El gorila bolivariano ataca de nuevo
Andan muy escandalizados en el periódico nacionalista y monárquico El País por el ataque frontal a la libertad de expresión realizado por el caudillo venezolano, quien ha osado cometer la desfachatez de no debatir con Vargas Llosa, férreo opositor a las políticas del gobierno venezolano. En efecto, es un auténtico escándalo que el presidente venezolano se haya limitado a ofrecer a Vargas Llosa y a la liberal camarilla de defensores de la igualdad de oportunidades que le acompañaba -camarilla que, por otro lado, lideraba el hijo de Vargas Llosa- el acceso a la televisión pública para debatir con otros intelectuales y defender, como viene defendiendo al afamado escritor peruano, que Chavez es un dictador, entre otras perlas.
Esperemos que Chavez rectifique rápidamente y la próxima vez que entren en Venezuela intelectuales críticos con su gestión, acompañados por sus hijos o no, se ponga inmediatamente a debatir con ellos, como corresponde a las buenas costumbres y a la democracia bien entendida.
Por contra, la intachable democracia española vivió ayer el segundo acto de onanismo bipartidista televisivo protagonizado por los candidatos del PPSOE a las europeas. En esta ocasión el señor mayor que añora la placidez del fascismo y el pizpireto renovador del estado de derecho a base de ir construyendo imputaciones a golpe de titular tuvieron, eso sí, el detalle de hacerse el debate encima en una televisión privada. Con ello, los ciudadanos españoles que o bien o no son votantes de alguno de los dos partidos con más casos de corrupción a sus espaldas o bien siendo votantes del PPSOE estén interesados en las propuestas que puedan presentar los demás partidos que concurren a las europeas -o en sus insultos, si es que hay alguno capaz de llegar al nivel mostrado por ambos candidatos en sus debates-, catábamos una vez más un poco de esa entrañable subnormalidad democrática que caracteriza al Reino de España, en que los medios públicos, como si fueran aviones de combate, se ponen al servicio de la mayoría para dejar en su sitio a esa pandilla de rencorosos que constituyen las diversas minorías existentes por aquí abajo.