Interpreta que algo queda
En unos tiempos en los que el análisis postelectoral se realiza en vivo, con la plantilla de comentaristas oficiales de los medios participando en los programas especiales de la misma noche de las elecciones, creo que debería ponerse de moda el análisis post-postelectoral. Como dice una viñeta de El Roto de esta semana: «Los votos se cuentan, pero luego los expertos los interpretamos para que no se entienda nada». Pasada la fiebre de los balances que los propios partidos han hecho de los resultados, ofrezco aquí un ejemplo de lo inútil de un análisis que escribí el día siguiente del 27-M y que no publiqué:
Como era de prever, en unas eleccciones que presentaban expectativas muy dispares según el territorio de que se tratase, el resultado ha sido muy ajustado entre los dos grandes partidos y muy difícil de interpretar. Ha habido un vuelco respecto al 2003 en el llamado test de las municipales, medido por el número de votos totales, pero la ventaja de un partido sobre otro es mínima. No permite muchas alegrías para el PP, como tampoco le supuso mucho al PSOE ganar por medio punto las municipales de hace cuatro años. En todo caso, importa la tendencia: el PP sale fortalecido de cara a las generales y el PSOE confirma lo obtenido en las anteriores municipales con una ligera tendencia al alza que le permite recuperar poder territorial. Lo fundamental para cualquier interpretación en clave de test para las elecciones próximas es el porcentaje de participación, principal diferencia con lo que suele ocurrir en las generales.
Como ven, describir lo que ocurrió en las elecciones no nos lleva a ningún sitio. El verdadero resultado de las municipales y autonómicas se mide en más de 8.000 escenarios distintos, en cada ganancia o pérdida de poder real de los partidos que se han disputado el gobierno de autonomías, diputaciones y ayuntamientos. Sin embargo, manipulando un poco el resultado y la impresión que éste debe crear sobre la opinión pública se genera un estado de ánimo que influye en alguna medida sobre las expectativas electorales. Ese estado de ánimo es el que se puede delimitar en un análisis post-postelectoral, que básicamente se puede hacer en pocas líneas:
En las municipales se han percibido, al margen de otras consideraciones que matizan esta visión simplificada de la cita electoral, una fortaleza del voto al PP a pesar de la mala imagen de su labor de oposición y una amenaza sobre la solidez del voto al PSOE por la deteriorada imagen del gobierno tras tres años en el poder. Como consecuencia, se ha transmitido una idea de derrota de los socialistas que favorecerá la evolución de las expectativas del PP de aquí a las generales. El PSOE tendrá que cargar hasta entonces con la imagen de partido desgastado en las urnas y el PP tendrá como activo la confianza depositada en las urnas.
A partir de ahora, los partidos que aspiran a vencer en la carrera hacia la Moncloa no necesitarán seguir analizando unos resultados que no dan más de sí. Lo único cierto y objetivo es que el PP obtuvo 156.000 de distancia con el rival en las municipales con un 63% de participación. Con la imagen ya asentada por los medios de comunicación de que el PSOE de Zapatero ha perdido por primera vez frente al PP de Rajoy, las expectativas para las generales tienen que incluir este elemento no previsto. Otra cuestión sería analizar qué importancia tiene ese estado de ánimo optimista o pesimista que ha dejado el 27-M en cada partido. Y qué importancia tienen los factores determinantes del resultado, que darán mucho que hablar en las estrategias que pongan en marcha de cara a las elecciones del 2008: nivel de participación, imagen centrista del candidato, fidelidad del electorado de base, etc.