Una de las propuestas estrella de Francisco Camps para la próxima legislatura pasa por reducir de 13 a 10 las conselleries del Gobierno valenciano como muestra de austeridad en la lucha contra la crisis económica. Se trata de una medida que a priori puede parecer acertada, pero que chirría en precampaña. ¿Por qué no lo ha hecho antes si la recesión está a punto de cumplir tres años? ¿No había ya en marcha un plan de austeridad? ¿Incluirá ese recorte al ejército de asesores y personal de confianza de cada departamento o será sólo un cambio cosmético en los cartelitos de las sedes oficiales? Vamos a intentar dar respuesta a algunas de estas preguntas a la vista de la última remodelación acometida por el jefe del Consell y a través de un análisis de los miembros que componen actualmente el Ejecutivo autonómico.
La última crisis de Gabinete se produjo durante el verano de 2009, tras el archivo del caso Gürtel en el TSJCV (presidido en aquel momento por Juan Luis de la Rúa) y el fallecimiento del hasta entonces titular de Medio Ambiente, José Ramón García Antón. Camps optó por un cambio de cromos entre los miembros de su Gobierno mediante una jugada con la que resituó a sus peones sin tener que dar salida a ninguno. La gran beneficiada a nivel personal fue Paula Sánchez de León, ascendida a portavoz del Consell desde la cartera de Justicia. El castigado, Vicente Rambla, al pasar de Presidencia a Industria. En cuanto al resto, se produjo un simple baile de carteras entre consellers de perfil bajo.
La tesis que trataré de demostrar se basa en que, un año y medio después de aquella reestructuración, la medida ha hecho aguas por tres motivos: la inacción provocada en el Ejecutivo tras la reapertura del caso de los trajes, la clara subordinación de la estrategia política del Gobierno a los intereses electorales del PPCV (la doble vertiente de Sánchez de León como portavoz de la Generalitat y directora de campaña del PP habla por sí sola) y la falta de aptitud de algunos consellers, que debían haber sido relevados y no cambiados de departamento. Veamos pues, uno a uno, cuál ha sido el balance de gestión de estos 19 meses, si bien excluiremos al presidente Camps, cuyo análisis merece un artículo aparte en La Paella Rusa.
Vicepresidente primero y conseller de Industria y Comercio, Vicente Rambla. Cumple penitencia por Gürtel en un terreno que conoce y con gente entre la que se mueve con soltura, los empresarios. Ha decidido dedicarse a la gestión, a aprobar leyes, estatutos varios y planes de competitividad y fomento industrial. Sin destacar en exceso, ha llegado a eclipsar a Gerardo Camps en su terreno, valorando incluso los datos del paro, ante las intermitentes desapariciones de aquel. Y lo ha hecho en calidad de vicepresidente, un cargo que arrastra de su etapa en Presidencia. Fuentes del Consell dan por hecho que repetirá.
Vicepresidente segundo y conseller de Economía, Hacienda y Empleo, Gerardo Camps. En su línea habitual, sigue destacando más por sus ausencias que por sus acciones. Como decíamos, Rambla le ha tomado en ocasiones la delantera en las relaciones con los empresarios y en asuntos de (des)empleo. Sin embargo, lo más negativo para los intereses de los valencianos ha sido el gol por la escuadra que le metió Rodrigo Rato con la fusión de Bancaja y Caja Madrid. Se rumorea que podría volver a tener cargo en Madrid si finalmente Rajoy llega a La Moncloa.
Vicepresidente tercero y conseller de Agua, Medio Ambiente y Vivienda, Juan Cotino. Con un balance de perfil bajo en su conselleria, ha destacado más por los choques con tres de sus compañeros: Angélica Such, Maritina Hernández y Serafín Castellano, quienes entienden que el vicepresidente tercero invade sus competencias con frecuencia. En el primer caso, como detallaremos más adelante, se ha significado con planes antiabortistas y se deja ver en multitud de actos que nada tienen que ver con el Medio Ambiente. De Agricultura tampoco se ha desligado del todo, al multiplicar sus encuentros con asociaciones agrarias a fuerza de estirar sus competencias en materia hídrica. En el caso de Castellano, el encontronazo ha sido doble: a cuenta de sus continuos actos con cuerpos policiales (Cotino fue director general de la Policía con Jaime Mayor Oreja en Interior) y por la Ley de Custodia Compartida, que ha tratado de boicotear a través de trámites interminables en su recorrido parlamentario, hasta que finalmente ha logrado aplazar su aprobación hasta la próxima legislatura. El llamado consejero espiritual de Camps durante su calvario por el caso Gürtel ha ganado influencia en el círculo más íntimo del presidente, así como peso político en el Consell. Sin embargo, no hay que olvidar que gestiona, o debería hacerlo, importantes asuntos como la política de vivienda, el medio ambiente y todo aquello relacionado con el agua. Y de momento, eso, agua. Ha dicho abiertamente que no quiere seguir en el Ejecutivo valenciano.
