ZP, ministro de Fomento
La visita de Zapatero a las obras del AVE en Barcelona, después de una semana en la que se han evidenciado despropósitos técnicos y organizativos en la obra en cuestión, sirve para mostrar una preocupación especial por los perjuicios que estos errores causan a los ciudadanos. Se acercan las elecciones, y no puede descuidarse la imagen de un gobierno dispuesto a hacer autocrítica cuando haga falta, como tantas veces ha expresado la vicepresidenta. Pero los errores políticos de este desaguisado se concentran en un personaje poco dado a la autocrítica. Los dardos de los demás partidos van a parar a Magdalena Álvarez, cuya imagen está definitivamente por los suelos tras las incidencias de la obra del AVE.
Sin embargo, el presidente no está por la labor de cesar a la ministra de Fomento. Técnicamente, se podría decir que hemos pasado la línea roja que marca el inicio de la precampaña: desde este momento, cualquier cambio de ministros está desaconsejado, por severas que puedan ser las críticas que tenga que asumir el afectado por una crisis como la que comentamos. En este sentido, la iniciativa de Zapatero encaja perfectamente en el ánalisis que hace Luis Solana en su blog: acudir a pie de obra a asumir la responsabilidad y dar las explicaciones oportunas en el Parlamento implica el «cese» de Magdalena Álvarez en sus funciones. No será oficial, pero a partir de ahora es el presidente el que ejerce de ministro de Fomento, quien se quiere llevar la gloria de las inauguraciones y sabe que para ello tendrá que tragar con las críticas a la gestión del departamento de Álvarez.
Raikkonen y el juego de la gallina
Está claro que los aficionados españoles a la Fórmula 1 viven con alborozo la victoria de Kimi Raikkonen en el mundial de pilotos, consumada tras la intensa carrera de Brasil esta tarde. Dos circunstancias concurren: pierde Alonso, que se lo tenía muy creído y para colmo es español, y al tiempo hace un monumental ridículo el hasta ahora líder Hamilton, cuyo equipo había menospreciado al piloto asturiano con la actitud propia de la Pérfida Albión. Pero la principal lección de la victoria del finlandés de Ferrari aparece con el revés sufrido por la escudería McLaren. Tener a Alonso y a Hamilton en lo más alto durante todo el campeonato, compitiendo entre sí, lo ha terminado pagando con una humillante derrota en Brasil de manos del competitivo Kimi.
El desastroso desenlace para los británicos nació de la falta de espíritu de equipo dentro de McLaren. Jugaban con dos bazas pero sólo querían que ganara uno, hasta que la presión sobre el líder termina por colocar con ventaja al outsider que contempla la estrategia suicida de los supuestos compañeros de equipo. Mejor explicado, desde la perspectiva de la teoría de juegos, en Gurusblog unos días antes de la última carrera. En el juego de la gallina, si ninguno opta por cooperar, terminan los dos estampados contra su falta de sentido común. Como ahora estarán los estrategas de McLaren, dándose chocazos contra la pared por no querer ver la pared que levantaron para impedir que Alonso ganara.