Europa mira hacia España
Un comentario editorial de Cinco Días recuerda, por si alguien lo había olvidado, que el referéndum europeo tiene consecuencias para toda la Unión. Excesivamente centrada en los particularismos de la política española, la campaña quizás haya hecho olvidar que el voto de España tendrá un significado crucial en el proceso de ratificación del Tratado: «España se pronunciará este domingo sobre la organización de la Unión Europea bajo la atenta mirada del continente. Será la primera consulta popular con repercusiones para toda la UE. Bruselas cruza los dedos ante esta primera cita con las urnas de la Constitución europea, puesto que el resultado del referéndum español puede marcar el proceso de ratificación de un texto que todavía debe superar citas populares tan complicadas como las de Francia, Reino Unido, Holanda, Dinamarca, República Checa o Polonia. Un tropiezo, bien por el improbable triunfo del no o por un silencio abrumador de los españoles, puede pesar mucho en contra del proyecto. El envite es de envergadura, aunque los enemigos del texto y quienes lo apoyan a regañadientes se empeñen en decir que no se debe dramatizar. La victoria del no dejaría en entredicho el compromiso de España con una Unión de la que, en 19 años, ha recibido nada menos que 105.000 millones de euros en ayudas regionales y agrícolas. Pero incluso la indiferencia del electorado, si alcanza niveles extraordinarios, puede comprometer tanto el proyecto constitucional como la sincronía de España con el motor de Europa.»
Porra para el 20-F
Estamos a pocos días del referéndum y la campaña a cuenta de la Constitución Europea empieza a volverse repetitiva. Al final, los argumentos se van a quedar en unos elocuentes «vota sí, porque sí» y «vota no, porque no». Se parte de la idea de que está asegurado el voto positivo al texto europeo, de manera que los esfuerzos se centran, por un lado, en movilizar al personal para conseguir una participación medio decente en una consulta con gran carga simbólica en toda la UE, y en empujar hacia las urnas, por parte de los defensores del ‘no’, al sector del electorado más cabreado con los políticos, que son el caladero idóneo para sumar muchos votos negativos junto a los que ya tienen más que decidido el rechazo a la Constitución. Este último fenómeno está más que presente en la red, donde la campaña de los activistas del ‘no’ podría hacer pensar que esta opción puede ganar por goleada el domingo. A falta de partidos políticos de mayor peso que den un apoyo (explícito) a esta respuesta, los foros, los correos en cadena, los comentarios y los blogs están sirviendo para la heterogénea campaña en favor del ‘no’ que proporciona a internet un curioso carácter de microcosmos. Da la impresión de que la política entendida como activismo permanente ofrece en la red una imagen que no cuadra con la sociedad real.
En la web abierta por Europa Press en colaboración con varias instituciones, una encuesta con visos de seriedad da un resultado sorprendente en estos momentos: 58% de noes y 40% de síes. Prácticamente nadie contempla ahora mismo ese escenario para la noche del 20-F. Si tuviéramos que hacer una porra, la victoria del ‘sí’ se da por descontada, a pesar de que la gran incógnita es el porcentaje de participación. En función de éste, el resultado será sometido a lecturas muy distintas. Está claro que habrá quienes lo interpreten como derrota o victoria del gobierno o de la oposición. Las apuestas para el referéndum tendrían que afinarse: ¿qué porcentaje de apoyo a la Constitución Europea saldrá de las urnas? Puede ser una mayoría absoluta por los pelos (alrededor del 50%) o bien situarse en torno al 60, 70 u 80 por ciento. ¿Hasta donde subirá el ‘no’ que propugnan los activistas de la red (también los losantianos) y partidos como IU y Esquerra? Hay encuestas que anticipan menos del 10%, pero también se apuesta por que superará el 20% o incluso un tercio de los votos. Aun así, los escenarios posibles para el 20-F siguen siendo muchos. Ya podemos prepararnos para el titular periodístico que se impondrá en cada caso.