Portavoz del Gobierno y consellera de Justicia y Administraciones Públicas, Paula Sánchez de León. Su ascenso a la portavocía sin abandonar formalmente la Conselleria ha supuesto uno de los mayores destrozos provocados por la reordenación de Camps en el seno del Consell. El departamento de Justicia y Administraciones Públicas, simplemente, ya no existe. Las competencias se encuentran troceadas y repartidas: Rafael Blasco se quedó con Justicia, Gerardo Camps con Función Pública y la propia Sánchez de León con Modernización. Esta situación ha generado, además de disfunciones a la hora de ejercer las competencias, enfrentamientos entre los equipos de los consellers implicados. Sin ir más lejos, Blasco, titular de Justicia in péctore, apenas se atreve a gestionar con libertad esta área, como lo haría si de verdad fuera el conseller, ante las reticencias de Sánchez de León, cuyos colaboradores indirectamente y a veces ella misma, no acaban de delegar las competencias que teóricamente ya no ejercen. La portavoz del Consell, a fuerza de dar la cara ante los medios de comunicación cada viernes y de recorrerse durante la semana las diferentes agrupaciones del PPCV, se ha convertido en una de las candidatas más serias al delfinato de Francisco Camps (se habla incluso de que será la única vicepresidenta si el PP revalida su mayoría el 22-M). Pero lo dicho, por ahora ni come ni deja comer.
Consellera de Turismo, Belén Juste. ¿Quién es Belén Juste? Una de las conselleras de perfil bajo del Gobierno de Camps. Se desconoce si trabaja mucho o poco, o qué aporta. Ha pasado de la inacción en Industria y Comercio, una cartera relativamente potente, a la misma dinámica en Turismo, que en la Comunidad Valenciana debería tener cierto peso. Una de las más firmes candidatas a abandonar el Consell.
Consellera de Bienestar Social, Angélica Such. Sorpresa relativamente agradable. Recibió el encargo de impulsar el desarrollo de la Ley de Dependencia en la Comunidad Valenciana tras la desastrosa gestión de Juan Cotino. Lo está intentando con más resolución y voluntarismo que recursos. Ha enmendado la plana por completo al equipo anterior con una nueva legislación en forma de decretos que regulan varios aspectos burocráticos y ha sacado del cajón miles de solicitudes de posibles beneficiarios para captar fondos del Gobierno central, pero sigue sin contentar a los colectivos afectados. Además, Such ha optado por ir eliminando peones de Cotino en su departamento, como fue el caso de su mano derecha Mariano Vivancos, recolocado en Educación. Las tensiones con el vicepresidente social han venido también provocadas por una cierta invasión de su área con la continua organización de actos, conferencias o jornadas de marcado tinte católico y antiabortista. De hecho, el impulso por parte de Cotino del Programa +Vida y la aprobación Ley de Protección de la Maternidad son buena prueba de la herencia del vicepresidente en Bienestar Social.
Conseller de Infraestructuras y Transporte, Mario Flores. Su perfil más técnico que político no ha supuesto un gran impulso a la Conselleria de Infraestructuras. Ha seguido el guión de culpar a Fomento de todas sus carencias al tiempo que escondía la cabeza bajo el ala ante los numerosos proyectos presentados en su día y hoy todavía en el cajón (tranvía orbital de Valencia, modernización de la tercermundista línea ferroviaria Xàtiva-Alcoi), por lo hablar del enquistado conflicto laboral de Ferrocarrils de la Generalitat, que ha sido incapaz de reconducir y sigue provocando huelgas en Valencia y Alicante. Tiene bastantes papeletas para ser relevado.
Conseller de Educación, Alejandro Font de Mora. A la chita callando se ha pasado siete años al frente de uno de las áreas con mayor desgaste político, aunque él mismo ha contribuido a magnificarlo. Su empecinamiento en boicotear la asignatura de Educación para la Ciudadanía obligando a impartirla en inglés provocó un enfrentamiento con gran parte de la comunidad educativa en forma de manifestaciones multitudinarias que se saldó con un duro revés judicial. Su gestión se ha caracterizado por desarrollar el modelo del PP, basado en la autoridad del profesor y la potenciación de la red concertada, trufado con iniciativas cuanto menos extravagantes como la nueva asignatura de chino mandarín o el rechazo a los ordenadores portátiles de ZP porque “provocan miopía”. No obstante su mayor rémora será la alta tasa de fracaso escolar de la Comunidad Valenciana, que ha intentado combatir a golpe de inauguraciones de colegios (presume de haber construido 400 desde 2003). Todo apunta a que será el próximo presidente de las Cortes Valencianas.
