El turno de Condoleezza
Los periodistas son expertos en las más variadas técnicas de interpretación de la realidad. Su trabajo consiste en presentar los hechos que acontecen a diario, pero en la información política hace tiempo que pasó de moda la realidad desnuda: hay que interpretarlo todo y ofrecerle al usuario el producto bien mascadito, a ser posible con una previsión de lo que va a pasar después. Para anticipar el futuro, los medios acuden a profesionales de tan acreditada solvencia como son videntes, cartomantes y politólogos. Sus análisis varían en cuanto al rigor con que son afrontados, pero ninguno llega al potencial adivinatorio de lo que los periodistas consideran signos del rumbo político en un momento determinado. Un ejemplo. Tras la reelección de Bush, las dudas sobre qué tipo de política exterior podría desarrollar en su segundo mandato eran generalizadas. Se sabía que Powell iba a renunciar a seguir al frente de la Secretaría de Estado: el nombre de la persona que lo sucediera serviría de señal de algún ligero cambio, o no, en los planes de la Administración Bush. Con el nombramiento de Condoleezza Rice, parece que todo el mundo ha dejado de tener dudas.
Según se especuló, había dos candidatos para el puesto de jefe de la diplomacia. Uno era el embajador estadounidense en la ONU, un conservador más bien moderado (imaginen cómo será si hasta acepta un cargo en un organismo tan irrelevante y sin intenciones de solicitar el bombardeo del edificio de la ONU ni nada); y la otra posibilidad era la señora Rice, que ha desempeñado hasta ahora el papel de consejera del presidente en asuntos de seguridad nacional, lo que se traduce en que ha sido la artífice del discurso neocon que vincula acción exterior con defensa interior como ningún otro gobierno republicano antes lo hizo. De Condoleezza Rice se dice, como virtud, que tiene la cabeza mejor amueblada del gabinete Bush. Pero ser lo contrario de lo que aparenta ser su jefe (es decir: mujer, negra e inteligente), no siempre es bueno. Como entusiasta de lo que dio en llamarse la «doctrina Bush», si tiene inteligencia hay que suponer que no la utilizará para complicarse la vida, de modo que se presenta más peligrosa que ningún otro político en el Departamento de Estado.
Pero ¿y si Condoleezza no es, en el fondo, como los malvados periodistas aseguran? Podría ser. Colin Powell era una paloma en un gobierno de halcones, que es tanto como decir que su arcangélica imagen de militar sensato que se hizo político con talante es fruto únicamente de la comparación con quienes le rodeaban. Rice podría verse poseída por el cargo y obligada a desempeñar una labor diplomática de urgencia para reparar los desperfectos de los cuatro años pasados en la imagen de EEUU. Hasta podría utilizar este mandato para perfilar una imagen moderada que encaje en los requisitos de una candidatura presidencial para la que ya hay quien hace campaña: Rice 2008. Puestos a soñar, ¿se reeditará la entrañable amistad Powell-Palacio en la pareja Rice-Moratinos? Está claro que ocurre esto, el talante de Condoleezza (que todo indica es más bien un talante ‘falconiano’, por lo de halcones) sirve para restaurar las relaciones EEUU-Europa y hasta Chirac firma la candidatura para que le den el Nobel de la Paz, o bien todo sigue igual. En tal caso, la lista de objetivos del Eje del Mal no se detendrá en Irak y el afán de superación del tándem Bush-Rice acabará de una vez por todas con esa vieja idea de «una guerra por mandato presidencial», sustituyéndola por «una guerra por año». Four more years, four more wars.
Costa de Marfil
Gonzalo Sánchez Terán: «El violento deterioro de la situación política y social que se ha producido en los últimos días en Costa de Marfil ha puesto a la ex colonia francesa al borde del caos. Los orígenes del conflicto están firmemente vinculados a las décadas de crecimiento económico con fronteras abiertas a la mano de obra extranjera y, sobre todo, a la falta de desarrollo de las instituciones y la cultura democráticas tras la independencia. (…) En el caldo de cultivo de la discriminación de la población de origen extranjero, un intento fallido de golpe de Estado protagonizado por tropas del norte del país se convirtió en una guerra abierta entre las tropas leales al presidente Gbagbo, con base en la principal ciudad del país, Abiyán, y las ‘Forces Nouvelles’ con base en la segunda ciudad de Costa de Marfil, Bouaké. La implicación de Francia en vísperas del golpe de Estado nunca se ha aclarado, pero las consecuencias de ese fallido golpe fueron el envío por parte de la antigua metrópoli de un fuerza de paz compuesta por 4.000 soldados para frenar las hostilidades y reunir a las dos partes para negociar un acuerdo de paz. (…) El presidente Gbabgo nunca tuvo intención de acatar el acuerdo de paz, pero lo utilizó para ganar tiempo y reforzar el poder de su mal equipado ejército. Inexplicablemente, aunque ninguna de las facciones mostró respeto por los derechos humanos y todas fueron responsables de masacres de civiles, Naciones Unidas no impuso ningún embargo de armas.»
