Desde este fin de semana están autorizadas las prospecciones petrolíferas en la costa valenciana (y en una franja terrestre de la Safor, donde el Gobierno ha metido también parte de la costa de esa comarca para ser el competente para emitir la autorización y dejar en fuera de juego a la Generalitat) que tanto están dando que hablar.
Como llevamos con el temita un par de meses, ya tenemos clara la postura de nuestra fauna política indígena, que podemos sintetizar del siguiente modo:
– PPCV: Están indignados. Zapatero y el Gobierno, ya se sabe, sólo tienen un interés motriz de su acción de gobierno: joder a los valencianos. Nos quitan el agua, nos llenan la costa de desaladoras y de medusas para ahuyentar el turismo y llevárselo a Cataluña y Andalucía, nos quieren poner el cementerio de residuos radioactivos a dos pasos de la Ciudad de las Artes y de las Ciencias (como quien dice) y ahora, para rematar la faena, quieren convertir la cosa valenciana en una especie de costra de chapapote, matar nuestra fauna y flora marina (empezando por el madrilensis playerus y el intoxicatus anglosinux) y dejar sin empleo a miles de pescadores, camareros, empresarios de la hostelería y todo tipo de currantes que arreglan grifos y ponen ladrillos en nuestras rutilantes urbanizaciones playeras. Es decir, que la postura del PP se resume fácilmente: están en contra. Y se suben al habitual discurso del delirio populista y del agravio comparativo para enarbolar la especialidad regional que mejor saben condimentar, el regional-victimismo.
– PSPV. Andan también bastante mosqueados. Las prospecciones autorizadas por el Gobierno central se van a realizar en la zona sur del golfo de València, en el tramo que va desde la costa del Cap i Casal al cabo de Sant Antoni que cierra el golfo. Si ampliamos la imagen, veremos que estamos hablando de una zona con una cierta hegemonía de alcaldes del Partido Popular. Desde Benicàssim (Francesc Colomer, PSPV) a Gandia (José Manuel Orengo, PSPV) hay un rico arco de gobiernos del Partido Popular que abarcan toda la costa valenciana, prácticamente sin excepción (disculpen si omitimos a algún eximinio munícipe socialista con costa propia, pero quitando el caso de Albuixech y de Puçol tras la moción de censura con tránsfuga incluido, no recordamos a nadie más) de cierto relieve más allá de la costa de Sueca, dominada por el Bloc. De modo que tampoco es que haya mucho cargo orgánico del PSPV que se haya sentido directamente afectado. Pero los que sí están en esa tesitura, como el propio Orengo, el alcalde de Oliva (Salva Fuster) o la propia coalición de gobierno de Sueca (apoyada por el PSPV) han salido en tromba a defender la misma postura que el Partido Popular. Las prospecciones serían innecesarias, peligrosas para el medio marino y para la calidad de vida de los valencianos, así como un riesgo para las fuentes de riqueza tradicionales. Haberlas autorizado sería, por esta razón, un gravísimo error.
