Podemos no falla
Ni pensé que podían hacerlo ni los apoyé. Pero se ve que el electorado no está pendiente de mis análisis políticos y ha otorgado a Podemos, con su irrupción como cuarta fuerza más votada, la etiqueta de ganador de estas elecciones europeas a las que nadie quería dar importancia (y, claro, después pasa lo que pasa: la mitad del electorado que siempre vota va y la lía). Los tertulianos que en la noche electoral estaban más cabreados que un mono con el resultado del partido de Pablo Iglesias también recibieron con sorpresa esta marea de votos, a pesar de vivir del mismo gremio que ha usado como trampolín de imagen y popularidad el carismático profesor de la Complutense. Antes del 25M, el fenómeno electoral de Podemos ha pasado casi inadvertido para gran parte del espectro mediático. ¿A alguien le sorprende?
La porra electoral de LPD adivinó la tendencia de fondo: el bipartidismo iba a sufrir una derrota sonora, y así fue que cayó por debajo del 50% la suma del PPSOE tras una campaña impecable de los demás partidos, incluidos los de más reciente conformación. Pero el análisis de estas elecciones ha de centrarse casi exclusivamente en el éxito obtenido por Podemos y en si tiene límites, porque en principio diría que no los tiene. El porcentaje que ha cosechado en las circunscripciones más variopintas habla de un partido que los electores llevaban mucho tiempo esperando: una renovación en el ala izquierda que marcara claramente su posición con el PSOE y al tiempo diera pasos que IU no se atreve a dar. Si alguien se quiere subir apresuradamente al carro de Podemos y dibujarle la estrategia a seguir, que lo haga. Sin embargo, los ciudadanos que han votado merecen una reflexión en los partidos de izquierda que vaya más allá de siglas, coaliciones, votos útiles o campañas de imagen.
El principal foco de la crítica hacia el partido de Pablemos es (de ahí la gracia) el marcado personalismo. Pero hay una cosa que queda meridianamente tras el escrutinio: esa cierta dependencia que tenía la candidatura del tirón mediático del cabeza de lista se esfuma cuando te votan más de 1.200.000 votantes. Porque la marca ya está creada y el movimiento muestra que hay una marea de fondo que lo respalda. Es por ello que el impacto que puede tener Podemos en las citas electorales que vienen es una incógnita y va a depender mucho de cómo articulen la unión entre discursos y candidatos, sobre todo en municipales y autonómicas.
La irrupción de Podemos es ante todo una buena noticia. Primero porque demuestra que los candidatos con pelazo tienen éxito seguro, y si no que se lo pregunten a Vidal-Quadras. Y sobre todo porque la izquierda está viva, se mueve y demanda cambios para formar una mayoría acorde con los tiempos. Y porque eso es una mala noticia para el PP, aunque no parece que se hayan dado cuenta todavía.