Diario de un aspirante a tertuliano

La campaña de las elecciones catalanas iba por muy buen camino. La feroz competencia por el «votante mediano», ése que en Cataluña votaría con la misma satisfacción a Pujol y a Maragall, había dado lugar a una pugna entre dos candidatos que se trazaron perfiles muy diferenciados, Montilla y Mas. El resultado: propaganda sólo para iniciados del tipo el vídeo de CiU, innovaciones con el único propósito de llamar la atención como el spot de Montilla y la adhesión de los demás partidos a uno de los dos frentes, los del tripartit y los que no formaron el tripartit. Al final, el escenario de la pasada legislatura y la división izquierda-derecha volvían a definirse alejando la posibilidad de la «sociovergencia», que sería una gran coalición a la catalana y con la bendición de ZP. Pero, para nuestra desgracia, el buen rollito de los políticos del «oasis catalán» ha vuelto a escena. En esta ocasión, por persona interpuesta.

Observen con detenimiento el par de imágenes que nos ofrece la noticia del 20 Minutos sobre los desayunos de Laporta. El presidente del Barça, como representante de una entidad de la sociedad civil catalana que actuaba a título personal, había apoyado aparentemente la candidatura de CiU tras el encuentro con Mas. Pero hete aquí que en las mismas circunstancias matutinas, con el mismo atuendo de color oscuro, y adaptando su desayuno a las preferencias de su acompañante (cambia bebida de cola por zumo de naranja), Laporta repite la escena con el candidato Montilla. ¿Cabe mayor ejemplo de consenso en el oasis catalán, si hasta los actos electorales son calcados de un partido a otro? La campaña ha perdido ya todo atractivo. A menos que algún candidato atraiga para su causa el apoyo de Ronaldinho o Eto’o, en lo único que podrían discrepar los dos principales contrincantes es en quién debería liderar el gran pacto para gobernar la Generalitat, que también es més que un club.

Los anuncios de las empresas que ofrecen refinanciación de la hipoteca o unificación de créditos se han convertido en el «padre nuestro» publicitario de los últimos meses de preocupación creciente por la evolución del euribor. El hombre lleva siglos solicitando que le perdonen las deudas, pero lo único que ha conseguido es que los bancos se apiaden de los millones de hipotecados alargando los plazos cuando se ven venir curvas. El precio de la vivienda parece acercarse al principio del tramo descendente de la montaña rusa, según las últimas estadísticas. Por tanto, no es casual que alguna encuesta muestre ya claramente que más de la mitad de los endeudados se plantean fórmulas para sobrellevar las obligaciones de pago que se comen el 50% de la renta familiar. Es probable que en las próximas semanas se lance en España este práctico libro de autoayuda que anuncia la televisión norteamericana. El método es bien sencillo: no compre cosas que no pueda pagar.

La prensa independiente tiene un cabreo tal con los Príncipes de Asturias que amenaza con no dar la noticia del próximo natalicio real a toda portada, sino a cuatro columnas en señal de protesta. Y todo porque el heredero ha decidido aparecer en la portada del dominicial de «El País», fotografiado para la ocasión junto a Letizia, en claro trato de favor hacia el imperio del monopolio. La polémica no ha partido del exagerado y aparatoso viraje monárquico del periódico de Polanco, sino de la discriminación que sienten los periodistas que no han sido agraciados con el reportaje especial que a buen seguro habrá disparado las ventas de «El País» este domingo. Sin embargo, tanto quejarse por la excepción que ha hecho la Casa Real en su costumbre de no otorgar «exclusivas periodísticas» con este indudable ejemplo de entrega a la causa del polanquismo, resulta inútil si tenemos en cuenta que de este reportaje en el EPS se benefician más los protagonistas que el medio.

Efectivamente, elegir el diario más vendido los domingos para construir la imagen mediática de los herederos de la Corona no es baladí. Como dice Arcadi Espada, llega un momento en que los políticos no «conceden» entrevistas sino que son los medios los que les conceden el privilegio de aparecer en sus páginas. Los Príncipes de Asturias tienen seguramente mucho tiempo por delante para hacer «campaña», pero saben que si no empiezan pronto a ganarse una cierta legitimidad personal para el cargo lo pueden tener crudo. Por mucha prole que aporten a la dinastía y muchas regatas que compartan con su campechano jefe, no tienen asegurada la continuidad del «juancarlismo». Hay que rascar por todos lados, un poco de prestigio internacional gracias al invento de los premios que llevan su nombre, una ayudita de Polanco… El papel cuché hará más a favor de la continuidad monárquica que mil golpes de estado frustrados como el 23-F, que ya no se volverán a producir.

Qué equivocados están los que critican la oportunidad del desfile que cada año celebra la fiesta nacional en la madrileña plaza de Colón. Sin este acto oficial, nos quedaríamos con las ganas de polemizar con polémicas absurdas a cuenta de banderas, honores y presidentes que envían o retiran tropas según sea el caso. Y sin estas polémicas absurdas, la política española no sería la que es. Ahí tienen una imagen de portada, que es considerada «noticia» por representar a un presidente que observa de pie el paso de la bandera del país con más hispanos en su ejército repartidos por todo el mundo en un desfile, celebrado el día de la hispanidad, dedicado a homenajear este año a las misiones internacionales de paz. Sería más noticia que ZP hubiera saltado de la tribuna a prenderle fuego a la bandera, pero la prensa no ceja en su empeño de resaltar como acontecimiento extraordinario la más absoluta normalidad.

Da igual que no se tenga nada que decir; en este mundo regido bajo la economía de la atención, ya saben que lo único que importa es captar miradas. Queda demostrado a diario en un ámbito, el del periodismo político, en el que las ruedas de prensa de los portavoces de los partidos son el plato estrella, convertido ya éste en un periodismo de políticos haciendo declaraciones.

Viñeta de Rodera en Diario Adn