No lo he visto en mi vida cuando me dice: “Estábamos bajo ataque, ¿entiendes? Mi madre no salía de casa por el miedo”. Habla un hombre de unos 30 años que se presenta (sólo después) como Or Shapira. Or reside en Sderot, la población Israelí más afectada por los misiles que se lanzaron desde la Franja de Gaza. “Teníamos que hacer esa guerra y la ganamos. Ahora mi madre ya puede salir de casa sin que le caiga un misil encima, ¿entiendes?”.
Estamos en el aeropuerto de Viena. Los dos de camino a Tel Aviv. Acabo de dejar ciudad y familia y amigos para pasar unos meses en Palestina y he hecho unas llamadas de despedida. He hablado con una amiga: “¿recuerdas Gaza? Hoy hace un año del final de la guerra” y Or me ha escuchado. No le ha gustado: “¿Por qué seguís hablando de Gaza? Ganamos la guerra y ahora es pasado”
¿Pero de verdad es pasado? ¿Ganó Israel la guerra?
Or no lo duda. Sderot estaba cada semana bajo el fuego de los Qassam, hubo una guerra y ahora ya no hay misiles. Israel ha ganado y punto final de esta historia.
Una reflexión simple pero contundente. Puede que los analistas serios de este conflicto no se crean una palabra pero, frente a un análisis superficial, funciona.
Hace apenas un año, Sderot desaparecía lentamente bajo los Qassam y ahora la madre de Or y todos sus amigos viven en una ciudad en plena expansión donde se va al cine a la escuela a los bares. Or me dice que considerar otras variables queda para los profesores de filosofía y los pacifistas como yo.
Así que lean hasta aquí los amantes de las soluciones sencillas. Porque cualquier persona que desee comprender los resultados de este conflicto tendrá que plantearse preguntas difíciles.
En las guerras tradicionales, un bando ganaba o perdía en función de quien se quedaba con el control de un determinado territorio. Aquí esta opción estaba descartada de antemano por parte de los mandos israelíes. Nunca quisieron apropiarse de Gaza. Entonces, ¿si lo que se buscaba no era apropiarse de un territorio, ¿qué motivó la operación militar? ¿El objetivo era parar los Qassam? ¿Nada más? ¿No había alternativa?
Ignorando las formalidades (no conozco sitio peor en el mundo donde consensuar posiciones) dejadme escribir cual creo que fue el principal objetivo que motivó la invasión de Gaza. Lo que se quería es convertir la vida de sus ciudadanos en un infierno. ¿Por qué? El gobierno de Israel desea fervientemente un cambio de gobierno en la Franja. Someter a su población al hambre, a un bombardeo masivo y al bloqueo internacional parece a ojos de Israel la mejor táctica para favorecer una rebelión y cambiar el gobierno de Gaza.
Pues bien ¿lo han conseguido?
Dov Weisglass, consejero del Ex Primer Ministro Israelí, Ariel Sharon declaró que frenar el creciente poder de Hamas, exigía poner “a Gaza a dieta”. Y sin duda lo ha conseguido: han convertido la vida en la Franja en un infierno. Durante los 22 días de asalto sobre la población cautiva de Gaza fueron asesinadas 1.400 personas (una tercera parte niños) y 5.300 fueron heridos. Los civiles fueron considerados objetivo militar y se les bombardeó con fósforo blanco, se les privó de acceso a la electricidad, al agua potable y a otras instituciones básicas. La estructura educativa de la Franja se ha visto seriamente dañada incluyendo 10 escuelas de la agencia de refugiados de Naciones Unidas donde se refugiaban civiles sin ningún otro lugar donde ir.
Frente a este desastre, ¿Cómo ha reaccionado la población?
Hay críticas a la agenda religiosa que se va imponiendo. Pero cuando el gobierno convocó una manifestación, el 27 de diciembre pasado, para conmemorar los ataques sobre la Franja acudieron, a juzgar por las fotos, unas 300.000 personas en apoyo de Hamas. Teniendo en cuenta que en Gaza viven cerca de 1,5 millones de personas, en su mayoría niños, se trata de una participación impresionante. Todavía más si consideramos que el Gobierno poco o nada ha podido hacer para dar respuesta a toda esta destrucción. La gran parte de las infraestructuras siguen en ruinas. Si alguien esperaba un levantamiento contra Hamas que observe las imágenes de esta concentración: se equivocaba.