Las cosas por su nombre 2
– Discreción: Las reuniones del presidente en La Moncloa deben ser, ante todo, productivas y útiles. Hay algunas que sólo proporcionan una utilidad: hacerse la foto correspondiente. Si Zapatero se reúne con Imaz y Carod sin anunciarlo públicamente, es razonable pensar que les importan más los frutos de ese encuentro que el vistoso ceremonial del diálogo. Aunque a la oposición le dé por pensar que se trata de reuniones para romper España. Sin embargo, es curioso que se diga que son reuniones «discretas pero no secretas». Hay quien ha comentado que ésta es una explicación calcada a la que se suele dar sobre la masonería, lo que a buen seguro habrá estremecido a quienes temen que el gobierno de la nación esté realmente tomado por una panda de masones. La discreción puede ser útil si con ella se consigue que los políticos dialoguen con menos ataduras de agenda. Pero también es cierto que no es difícil acostumbrarse a unos modos que reimplantarían el secretismo en política cuando justamente se predica la transparencia.
– Irresponsabilidad: El político es, además del único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, como el resto de los humanos, el único que no tiene capacidad de aprendizaje y tropieza continuamente, en las labores de gobierno, con las piedras que él mismo colocó cuando estaba en la oposición. La doctrina de que siempre hay políticos responsables, ya se trate de un accidente o una negligencia en el ámbito de la protección de los ciudadanos, es discutible aunque plenamente aceptada por quienes ejercen la crítica de oficio a los gobernantes. En el barrio del Carmel de Barcelona, las administraciones públicas han estado involucradas en una desgracia que ha afectado a miles de ciudadanos, a sus viviendas y a su entorno vital. Los socavones producidos por las obras del metro tendrán responsables técnicos, pero posiblemente también políticos. Tendrán que analizarse los fallos en la planificación y la gestión. Y es que cuando lo que se intenta es evitar la patata caliente, las sospechas aumentan. Y si se trata de acallar a quienes cuentan lo ocurrido, que no extrañe el enfado de la gente con unos gobernantes que parecen más preocupados por su imagen que por solucionar los problemas que la propia administración ha causado.
– Populismo: ¿He dicho ya que me parece el colmo del absurdo votar en un referéndum con el único interés de apoyar lo contrario que aquellos con quienes no comulgamos? Con sólo dos opciones de respuesta a la pregunta formulada, aumentan las probabilidades de que ambos bandos cuenten con compañeros de viaje no deseados. Pero no se preocupen: ni el más elemental sentido del ridículo va a evitar que Juan Carlos Rodríguez Ibarra se haga con la bandera del sí a la Constitución Europea con el único objetivo de darle un estacazo a los malvados nacionalistas. En palabras del protagonista: «Como votan que no, yo que sí. Por llevar la contraria más que nada. Cuando estos quieren votar que no, yo voto que sí. Y no digo nada si oigo ayer a ETA que saca un comunicado, después del coche bomba, diciendo hay que votar que no en el referéndum porque eso oprime a los pueblos de España. ¿Qué dice ETA que hay que votar? ¿Que no? Yo que sí. Y punto. No me he leído la Constitución, ni falta que me hace. ETA vota que no, yo que sí. En este caso más que por llevar la contraria, por joderlos». Ibarra ha elevado sin duda el nivel del debate: hasta las más altas cotas de populismo.
