#vamosamorirtodos
Lo primero de todo: no soy ningún experto nuclear. No formo parte del improvisado consejo de seguridad nuclear, integrado por unos cuantos millones de físicos nucleares, que pueblan las tertulias de cafetería desde hace cinco días. La crisis de la central de Fukushima es evidentemente grave, pero a priori no me siento motivado a contribuir a ningún tipo de catastrofismo. Sin embargo, es absurdo negar que el debate nuclear puede plantearse con nuevos argumentos a la vista de lo sucedido en Japón. Sinceramente, en los últimos tiempos he defendido que hay razones que asisten tanto a los partidarios de la energía nuclear como a los antinucleares por razones medioambientales o de seguridad.
Pero con la catástrofe nuclear de Japón provocada por el tsunami sobre la mesa ocurre que, en vez de matizarse los argumentos de cada uno a medida que llega la información, conocer más detalles de la crisis y más opiniones de expertos únicamente sirve para lanzarse uno a la trinchera de los apocalípticos. El desastre está siendo tal que ni una gestión informativa más transparente serviría para calmar la lógica preocupación que se ha extendido por todo el mundo. En estas circunstancias no cabe sino elogiar al equipo de técnicos de Fukushima que trata de minimizar los efectos y, posteriormente, abonarnos a la frase que ha popularizado Egócrata en twitter sobre Japón: #vamosamorirtodos. Que San Plutonio nos coja confesados.