– Socialistes valencians. Como lo de la izquierda valenciana y el PSPV «es complicado», que diríamos aplicando la terminología Facebook a la política, conviene señalar que junto a la sensibilidad del PSPV que está a pie de obra tenemos otra, la de los socialistas que creen jugar a estadistas valencianos y piden reuniones con Camps para salvar al país, están siempre pendientes de Ferraz y viven atrincherados en Blanqueries. Llamaremos a esta gente, para distinguirlos de los otros, por el nombre que más les gusta, esto es, «socialistes valencians». Pues bien, entre los socialistas valencianos el tema de las prospecciones, como el de los chiringuitos, como el del cementerio nuclear, incluso como el del agua y las desaladoras, ha pillado a los Alarte boys, enfrascados en medio de sus lecturas y reflexiones para cambiar la sociedad, con el pie cambiado. Y desde un primer momento no han sabido muy bien qué hacer. Entre el éxito de público y crítica del regional-victimismo en el que el PP ha logrado una excelencia innegable y la lealtad a Madrid, donde a fin de cuentas mandan los tíos que han puesto en la poltrona valenciana al tigre de Alaquàs, esta gente vive en una constante duda metódica. El señor Calabuig, más listo y atento a las corrientes de opinión, pues a fin de cuentas ha leído muchos manuales, fue el primero que salió del impasse y se declaró abiertamente hostil a las autorizaciones, siguiendo la línea del PSPV más clásico y de los alcaldes. ¡No pasarán! Daremos la batalla por una línea de mar con chiringuitos desde los que contemplar libremente la mar océana con el salitre golpeándonos la cara sin más riesgos derivados del alquitrán que los de los fumadores de los alrededores. Tras la toma de posición del señor Calabuig, otras siguieron, e incluso Alarte se puso respondón con el tema. Dos telediarios duró la cosa, hasta que desde Madrid llamaron al orden y dijeron a los de la sucursal de Levante que se dejaran de tonterías. Una cosa es joder la marrana al Delegado del Gobierno y a Costas con lo de los chiringuitos y otra bien distinta hacer el tonto con autorizaciones a empresas de un sector que mueve miles de millones de euros.
– PSOE. Como ha sido expuesto hace un momento, están muy a favor de las prospecciones. Entienden que la riqueza nacional ha de estar al servicio de España y que, lógicamente, un paso previo para poder disfrutarla es saber de qué riquezas disponemos y dónde puedan estar. Dicen que sería suicida no autorizar unas prospecciones de poco impacto que lo único que persiguen es algo tan sencillo y básico como poder saber si hay o no petróleo en la costa valenciana. Que ninguna sociedad sensata se priva de conocer cuáles son sus opciones. Y menos todavía si tenemos en cuenta que España tiene una grave dependencia exterior en materia de hidrocarburos. Vamos, lo normal en el partido que manda en el país. Lo mismito que habría dicho el PP si fueran ellos los que mandaran, sí. Pero es un triste consuelo para los socialistas valencianos que así sea porque, ¡desgraciadamente?, ahora quienes mandan son ellos. Y el PP nacional, sobre este tema, como sobre tantos otros, puede ir por la vida tan tranquilo, calladito, y salirse de rositas mientras la filial de la Comunidad Valenciana monta una juerga con el temita que pá qué.
– Esquerra Unida del País Valencià. No es que hayan hecho mucho ruido, porque esta gente del PCPV ha desarrollado una habilidad especialmente singular para viajar por debajo del radar y para que no haya manera de saber nada de ellos. Pero Marga Sanz estuvo hace unos días en Gandia y explicó que están muy en contra de las prospecciones. Por motivos ambientales, se supone, lo que hace pensar que este all-i-oli que nunca ha logrado acabar de cuajar bien Esquerra Unida de meter al PCE y a los Verdes juntos (antes, además, con algunos nacionalistas para dar pimienta a la cosa) sigue dando sus frutos en forma de oposición a muchas cosas sin que se sepa muy bien qué es lo que se propone a cambio. No está muy claro si con la negativa a agujerear la costa para sacar petróleo estamos ante una defensa del medio que permite el tipo de negocio hostelero y modelo económico que tenemos por aquí y, en consecuencia, un espaldarazo al mismo, algo que tendría poco sentido si se trata de defender a los trabajadores. No se sabe. Como Marga Sanz es parca en palabras y razones, habrá que llamar a los médiums especializados en kremlinología para poder hacernos una idea de qué va la cosa. Pero tomamos nota de su rechazo.
