ajustes de plantilla y los despidos masivos. El capital adelantó al fordismo mediante la fuerza bruta. En 1980 el desafío de los trabajadores del metal de la FIAT en Turín y la masacre de la bomba de la estación de Bolonia fueron el epílogo más apropiado para una década trágica.

El PCI nunca admitiría su responsabilidad, de hecho, la nomenklatura se colgó la medalla de la «victoria sobre el terrorismo» en su pechera.

Tres

Cuando pensamos en los años 80 nada viene a nuestra mente, como escribió Karl Kraus de Hitler. Casi nada… Ningún revival ensalzado por los medios nos puede dorar la píldora que envenenó a nuestros jóvenes. Necesitamos más películas como Boogie Nights de Paul Thomas Anderson para terminar toda esta nostalgia absurda. Tuvimos que tomar un fuerte antiemético para escribir los capítulos que tienen que ver con ese periodo. No podemos evitarlos, ya que los 80 fueron una década crucial para las emergencias.

Como hemos dicho antes, el PCI volvió a la oposición. Como recordatorio quisiéramos usar las palabras de Cesare Bermani:

Así como el PCI está totalmente comprometido con la guerra con el «extremismo de izquierdas», el P2  10 despliega sus poderes. De hecho la represión del movimiento de 1977 – al que el partido dedicó toda su estructura – es una razón más para la extensión de la lucha armada. [Este despliegue] evitará que el partido vigile acuerdos políticos secretos. [Centro d’niziativa Lucca Rossi, editado por, 625.  Libro bianco sulla legge Reale, autoeditado en Milán, 1990, p.92) 11

De todas formas, el partido comenzó a hablar de la «cuestión moral» [es decir, corrupción política], que recondujo la diligencia y reputación de los llamados «magistrados democráticos» (que eran pro-PCI), los perseguidores públicos que habían destruido el movimiento. En los primeros años de la nueva década las investigaciones sobre el P2, el asunto Teardo, el escándalo nacional del petróleo y la bancarrota del Banco Ambrosiano, 12 fueron llevados por los mismos fiscales del distrito que reprimían la lucha armada en nombre de las fuerzas de «solidaridad nacional».

Era el comienzo de un conflicto entre el poder judicial y algunos sectores del poder político, un conflicto que se siguió calentando durante una década entera y explotó después de la caída del muro de Berlín. Durante ese periodo los magistrados comenzaron a seguir con una «venganza sustituta» (Sergio Bologna). Era una forma de desactivar los últimos resquicios de conflicto social: todos los ciudadanos que eran víctimas de la corrupción se sentirían gratificados temporalmente cada vez que se cazaba a un político.

Obviamente, esos magistrados se estaban tomando su venganza con los democristianos (que le pararon los pies al PCI cuando ya no lo necesitaban) y con el nuevo Partido Socialista liderado por Bettino Craxi. Este último era el único partido que no había aceptado «firmeza» en el asunto de Moro e intentó negociar con los secuestradores.  Más aún, el PSI de Craxi iba a presentarse como la aguja de la brújula política, entrando en el gobierno y excluyendo a los comunistas para siempre. Realmente el PSI se olía el peligro e intentaba poner límites al poder de los jueces, por ejemplo proponiendo responsabilidad civil para los jueces que cometieran errores. Conocemos el final de la historia: el partido se disolvió y su secretario general tuvo que escapar de Europa.

De todas formas, pasaron años antes de que la «Coalición de Cinco Partidos» (también conocida como CAF, Craxi. Andreotti- Forlani) fuera dañada efectivamente por las investigaciones. Después de todo la «gobernabilidad» ( no olvidemos a la Trilateral) era la necesidad prioritaria y los procuratori d’assalto [«fiscales relámpago  del distrito»] no podían manejar la «cuestión moral» como querían. Cada vez que iban demasiado lejos el Alto Consejo de Magistrados intervenía para pararles los pies.

