Diario de un aspirante a tertuliano

Aznar nunca se fue

Publicado en Política por David el 22 de mayo, 2013

La entrevista de Aznar en el horario de máxima audiencia de Antena 3 es uno de esos programas de TV que basta con leer las reacciones que ha suscitado para hacerse una idea de qué va. Es por ello que un servidor se ha ahorrado el doloroso trance de visionar la entrevista, y con un par de titulares de prensa y una lectura apresurada de twitter me aventuro a emitir un diagnóstico sobre la pretensión de este acontecimiento televisivo protagonizado por el expresidente. Aznar ha usado en su exclusivo beneficio esta entrevista para revalorizar su maltrecha imagen, en un intento de resucitar su figura política ante sus aún numerosos admiradores a costa de la credibilidad del partido que presidió y sacrificando con ello el equilibrio que se espera de la figura de un expresidente. Me explico.

Las principales respuestas de Aznar son un monumento a la deshonestidad política. El intento de hacerle la cama a su sucesor vía dedazo, Mariano Rajoy Brey, no es sino la constatación de que Aznar nunca quiso abandonar la política: lleva años haciendo la oposición interna a la línea oficial de su partido. La crítica a la política económica actual es el colmo del despropósito cuando sale de la boca de quien alentó la burbuja que ha conducido a esta crisis. La respuesta que da a entender que volvería a la primera línea si la situación lo requiere es una burla a esa mayoría ciudadana que abomina de los políticos que incumplen sus compromisos alegando situaciones extremas. Y, en fin, las respuestas de Aznar negando pomposamente las sospechas de corrupción son un perfecto ejemplo de negación de la realidad a través de la creación de una realidad paralela en la que su carrera política es, de manera incuestionable, el súmmum de la honradez.

Aznar puede pretender que su influencia en la política sea como su bigote, que a veces se note más y otras veces menos, pero siempre esté ahí. Sin embargo, ya sea como cabeza de think tank, como político consorte o como animador de líos internos en el PP, su huella política tiene un efecto permanente en el panorama español: la de un gobernante que puso alto el listón en casi todos los aspectos que han originado el mayor desprestigio ocurrido en décadas de la política a ojos de los ciudadanos. Aznar fue un precursor del 15M y aún no lo sabe.