Diario de un aspirante a tertuliano

TDT

Publicado en Uncategorized por el 30 de noviembre, 2005

Acostumbrados a unos tiempos en los que las innovaciones tecnológicas se suceden a velocidad de vértigo, vemos cómo le llega el turno de la digitalización a la tele. Tan sólo con comprar un cacharro de esos que se venderán como rosquillas las próximas navidades (sintonizador, adaptador, descodificador: tiene muchos nombres, aunque no deja de ser un cacharro más que hay que colocar junto al televisor), se pueden ver los canales de la TDT. Sin embargo, todavía queda mucha gente que no está informada del cambio de tecnología. Para que todo el mundo migre hacia la TV digital antes del anunciado «apagón analógico», el atractivo de la TDT debía ser además no sólo una mayor calidad en la emisión y el gratis total, sino también un aumento de la oferta audiovisual. El panorama se amplía con los nuevos canales que empiezan a funcionar hoy: los de las cadenas ya existentes y los que lanzan los nuevos operadores, según el reparto acordado entre el gobierno y el sector hace unos meses.

La TV en abierto da un estirón de un día para otro, en vez de crecer de forma gradual. Tantos canales nuevos anticipan una batalla a diferentes niveles por la audiencia, con públicos segmentados por temáticas. Aunque realmente no se va a librar batalla alguna por ahora: las cadenas lo que buscan es situarse en buena posición de partida a la espera del momento en que haya suficientes espectadores en la TDT y empiece a llegar la inversión publicitaria que rentabilice la nueva oferta. El nacimiento de la Televisión Digital Terrestre es una de esas pequeñas revoluciones tecnológicas que transforman de arriba abajo un sector. Una tele con menos de una docena de canales será pronto tan antigua como una en blanco y negro o sin sonido estéreo. Nada garantiza que nos guste o que sea una TV de más calidad, pero por cantidad que no quede. Cosas de la TDT.

Pérez-Reverte vs. Umbral

Publicado en Uncategorized por el 28 de noviembre, 2005

No podía dejar de reseñar el artículo: reconozco que me gustan estas disputas literarias. Este domingo ha publicado Arturo Pérez-Reverte, en el XLSemanal, su mejor retrado del «maestro de columnistas» de nombre Francisco Umbral. A este autor que siempre me pareció, en su faceta de escritor diario, el colmo de la insustancialidad, le dedica frases como «incultura camuflada bajo la brillante escaramuza del estilo. En realidad nunca tuvo nada que decir». Abre su réplica Pérez-Reverte: «Hace años tuve una polémica con Francisco Umbral que acabó cuando escribí un artículo titulado Sobre Borges y sobre gilipollas, donde el gilipollas no era Borges. Desde entonces, en lo que a mí se refiere, Umbral ha permanecido mudo; cosa que en un teclista con su logorrea –«escribe como mea», dijo de él Miguel Delibes– supone un prodigio de continencia. Pero el tiempo pasa, la edad termina aflojándole a uno el muelle, y ahora vuelve a meterme los dedos en la boca. El estilo, o sea. Al maestro de columnistas no le gusta mi estilo literario, y le sorprende que se lean mis novelas. También, de paso, le parece inexplicable que nadie lea las suyas, ni aquí ni en el extranjero. Que fuera de España no sepan quién es Francisco Umbral, eso dice tenerlo asumido: su prosa es tan perfecta, asegura, que resulta intraducible a otras lenguas cultas. Pero no vender aquí un libro lo lleva peor. No se lo explica, el maestro. Con su estilo. Así que voy a intentar explicárselo. Con el mío.» «El muelle flojo de Umbral».

Mileuristas

Publicado en Uncategorized por el 24 de noviembre, 2005

Se habla periódicamente de los indicadores económicos, de cómo va el crecimiento o cuál es el comportamiento de la inflación. La situación del país es valorada a través de encuestas por quienes son trabajadores, consumidores, inversores o empresarios. Pero cualquier investigación económica puede fracasar en su intento de reflejar la realidad si no tiene en cuenta determinados retratos sociológicos de sectores importantes de la población. Cuando se pone el foco sobre la juventud, se habla de precariedad laboral y de emancipación tardía. Pero hay un perfil aún más concreto que encaja bien en la nueva denominación que ha popularizado un reportaje que publicaba El País hace pocas semanas: los mileuristas.