Sea como fuere la «cuestión moral» es una excelente fuente de inspiración para la nueva emergencia.

En 1982, una vez que la última vanguardia de trabajadores de fábricas fue expulsada y los grupos armados desarticulados, el «terrorismo» dejó de ser un asunto explotable. La gobernabilidad del sistema todavía necesitaba rupturas más profundas, al igual que una síntesis y mejora de la legislación especial y las estrategias represivas adoptadas recientemente por el estado y los medios de comunicación. Estas armas serían usadas pronto en un conflicto sobredimensionado, aunque menos molar que el anterior,  una guerra contra otro tipo de «subversión» representada como proteiforme y de figura cambiante, capaz de infiltrarse en el ejercito de los Buenos e infectándolo desde dentro, la Hidra del crimen organizado, la Chusma, P2 y sus variantes. […] La continuidad simbólica entre ambas emergencias fue asegurada por el general Dalla Chiesa. El Héroe Público nº 1 de la guerra contra el «terrorismo» concluyó su carrera en Palermo como un prestigioso mártir antiMafia (1982).

Algunos sectores de la «sociedad civil» – en realidad grupos de presión de los «magistrados democráticos» – comenzaron un reproche al estado y a los «intelectuales» por no apoyar la guerra contra el crimen organizado mientras apoyaban la represión del «terrorismo». Esta polémica tenía una base antigubernamental explícita. La movilización moral empezó en nombre de los «héroes» antiMafia. Se basaba en un vago y tosco humanitarismo y en un fetichismo con los procedimientos policiales que ignoraban los derechos de los acusados. La llamada era para un frente unido de «gente honesta» (a los que se suponía que aceptaban la superioridad moral del PCI). La lógica y estrategia de esta nueva emergencia se explica en libros tan notables como Delitto Imperfetto [Asesinato Imperfecto] del hijo del general Dalla Chiesa:

No llegaremos a ninguna parte si no rehabilitamos el papel del hombre en la historia; no hablo del jefe, del rey, del gran hombre. Quiero decir el hombre en general. Debemos reconocer el valor de la individualidad […] Mataron a mi padre. Antes y después de este asesinato la mafia mató a La Torre, Mattarella, Terranova, Costa, Basile, Giuliano, Ciaccio Montalto, D’Aleo, Chionici y a otros héroes de la Italia contemporánea. Esto me hizo pensar en una cosa radical, aunque obvia: el poder criminal de la mafia tenía miedo de estos hombres únicos, individuales, de posiciones políticas distintas […] No deberíamos olvidar que los actos de estos hombres siempre fueron apoyados por el PCI,  aunque el reclutamiento y organización de las fuerzas antiMafia no deben obedecer a las leyes de la competición política […] En este estado la ley y el orden no son conceptos gemelos, son antagónicos hasta el extremo de que el fiscal Ambrosoli, el prefecto general Dalla Chiesa o cualquier juez haciendo su trabajo minan el régimen democristiano más de lo que lo haya hecho nunca la oposición o los sindicatos […] ¿Qué tienen de bueno los derechos liberales individuales,  si la ley y el orden son cosas distintas?  ¿Realmente podemos seguir así, disponiendo la relación entre la ley y la sociedad fragmento a fragmento? (Nando Dalla Chiesa, Delitto imperfetto. Il generale, la mafia, la società italiana, Mondadori, Milán 1984, pp. 215-216 y 238-239)

Las quejas de otra estrella de la nueva emergencia, el alcalde de Palermo Leoluca Orlando, nos dan una versión aún más obscena y reaccionaaria de esta propaganda:

Hasta entonces, nunca hubo un regicidio en nuestra historia […] El primer rey asesinado fue Piersanti Matarella […] Todos nos resistimos a la mafia y a los malos políticos que asesinaron a nuestros buenos reyes […] Una extraña resistencia está comenzando en Palermo, no somos los buenos ciudadanos luchando contra un mal rey; más bien, somos los huérfanos de buenos reyes muertos, luchando contra los criminales y los malos nuevos reyes. (Leoluca Orlando, Palermo, Mondadori, Milán 1990, pp. 32-33)

En este contexto no deberíamos subestimar el uso ideológico de la ficción televisiva: en 1984 comenzó la muy larga serie La Piovra. Gran parte de la audiencia se asustó y se movilizó con las aventuras del bravo inspector Cattani, interpretado por Michele Placido.

