Gowex engañó por encima de sus posibilidades
Las cuentas de la empresa Gowex de los últimos cuatro años fueron manipuladas para no reflejar la realidad. La noticia no es que esto ocurriera, sino que esto mismo haya sido reconocido de la noche a la mañana por su máximo responsable. Jenaro García se ha convertido súbitamente en villano, es el hombre que engañó a todo el mundo. El empresario que hace nada merecía todos los premios y toda la confianza de los repartidores de subvenciones. Cómo es la vida: en apenas tres días llega un anónimo analista de bolsa y pone contra la pared al rey del wifi. Pero la enseñanza del escándalo Gowex no es que haya colado la gran mentira de su expansión en crecimiento y beneficios, sino que los actores implicados en su fraudulenta salida a bolsa y su delictiva actividad crediticia se hayan dejado engañar con tanta facilidad.
Que una empresa manipule sus cuentas es tan cotidiano como una subida en el recibo de la luz. No da para escandalizarse que el maquillaje contable permita a muchas compañías mantenerse a flote o saltar al siguiente nivel. Lo que el caso Gowex muestra es una irresponsable actuación de los reguladores, porque el castillo de naipes construido por Jenaro García ha pasado inadvertido para todos los agentes públicos y privados a los que fue expuesto. El maquillaje no era superficial: era una gruesa máscara impropia de una empresa de las dimensiones de Gowex. Demasiado burdo incluso para un capitalismo de amiguetes en el que se perdona casi todo. Mentir a todo el mundo todo el tiempo no es posible. Que lo castiguen y que deje paso al siguiente vendedor de crecepelo.