Vaya por delante que Jordi Solé Tura me parece una persona sensacional y que tengo la convicción de que al soberanismo catalán le vendría de perlas tener a diez tipos que sepan la mitad de cosas de las que él sabía. Dicho esto, me resultó de lo más llamativo un fragmento de un artículo de Toño Fraguas en la Fragua en la que reivindicaba, a un tiempo, la Constitución y al fallecido político catalán:
«Y era catalán. Muy catalán. En estas fechas de pasiones nacionalistas desatadas -y cuando se acerca el Día de la Constitución (una norma que debe a Solé Tura su sesgo evidentemente progresista)- me acuerdo de lo que ocurría cuando yo era pequeño cada 6 de Diciembre.
En esa fecha, donde yo vivía, las familias sacaban a los balcones la bandera de España. Os hablo de cientos de balcones, os hablo de la bandera bicolor y de familias de izquierdas. En esa época a la Constitución la llamábamos ‘la Consti’.
En el año 1981, 82 y siguientes, la Constitución no estaba consolidada y, para la pujante extrema derecha, era una amenaza absoluta. El Estado de las Autonomías y el régimen de libertades no había sido asumido por la extrema derecha que todavía conservaba influyentes resortes en las estructuras del poder.
Esa extrema derecha consideraba suyas la bandera bicolor y la idea de España. Los progresistas, al colgar de los balcones en esa fecha la citada enseña, enviaban un doble mensaje. “Nosotros también somos España, la España de la Constitución. Esta es nuestra bandera, no la vuestra”.
Después de 30 años este gesto sería hoy, paradójicamente, imposible y seguramente muy criticado. Amplios sectores de la izquierda identifican puerilmente la bicolor, la Constitución y España con la derecha. Por desgracia las personas que son el ejemplo de que eso no es así se nos están muriendo. Se nos están yendo quienes podrían explicar a los españoles, de hoy y del futuro, de dónde viene su país y con qué esfuerzo, amplitud de miras y sacrificio se ha logrado lo que se ha logrado.
Jordi Solé Tura era uno de ellos. Quizá el más querido por mí. Su muerte y su inmerecido olvido es una victoria para los que simplifican, para los demagogos, victimistas y nacionalistas.»
Copio del blog del diputado nacionalista vasco Josu Erkoreka. Como acostuma a ser el caso de los parlamentarios vascos, Erkoreka es una persona que recuerda bastante a Leire Pajín, con la pequeña diferencia de que sabe leer. Erkoreka, en lugar de relacionar la muerte de Solé Tura con unas opiniones respetables por más que alejadas de los hechos, optó por citar al propio Solé Tura y la explicación que el mismo dejó por escrito de la negociación constitucional, y más concretamente de los artículos más ultra-nacionalistas de la «Consti», que tienen un sesgo no menos evidente de tintes militaroides fascistas:
«Pocos serán, sin embargo, los que se atrevan a aguar la fiesta conmemorativa, haciendo aflorar la luz la cruda denuncia que formuló en el último de los dos libros citados, al desvelar que el artículo 2º de la Constitución -el que declara que esta se fundamenta en la “indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles- no fue fruto de la transacción libre y democrática entre los diputados elegidos por el pueblo, sino impuesto por una instancia extraparlamentaria. Como lo leen. El artículo de marras no surgió de la libre contraposición de ideas y argumentos entre los constituyentes electos, sino de una decisión que alguien adoptó extramuros del Parlamento y logró imponer a los representantes legítimos de la voluntad popular.
En efecto, Sole Tura relata el proceso de elaboración del precepto, dando cuenta de su redacción original y de las tensiones y desencuentros que suscitó desde un principio la incorporación a la misma de la voz “nacionalidades” que muchos diputados de AP, de UCD y de algunas formaciones regionalistas, combatieron con firmeza a través de sus enmiendas. En un momento determinado -reseña el ex diputado comunista- “altos responsables de UCD” le comunicaron que “no podían aguantar las presiones y se veían obligados a retirar totalmente el término nacionalidades, cosa que propondrían sus representantes en la ponencia en la sesión final”. Roca y él -añade- mostraron su más radical oposición a semejante posibilidad, dejando patente que “tanto los comunistas como los nacionalistas nos manteníamos intransigentes y hacíamos del mantenimiento o no del término nacionalidades una cuestión de ruptura o de continuación del consenso constitucional”. UCD quedaba así en una situación muy delicada. Si mantenía la expresión “tenía que hacer frente a una gran ofensiva exterior, en el seno de los propios aparatos de un Estado que el gobierno ucedista controlaba con dificultad. También tenía que hacer frente a serias disensiones internas”. Si, por el contrario, optaba por suprimirla, “se rompía el consenso constitucional ya resquebrajado por la retirada del PSOE, y con ello UCD se ponía en manos de Alianza Popular”. Es entonces cuando se produce el sorprendente e indecoroso acontecimiento que el profesor catalán desvela en su libro. Repasémoslo de la mano del propio Sole Tura
“Finalmente, a última hora de la tarde, me llegó en tanto que presidente de la sesión, un papel escrito a mano y procedente de la Moncloa en la (sic) que se proponía una nueva redacción del artículo 2. Era una redacción compleja, en la que se introducían los conceptos de “patria” y de “nación”, pero en la que se mantenía el término “nacionalidades”. Era, de hecho, una refundición de conceptos que reflejaba muchos de los puntos de la discusión final entre UCD, los comunistas y los nacionalistas, pero también los resultados de la presión exterior”
Este texto que, según Sole Tura, añadía a lo debatido por los diputados “los resultados de la presión exterior” es, básicamente -dejando a salvo algún retoque puntual introducido con posterioridad- el mismo que conforma en la actualidad el artículo 2º de la norma constitucional. También en este punto, la exposición del diputado recientemente fallecido es de una enorme elocuencia:
“Como presidente de la sesión, finalmente celebrada, hizo observar, sin embargo, que el texto adolecía de una redacción deficiente y tenía incluso problemas sintácticos. Pero la respuesta que me dieron los representantes de UCD es que no se podía variar ni una coma, porque aquél era el texto literal del compromiso alcanzado con los sectores consultados. Evidentemente, no se especificó cuáles eran estos sectores, pero no es difícil adivinarlo”»
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