No, you can’t

No, you can’t es el título de un artículo de la revista británica The Economist sobre los intentos de los candidatos electorales de los partidos laborista y conservador, Brown y Cameron, de usar en su propio beneficio el triunfo de Barack Obama en las elecciones estadounidenses. Como indica el título, la tesis es clara: ninguno de los dos tiene nada que ver con lo que ha supuesto Obama en los USA: «But the outcome of the leaders’ bids to capture some of Mr Obama’s lustre will probably be: no, you can’t«.

A raíz del informe de The Economist sobre España y más específicamente sobre la realidad catalana, han surgido voces en los medios defendiendo la conveniencia de «mimar» a los corresponsales extranjeros con ágapes y regalos. Algún osado defendía incluso que había que montarles jornadas y conferencias pagando hoteles y billetes de avión para tenerles contactos. Aún con menos decoro, el PSC, según informó el periódico monárquico, nobiliario y pro-taurino La Vanguardia, ya anda haciendo gestiones con despachos de abogados que controlan el tema para «favorecer» cambios de opinión en los susodichos corresponsales.

Es una forma de repetir el error que el gobierno convergente hizo en 1999 ante otro informe similar: retirar todas las ayudas públicas a los ciclos de conferencias que organizaba la publicación.

En esto hay que ponerse serios. Urge que el personal de las delegaciones de la Generalitat en el exterior les expliquen a sus colegas en la Generalitat que por arriba de los Pirineos las cosas funcionan de forma distinta. Esto es: cuando un periodista es agasajado -por no usar otras palabras- por el poder político de turno, no entiende que le deba a este nada, y mucho menos la obligación de machacar su deontología profesional para darle gusto al político de turno, sino que se conforma con sentir vergüenza ajena y seguir a lo suyo. En otras palabras: el palanganero tiene poco recorrido en prensas que consideran poco presentable la prensa de partido.

¿Está la Generalitat capacitada para montar más cenas, conferencias, viajes, premios, mesas redondas y tertulias que los partidos laborista y conservador británico hasta el punto de llegar al punto en que la revista se vende? ¿Tiene entonces algún sentido tratar de comprar corresponsales extranjeros?

4 Comentarios en “No, you can’t”

  1. Intel·ligent reflexió. El que sembla mentida és que no se n’adonin els qui cobren per adonar-se’n.

    Salut.

  2. No creo que los corresponsales extranjeros sean tan inmunes a los agasajos, por más que digan. Una cosa es una «aportación» directa (que puede ser vista como un insulto), otra un buen trato.
    Un corresponsal necesita buenas relaciones. Cenar una vez a la semana con un alto funcionario de la administración te puede permitir acceder a mejor información o tenerla antes que la competencia. Si a cambio hay que sesgar un poco las opiniones del «régimen» que se emiten, no pasa nada, peor sería perder los otros privilegios.

  3. Los motivos podrán ser más o menos cuestionables, pero no veo por qué el retirar subvenciones a los ciclos de conferencias ésos organizados por ‘The Economist’ es una equivocación. El error es subvencionar con dinero público actividades privadas, y más tratándose de las de una revista cuyos columnistas no se cansan de proclamar a los cuatro vientos que el Estado Opresor debería dejar de entrometerse en los asuntos de las empresas. Dejar de subvencionarles equivale precisamente a darles lo que piden, ni más ni menos.

  4. Es que lo aquí llamamos buen trato, Lluís, por encima de los pirineos, donde no existe la costumbre de usar como fuente de información fiable a políticos vendiendo su propia moto, allí es insulto, y no hablo de oídas.

    No compro lo de teodoredo. Darles lo que piden es no subvencionar conferencias, retirar subvenciones como vendetta es algo bien distinto, y es exactamente lo que hixo la generalitat.

    Saludos,