Diario de un aspirante a tertuliano

Bajísima participación y resultados previsibles

Publicado en Uncategorized por el 13 de junio, 2004

Por muy diversas -y todas ellas explicables- razones, la participación en las elecciones europeas ha sido muy baja. En prácticamente todos los países, además. Lo que significa que algo tendrá que hacerse si se pretende que los ciudadanos intervengan directamente en el desarrollo democrático de la UE a través de la institución que los representa, el Parlamento Europeo. En cualquier caso, las lecturas nacionales de los resultados no están faltando, y con ello se entretienen los tertulianos de toda nacionalidad. Los nuestros están en sus estudios de radio, preparados para servir recién cocinada la opinión sobre estas elecciones. España ha elegido 54 eurodiputados (no 74, como dije en el artículo de hace unas semanas; errata googleliana). Son pocos, y a repartir principalmente entre las dos fuerzas políticas que se han tomado esta cita con las urnas como una segunda vuelta de las generales. La gente, en cambio, parece que no ha votado pensando en reválidas o en que hay cosas muy decisivas en juego: no hay más que ver los datos de participación. Veremos los resultados.

Actualizado 01.35 h : Balance de resultados

El veredicto de las urnas en unas elecciones europeas suele tener consecuencias sobre la valoración del gobierno del estado respectivo. En España, poco había que valorar: apenas tres meses después del 14 de marzo, los ciudadanos llamados a votar han dado lugar al porcentaje de participación más bajo de la historia reciente. Es evidente que una buena parte del electorado que apoyó a ZP en las generales se ha abstenido en unas europeas que no han logrado entusiasmar a nadie; es por ello que la diferencia entre los dos partidos mayoritarios ha sido esta vez de dos puntos. El PSOE vuelve a ganar y cumple con el reto que suponía volver a someterse a las urnas tras el vuelco inesperado de marzo. Pero el PP salva los muebles: temía una caída en picado desde que está en la oposición.

El bipartidismo se acentúa, y no sólo porque las coaliciones nacionalistas pierdan gas. IU fracasa en su intento de reanimación y ninguna otra lista -como la de los liberales- demuestra tener capacidad para aportar mayor pluralidad a estas elecciones de circunscripción única. En el resto de la UE, la nota dominante parece ser el castigo a los gobernantes de turno. Los resultados globales dan al Partido Popular Europeo la mayoría en la cámara de Estrasburgo, seguido de los socialistas europeos. En el grupo de estos últimos, los diputados del PSOE serán casi los únicos que podrán presumir de estar con la ola a su favor; sobre todo después de los batacazos que se han dado los gobernantes laboristas y socialdemócratas en el Reino Unido y Alemania respectivamente.

Todo ha sido, en fin, bastante previsible. Aunque jugar con las expectativas a posteriori puede dar lugar a lecturas curiosas: los socialistas pueden no estar del todo contentos porque esperaban machacar al PP; o los populares podían haber ganado, pero se conforman con una derrota no muy dolorosa. Lo cierto es que el equilibrio de fuerzas era esperable y que la nueva mayoría del PSOE supone un importante apoyo para el Gobierno ZP. Por su parte, el PP ha recibido el salvavidas de sus fieles votantes y dice estar muy satisfecho. «De la que nos hemos librado», dirán sus dirigentes. Pero cuanto más celebra y se alegra de estos resultados, más trasmite la impresión de que sus previsiones pasan por una amarga etapa en la oposición. Y además, el discurso tremendista se ha agotado: la legitimación del gobierno era plena antes del 13-J, pero ahora es si cabe mayor.

