¿Pero qué va a ser del ABC?
El periódico monárquico y nacionalista El País ha elegido a Su Majestad Juan Carlos I «Personaje del año», y le ha dedicado un modesto espacio en su edición dominical. Es algo con sus luces y sus sombras, sin duda. Sin dudar ni del carácter leal de todo el interesante reportaje, más necesario que nunca después de la totalitaria censura de la ETB a su mensaje navideño, no deja de ser cierto que, al elegirle «personaje del año» uno podría llegar a la conclusión de que se ha alzado con tamaño y prestigioso título en competencia con otros seres humanos, una idea moralmente repugnante que podría tener nefastas consecuencias para la estabilidad del Reino de España y que bien valdrían otra actuación firme y decidida de la Fiscalía.
La «información», rigurosa y objetiva como siempre, consta de seis breves artículos. Peru Egurbide firma el elegante «Embajador con Corona«, sobre el papel del primero de los españoles en la política internacional. Impetuoso, Peru se pasa un poco de frenada y al final se ve obligado a reconocer que es el gobierno el que dirige la política exterior, pero no se está de reconocer algo manifiestamente inconstitucional como es la «participación activa en la diplomacia» de Don Juan Carlos.
Luís Gómez y Mábel Galaz proponen, bajo el poco afortunado título de «El decorado ya no basta«, un ejercicio que haría llorar de pena al mismísimo Putin. La primera en la frente: el Rey «ni siquiera disfruta un patrimonio personal», snif. «Los obsequios que recibe pasan a pertenecer a Patrimonio Nacional», snif-snif. ¿Qué putada no? Y lo mejor, al final, donde se concluye que existe es un problema de comunicación. Y es que ya se sabe: no es que lo hagan mal. Lo que pasa es que el resto somos tan gilipollas que no nos enteramos de lo bien que lo hacen, y aquí si cabe un poco de autocrítica de la Casa Real y aledaños.
Soledad Gallego-Díez, por su parte, contribuye con «El férreo control del Rey«. En él se trata el problema de las finanzas de la Casa Real -sí, ese dinero que les pagamos sin control alguno-, resuelto con suma elegancia y señoría por un estudio comparativo solicitado por el propio Monarca a un «amigo» que demuestra su austeridad. Además, nos enteramos de que en la Casa Real están agobiados de trabajo los pobres, y que el Rey ha hecho este año nada menos que 166 actos oficiales. Si eso no es explotación, que venga Ronaldinho y lo diga…
Ernesto Ekaizer se destapa con «Incidente en Palacio«, que se vea ese léxico rico y lleno de significado. El artículo se refiere a la tángana del Campechano con Esperanza Aguirre a causa de las palabras del pseudo-periodista monárquico Jiménez Losantos, y por el mismo precio nos enteramos de que en 1980 Su Majestad ya estaba ahí, dando la batalla contra el Cambio Climático. Para que luego esos extranjeros envidiosos vayan premiando a recién llegados, en fin…
Por últim, Joaquín Prieto firma «El rey se defiende«. En él se da la versión MMMMDCIV del cuento de la Transición, con añadidos sobre lo dolorido que se siente el pobrecito Monarca después de este año, de que se le defienda tan poco, snif… Y eso sí, Prieto hace un guiño al pasado más montaraz al agradecerle al Jefe del Estado de un país democrático el consejo heredado del Caudillo que salvó a los buenos españoles del rojerío y la barbarie: «no se meta en política».
Y a todo esto el pobre Chavez, mordiéndose los puños de envidia, ays…