La AVT y las subvenciones
Antonio Casado: «La AVT, por medio de un comunicado hecho público el jueves, ha ido a los medios de comunicación a denunciar que el Gobierno se niega a asignarle una ayuda con cargo al 0,5 por ciento del IRPF que los contribuyentes destinan a «otros fines de interés social». Lo que no ha dicho es que, por ese capítulo, el que tradicionalmente se destina a las ONGs, tampoco el anterior Gobierno le concedía ninguna ayuda. Mejor dicho, se la concedía hasta que se dio cuenta de que la AVT, al contrario de lo que se exige a las ONGs, no presentaba proyectos y tenía dificultades a la hora de justificar el gasto. En consecuencia, decidió el Gobierno Aznar seguir prestando la ayuda, pero con cargo a otro epígrafe presupuestario. Así nació la subvención ‘nominativa’ y ‘directa’, pero desigual, que ha venido recibiendo durante estos últimos años, incluido el primero del Gobierno socialista. Lo que acaba de ocurrir es que el Ministerio de Asuntos Sociales le ha dado un portazo a la Asociación de Alcaraz cuando éste ha querido volver a percibir dinero con cargo al IRPF, y además le ha anunciado que deberá compartir la subvención directa de este año con la Fundación de Víctimas del Terrorismo, que preside Mayte Pagaza. Pero todo esto quedaría incompleto sin recordar que Alcaraz, en nombre de la AVT, ha convertido su actuación pública en una reprobación permanente de la política antiterrorista del Gobierno, al que acusa de estar preparando la claudicación del Estado ante ETA.» «El Gobierno y la AVT».
Koplowitz, a la conquista de NY
Me ha sobrevenido esta tarde un sentimiento que, una vez racionalizado, podría calificarse de paradigma del provincianismo. Ocurre que me alegré al leer la noticia de que una empresa filial de la constructora española FCC se ha adjudicado la gestión del mobiliario urbano de Nueva York. ¡Pero qué me importan a mí los negocios de Esther Koplowitz al otro lado del charco! Hay muchas empresas españolas internacionalizadas y firmemente implantadas en los mercados más competitivos. Que a FCC le vaya a bien en su expansión por Europa y América no me afecta gran cosa, pero parece que un nacionalismo inconsciente nos lleva a preferir siempre que la mejor parte le toque a los «nuestros». Ciertamente, la concesión del departamento de transportes de Nueva York a Cemusa del servicio de instalación y explotación publicitaria del mobiliario urbano para un periodo de 20 años es un éxito empresarial muy importante. El contrato está valorado en 820 millones de euros y es el mayor de este tipo que se firma en EEUU. La globalización sirve para cosas como esta: que su ciudad comparta empresa de servicios con la Gran Manzana. Aunque esta vez la «colonización» es a la inversa. Los miles de marquesinas de autobús y cachivaches publicitarios que engordarán la facturación de la empresa de Koplowitz justifican de sobra esta media sonrisa.
Economía española: debilidades y fortalezas
Un interesante e instructivo artículo de Juan Francisco Martín Seco en Estrella Digital sobre el estado de la economía española. Analiza las dos caras de la moneda, y resalta los aspectos que muestran a la vez la mejor cara y los puntos débiles que amenazan la evolución futura. Comienza con una más que necesaria cura de humildad para los predictores del futuro: «Causan risa los esfuerzos en que se debaten algunos economistas en su afán de pronosticar para los próximos años la marcha de la economía. Más hilaridad provoca, si cabe, la seriedad con que ejercen su cometido. Disfrutan de una ventaja, que la memoria social es débil y que al cabo de un año o más, cuando se conozcan las cifras ahora previstas, ya nadie se acordará de los errores cometidos, y si se acuerdan siempre podrán justificar la desviación recurriendo a una causa imprevista. Pero ¿acaso no se supone que eso es lo que precisamente pretendían hacer, prever las posibles causas que diesen lugar a esa posible evolución? En materia de profecías deberíamos ser más cautos y aceptar que tal vez lo único viable es destacar de las actuales circunstancias aquellas favorables para el futuro y aquellas que introducen riesgos e incertidumbres.» «El peligro del déficit exterior».