Los «fiscales relámpago» eran la fuerza más dinámica que empujaba a Italia hacia la Seconda Repubblica: aquellos que les apoyaban les daban la mejor representación del interés general [hemostático] del sistema. Tan pronto como la situación internacional y el maquillaje institucional les dejaron, fueron los mejores candidatos para un nuevo gobierno.

Por supuesto que esto es el esquema general abstracto, el punto de vista del capitalismo colectivo. Abajo en el infierno de las guerras del crimen las cosas eran de lejos más complejas, habían contradicciones,  resistencias y fuego cruzado… Después de todo, si el cambio hubiera sido indoloro no habrían necesitado ninguna Mani Pulite. De hecho, el «club de Palermo»13 hizo muchos de sus enemigos en el Alto Consejo de Magistrados. A pesar  del éxito de la operación mediática conocida como el «maxiproceso»14  el club se reorganizó («desmanteló», según la propaganda). Tuvo que venir el «golpe letal» de 1992 antes de que la línea de Falcone se convirtiera en indisputablemente hegemónica.

Los 80 fueron también la década de Muccioli15 y el boom de las comunidades desintoxicadas. El control social se convirtió en invasivo con la difusión de instituciones totales básicas supuestamente llevadas por «voluntarios», caballos de Troya para la próxima ofensiva católica.

Cuatro

 

Al fin nos ocupamos de «Mani Pulite». Una vez que el «socialismo» se desmoronó en la Europa Oriental y el «bipolarismo» global terminó, el sistema no podría dar cuenta del antiguo conjunto institucional. El capital atravesaba su «europeización» y necesitaba un conjunto estado más «ligero» (impuestos más bajos, menos burócratas y recomendaciones). El precio de la corrupción (el «keynesismo criminal» del estado democristiano) era demasiado alto, Italia no podía «entrar en Europa» con un gasto público tan grande. El aumento de votos para fuerzas como la «Leghe»[7] era una clara petición de «subversión desde arriba» de los empresarios del norte pidiendo una fuerza laboral flexible y exportaciones internacionales. No tenían la intención de pagar más impuestos para el bienestar nacional.

La banda capitalista estaba más interesada en desencadenar una lucha entre los fiscales relámpago, magistrados y políticos, para que tuviera lugar un cambio de liderazgo con las investigaciones y detenciones. La «subversión desde arriba» mostró el contraste en el «estado judicial autoritario» construido por las emergencias. Mientras, un sistema de elecciones mayoritario era impuesto por plebiscitos que eran descritos como «democracia directa» (el «Segni Referendum») y el servidor del fascismo fue desbordado: el «Imputado», es decir, el político corrupto, se convirtió en el nuevo enemigo público.

La «judicialización» de la política encontró los requisitos de un poder que necesitaba ser democrático, invisible e irresponsable. Por una parte, si la política dependía de los magistrados, dependería de gente que no podía ser reemplazada y así se podía asegurar la estabilidad del sistema en una era tan problemática como la de la economía global; por otro lado, la integración económica de las economías nacionales necesita la eliminación de las corruptelas locales más avariciosas. Como era una necesidad común en varios países, fuimos testigos de una grotesca internacionalización del «manolimpismo», Borrelli, Di Pietro y compañía daban conferencias por toda Europa. Como consecuencia investigaciones gemelas comenzaron en Francia y España. Una vez más Italia había sido un laboratorio.