Consellera de Cultura y Deporte, Trinidad Miró. Otro fiasco consumado. Su mayor mérito reside en su fidelidad al campsismo en un reducto zaplanista como en su día fue Alcoi. El caos generado por el conflicto con las sociedades musicales acabó en la cesión de las competencias relativas a bandas de música y pilota valenciana a la Conselleria de Gobernación, que lo solucionó de un plumazo. Una desautorización en toda regla. Por no hablar de la situación del Palau de Les Arts, supuesto buque insignia cultural valenciano. Dejará el sillón azul tras las elecciones, e incluso es posible que su departamento sea reabsorbido por Educación.
Conseller de Sanidad, Manuel Cervera. Si hay un conseller con perfil nítido de gestor en el Gobierno de Camps, ese es Manuel Cervera. Hombre de confianza de Rambla desde sus tiempos en Sanidad, fue escalando hasta auparse a lo más alto de su departamento tras las elecciones de 2007. Sin perder el tono reivindicativo con el Gobierno de Zapatero, ha optado por gestionar los asuntos propios de su departamento, que acapara el 40% del presupuesto autonómico anual. Su momento estrella ha sido, o mejor dicho está siendo, la apertura y traslado del nuevo Hospital La Fe de Valencia, una operación logística de envergadura no exenta de problemas que empiezan a hacerse patentes. Podríamos decir que es la antítesis de Font de Mora: no busca problemas, los resuelve, o al menos lo intenta, y vive alejado de la autocomplacencia. Valor en alza para el futuro.
Consellera de Agricultura, Pesca y Alimentación, Maritina Hernández. Muy activa en su parcela, pero casi invisible para el gran público. Fue una de las que sonó para salir del Consell por su bajo perfil en la última remodelación, pero al final, como todos, siguió. Otra de las damnificadas por la omnipresencia de Juan Cotino, que en su día ocupó esta cartera. Sin pena ni gloria.
Conseller de Gobernación, Serafín Castellano. Un superviviente del zaplanismo. Portavoz parlamentario del PP en los tiempos en que un nutrido grupo de diputados afines al ex presidente plantaron a Gerardo Camps en las Cortes, le ha tocado bailar con la más fea, la Conselleria de los incendios y las emergencias y, francamente, no lo está haciendo mal. Ha conjugado la eficacia en estas parcelas con un tono muy beligerante contra el Gobierno en asuntos de competencias (chiringuitos y demás), todo ello con un aire muy autonomista (derecho civil valenciano, reforma estatutaria) y con leyes como la de Custodia Compartida (que ha quedado varada en las Cortes), que le han granjeado el mentado enfrentamiento con el sector ultracatólico del PPCV.
Conseller de Solidaridad y Ciudadanía, Rafael Blasco. El término todoterreno de la política, que frecuentemente se utiliza para describirlo, se queda corto. Cuando el que fuera hombre fuerte en los gobiernos de Joan Lerma, rescatado por Zaplana y consagrado por Camps, se vio relegado a la Conselleria de Inmigración, muchos lo dieron por amortizado. ¡Ay, ingenuos! Su defensa a capa y espada del jefe del Consell en el caso de los trajes y la caída en desgracia de Ricardo Costa por el mismo asunto le han acabado beneficiando. Ha acumulado cargos, como el de portavoz del PP en las Cortes Valencianas, conseller de Solidaridad y Ciudadanía y titular, de hecho, de Justicia. Todo esto en el haber. En su debe, las dudas que han planeado sobre su gestión en contratos de cooperación con países en vías de desarrollo.
Etiquetas Alejandro Font de Mora, Angélica Such, Belén Juste, Camps, conselleries, Estructura del Consell, Generalitat valenciana, Gerardo Camps, Juan Cotino, líos internos PP, Manuel Cervera, Mario Flores, Maritina Hernández, Paula Sánchez de León, Rafael Blasco, Serafín Castellano, Trinidad Miró, Vicente Rambla
Felicidades, Rata de l’Albufera, por el análisis. Me ha sorprendido mucho, en cualquier caso, el juicio positivo respecto de la gestión de gente como Angélica Morticia Such o Maritina Hernández, que la verdad es que desde lejos, y sin información, parecían sestear y punto.