De tertulianos en tiempo electoral

Publicado en Uncategorized por el 10 de junio, 2004

Qué bochornoso espectáculo. Me refiero al que está dando la elite opinadora de este país. Y decían algunos que la política exterior debía ser consensuada. Pero ¿con qué posición hay que consensuar, con la de los expertillos de los ‘think tanks’ neocons que la era Bush ha lanzado al estrellato? Resulta que la actitud de ZP ante el marrón de Irak es clara, cristalina. La retirada de las tropas marcaba el inicio de la vuelta a una proyección exterior acorde con lo que es España. Y, de repente, la brigada mediática del PP se lanza a una campaña de desprestigio y descalificación de lo que el nuevo Gobierno apenas está empezando a perfilar: el papel internacional de este país utilizado por el anterior presidente como ficha del ajedrez de las Azores. Antes actuábamos de peón del Emperador; ahora, a ojos de avezados analistas, los demás países nos han dejado fuera del tablero. Cosa propia de extranjeros: menospreciar a nuestra nación. De bochorno, si no se tratara de una fabulación que no se corresponde con la realidad y que poco bien hace a la fortaleza de una posición exterior estable de España.

Tras la nueva resolución de la ONU, intento más que difícil de acercar las dos orillas del Atlántico, una aparente soledad del Gobierno de ZP encendió la voz de alarma: ¡España aislada! Mucho habrá que analizar sobre la complicada salida de EEUU de un Irak al que se le debe más que soberanía. Pero, para muchos, lo más grave es que nuestros gobernantes se han quedado solos en el mundo. ¡Los intereses nacionales en peligro! Hay quien no se entera de que los intereses se defienden teniendo claros antes los principios. Las tropas españolas no pueden estar, bajo la responsabilidad de este Gobierno, en una misión dirigida por la misma Administración estadounidense que invade y ocupa Irak. A partir de ahí, la promesa cumplida puede ser objeto de crítica, pero a ser posible no con el inaudito histerismo con que algunos opinadores de micrófono y acreditada voz se lo han tomado. Quizá el problema sea que los progres no deberíamos mover el dial del PFFR, para evitar así escuchar según que cosas.

Más de uno se ha hecho experto en el análisis de la política exterior de España en cinco minutos. Y si me apuras, con cuatro les basta para despachar con dos gracietas y algún insulto a la inteligencia el pretendido aislamiento y ‘rincón de la Historia’ en el que ZP ha metido al país. Hay que comprenderlo: están en campaña. El alud de tertulianos de los últimos días se explica por las prisas de los estrategas peperos por inventarse críticas al Gobierno. Por crear ese clima que no trasciende a la opinión pública, pues únicamente sirve de entretenimiento mediático. De golpe, las radios que menos habíamos sospechado se despiertan críticas con el poder… críticas con el Gobierno socialista, claro, porque ¡oh casualidad! los mismos que tan preocupados están ahora por la política exterior son los que hicieron el papelón de mamporreros de Ánsar en épocas no tan lejanas. Más adelante, creo que tendremos tiempo para juzgar lo que hace ZP en el exterior y en Europa. Aunque quizá cuando estén todos los votos contados, la preocupación actual desaparezca. Es lo que tienen los charlatanes de feria que pululan por las ondas: la mayor parte de la crítica política que hacen no puede escapar al más rastrero oportunismo.

Todo el mundo quiere AVE

Publicado en Uncategorized por el 7 de junio, 2004

El diseño de los planes de infraestructuras es cosa muy seria. Aunque algunas circunstancias políticas que entran en juego -elecciones, imagen del gobierno, presiones de diversa naturaleza- terminen reduciendo el debate a dónde se va a invertir el presupuesto y cuándo comenzarán las obras, cuestiones éstas que tampoco son menores. En la modernización del ferrocarril, el impulso a las líneas de alta velocidad se ha colocado en el centro de toda discusión. Sin que, por ejemplo, se hable de cuál será la estructura de la red en cuanto a sus dos usos -viajeros o mercancías- o se ponga sobre la mesa la obligación de hacer coherente la construcción de nuevas líneas de tren con las necesidades sociales y económicas. Al tradicional mapa del ferrocarril se le ha endosado en los últimos años un ambicioso diseño de ‘AVE para todos’ que, indudablemente, tiene sus aspectos positivos -por su vocación de equilibrio territorial-, pero que acumula no pocas inconcreciones e interrogantes. La ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, ha dicho que la planificación del PP responde a una «promoción obsesiva» del AVE; sea como fuere, ahora será ella la encargada de poner orden en los desbarajustes -no sólo presupuestarios- de Álvarez Cascos.