Pertenecen a la generación más preparada de la historia de España. Rondan la treintena, son universitarios y saben idiomas. Pero los bajos sueldos, la sobreabundancia de titulados y los cambios sociales les han impedido llegar a donde pensaban llegar. Comparten piso; no tienen coche, ni casa, ni hijos y ya se han dado cuenta de que el futuro no estaba donde creían.

A mediados de agosto llegó una carta a este periódico que anunciaba la aparición de una nueva clase social. Se titulaba Soy mileurista y decía, entre otras cosas, lo siguiente: «El mileurista es aquel joven licenciado, con idiomas, posgrados, másters y cursillos (…) que no gana más de 1.000 euros. Gasta más de un tercio de su sueldo en alquiler, porque le gusta la ciudad. No ahorra, no tiene casa, no tiene coche, no tiene hijos, vive al día… A veces es divertido, pero ya cansa (…)». La autora, Carolina Alguacil, de 27 años, reside en el centro de Barcelona y trabaja en una agencia de publicidad. Inventó el término -y decidió escribir la carta- después de pasar unos días en Alemania y comparar, con un sentimiento a medio camino entre la rabia y la envidia, cómo vivían sus amigos berlineses y cómo vivían ella y sus amigos españoles.

«La generación de los mil euros» (EL PAÍS, 23-10-2005)

Revival franquista

Publicado en Uncategorized por el 20 de noviembre, 2005

Treinta años después del fin del franquismo, todo el mundo coincide en la profundidad y trascendencia de los cambios que ha vivido este país. Quizás uno de los más notables sea que, tras tantas décadas de dictadura, los seguidores de Franco se hayan convertido en poco más que una panda de ‘freaks’ haciendo el papel de nostálgicos liderados por Blas Piñar. El triste sino de esta ultraderecha casposa se explica por la hegemónica posición en la derecha de un partido que conforma, junto a su correspondiente en la izquierda, un bipartidismo casi perfecto.

Sin embargo, la herencia del franquismo adquiere formas sorprendentes a estas alturas. Y ahí está alguna biografía elogiosa con el Caudillo publicada recientemente, que se une a la oleada de libros sobre la guerra civil y alrededores que han aparecido en los últimos años. Quién iba a esperar, una vez superada la etapa de la transición a la democracia, que aún hoy habría intentos por salvar a Francisco Franco de la condena de la historia.

El dinero de los partidos

Publicado en Uncategorized por el 18 de noviembre, 2005

Un editorial de Diario Ibérico pone el dedo en la llaga a cuenta de la financiación de los partidos. La omnipresente hipocresía de la vida pública sirve, en este caso, para acusar a otros del mismo mal que se oculta en casa. Todo sea por cuidar las apariencias del sistema de partidos.

«Hemos decidido no hurgar en esto, porque centrar los problemas del país en estos temas no es positivo y, además, no interesa a la ciudadanía». Son palabras del político catalán Artur Mas sobre la polémica originada respecto a la financiación de los partidos políticos.

Se trata de una declaración que ilustra perfectamente sobre la situación creada respecto al problema. Este asunto es mejor taparlo. No interesa. No es positivo. Es de esas cuestiones oscuras sobre las cuales es mejor mantener las apariencias aunque todos saben cuál es la realidad.

La política, al menos la política tal como se entiende y practica actualmente, requiere, en general, unas grandes dosis de hipocresía. Y quienes la practican, los políticos, hacen alarde, también en general, de diversos grados de hipocresía.

Debido a esto, no debería sorprender el circo de santa ira e indignadas indignaciones que se están escenificando ante las informaciones que se publican sobre la financiación de los partidos. Se piden responsabilidades, claridad, transparencia, reformas legales y que los tribunales aclaren la situación.

Pero, ¿a quién se pretende engañar con este circo? ¿Es que, a estas alturas, alguien piensa que los partidos políticos viven de las cuotas de sus afiliados y de organizar rifas? ¿Es que los políticos piensan que los ciudadanos son idiotas?

«Hipocresía y política» (Diario Ibérico, 18-11-05)