«En abril de 2004 Naciones Unidas envió 6.000 hombres y mujeres para apoyar a las tropas francesas de la fuerza de paz. En total, 10.000 soldados han frenado los posibles intentos de reiniciar los combates. (…) El sábado, durante uno de los ataques en Bouaké, nueve soldados franceses y un trabajador americano de una agencia humanitaria fueron asesinados y 30 soldados americanos resultaron heridos. El Ejército francés tomó represalias destruyendo las fuerzas aéreas en Abiyán y Yamoussoukro, y tomó el control del aeropuerto de la capital. (…) Según pasan los días, el ambiente va calmándose. La noche del domingo pasado el presidente apareció en televisión haciendo un llamamiento a sus seguidores a abandonar las calles y regresar a sus casas. Pero al mismo tiempo otros miembros de su partido utilizaron los medios de comunicación públicos para crear un ambiente de enfrentamiento. La situación se nos antoja incierta y, lo que es peor, el fin de la violencia en las calles no traerá la paz, porque la destrucción de la fuerza aérea del Gobierno ha equilibrado el poder militar entre las dos partes. Más pronto o más tarde las dos partes tendrán que sentarse a hablar otra vez pero la atmósfera está más contaminada que nunca. Francia jamás será visto como un agente de paz y la comunidad internacional difícilmente aceptará al presidente Gbabgo como un interlocutor válido.» «La crisis de Costa de Marfil».
Oriente Próximo: Y ahora, ¿qué?
Desaparece Arafat y los palestinos tienen que buscar quizás no sólo a un sucesor, sino también un nuevo liderazgo. El tipo de sucesión marcará el rumbo de las negociaciones de paz que, si no se entra en una espiral de catástrofe, deberán abrirse en el futuro próximo por la presión internacional. Hay tres posibilidades, según la mayoría de los expertos. Como resume Álvarez-Ossorio: el escenario continuista: Fatah como fuerza dominante; el escenario rupturista: el ascenso de Hamas; y el escenario catastrofista: la guerra civil.
(sigue…)
No cabe el indulto
Se trata de dos estilos. Ahora toca lidiar con fantasmas del pasado. Con el temple adecuado, cualquier cosa puede salir bien. Hasta esto. Juan Fernando López Aguilar: «Todos los viernes, desde que soy ministro de Justicia, llevo expedientes de indulto al Consejo de Ministros. Y a veces se indulta a ladrones, a personas que han robado con fuerza en las cosas, pero en esta ocasión estamos hablando de malversación y enriquecimiento ilícito en el ejercicio de cargo público. (…) Efectivamente es un delito que no tiene la simpatía del Gobierno y por tanto no existe ninguna intención ni pronóstico favorable a la concesión de ese indulto. (…) Se han establecido unos criterios transparentes y de atenimiento a la legalidad. No existe ninguna propensión en el Gobierno a dictar indultos que vayan en contra de criterios negativos por parte del tribunal sentenciador o del fiscal».
Exhibiendo talante, el portavoz de los amigos de Vera ha hablado. Sabe que no cabe el indulto, pero en vez de utilizar el verbo en la séptima acepción del DRAE lo esgrime en la primera y con alusiones anatómicas. Juan Carlos Rodríguez Ibarra: «En una democracia asentada el ministro de Justicia estaría invalidado. Dicho esto, añado, que se metan el indulto donde le quepa al ministro de Justicia y al Gobierno. Vera no ha pedido indulto, y yo tampoco he pedido indulto, yo no pido indultos para inocentes. (…) ¿Por qué Rafael Vera está en la calle si tenía una condena firme sobre el secuestro de Segundo Marey? ¿Por qué está en libertad? Está en libertad porque el gobierno del PP le dio un indulto. ¿Quiere decir el ministro de Justicia por qué no se opuso a ese indulto? ¿O es que el ministro de Justicia, como al Partido Popular, le preocupa más que alguien se lleve dinero a que alguien secuestre a una vida humana? Que se metan el indulto donde termina la espalda».
No Surrender
Paul Krugman en el NYT (06-11-04): «El presidente Bush no es un conservador. Es un radical, el líder de una coalición a la que no le gusta cómo es América. Parte de esa coalición quiere acabar con el legado de Roosevelt, eviscerando la Seguridad Social (…). Otra parte quiere acabar con las barreras entre Estado e Iglesia. Y gracias a una fuerte participación de los evangelistas, Bush tiene cuatro años más para avanzar en esa agenda radical. Los demócratas están, cómo no, enfrascados en un autoexamen. Y aunque está bien considerar las cosas, los que aborrecen la dirección por la que Bush conduce al país no deben sucumbir al derrotismo (…). No deseo más y peores escándalos y fracasos en la segunda legislatura de Bush, pero los espero. El resurgimiento de Al Qaeda, la debacle de Irak, la explosión de los déficit y el fracaso en la creación de empleo (…) son consecuencias de malas políticas hechas por gente que ha permitido que la ideología deforme la realidad (…). Está bien tomarse unas semanas repensando. Pero los demócratas no deben abandonar la lucha. Lo que está en juego no es sólo el destino del partido, sino también el de la América que conocemos.»