El sistema del AVE ha provocado muchas dudas, principalmente por su elevado coste. En la actualidad, sin embargo, las dos líneas que ya funcionan son un reclamo para que, con toda lógica e incluso con toda razón, no haya ciudad de importancia que no reivindique la conexión con la alta velocidad. El futuro del AVE es el protagonista de un ‘debate abierto’ en las páginas de este lunes de Cinco Días. De los tres artículos que publica el diario, uno de ellos lo firma Eduardo Montes, presidente del Grupo Siemens en España. Con elocuente título -«Una demanda social»- y de forma coherente con los intereses de esta empresa, explica:

«Lo que es indudable es que la red de alta velocidad diseñada responde a una demanda social que ha visto, con sana envidia, la prosperidad de los núcleos urbanos cercanos a las estaciones del AVE actualmente en funcionamiento. Por tanto, que es una aspiración lógica de toda ciudad pretender nuevas conexiones de manera rápida, cómoda y segura para poder incrementar su propio desarrollo y no aumentar las desigualdades territoriales. Esta aspiración coincide con el impulso decidido de la Unión Europea para que el ferrocarril sea el medio de transporte del siglo XXI con un ambicioso proyecto que armonice una verdadera red transeuropea».

Por tanto, hay que partir de la idea de que todo el mundo quiere AVE, aunque satisfacer esa demanda es en sí bastante problemático. La función de esta modernización es, por otro lado, hacer que el tren compita con otros medios de transporte. En el artículo de Mercè Sala, ex presidenta de RENFE, que publica el diario económico queda claro: «El reto de la alta velocidad es conseguir disminuir el tráfico de nuestras congestionadas carreteras y autopistas y competir con el avión, porque también los aeropuertos y el espacio aéreo están igualmente congestionados y con el tiempo lo estarán más. El secreto de este tipo de trenes es unir grandes ciudades, cuando la distancia está al entorno de los 600 kilómetros, en un plazo de tiempo que no supere las tres horas, siendo competitivos con los otros modos de transporte. Las cifras que hay que invertir para que todo ello sea eficaz son realmente escalofriantes».

Teniendo presentes estas características del invento fabuloso de la alta velocidad, surgen las dudas sobre si el diseño actual es factible o se trata sencillamente de un deseo que en gran medida no podrá ser cumplido y que, además, incluye líneas que ni siquiera tienen sentido práctico. Mercè Sala dice que «no deja de ser inquietante mirar el mapa de actuaciones de alta velocidad que están en marcha actualmente en nuestro país». Y explica: «Es inquietante porque todas las actuaciones pueden alcanzar a unos 5.000 kilómetros de nuevas líneas, casi un 40% del total de la red actual. Es inquietante porque los conceptos son ambiguos…». Alude también a que la red que se diseña en el mapa es inequívocamente radial. «Es inquietante porque la inversión prevista en red ferroviaria para este año es de 6.607 millones de euros, cifra que, comparada con el coste citado, no es ninguna panacea. Es inquietante porque se planificó una infraestructura y no se planeó el servicio que llevaría aparejado», concluye Sala.

En el tercero de los artículos, firmado por Jorge Chamizo, se dicen cosas interesantes. Por ejemplo, que parecería más importante hablar de tiempo de conexión entre ciudades que de trenes de alta velocidad. La pregunta clave es qué utilidad tiene la construcción de una nueva línea donde no es necesario un ferrocarril a más de 250 kilómetros por hora. Una opinión generalizada es la que refleja Chamizo en el artículo: «Algunos expertos apuestan por un diseño de red AVE troncal desde Madrid, junto con algún corredor transversal como el Arco Mediterráneo. Sobre esta base se puede construir una buena red mallada basada en la mejora de la red convencional, lo que permitiría un ahorro de inversión y de costes de mantenimiento a medio plazo». Habría que añadir otros factores a los citados: el impacto ambiental de los trazados, el uso de las vías para transporte de mercancías, etc.

Las obras en curso están envueltas en continuas polémicas. Parece que el AVE llegará a Barcelona con considerable retraso, en 2008. Todo el mundo está pendiente de si se cumplirá el calendario previsto para las numerosas líneas proyectadas. Cuando se duda de la construcción de un AVE o se aplaza la ejecución, comprensiblemente reaccionan los interesados del lugar ante el posible agravio territorial. Pero lo más evidente es que hasta ahora pocos se han preocupado de hacer un análisis riguroso del diseño de las infraestructuras: su coste, el servicio prestado al interés general y sus alternativas.