– Compromís. En uno más de los ejemplos de cómo el PPCV ha logrado generar un modelo único de análisis de la realidad valenciana, también Compromís ha calcado, más o menos, la reacción del PP. Su líder, Enric Morera, incluso ha ido más allá y se ha permitido criticar la tibieza del Consell en su reacción. ¡Tibios! Estos del PP, puestos a mantear al Gobierno de Madrid, ¡son tibios! Por lo visto, el regional-victimismo de Camps, con Cotino de ariete explicando que Zapatero quiere hundir a Valencia con chapapote y que los valencianos nunca lo consentirán, es poca cosa. Morera propuso una declaración formal del territorio valenciano como zona libre de prospecciones. En la estela de las declaraciones de desnuclearización de los 80, pero con el petróleo. La verdad es que, dado el gusto del actual Consell por los gestos melodramáticos, no podemos descartar que cualquier día de estos hagan suya la propuesta. ¡Y luego dirán que no tienden manos a la oposición!
En resumen, que todos los partidos valencianos, sin excepción, ven mal esto de que el gobierno central nos endilgue prospecciones petrolíferas, no vaya a ser que haya petróleo y, peor aún, tengamos en el futuro la desgracia de que desde Madrid den la autorización de extraerlo. Es una unidad bastante significativa, sólo alterada por los elementos más sucursalistas del PSOE y, previsiblemente, en un futuro (cuando manden en Madrid) también los del PP. Una unidad que refleja una realidad latente si cabe más significativa: y es que los valencianos, de forma abrumadora, ni quieren prospecciones, ni quieren saber si tienen petróleo, ni están muy dispuestos a extraerlo, caso de que lo hubiera.
¿Están locos los valencianos? ¿Estamos majaretas? ¿Cómo es posible que una sociedad renuncie así como así a la riqueza? ¿Pasaríamos olímpicamente de minas de oro si las tuviéramos bajo nuestros pies? ¿Acaso hemos rechazado aprovechar otras riquezas naturales como nuestra costa? ¿A santo de qué tantos remilgos? ¿O es que el regional-victimismo es tan potente y tan eficaz que no sólo contamina a adversarios políticos sino que tiene totalmente hipnotizado a los electores?
Pues, a juicio de quien esto escribe, y por increíble que parezca, no. Será que servidor está también debidamente abducido por el modo de vivir la cosa pública que se ha generalizado en Valencia pero, qué quieren que les diga, me parece un ejemplo de sensatez esta práctica unanimidad sobre el tema.
Porque a estas alturas de la película todos sabemos ya que hay una gran diferencia entre que una tierra albergue grandes recursos naturales y que a sus habitantes les vaya bien. Es ya una triste evidencia que las naciones que tienen mucho petróleo no se han preocupado en exceso del bienestar de sus ciudadanos. Incluso en zonas más o menos desarrolladas. En materia petrolífera y reparto de sus réditos hay tres modelos que nos pueden interesar, que podemos llamar, si quieren, Noruega, Escocia y Estados Unidos. Luego están los más habituales, que podemos englobar en el paraguas Arabia Saudí. Pero que no creo que nadie sensato ose proponer.
Resulta evidente que, desgraciadamente, si aquí encontramos algo esto no será como Noruega. Y eso que el País Valenciano se parece a Noruega en que tiene una población más o menos similar, con pocas diferencias de renta entre ellos, y más o menos civilizada, alfabetizada y acostumbrada al bienestar. Pero, qué quieren que les diga, todos sabemos no hay muchas probabilidades de que el tema aquí se gestione como en Noruega. Entre otras cosas porque el petróleo que se descubriera, como sabemos los valencianos, no sería nuestro sino de España. De modo que el panorama, en el mejor de los casos, sería más bien como el escocés. ¿Ha aprovechado mucho a Escocia el petróleo de sus costas? Pues no. Ha servido mucho al Reino Unido, ha mejorado su balanza de divisas, le ha aligerado la dependencia energética y ha permitido a sus multinacionales del sector sacar pechito. Pero son todas ellas cosas que repercuten poco en el ciudadano escocés. Que a cambio, eso sí, ha logrado ciertas oportunidades de trabajo especializado, y bien pagado, en el sector. En Valencia ocurriría algo semejante, con la diferencia de que estos magros beneficios serían a cambio de unos costes sensiblemente mayores que los de Escocia. Porque allí nadie ha vivido, directa o indirectamente de sus playas. Y da más o menos igual tener el mar del Norte plagado de plataformas, de barcos que van y vienen de una a otra, de pequeños escapes y de mierdas semejantes. En Valencia, en cambio, eso supondría un pequeño trastorno, como a nadie se le escapa.