El Tratado constitucional y la tarea por delante
En la campaña del referéndum europeo se combinan la reflexión trascendente y el regate corto. Lo mismo se alude a razones en favor o en contra del Tratado constitucional que reflejan la importancia de la decisión, que se esgrimen argumentos meramente coyunturales. Éstos últimos son los más ridículos, del tipo «mandemos un mensaje a Europa siendo los primeros en la ratificación» (europeísmo a la española) o «hay que votar ‘no’ para que el gobierno se entere de lo que es bueno» (furia anti-ZP desatada). En cualquier caso, lo realmente curioso es que la campaña sea tan desigual en los dos pretendidos bandos. ¿En qué sentido desigual? Desde el ‘sí’ está claro que el objetivo es movilizar a la gente para que apoye el texto fruto de todos los consensos institucionales posibles. El peso de los dos partidos mayoritarios es muy fuerte. En el bando del ‘no’ se puede decir que la campaña es lo que menos se está notando, pues apenas existe la que protagonizan los partidos contrarios a esta Constitución para Europa, pero en su lugar se pueden escuchar en la discusión ciudadana los variados motivos que van a llevar a las urnas a los partidarios del ‘no’. La clave de este referéndum está en que para el ‘sí’ es evidente el argumento a favor (apoyar un paso decisivo en la integración europea), mientras que quienes dicen ‘no’ ofrecen razones muy diversas (e incluso las de unos son incompatibles con las de otros).
El inconformismo de los votos contrarios a la Constitución tendrá que ser leído con muchos enfoques diferentes. Porque los habrá de los que piden una integración más rápida, una Europa diferente que vire a la izquierda, una Unión con menos burócratas o una Europa desde la perspectiva de los nacionalistas de uno u otro pelaje. Pero las quejas por las imperfecciones de la Constitución europea también llegan desde el lado del ‘sí’. Lo que indica una escala de prioridades distinta en muchos de quienes, en todos los países europeos, apoyan el texto: su ratificación es importante por razones pragmáticas; esta Constitución, por mala que sea, será mejor que lo que tenemos ahora. Se pueden leer tantos ‘noes’ estos días, sobre todo en la red, que da la sensación de que si finalmente sale el ‘sí’ de forma abrumadora es porque la gente se deja llevar por la desinformación y la propaganda. No, no es ese el enemigo que tendrían que vencer los que desean la victoria del ‘no’, sino el pragmatismo. El voto positivo significa fundamentalmente la aprobación del rumbo emprendido hacia la efectiva unión política. Sobre el camino habrá que seguir discutiendo, pero lo que se quiere decir es que la dirección es la correcta. Desde un punto de vista histórico, Javier Pérez Royo introduce el concepto de un proceso constituyente a escala europea que se puede prolongar un siglo. Se interpreta en este sentido el Tratado constitucional como el punto de partida de una tarea que implicará a varias generaciones. Un paso imprescindible para que se pueda continuar avanzando en la Unión.
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Debatir sobre democracia y seguridad
Llegan noticias del encuentro que va a tener lugar en Madrid con motivo del aniversario del 11-M. Se trata de una cumbre internacional organizada por el Club de Madrid que reunirá a jefes y ex jefes de Estado y de Gobierno, expertos en seguridad y líderes de todo el mundo. Se presenta así: «Del 8 al 11 de marzo se celebrará en Madrid la Cumbre Internacional sobre Democracia, Terrorismo y Seguridad, un encuentro independiente y no partidista que reunirá a importantes políticos nacionales e internacionales junto a académicos y expertos de todo el mundo. Con esta Cumbre, Madrid se convertirá en el epicentro del debate mundial sobre cómo combatir al terrorismo salvaguardando la Democracia. La Cumbre pretende servir de símbolo de respuesta democrática y de participación ciudadana contra el terrorismo, en el primer aniversario del atroz atentado en Madrid. Queremos por tanto despertar y atraer el interés de los ciudadanos, facilitándoles las herramientas necesarias para que todos puedan participar y exponer libremente sus opiniones». En su web han abierto un espacio para el debate en red sobre los diversos aspectos que serán tratados en la cumbre. El objetivo que se marcan los organizadores no es menor: «El resultado será un plan de acción innovador, la Agenda de Madrid, cuyo objetivo radicara en reunir a las naciones de todo el mundo para desarrollar una estrategia común y enfrentarse a todas las formas de terrorismo a través de medios democráticos».