Periodismo sin barreras de entrada

Publicado en Uncategorized por el 4 de junio, 2004

La revolución de internet va en serio, me temo. Lo sentiré por los intelectuales que siguen mostrándose orgullosos de ser ciberanalfabetos. Mientras en este país nuestro hay empresas periodísticas que se dedican a vender maletines de belleza de la señorita Pepis, en Corea utilizan la red para reinvertarse una profesión. Cada ciudadano es un reportero: ese es su lema. El diario más leído del país es el que menos periodistas tiene en plantilla. Se llama OhmyNews, y lo comenta hoy Arcadi Espada. Es, sin duda, un nuevo capítulo del debate que dura ya años -y que aún nos depará muchas más novedades- sobre el futuro del periodismo y el impacto de internet en el derrumbe de las viejas estructuras.

«El caso de OhmyNews del que da cuenta hoy Periodista Digital. Un periódico coreano escrito por una multitud de ciudadanos que no son periodistas profesionales. Blogs éxtimos cosidos por unos cuantos editores en una trama común. Los periodistas ciudadanos, como los llama el director de Ohmy, resuelto a acabar con el tradicional oxímoron, cobran por sus notas (muy poco: nadie vive de eso) y están obligados a firmar con su nombre. Un millón diario de visitas. Pálido e ingenuo reflejo, todavía, de lo que viene. La combinación entre la alfabetización paulatina e internet ha provocado un nuevo fenómeno de importancia aún indescriptible: el acceso directo de la fuente al medio. Nick Garganta Profunda ya no cita a Woodward en el aparcamiento: cada noche cuelga su watergate en el dazibao del mundo». (Arcadi Espada: 4 de junio)

Borrell se merienda a Mayor Oreja

Publicado en Uncategorized por el 2 de junio, 2004

Diría que el debate electoral no tiene un ganador rotundo porque ninguno ha rematado su estrategia y en muchos aspectos han estado significativamente igualados. Pero objetivamente se puede afirmar que Borrell ha salido bien parado del test ante las cámaras, mientras que la necesidad perentoria de Mayor Oreja de destacar como candidato ‘protagonista’ por encima de cualquier otro, para así darle la vuelta a las expectativas, no ha sido satisfecha con este primer debate. Con un poco de menos objetividad, también diría que en determinados aspectos Mayor Oreja ha estado patético, pero esa es otra cuestión. Por sorteo, Mayor hablaba siempre primero en los turnos, lo que daba a Borrell la oportunidad de cerrar cada bloque temático con una réplica definitiva. Una imagen que quedará en el debe de los dos candidatos es la obsesión monotemática. El del PP es experto en relacionar todo con su idea única acerca del terrorismo, la unidad y la defensa de los españoles. El socialista tenía aprendida la estrategia, y cada tema le servía para recordar la política antieuropea de Aznar y la alianza con Bush.

Con todo, para estar tan poco acostumbrados a estas fórmulas de democracia de cara a los ciudadanos, los 45 minutos de debate han sido entretenidos y sustanciosos. El estilo ágil que le ha inyectado el hecho de que las intervenciones fueran cortas, con un reloj midiendo los minutos previamente pactados, favoreció que no se enfrascaran en excesivos monólogos sobre sus propios discursos. Aun así, es evidente que la utilidad del programa que habrán podido ver unos cuantos millones de potenciales votantes o abstencionistas el 13 de junio consiste en exponer con claridad los mensajes de campaña de cada partido. Mayor Oreja tiene el problema de no contar con un mensaje claro, y es por ello que subsidiariamente recurre a una entusiasta defensa del legado de gobiernos del PP. Borrell no tiene siquiera necesidad de acentuar demasiado el mensaje que más domina, el del europeísmo. Por el contrario, en estas elecciones el PSOE va con piloto automático confiando en que está clara la contraposición entre el proyecto de UE que tienen unos y otros.