Borrelli y sus colegas llevaron todo demasiado lejos, hasta el extremo de convertirse en disfuncionales ellos mismos. Los fiscales de distrito declararon que querían «volver el país del revés como un calcetín» y publicaron una renuncia de la política [una declaración poujadística] Terminaron creyéndose lo que decían y estaban minando el sistema. El cambio de liderazgo había ocurrido, y ahora ellos tenían que ser quitados de en medio.

Pietro Folena, uno de los altos dirigentes del antiguo PCI, escribió:

«Cuando uno lee que durante un juicio un perseguidor público dijo que los juicios actuales son ‘Nurembergs italianos’ y luego compara a los políticos imputados con los ‘generales Keitel, Jodl, Goering y Ribbentropp’, a uno le dan ganas de gritar. De hecho estas declaraciones sensacionalistas sin sentido se basan en la misma antipolítica que ahora hace furor en nuestra sociedad. Es la hora de luchar contra la antipolítica abiertamente

Así que un nuevo conflicto comenzaba, que todavía no ha llegado a su punto álgido [Enero de 1999].

Cinco

Hasta aquí, la descripción del contexto general. Ahora unos cuantas guías sobre nuestro método.  Esto no es una enumeración histórica completa, no podríamos hablar de cada investigación clave, ni podríamos describir todos los actos asesinos de la libertad que han pasado por el Parlamento en los últimos 25 años. Escribimos este libro con la intención de dar alguna luz en las conexiones legales y medíaticas entre la Emergencia de los años 70 y las emergencias moleculares de hoy, en el contexto de la globalización, la total restauración del «modelo católico» y la extensión de un poder constituyente que pronto se atreverá a decir su propio nombre. Para ello tuvimos que hablar de unos cuantos casos, no porque fueran los más crueles o los más divertidos, sino porque eran los más claros y útiles.

Nos ceñimos a la crítica de la jurisprudencia de Marx, su naturaleza basada en las clases, sus sujetos abstractos. Esta crítica no puede evitar mencionar la ideología de las «libertades civiles» y los «derechos humanos». Somos conscientes de la (objetiva) inconsistencia de los liberales y los «humanitarios». Sus propósitos puede que sean nobles, y es posible que libremos las mismas batallas, pero aún así cualquier petición de «derechos» – incluso los «naturales», «humanos», «universales» – encierra los mismos límites y contradicciones expuestos por Marx. El estado capitalista reconoce «derechos» sólo a la vez que sus pilares, su «base natural»,  y nunca los separa de horribles «deberes» (por ejemplo, regalar parte de los ingresos de uno para mantener a la policía y el ejército). Por lo que respecta a los «derechos humanos», dependen de la misma legislación transnacional que declaró embargos a países «hostiles» (¿no-humanos?), y permitieron a los imperialistas arrasar ciudades y enterrar a soldados vivos en sus trincheras del desierto.

Si tomamos equivocadamente libertad por «los derechos totalitarios del hombre», nos rendiremos a los abusos de los polis del mundo. Toda vez que ya no se adopta el concepto de imperialismo para comprender las causas de la guerra, y fue reemplazado por los lamentos «humanitarios», ninguna guerra se ha encontrado con una oposición efectiva ni ha habido modo alguno de hacer que los criminales de guerra se sientan incómodos.

De todas formas, debemos luchar contra el enemigo en su casa, usar los conceptos del enemigo y mostrar como funcionan realmente, volvernos contra el enemigo con estilo (estilo es el arte marcial de verdad, la base de toda lucha; las técnicas de lucha son la consecuencia). Desde este punto de vista, queremos mostrar qué es la jurisprudencia y qué efectos tiene en el estado autoritario de hoy y en el imperio del que forman parte los estados. Lo haremos mediante los espectáculos de los defensores de las «libertades civiles», llegando a las conclusiones menos obvias, poniendo énfasis en los aspectos más oscuros y contradictorios, como el ius resistentatie [derecho a la resistencia] y en la necesidad de forzar la ley, todos los aspectos que puedan darle la vuelta a la ley. Al fin, queremos explorar la siguiente fértil paradoja:

En los buenos tiempos del capital, el individualismo propietario y el sentido capitalista de apropiación trajeron las tablas de los derechos del hombre. Fue un gran progreso, con el que hemos pagado con siglos de sumisión al más escurridizo sistema de explotación que ha existido. Estos derechos, hasta donde se ve afectada la vida proletaria, se han convertido en la carne y la sangre de la lucha revolucionaria. Por el contrario, en lo que le toca al capital, han perdido todo significado. Esta es la razón, hoy en día, por la que luchar por los derechos civiles suena bien y revolucionario. (Antonio Negri, «Per un garantismo operaio», en Critica del diritto [revista] nº 15, Milán, Septiembre- Diciembre de 1979, p.20)

Índice de Nemici dello Stato

Introducción [El texto que acabas de leer]

Primera parte

1. De la Legge Reale al Decreto Moro [Desde el acta de 1975 que permitía a la policía disparar a bulto al grado de emergencia pasado unos días tras el secuestro de Aldo Moro, 1978]

2. Legge Cossiga y Otras Depravaciones [El Acta «Antiterrorismo» Cossiga (1979) justificada por cualquier forma de violación de los derechos individuales]

3. Contrarreforma en la Cárcel [El nacimiento de las prisiones de máxima seguridad (1977) y la infernal situación de los encarcelados]

4. !Nadie se Espera a la Inquisición Española! [Inquietantes similitudes entre los edictos papales del siglo XVI (que impusieron la contrarreforma y el «modelo católico») y la legislación de emergencia de los años 70]

5. Prueba y Puesta en Marcha de la Máquina del 7 Aprile [Algunas investigaciones y juicios políticos de mediados de los 70 que definieron la estrategia judicial para la gran escalada del «7 Aprile» (1979)]

6. De la «Teoría Calogero» a la «Defensa como un Crimen» [La historia del «7 Aprile», las conspiraciones virtuales subrayadas por el persecutor público Calogero, los característicos asesinatos (y persecuciones) de todos los consejeros para la defensa]

7. Mafia 1982-98 [El auge y caída de la emergencia de la Chusma. Una estrategia prestada de la emergencia anterior: chivatos y «arrepentidos» como las bases de toda investigación]

8. El Nuevo Código Procesal [Cómo una victoria provisional de los movimientos de principios de los 70 se transformaron en un desafío definitivo para la justicia (1989)]

9. El Asalto Judicial a los Cielos de la Política [la historia de la crisis «Mani Pulite»]

10. De vuelta al Orden Público [La justicia criminal en los años 90: oficiales de policía y hooligans; cabezas rapadas nazis y libertad de expresión; inmigrantes y el Tratado de Schengen]

11. Okupas [Turín 1998: la caída sobre los okupas anarquistas, y cómo estos últimos se comportaron como perros de Pavlov]

12. Dejad que los Niños 2: La Confirmación [Privacidad, comunicaciones electrónicas y la legislación de emergencia sobre pedofilia]

 

Segunda parte

 

1. Los Tiempos Modernos como un Paréntesis [Cómo la Iglesia se Está tomando su Venganza después de la Ilustración, Liberalismo y Socialismo]

2. Sucedió en Roma en 1978 [Las Razones de por qué Karol Woytila fue nombrado Papa]

3. El Papa que No Desafió al Comunismo [Uno de los Bulos Más Grandes del S. XX: La Construcción de Juan Pablo II]

4. Historia Desinhibida de Latinoamérica [El Subcontinente como el Campo de Batalla más Importante para las Variadas Corrientes de la Cristiandad]

5. Los Hermanos que se Equivocaban [Cómo el Vaticano Destruyó la «Teología de la Liberación» en Sudamérica y luego mitigó y se apropió de algunas de sus características]

