Y los videojuegos nos chuparán la sangre
Vicente Verdú arremete otra vez contra los convencionalismos que tildan de peligrosa toda innovación. En un artículo titulado «Y los videojuegos nos chuparán la sangre», se burla de los prejuicios sobre este mundo que, justamente la generación a la que pertenece Verdú, no termina de aceptar: «Al siglo XX le costó años asumir la bondad de la fotografía y al siglo XIX se le indigestó el vals. Pero hoy, cuando la televisión se encuentra todavía satanizada, el videojuego crece como un horrible peligro más.» Me recordó una columna suya de hace unos años sobre la televisión, otra terrible amenaza para el futuro de la Humanidad.
Televisión
VICENTE VERDÚ¿Y si la televisión no fuera tan mala como creemos? ¿Y si lo que nos pasa es que no entendemos de televisión? Ni siquiera los críticos de los periódicos que redactan crónicas y emiten juicios regularmente entienden especialmente de televisión: de sus técnicas, sus efectos especiales, sus trucos, sus ritmos particulares. A diferencia de otros casos de críticos que juzgan el cine, los libros, el fútbol o la pintura, quienes son escogidos para lanzar veredictos a menudo terribles sobre los programas son poco más que un espectador más. Pero ¿qué saben los espectadores de televisión? ¿Qué se les ha eseñado en lugar alguno?
Hace unos años Umberto Eco escribió un célebre artículo titulado El público perjudica a la televisión. La televisión no sería, pues, como se admite sin vacilación, quien nos embrutece, sino que nuestra mala presencia, nuestro desprecio, nuestra actitud prepotente, y al fin vulgar, vulgarizaría a la televisión. A diferencia de otros medios de expresión, la televisión ha tenido muy mala prensa. La prensa ha temido a la televisión y siempre la observó con malestar y reticencia. Los medios escritos se sintieron amenazados por lo audiovisual y de ahí que los recién llegados fueran tildados de bárbaros. Este año, por primera vez, puede ser que el Premio Turner, que concede la Tate Modern al artista británico más destacado, sea no para un pintor o un escultor, sino para un autor de vídeos. Un desdeñado autor audiovisual, un supuesto artista de segunda fila.
Hay mucha mística y no poca estupidez respecto al bien que procura la lectura y el mal que hace la televisión. Como si no existieran lecturas que denigran la inteligencia o el estómago y se olvidara que la televisión, además de ser el medio más actual e importante, no ofreciera nada de excepcional. Hay un palurdismo decimonónico, muy en manos de feos novelistas sobre todo, que sigue embobándose con el quehacer de la escritura y el tacto del libro. Gentes que hasta presumen, encima, de no ver la televisión casi nunca. Son, sin duda alguna, un grupo de vagos mentales o ignorantes funcionales. Escombros de una cultura que va dejando de mandar y donde ellos se juegan exasperadamente el dominio.
Publicado en EL PAÍS (17-11-2001)
Todo lo nuevo nos asusta, lo miramos desde fuera con recelo. Somos inseguros y desconfiados por naturaleza
¿Y no se ha demostrado, o al menos hay fuertes sospechas, que la televisión y la cultura audiovisual de masas han sido en parte responsables del retroceso educativo?
La televisión es sólo un medio, el propio Umberto Eco lo conoce mejor que nadie y reconoce su extraordinario potencial y vector de cultura; pero inconvenientemente usado, como lo es en la mayoría de casos, se transforma en una máquina analfabetizante. Igualmente con los videojuegos, que tampoco son una novedad fulgurante (treinta años de maquinitas son años), desde su aparición se ha puesto en cuestión la ludopatía que pueden provocar. Sólo ahora, cuando se han convertido en un instrumento de ocio para adultos (pero encubiertamente dirigido al público juvenil) con una perfección lograda en la imitación de la realidad, se ponen en la picota por productos como el San Andreas, o los antiguos Carmaggedon o Quake, no precisamente tratados de urbanismo.
Yo creo que, como todo en la vida, el secreto está en el equilibrio. No es bueno estar todo el día viendo la televisión, ni leyendo libros, ni salir a tomar cervecitas, ni jugar a videojuegos. Tiene que haber un equilibrio necesario.
Ver 1 hora de televisión no es malo. Ver 4 sí.
Jugar un par de tardes al San Andreas es divertido, porque sabes que pegar policías no es real. Jugar un mes sin parar sí es peligroso porque pierdes la noción de la realidad.
Pero eso depende de la libertad de elección de cada uno.
Lo importante, como en todo, es impedir que el lobby murciano se apodere del control de estos nuevos medios y los instrumentalice en su estrategia de erosión del sistema.
me quedo más con lo del buen uso y el mal uso que se hace del medio. Es cierto que hay libros que analfabetizan, como hay otros que provocan el efecto contrario, depende de quién y para qué fueron escritos, supongo que la sabiduría y el criterio del lector es lo que prima a la hora de elegir, pero ¿de qué sirve la sabiduría o el criterio si la tele sólo te da una opción? la unica pregunta posible es «¿me lo trago o no me lo trago?»
Me temo que esos recelos que pretenden provocar con los videojuegos, se deben a que es un mercado en auge, con más ventas que el cine, música, y otros sectores muy dolidos. La ética hoy en día suele ir muy unida por algunos con cuentas de resultados.
Prefiero 20 mil veces que mi hijo juegue a un videogame de la II guerra mundial a que se tire toda la tarde viendo la mierda programación de T5. Que casualmente se hace eco muchas veces de estas pseudoinformaciones de juguetes politicamente correctos, juguetes sexistas y juguetes violentos.
Mierdaprogres
A mí lo que me pasma es el ideal de cultura perdida . Oímos y vemos ese estereotipo a diario. Es decir : la televisión ha «echado a perder» a la juventud y es responsable de un proceso de involución educativa y moral . ¿Pero es que ha habido una «edad dorada» ?
¿Porque nos nos dejamos de zarandajas y hablamos de dinero? La tele es un negocio como otro cualquiera, es una faceta del comercio, se genera dinero, se gasta dinero, se induce a gastarlo, se mueve muchísimo dinero. Suena fatal a los que vayan de intelectuales, pero es lo que hay. Hace siglos perdí las esperanzas de la tele cumpliera algún papel cultural. Y si revolvemos un poco los fondos del asunto, lo que prima es la manipulación, la coacción, la uniformización y en en términos vulgares: la comida de tarro a porrillo al personal. No me vengais con historias de cultura y educación, ese medio se mueve con técnicas de marketing, psicología de masas, manipulación política, publicidad comercial y dinero.
Pues como el cine , la literatura , la prensa escrita , la radio … etc.