Y la marea azul encontró su dique
Lo que parecía un fenómeno de la naturaleza que nadie podría controlar, ha encontrado su propio límite en el primer test electoral serio tras la victoria de noviembre. El ascenso de la marea azul estaba llamado a inundar la práctica totalidad de las autonomías, los principales ayuntamientos y, por supuesto, la administración central como ningún otro partido antes en la historia reciente de nuestro país. El poder acumulado por el PP tras la victoria por mayoría absoluta de Rajoy es importante, pero faltaba la pieza andaluza para casi completar el puzzle de su mapa de reformas en «la España que nos deja ZP». La decisión de Griñán de convocar elecciones separadas de la fecha de las generales, cumpliendo los deseos expresados por Arenas desde hace más de 15 años, ha sido a la postre el arma para evitar que el «fortín izquierdista» en términos electorales que es Andalucía cayera tan fácilmente como pronosticaban las encuestas de los últimos meses. Apenas cien días han sido suficientes para dibujar electoralmente la agenda política de Rajoy como un copiapega de los recortes sociales dictados por el directorio económico europeo.
El resultado de las elecciones andaluzas ha sido, sobre el papel, un severo castigo al partido gobernante en Andalucía durante 30 años. Pierde 9 parlamentarios, pierde 10 puntos en porcentaje de votos y pierde la condición de primera fuerza política. Pero lo cierto es que la expectativa era tan negativa para el PSOE por la pronosticada mayoría absoluta de Arenas, que el frustrado gobierno del eterno aspirante ha sido la más dulce de las posibles derrotas para los socialistas. El pinchazo del candidato que más lastre acumula en la política andaluza (por las numerosas derrotas electorales a sus espaldas) ha hecho buena la insólita estrategia de marketing del PSOE de ataque personal contra Arenas: «Quien no te conozca que te compre». El PP ha encontrado su techo, ha tirado por la borda la mejor racha de victorias electorales en Andalucía y ha desperdiciado el momento más idóneo para desalojar a un PSOE acosado por casos de corrupción.
La mejor noticia de los resultados electorales ha sido para la izquierda. Para IU en particular, el éxito ha de ser especialmente celebrado por pasar de 6 a 12 parlamentarios y superar el 11% de los votos. Pero para la izquierda, en tanto colectivo de ciudadanos comprometidos políticamente con la representación de unas políticas determinadas en las instituciones, el éxito es mucho mayor. Porque esa gente votará PSOE, votará IU o votará a otra opción más minoritaria, pero lo que vota ante todo es que la ola conservadora y las políticas agresivas con el bienestar colectivo reciban respuesta. Y que el castigo a los socialistas se haya movido esencialmente hacia el voto a IU es una magnifica noticia para esa izquierda que no quiere siglas ni sectarismos, quiere realidades y políticas concretas. La marea azul se veía como inevitable: tras el 25M ha encontrado un dique de contención para que el monolítico programa de reformas que se ofrece como «verdad revelada» obtenga alguna que otra respuesta.