Lo mejor de la semana XV
El Gobierno catalán no aprende. Mientras el brazo político de los GAL responde a la crisis con firmeza, determinación y un utilísimo nuevo Ministerio de Deportes, el Govern ha suspendido por la crisis los juegos de las naciones europeas sin estado. ¿No han aprendido ocuparse de lo que preocupa a los ciudadanos?
Feo intolerable de Mariano Rajoy al «no-nacionalista», «bilingüe» y «cosmopolita» eurodiputado Jaime Mayor Oreja, al que al parecer no quiere permitir que rivalice con Juanfer López Aguilar, artífice del pacto por la justicia del PPSOE que ha conseguido colocarnos por detrás de Arabia Saudita en independencia del poder judicial, en las próximas elecciones europeas. ¿Pasaremos del espíritu de Ermua al espíritu de Zaplana?
Vergonzante actuación de los jóvenes griegos, ligeramente mosqueados por el asesinato de un niño de quince años por parte de la policía, y que se suma a la no menos vergonzante actuación de los estudiantes del Reino de España que se oponen al Plan Bolonia. Menos mal que tenemos la prensa que tenemos, joven y moderna, progresista y propia de lo que llaman democracia avanzada. ¿Por qué los jóvenes no se dedican a estudiar primero y a tratar de forrarse después para mejor poder realizarse en la religión del consumo? ¿Dónde está la necesaria admiración a las fuerzas de seguridad de nuestros jóvenes?
Gordon Brown, el gobernante europeo que, junto a Angela Merkel -la única que ha mostrado una moderada independencia con respecto a los lobbies económicos-, ha optado por las soluciones más izquierdistas, aunque sea remotamente, a la caída del muro neoliberal, confunde en el parlamento la salvación de la banca con la salvación del mundo: ¿Puede estar peor la izquierda europea?
Avalancha de críticas de la prensa monárquica y nacionalista contra el sensacional discurso del diputado republicano Joan Tardà. De entre todas las críticas que le han llovido, las mejores aparecían en un editorial del periódico taurino y nobiliario La Vanguardia, en el que se le acusaba de no tener el suficiente nivel. Habrá qué preguntarse qué es lo que da el nivel: ¿mandar callar en reuniones internacionales? ¿haberse cargado a su hermano por accidente? ¿haber sido educado por tutores designados por la más longeva dictadura fascista de Europa occidental? ¿tener a colegas en la cárcel por delitos económicos? ¿llamar hasta seis veces para «mediar» en poco claras operaciones financieras? ¿dedicar al respetable un gesto con el dedo medio levantado? ¿haber sido puesto en su lugar de trabajo por los votos del pueblo, en lugar de por el mayor asesino de españoles de la historia?