Supongo que el ascenso de Font de Mora, si se consuma, es una buena noticia. Nos quitaremos de encima a un loco de Educación. Aunque da un poco de miedo pensar en quién pueda entrar en su lugar. Imaginemos, por ejemplo, que nos ponen de Conseller a algún jefazo de la Católica, que todo es posible con esta gente.
Antes que nada advertir que no soy votante del PP.
Me consta que Manuel Cervera (Conseller de Sanitat) es un tipo «resolutivo» que busca subsanar problemas de la mejor manera posible, si bien le ha tocado lidiar con la más fea (les recuerdo que el gobierno Central sigue pensando que aqui en el Levante español viven 1 millon de personas de las que realmente moran). Otra cosa es «hasta dónde le dejen sus superiores» y su verdadera capacidad de acción. Paso a contaros la «anesdota» ilustrativa. Juzgen ustedes mismos.
El señor Cervera es médico (ya es un logro que el Conseller de Sanitat lo sea, les recuerdo que nuestra Ministra del ramo Hypatia de Benidorm es una fan de las pulseritas power-balance…) y por lo tanto se presupone y quiero creer que conoce los sinsabores y pifostiones que trabajar en «Sanidad» implica.
No se si sabrán que en los nuevos modelos hospitalarios que en «La Comunitat» se están llevando a cabo, la fiebre externalizadora no tiene límite. Entre los servicios candidatos a la externalización y/o concesión a empresas privadas se hallan los servicios de Laboratorios. No me extenderé sobre las «virtudes» de este modelo que busca un beneficio económico a costa de reducir la calidad y la atención al paciente. Gustosamente puedo tener una conversación con ustedes cuando me digan a tal respecto. Pues bien, con motivo de la apertura de un nuevo Hospital en la Comunitat cuyo servicio médico laboratorio iba estar externalizado, mi jefe de Servicio (no revelaremos el Hospital ) pudo pillar al molt honorable Conseller en una recepción de esas que hacen en Micer Mascó (sede de la Conselleria) para vaya usted a saber que nuevas chorradas 2.0. Obviamente mi jefe le mostró, muy correctamente, su disconformidad con este nuevo modelo a seguir y los inconvenientes que pueden generar.
A lo que el Conseller respondió con crípticas palabras: «Soy plenamente consciente de lo que me explicas…y hasta donde el Conseller pueda actuar ningún Hospital en el futuro adoptará este modelo». Se abre el debate…¿mentiroso ruin con una jeta como el cemento o «claro-que-lo-se-pero-desde-arriba-me-han-dicho-que-tengo-que-envainarmela»?
PD. Otro día hablamos del traslado de la Virgen…digo de la nueva Fe…o de «como hacer que un paciente Orriols o Marxalenes tenga que cruzarse media Valencia hasta Malilla para ir a su Hospital a que le vean en Urgencias…»
¿Está alguien hablando bien de un conseller del PP? Madre mía, esto de La Paella Rusa es más espectacular de lo que nunca imaginé.
Gracias, Senyor Garrofó. Pues fíjese, y aunque parezca mentira, me da la impresión que lo de sestear tiene mucho más sentido en los casos de Turismo y Cultura que en Bienestar Social y Agricultura. En estos dos últimos casos veo más gestión, si bien con menos presencia mediática, sobre todo a raíz de la mencionada parálisis por ‘Gürtel’. En cuanto a Educación, Font de Mora ya se está encargando de dejar trazada la hoja de ruta con el plan de cesión de suelo público a los centros concertados, así que lo de la figura del nuevo conseller me temo que será lo de menos.
Eso es lo que todos pensamos. Que dado lo que ha hecho Font de Mora, y la hoja de ruta que ha dejado atada y bien atada, todos tenemos la sensación de que la cosa ya está en línea de desastre imposible de superar. Y que será complicado que tengamos un conseller de educación más nefasto. Pero esto es como el PSPV, que cuando piensas que no puede hundirse más en unas elecciones… ¡paff!, te baja otros 3 puntos. Pues esto es lo mismo. A buen seguro acabaremos teniendo un conseller que será incluso peor de Font de Mora. Así es Valencia y el gobierno meapilas del PP. Y, si no, al tiempo.
Font de Mora ha sido como el caballo de Atila. Sinceramente, veo difícil que el siguiente, sea quién sea, pueda hacer más para empeorar el lamentable estado de la educación pública en el País Valencià.