El último atardecer de 2008
Antes de que se vaya el día, hay que aclarar una cosa que contradice los resúmenes del año publicados por los medios de comunicación. Este no ha sido el año de la crisis. Veamos la situación con más perspectiva: no se trata de que la crisis económica se vaya a concentrar en un año o, por el contrario, se extienda a varios. La crisis pasará a la historia como un periodo de años afectados por el impacto del derrumbe de un determinado modelo financiero e inmobiliario. Y, ciertamente, el 2008 ha sido el año en que todo el mundo ha sido consciente del panorama que se presentaba. Pero la crisis tiene su origen años atrás, y casi sería más ajustado a la realidad decir que 2007 es verdaderamente el año de la crisis, pues fue entonces cuando el pinchazo inmobiliario se empezó a notar.
En todo caso, las consecuencias más difíciles de encajar de la recesión que ya se palpa en el ambiente económico, el paro, la quiebra de empresas, el cierre de fábricas, se han cebado sobre todo con este año que hoy por fin termina. El 2009 puede depararnos una situación diferente o no, quién sabe, a la vivida. Las predicciones de las instituciones económicas no son buenas, pero es sabido que con un margen superior a seis meses la fiabilidad es la de una bola de cristal. El año es largo: nos queda la esperanza de que hacia el final el enfermo mejore, pues las crisis no son sino una gripe de la economía. Que se cura con el tiempo. En cualquier caso, la pesimista conclusión de la nochevieja es que los últimos rayos del sol del día 31 no son muy diferentes a los primeros rayos del día 1. El cambio de dígito no obra milagros.
Feliz Navidad, o lo que sea
Permítanseme unas dosis de sentimiento antinavideño. Y no, no tiene nada que ver con el hecho de que el gordo de la lotería ni me ha rozado. Pero ¿no creen que la navidad se está convirtiendo de manera acelerada en un «pack» consumista que no permite la venta por separado? O te adhieres a todas las tradiciones y modas navideñas o alguien te mirará como un bicho raro. Y no se trata de odiar unas fiestas que son esperadas, cuanto menos, por las vacaciones que habitualmente llevan aparejadas. Pero con tantas tradiciones y tantas visitas al centro comercial, uno se pregunta si no había otra forma más sencilla de celebrar el solsticio de invierno. Creo que lo explica mejor que yo Forges en su viñeta de hoy:
Perdiendo Afganistán
Escribir un blog como este, que lee gente muy bien informada, tiene un peligro: hacer la reseña o la recomendación de cosas que los lectores ya conocen. Aun así, me arriesgo a citar un trabajo periodístico que salió hace ya algunas semanas pero que no va a perder actualidad, pues la cuestión política estará dentro de poco (con la nueva Administración Obama en Washington) en el primer plano de la agenda internacional. Hablo de Afganistán, de la compleja deriva en que está inmersa la misión militar que apuntala el gobierno del país de los talibán, y de la crónica de guerra que firma David Beriain en el digital ADN.es.
En tiempos en que el periodismo está tan devaluado y las empresas periodísticas nos ofrecen estupendos continentes para tan escaso contenido, se agradece que temas como la guerra que se libra en Afganistán sean tratados tan en serio con reportajes sobre el terreno como el de David Beriain y su equipo. Altamente recomendable, por tanto, el blog publicado en ADN.es y en concreto la serie «Perdiendo Afganistán» colgada durante el mes de octubre. Posiblemente muchos ya lo habrán visto, pero no está de más la recomendación porque es un reportaje que pocos medios españoles van a citar.