6. Sobre las Ruinas del Muro [El Gran Fingidor: Juan Pablo II como el Falo Enemigo del Capitalismo]

7. La Quinta Internacional [Quizá Todos Esos Sólo Sean Uno: el sueño de una alianza planetaria entre las religiones monoteístas]

8. Cosacos y Guardias Suizos [La sumisión de los gobiernos italianos, fueran de izquierdas o de derechas, a la aplastante hegemonía del Vaticano]

9. La Sociedad de Acuario [El asalto cultural a cultistas y sectarios de la Nueva Era]

10. Invasores de la Mente: Estrategias de los Medios para el Pánico Moral [Abusos Satánicos Rituales como la conexión que faltaba entre dos emergencias (pedofilia y los cultos locos)]

11. Los Malos [Cómo los grupos de presión cristianos se inventaron una emergencia: la persecución de los Satanistas]

12. Rompe el Brazo Secular [Más detalles sobre el Satanismo y los «cultos locos» como la próxima emergencia]

13. El Último Hombre que Queda en Pie [¡Nadie Cuestiona el Poder del Puto Papa!]




[1]«Manos Limpias», un mega- juicio sobre delincuencia y corrupción política (1992-96) n.t.

[2] Dicho claramente, este ensayo trata del cambio- informado por primera vez por Gilles Deleuze – desde la «sociedad disciplinaria» a la «sociedad de control», aunque ponemos énfasis en los mecanismos históricos, diacrónicos, y en las responsabilidades de aquellos que gobernaron el cambio. Al contrario, los profesores suelen ofrecer una imagen sesgada de un conjunto de automatismos cibernéticos cuyo perfectamente síncrono totalitarismo termina absolviendo a todo el mundo. No somos postmodernos, esto es: de acuerdo, chavales,  todo el mundo entendía el paradigma, parad de enunciarlo una y otra vez, es más, dejad de miraros el ombligo mientras lo enunciáis, porque esto es lo peor de los incondicionales de la teoría francesa, sean «Focaultalistas», «Deleuzistas», o incluso «Braudillardistas». Pongamos el puto paradigma en práctica ahora y comencemos desde el trabajo y la humanística.

[3] No hay grandes dudas aquí sobre el propósito de Basso, cuya evidencia es un discurso en el senado en 1975, en los días de la famosa Legge Reale (ver el capítulo 1 de este libro), fue discutida. Basso defendió «su» art. 3 y expresó la amplia (subversiva al extremo de ser paradójica) interpretación que había tenido en mente durante treinta años:

«El artículo 3, tercer párrafo, de nuestra Constitución dice que la República tiene el deber de eliminar todas las desigualdades sociales. No sé si la policía italiana a aprehendido el significado de ese artículo, de cualquier forma, se establece que el sistema legal de este país está dirigido a cambiar el orden social. La policía no debe actuar como una protectora del orden social, ya que la policía debe proteger el sistema legal, y sucede que la Constitución dice que nuestro sistema legal quiere un profundo y radical cambio en el orden social, una difuminación de las desigualdades sociales. La policía no tiene el deber ni de defender la propiedad y el poder incondicionalmente, bien al contrario,  deben defender al pueblo soberano que lucha contra esa desigualdad para poner el artículo 3 en práctica. Este es el significado de la Constitución»