En cualquier caso, es significativo que el regional-victimismo haya acertado a la hora de identificar una de las razones últimas del rechazo a las prospecciones. Se trata de que no queremos cargar con los inconvenientes de hacer a España más potente y más rica. No queremos tener que pagar el petróleo a España. Así de simple. Porque si tenemos muy claro que el agua de España es de todos y ha de distribuirse con equidad, igualmente cristalino para los valencianos es que el petróleo, si está en Valencia, ha de ser de los valencianos. Y, si no, que no se saque. Es una lógica semejante a la de los aragoneses, para quien intuyo que resultará obvio que si en Valencia hay petróleo esa riqueza natural es de todos los españoles pero el agua, qué quieren que les diga, es suya.
En España esta lógica, por muy extendida que esté, se critica por quienes mandan en Madrid y los medios de comunicación de la capital. Algo plenamente lógico, dado que la capital ha contado históricamente con poco recursos (ni alimentarios, ni energéticos, ni de agua, ni de nada). Para quienes mandaban, por ello, la riqueza, sea agua o petróleo, era y es de todos, es decir, de España, ergo de ellos y han de ser los mandarines del Reino quienes la disfruten, distribuyan de acuerdo a sus criterios y, en su caso, dejen las migajas imprescindibles a las zonas de donde se extrae. Una postura que, por otro lado, es también lógica e inherente a toda estructura de poder centralizado más o menos insensible y, sobre todo, como es el caso de España, que se puede permitir esta actitud.
Pero debieran tratar de analizarse, más allá del regional-victimismo, las razones de quienes, desde Aragón con el agua o desde Valencia con el petróleo, dicen que la riqueza será de todos pero que está aquí, y que hay que sacarla y que eso tiene costes y que hay cierta justicia en que cada cual pueda extraer un beneficio mayor de aquellos bienes y ventajas de que dispone. Porque el hecho de que esté tan extendida es llamativo y demuestra que parte de una razón profunda hay en esa reivindicación. Y es que, si no, la verdad, tampoco se diferencia mucho el modelo de extracción y disfrute de recursos del que tienen en Arabia Saudí. Por todo ello, resulta bastante sensato que los valencianos no veamos con buenos ojos que se saque el petróleo si ello se va a hacer con un modelo como el de los emiratos del golfo, aunque esto sea una democracia. No estamos hablando, precisamente, de un buen negocio. ¡Incluso, si como somos muy modernos, los beneficios se privatizan no en la persona de quienes mandan sino en ciertas multinacionales del sector, imitando los modos de EE.UU. a la hora de gestionar la riqueza en hidrocarburos!
Mientras tanto, y es un dato importante, la realidad política valenciano se sigue construyendo a golpe de regional-victimismo, con un PPCV que se sale en la materia. Con el agravante de que, encima, a veces, el regional-victimismo, por muy populistas que sean sus ropajes, acierta de pleno. Lo que lleva al PSPV, criaturitas, a la deriva, sin saber si montar lío y esperar a que amaine. «Amainar», por extraño que sea, puede significar, para el PSPV, que en Madrid gobierne el PP. A partir de ese momento, los populares valencianos y sus pautas de actuación se verán sometidas a nuevas tensiones. Será interesante ver qué pasa con esta gente cuando mande el PP en España. Que los tics de 8 años de estar en el monte no se van tan rápido. Y la identificación del PPCV con los intereses de los valencianos, tan exitosa, se basa en gran parte en haber logrado oponerse a todo tipo de medidas, en plan populista y victimista, pero también consolidando, a veces, reivindicaciones muy sensatas. Puede resultar difícil, y traumático, el cambio. Veremos.
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