20D: Empate en primera vuelta
La noche electoral terminó sin que supiéramos quién va a ser el próximo presidente. Es la primera vez que ocurre, como es la primera vez que el primer partido en votos se queda en 122 escaños y el segundo no llega ni al 25% de sufragios. Pero ocurre que el cambio ha sido, finalmente, bastante parecido al esperado: un movimiento tectónico hacia un tetrapartidismo imperfecto en el que una de las patas, Ciudadanos, ha sido el partido más damnificado por las expectativas, tras vivir una burbuja de las encuestas difícilmente explicable. El resultado tanto de PSOE como de Podemos ha encajado en lo que consideraríamos un éxito en función de las expectativas previas. Y la primera posición del PP es una «amarga victoria» de manual. Ganar pero terminar perdiendo porque el gobierno se hace dificilísimo. Las combinaciones para pactos traen de cabeza a los politólogos del país y de parte del extranjero.
España no es «ingobernable», como nos ha recordado Jorge Galindo. Debemos reconocer que una democracia parlamentaria con un sistema multipartidista funciona así. La tarea de los partidos es encontrar acuerdos para poder formar un gobierno con los mimbres que han dispuesto los ciudadanos. Devolver la pelota a los votantes mediante nuevas elecciones en primavera no sería muy presentable, aunque parece un escenario bastante probable. Sin embargo, debemos partir de la base de que el recuento nos ha deparado un empate muy difícil de gestionar. Los pactos naturales conforman dos bloques casi idénticos: PP-C’s y PSOE-Podemos.
El empate demuestra que, a pesar de la irrupción de la nueva política, las alianzas más probables se mueven básicamente en el eje derecha-izquierda. Y es ahí donde el 20D parece el resultado de una primera vuelta. Hace falta una segunda vuelta de las elecciones para consolidar las posiciones de cada bloque o arriesgar el envite a una distribución del voto diferente entre partidos nuevos y viejos. Lo que no sabemos es si tendremos que volver a las urnas en pocos meses, porque la investidura sea imposible, o algún tipo de acuerdo permita echar a andar la legislatura y quizás en 2017 ó 2018 tengamos la oportunidad de desempatar este resultado y corroborar, si se diera el caso, la proclamada muerte del bipartidismo.