Quien esté acostumbrado a leer libros de historia no se sorprenderá. Cuando un pueblo es atacado por un enemigo extranjero, todo el pueblo se une tras sus líderes, sean quienes sean. Especialmente si se muestran firmes.
Y en caso de que la población quisiese poner fin al gobierno de Hamas, ¿tienen alternativa?
Numerosos analistas quieren pensar que los habitantes de Gaza miran hacia Cisjordania, donde gobiernan los moderados de Fatah, con creciente envidia. Para ellos, Fatah es la alternativa.
Pues bien, escribo este artículo desde un café de Ramallah, capital del gobierno de Fatah. Que a nadie le quepa duda: en esta ciudad ser islamista no está bien visto. Se ha encarcelado a todos los miembros de Hamas (incluso a los parlamentarios democráticamente elegidos). Dominan las marcas occidentales. Se construyen casas de lujo. Hay ONG’s internacionales por doquier. Cientos de cooperantes caminan por sus calles perfectamente tranquilos. Se paga en moneda israelí. Se habla inglés y hebreo en las calles. Se bebe alcohol. Incluso Or Shapira me dijo que ojala Gaza fuese como Ramallah.
Pero el problema sigue siendo la ocupación.
En Ramallah se vive bien. Pero también es una ciudad rodeada por un muro de cemento y 450 puntos de control militar. Las colonias israelíes se expanden. Unas 300 personas han sido arrestadas por promover manifestaciones pacíficas contra el muro. La insistencia de los líderes de Fatah por obtener un acuerdo de Paz con Israel no ha obtenido ningún resultado visible.
Hablar de paz y negociaciones a una población que vive bajo ocupación militar no es fácil. Si después de años de gobierno, la ocupación ha ido a peor y tú no has conseguido nada, ten mucho cuidado cuando convoques elecciones.
Mientras no haya acuerdo: Fatah negocia y Hamas resiste; y los objetivos de Israel en la Guerra de Gaza están cada vez más lejos de haberse cumplido. Un cambio de gobierno en la Franja todavía queda lejano.
Habrá quien insista en que por lo menos se han parado los Qassam. Pero cabe preguntarse si el asesinato de alrededor de 1500 personas era necesario para asumir este objetivo. Si Israel hubiese establecido negociaciones con el Gobierno de Hamas y hubiese aliviado el embargo total que pesa sobre la Franja. ¿No se hubiesen frenado los Qassam? Yo lo creo.
Así que analizados los resultados obtenidos podríamos decir que las hostilidades quedaron en una especie de empate.
A excepción de la opinión pública mundial.
Esta guerra ha supuesto una derrota fatal para la posición de Israel en el mundo. La decisión de lanzar al ejército israelí sobre una de las zonas más pobladas del mundo ha levantado una nube oscura que tapa el blanco y azul de la bandera israelí.
Recientemente, Nelson Mandela declaró que la lucha a favor de la justicia para Palestina era “el mayor desafío moral de nuestra era”. Fueron millones de personas las que vieron por televisión las imágenes espantosas de la destrucción de Gaza. Y esto tiene consecuencias. Esas imágenes tendrán repercusiones de largo alcance en las decisiones de los gobiernos y la actitud de los movimientos sociales y los medios de comunicación frente a Israel.
Lo mismo pasa con el Informe de Naciones Unidas redactado por el jurista Richard Goldstone sobre la Guerra de Gaza. En él se acusa a Hamas y a Israel de haber cometido crímenes de guerra. Por mucho que los analistas israelíes se esfuercen en decir que es un informe unilateral, vil y mentiroso, la opinión pública mundial sabe que es honesto. Y al boicotearlo, la imagen internacional de Israel no hace más que empeorar.
Mientras el actual liderazgo israelí sigue defendiendo sus argumentos a favor de la guerra, su divorcio con la opinión pública mundial no hace más que crecer.
Israel puede acabar perdiendo la guerra.
Mejor sería reconocer los errores y acabar con el bloqueo de Gaza.
Firmado: Luca Gervasoni i Vila
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Atraer cerebros, en Papelito o factura
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