Javier Ortiz
Aún con la sorpresa por la noticia de su fallecimiento la pasada madrugada, debo dejar constancia que con Javier Ortiz se va una de las voces más lúcidas e independientes de los columnistas patrios. Periodista de larga trayectoria, cultivó el género de la opinión en la red con un blog que ya se actualizaba diariamente antes de que existiera la palabra blog. Tuvo fieles lectores, entre los que me encuentro, que acudían a su página cada mañana para leer la columna del día. A pesar de no coincidir muchas veces con sus opiniones, la racionalidad y la ironía que aplicaba a sus escritos son elementos que echaremos mucho de menos. Dejó escrito su propio obituario:
Falleció ayer de parada cardio-respiratoria el escritor y periodista Javier Ortiz. Es algo que él mismo, autor de estas líneas, sabía muy bien que sucedería, y que por eso pudo pronosticar, porque no hay nada más inevitable que morir de parada cardio-respiratoria. Si sigues respirando y el corazón te late, no te dan por muerto. Así que en ésas estamos (bueno, él ya no).
Gobierno para la crisis y gobierno en crisis
Pasada la sorpresa y la reacción inicial al enésimo cambio de gobierno que ejecuta Zapatero en su gabinete, el análisis se ha deslizado por la idea de la profundidad de la remodelación y el mensaje del «mayor peso político» de los nuevos nombramientos. En realidad, junto al cese de los dos ministros más quemados por la oposición, como son Pedro Solbes y Magdalena Álvarez, el presidente apenas ha hecho otros cambios de menor entidad, con la excepción de la entrada de Chaves como vicepresidente de la cosa territorial. Por tanto, el nuevo impulso que quiere transmitir Zapatero que tendrá el ejecutivo para salir de la crisis deberá encontrarlo también, y sobre todo, en los demás ministros. En responsables de áreas como Industria, Trabajo, Innovación o Vivienda, que aún deben demostrar que tienen propuestas y que no merecen pasar a formar parte de la ya amplia nómina de ex ministros de Zapatero en la próxima crisis de gobierno.
Porque, si algo ha demostrado la última foto de familia monclovita, es que los supervivientes del 2004 se cuentan con los dedos de una mano y ninguno de ellos está a salvo de un próximo cese por decisión presidencial. En algunos casos para nombrar a alguien «con más experiencia» (entiéndase con ello «felipista») y con más peso político (con poder en el partido), y en otros casos para nombrar a alguien que encarne la renovación (que sea más joven que el presidente), lo cierto es que cualquier ministro de los que tiene y ha tenido Zapatero lleva la etiqueta de prescindible. Incluso los que han entrado en el consejo de ministros básicamente por una cuestión de imagen: que se lo digan a Bernat Soria o a César Antonio Molina. Veremos qué hacen Gabilondo, Jiménez y González-Sinde en sus nuevos cometidos, todos ellos con más de una patata caliente entre manos desde el primer día.
Pero, ante actuaciones de corte tan presidencialista, estaremos atentos sobre todo a Elena Salgado, en una vicepresidencia económica cuyas decisiones dependerán más que nunca de Moncloa, y a José Blanco, al frente del ministerio del gasto para multiplicar el número de «planes ZP» de reactivación económica. Las decisiones de estos dos ministros y, en último término, del propio presidente nos dirán cómo de eficaces han sido los cambios para afrontar la crisis económica, y en otro plano de análisis que no tampoco hay que perder de vista, cómo de eficaz ha sido la remodelación para salvar la crisis electoral y de imagen del gobierno.