[4] Era la acción de la clase trabajadora la que destruyó la ideología del «Laissez Faire» y el discurso de la economía liberal clásica (la «mano invisible» del mercado que resolvería todos los problemas etc.). Para salvar el capitalismo de la revolución o – aún peor – de su propia anarquía (véase la crisis de 1929), se hizo necesario encontrar nuevas soluciones económicas como el Keynesianismo. El fascismo y el «New Deal» fueron dos experimentos diferentes que el capital puso en marcha en distintas longitudes. El fascismo resultó problemático: inmovilizaba y constreñía la dimensión antagonista de proletariado vivo (dando ventaja al meramente productivo) más de lo que era tolerable. Mientras, incluso comenzó una contrarrevolución antiliberal que terminó en un totalitarismo de sangre y tierra opuesto al «totalitarismo de los derechos del hombre» (K. Marx). Por tanto explotó una sangrienta guerra interimperialista (1939-54) y el fascismo fue «descartado», aunque los ganadores se apropiaron de algunas las innovaciones más «aceptables» de los perdedores.  ¿ Cuál era la premisa lógica de todo este embrollo, si no la iniciativa de la «ruda raza pagana» [descripción de Mario Tronti del proletariado, n.t.],  la Clase, que querían hacer «lo mismo que hicieron en Rusia»?

[5] Ceronetti es un escritor reaccionario y arribista, n.t.

[6] Ciudadanos de la red, n.t.

7 El sistema de acuerdos extraoficiales entre todos los partidos políticos, incluyendo la oposición de ala izquierda, acerca de la gente que encuadrar en las agencias estatales y los cuadros de mando de las compañías públicas, n.t.

8 El secretario del CGIL, el mayor sindicato de comercio, que en aquel momento era controlado por el PCI, n.t.

10  P2 = «Potere Due» [Poder Dos], una enorme red subterránea conectando a logias masónicas, magnates de derechas y políticos corruptos. Su fundador y líder era Licio Gelli. Entre sus miembros estaba Silvio Berlusconi. Se encontraron las oficinas del P2 y fueron asaltadas por la policía en 1982., n. del t.

11 Por supuesto el PCI y sus seguidores tenían una interpretación bien distinta: el partido confió estos asuntos a un número de teóricos de la conspiración que «expusieron» supuestas conexiones entre la subversión de extrema izquierda y los servicios de inteligencia (italianos y extranjeros. Incluso una comisión parlamentaria desarrolló informes llenos de acrónimos como CIA, KGB, OLP, nombres fascinantes (Hyperon) y silogismos defectuosos. El teórico de la conspiración más prestigioso del antiguo partido comunista es un tal Sergio Flamigni, anteriormente un miembro del palamento. La tribuna oficial de esta área es la revista Avvenimenti. […] Un buen ejemplo de conexión virtual [encontrada en más de un libro]: cuando la Mafia supuestamente atentó contra la vida del presentador de televisión Maurizio Constanzo, la bomba explotó a unos cientos de metros de una productora de películas que se rumorea que es una tapadera para SISDE [la inteligencia civil italiana, n. del .t]; otra compañía que tenía un nombre similar tenía su sede en via Nicotera, donde 15 años antes estaba Hyperion, un centro cultural que se sospechaba que era parte de la red terrorista europea; según otro rumor el mismo Andreotti estaba involucrado en preparar Hyperion a través de un monje dominicano que supuestamente trabajaba para la CIA. ¿ Y qué cojones más da? ¡Esto sólo es una sarta de gilipolleces grande como un mundo! Este tipo de teorías de la conspiración son esencialmente conservadoras, hacen que la gente se sienta desprotegida y elevan la reputación de otro «honesto perseguidor público». Aquellos que las exponen sólo están intentando excusarse diciendo, más o menos: «Apoyamos la caza de brujas del 7 de Abril, pero lo hicimos para destapar los poderes secretos que había detrás». Una vergüenza. [Por cierto, vale la pena resaltar que Guy Debord- un salvajemente sobreestimado pensador- escribió la misma mierda en Comments to the Society of the Spectacle (1988),:» … cuando Aldo Moro era un prisionero de Potere Due …»,n. del .t]

12 Casos famosos de corrupción política sistemática involucrando al P2, el sistema bancario y varios altos dirigentes del partido socialista, n. del t.