Como ninguno ha caído en la trampa de mostrar las elecciones europeas como una segunda vuelta de las generales, se está hablando de Europa. Y lo que es más curioso: está evidenciándose que el discurso europeo de los dos partidos mayoritarios se diferencia en cada vez más materias. Empezaron hablando en el debate de seguridad y política exterior. Mayor se apuntó al caballo del terrorismo; Borrell, al de la guerra de Irak. Cada uno con su visión parcial del asunto, parecía que iban a quedar en tablas. Hasta que a Mayor Oreja le da por insistir en el lenguaje pretendidamente condescendiente con el terrorismo de su adversario y éste aprieta más en su denuncia de la posición del PP sobre la guerra, invariable a pesar de los intentos de autocrítica.

En líneas generales, no tengo dudas de que Borrell estaba más sólido en la presentación de sus planteamientos que un Mayor Oreja mucho más inseguro, según se desprendía de las miradas y el manejo de los papeles. Aunque sólo sea producto de una preferencia personal, veo a Borrell bastante metido en un papel de político europeo que domina el escenario de la UE y exhibe orgulloso su participación en la Convención, justo lo contrario de su oponente, de quien se puede decir que no va más allá en esta campaña de su imagen de político que pierde elecciones con la misma alegría con que pasea su discurso tremendista con «sello Mayor Oreja» en cualquier contexto. En un plano más electoralista, a los dos opciones políticas les conviene la imagen diferenciada que muestran: el PP insiste en que lo suyo es la defensa de los intereses nacionales; el PSOE dice que además de nuestros intereses hay que mirar por el interés general europeo. Unos euroescépticos -para suavizarlo, Mayor decía ‘euroexigentes’- y otros entusiastas europeístas.

Han hablado también del papel futuro de la UE. Un poco de todo: Mayor Oreja se adhiere a la defensa de lo conquistado en Niza, mientras que Borrell enarbola en solitario la bandera de la Constitución Europea como redactor de la misma que es. La respuesta acerca de qué defenderá Zapatero en la negociación del reparto de poder no es muy convincente, aunque Borrell explica los argumentos que presidirán esta fase final tras el desbloqueo de la situación provocada por Aznar. También hace una revelación impresionante: las dos únicas contribuciones propias del anterior gobierno son los intentos de incluir la referencia al cristianismo y de eliminar algún contenido de la parte social de la Constitución. Mientras tanto, a Mayor Oreja le inquieta algo distinto a la unidad europea: ¿cuál es el proyecto de España del PSOE? A partir de tal pregunta, todo parecía sacado del túnel del tiempo, de unos meses atrás.

A la hora de tratar la política económica, el candidato del PP tuvo fácil la exhibición de un mensaje lleno de datos y resultados: lo hecho en los ocho años pasados es mejor que lo que consiguieron los socialistas en catorce. Borrell recurrió de nuevo a la contraposición de modelos y trazó las diferencias entre una economía más avanzada -con la fórmula «gasto en I+D más bienestar social»- y lo que defienden los gobiernos más proclives al modelo americano. De nuevo Bush salió a relucir en el debate, y curiosamente no cuando se discutían las dos formas que hay de afrontar la cuestión del déficit público. Mayor Oreja no tenía muchos resortes en los que apoyarse, así que repitió bastante las cifras de empleo creado mientras Borrell se permitía ilustrar el combate dialéctico con anécdotas como los logros de aquel a quien llamaron ‘pedigüeño’ en un tema tan sensible como la cohesión territorial en la UE.

Los dos se mostraron tan favorables a Europa que al final el menos soso de los dos, que probablemente sea Borrell, se llevó el gato al agua: tenía más ideas que contar sobre lo que se puede hacer en la UE que Mayor, novato en estas lides. El debate ha estado bien. Quizás un poco más de espontaneidad hubiera redondeado las intervenciones. Como el entusiasmo que despiertan estas elecciones en muchos ciudadanos es perfectamente descriptible, no estaría mal que en la próxima cita busquen más el espectáculo y el regate corto. Quien no arriesga, no gana. Aunque los que hemos ganado ya, me parece, somos los que hemos visto un debate de altura después de tantos años.