La amarga victoria de Angela Merkel
Las elecciones en Alemania se presentaban como el fin de ciclo del canciller Schröder, tras el mandato en el que se disparó su impopularidad por la crisis económica y su agenda de reformas, y el principio de un cambio protagonizado por la democristiana Merkel. Lo primero que se puede asegurar tras echar un vistazo a los resultados estimados en esta disputada noche electoral es que no se ha seguido el guión previsto. Los augurios sobre las complejas negociaciones que serían necesarias para formar una coalición de gobierno se van a cumplir. El resultado final estará más que ajustado entre los bloques que en cierto modo representan dos maneras de ver la sociedad radicalmente enfrentadas. La victoria de Angela Merkel se produce por la mínima, hasta el punto de que su acceso a la cancillería sólo será posible si su rival socialdemócrata quiere. Los alemanes amanecerán mañana con dos ganadores en las elecciones, o dos perdedores, junto a otros dos partidos que se proclamarán «vencedores morales» a pesar de su antagonismo, los liberales y la izquierda. Schröder no ha perdido la oportunidad de confirmar su intención de gobernar, pero lo tendrá tan o más difícil que Merkel. Aunque si se trata de Alemania, nadie duda de que serán capaces de formar algún tipo de alianza para investir a un gobierno sólido, con una gran coalición si fuera necesario.
A partir del veredicto de las urnas se puede establecer una conclusión que modifica sustancialmente el mensaje que creíamos iban a mandar los electores con un severo castigo al SPD que no se ha producido. Ha quedado claro que no quieren la continuidad del gobierno rojiverde, pero tampoco dejar manos libres a una coalición entre conservadores y liberales. Es decir, que rechazan cambiar de modelo social depositando toda su confianza en una CDU que se proponía importantes reformas para reactivar la economía alemana. Los votantes no están por la labor de arriesgar cuando, en el fondo, los dos partidos que hacieron posible el consenso del llamado capitalismo renano se verán igualmente obligados a buscar soluciones para acabar con el paro sin cargarse los actuales niveles de bienestar. Esa difícil tarea, que afrontará el próximo canciller sea democristiano o socialdemócrata, requiere más voluntad de acuerdo que propuestas lastradas por su excesivo riesgo. De este modo, muchos estarán subrayando a estas horas la creciente aceptación que reflejaban las encuestas de una «grosse Koalition» entre la CDU y el SPD. El decepcionante resultado que obtiene Merkel puede hacer que aumenten quienes cuestionan su liderazgo dentro de la propia unión cristianodemócrata. Pero todavía es pronto para anticipar lo que puede salir de la apasionante batalla post-electoral que se abre paso ahora, con dos candidatos a canciller dispuestos a todo para lograr la mayoría necesaria que deshaga el empate técnico en el Bundestag.
Estatut o elecciones
La negociación del Estatuto catalán iba a convertirse en el asunto «estrella» del curso político, pero parece que el recorrido del mismo no va a ir más allá del Parlament y que no llegará como previsible «patata caliente» al Congreso. O sí, quién sabe. Los partidos catalanes están en un continuo tira y afloja a varias bandas, sin que los deseos de Maragall de lograr la aprobación del texto en las próximas semanas anime la voluntad de acuerdo. Si finalmente no consiguen un Estatut consensuado, todo parece llevar a un adelanto electoral. Es lo que han venido insinuando algunos dirigentes y así lo apunta El Periódico en su edición de hoy:
Catalunya tiene ya más probabilidades de quedarse sin nuevo Estatut que de tenerlo. Y debe empezar a reflexionar sobre lo que debe hacer. Hay un elemento clave de cara al futuro: el Estatut no descarrila por un desencuentro entre el Govern y CiU a causa del listón anticonstitucional que ha fijado deliberadamente esta última formación. El fracaso es por la falta de cohesión del tripartito. Esquerra, que había pactado con sus socios del Govern una postura conjunta sobre la financiación autonómica, ha optado por no defenderla. Tiene derecho a hacerlo. Pero, como pactar significa que las tres formaciones ya habían estirado y cedido hasta encontrar el punto de acuerdo, lo que se quiebra es lo esencial de una coalición: la voluntad de actuar juntos.
Quedarnos sin Estatut a causa de la oposición de CiU o del PP permitía un futuro con cierta continuidad temporal del tripartito. Que el Estatut no llegue por esta otra razón perfila, en cambio, un horizonte electoral inmediato. Agotada la viabilidad de los esfuerzos de los políticos, las urnas deben fijar una nueva correlación parlamentaria en función de los premios y castigos que quieran dar a los protagonistas del desaguisado que estamos viviendo.
Sin Estatut, elecciones. (EL PERIÓDICO, 18-09-05)