13 El Club de Palermo era un equipo de magistrados investigando a la mafia. Los miembros más prestigiosos del club eran Giovanni Falcone y Paolo Borsellino. Ambos fueron asesinados por la bombas mafiosas en 1992 [n. del .t]

14 Un megajuicio (¡475 acusados!) que duró dos años (1985-87). Los documentos de la investigación estaban en cientos de gruesas carpetas, unos 700.000 folios. El presidente del tribunal les pidió a los consejeros para la defensa que «colaboraran» y se saltaran la lectura de todo ese montón de papel. Los consejeros protestaron y pidieron que los documentos se leyeran en la sala. Tal petición era tanto correcta como provocativa, ya que hubiera llevado 2.300 audiencias (¡y seis años!) leerlo todo, ¿y quién demonios hubiera recordado todas las fechas, declaraciones y cargos? Había un montón de atención de los medios con el «maxijuicio», que terminó con 19 cadenas perpetuas y 2.655 años de prisión. El código procesal italiano requiere que los jueces escriban los motivos de la sentencia. Los jueces escribieron 6.901 páginas, encuadernadas en 35 carpetas [n. del t.]

15 A principios de los ochenta Vincenzo Muccioli, anteriormente gurú de una secta, fundó un centro comunitario para adictos a la heroína en S. Patrignano (Romagna). El centro se transformó gradualmente en un pueblo, una institución total, una especie de campo de trabajo basado en la disciplina dura y la intolerancia. Muccioli fue acusado varias veces por encadenar a sus pacientes (¿compañeros?). El centro tenía – y probablemente sigue teniendo – un cuerpo de gorilas tipo capo que golpearían a la gente en la carnicería de la parte de atrás del campo. Una vez golpearon a un chaval hasta la muerte, y los magistrados investigaron los intentos de ocultación de pruebas de Muccioli. Muccioli siempre se salió con la suya ya que estaba respaldado por la Iglesia y el gobierno. Se convirtió en un modelo a seguir por un número de curas y trabajadores sociales idiosincrásicos que abrieron centros similares por todo el país [n. del t.]

[7] Las  «Ligas» comenzaron un movimiento básico en las regiones septentrionales de Italia, respaldadas por pequeños emprendedores locales. Su ideología era una contradictoria mezcla de racismo anti-Sur, neoliberalismo económico, protestas contra los impuestos y el fetichismo de las (reinventado) tradiciones locales. Durante los 90 las Ligas se federaron en un gran partido de derechas llamado la Lega Nord, que pronto se convirtió en un espectáculo unipersonal del secretario general Umberto Bossi, un desarreglado y desequilibrado que casi no sabe hablar italiano pero tiene un fuerte atractivo como humorista racista.[n. del t.]

2 Comentarios en “Introducción a «Enemigos del Estado»”

  1. Jordi P (de antes)

    Siguiendo con tu símil médico, estamos dedicando nuestros esfuerzos a comentarle al paciente que debería tratarse la caries porque duele, queda feo en la boca y le huele el aliento, le proponemos 1000 soluciones pero no hacemos nada en esa boca. Y mientras hablamos de eso, no estamos ni siquiera hablando de la gangrena o el cáncer que se lo van a cepillar en 2 meses a menos que hagamos algo ya. Simplemente, le ponemos sedantes para que no se entere.

    Popota: si un médico ha de atender a 600 pacientes a la vez, mejor búscate otro. El que no tiene ninguno seguro que por lo menos podrá atenderte mejor. Eso, sin tener en cuenta que tener 600 pacientes no significa necesariamente que sea mejor. Claro que, si sólo buscamos fachada y seguimos borreguilmente las modas, tu decisión es la correcta.

  2. Yo estaba el otro día pegándome con mi tío siciliano a cuenta del caso italiano. Él, como The Economist, es de la opinión de que lo que ocurre es una degeneración de las democracias occidentales. Yo, por contra, me temo que van dos pasos por delante, snif.

    Muchísimas gracias de nuevo por la traducción