Diario de un aspirante a tertuliano

En la mañana del lunes Zapatero ha tenido tiempo de exponer ante la prensa su declaración de principios. Y es curioso que, siendo el talante del ‘cambio tranquilo’ propugnado por el próximo presidente el que es, la primera reacción en sectores de la nueva oposición haya sido histérica y tremendista, con la acusación de que ha ganado el voto del miedo y que la excepcionalidad de estas elecciones es en sí misma una victoria de los terroristas. Estas insidias pretenden deslegitimar los resultados, y es de agradecer que sea solamente una interpretación enrabietada que sostienen unos pocos y no la versión de los hechos que el PP defiende en público. La respuesta de Rajoy a la derrota ha sido elegante, como se ha reconocido por todos, y ha evidenciado que el PP sabrá asumir sin muchas estridencias su nuevo rol político. Aunque todo dependerá de que, aquellos que lo quieren tanto, en particular sectores mediáticos como el universo tertuliano de emisoras como la Cope, dejen a los dirigentes del PP libertad para recomponer sus posiciones y no les propongan ‘tirarse al monte’ en la crítica feroz al poco menos que ‘golpista’ Zapatero.

Juzgar la cobardía de los españoles está siendo ahora mismo la falaz interpretación de quienes ven venir desde fuera la ruptura de la alianza belicista de las Azores que tanto apoyaron. Pero se olvida, como mínimo, el efecto no de los atentados sino de la gestión de la crisis. Afortunadamente, las urnas han hecho el trabajo de saldar las posibles responsabilidades de un manejo de la información de dudosa decencia política por parte del Gobierno en los días posteriores al 11-M. La vergüenza de tener que votar sin toda la información, con el sentimiento manipulado por un juego sucio del PP que habría sido intolerable, se pudo evitar. Como la verdad era el mejor instrumento para animar a que se diera el domingo una respuesta democrática al terrorismo, la Cadena Ser se embarcó con todas sus consecuencias en una batalla por confirmar la autoría de Al Qaeda. El resto de medios, en vez de celebrar que la noche del sábado se diera una buena lección de periodismo en las ondas, trata de ocultar su falta de profesionalidad descalificando al Imperio mediático que sirve al PSOE; como si fuera, por cierto, más poderoso que la propia movilización del electorado socialista. Todo, claro está, porque el Imperio que sirve al PP se convirtió, en los primeros momentos tras el atentado, en un patético coro de acusaciones de complicidad etarra contra la mitad del arco parlamentario.

Las elecciones se realizaron en un clima especial, pero democrático en todas sus implicaciones tanto por la alta participación como por el ambiente de afirmación ciudadana que movilizó a buena parte del electorado. Es por ello que los impresentables intentos de deslegitimación se vuelven de inmediato contra sus autores. Se vota por la gestión, por el programa, por la ideología, pero también con sentimientos. Lo ha dicho Rajoy en una rueda de prensa para dejar claro que estamos en una situación perfectamente normal y que la emotividad con que los españoles han castigado al PP en las urnas es tan aceptable como la racionalidad con que no lo hicieron en las pasadas elecciones municipales y autonómicas.

Rajoy, a respuesta de una periodista, dice también que su partido sigue asumiendo en su totalidad la gestión de los ocho años aznarianos. Otro error, como ya dijimos aquí a modo de altavoz de lo que se comentaba ese día en la emisora de radio ‘golpista’, pues se equivocó Rajoy de plano al convertirse en continuador de los gobiernos de Aznar tomando su legado como un todo, belicismo iraquí incluido.

La manipulación, en sentido general, se paga tarde o temprano. Ahora, a pesar de lo que digan algunos, se sigue demandando información para que se aclare la trama de los atentados del 11-M. Pero por fortuna ya pasó el momento en que parecía que el Gobierno prefería que fuéramos a votar con la mentira, para que la emotividad de la que ahora habla Rajoy le favoreciera y no le hiciera perder ni un voto. Manipular la información y las voluntades de los ciudadanos que se han opuesto a muchas medidas de los gobiernos de Aznar ha sido una actividad a la que se ha dedicado afanosamente el PP. Lo ocurrido el domingo es que el catalizador de los últimos acontecimientos y el recuerdo de la guerra de Irak han hecho que los ciudadanos se cobren en su debida forma la manipulación realizada por el PP desde el poder.

Ahora, lo mejor para la derecha democrática es que se pare en seco ese grito furioso de algunos de sus medios afines que querría manchar con la sangre de los atentados al Gobierno del PSOE. Por dos razones: una, los socialistas no van a entrar a hurgar en la herida del ‘ajuste de cuentas’ ya ejecutado por los electores acerca de la responsabilidad de Aznar en el riesgo que corre España con el terrorismo islamista; y dos, si el PP quiere recuperar credibilidad, lo último que puede hacer es deslegitimar el mandato claro de formar gobierno que se le ha hecho a Zapatero. Al PP quizá le ha llegado el momento de la autocrítica, y es mala señal para los intereses de ese partido que ésta se realice en un ambiente en el que parece que ZP ha desatado los nervios en sus filas.

Federico Jiménez Losantos es el pope mediático por excelencia, que convirtió a ZP en un líder político con capacidad de aglutinar tras de sí a un gran y heterogéneo electorado alternativo a todo lo que representa el PP gracias a que lo hizo protagonista de todas sus obsesiones ideológicas. Ahora que será presidente, lo colocará en el centro de su hipercrítica, porque nunca se explicará del todo que absolutamente ninguno de sus argumentos aducidos durante los últimos meses y años para que la gente huyera del PSOE como de la peste haya fructificado. Esa línea dura que sugiere FJL y que con su influencia trata de imponer en el PP, tan poco apropiada para que haya verdadera autocrítica, mantendrá a los estrategas de ese partido ciegos ante la evidencia de que ahora ZP tiene detrás casi 11 millones de votos. Para contrarrestar la labor de gobierno del PSOE no pueden apostar por una visión reaccionaria del actual panorama salido de las urnas que es capaz de dibujar la sangre y el miedo en los votos de Zapatero para estigmatizar el cambio en el poder.

Cuando digo que el vuelco electoral ha desatado los nervios en muchos es porque también se ve con frecuencia que se llegan a creer su propia propaganda. La imagen de que ZP será un desastre, volvemos a los peores años del felipismo en La Moncloa, la economía se irá al carajo y la venida del Anticristo está cercana, se está volviendo el principal argumento para encajar -con dificultades evidentes- el mazazo de la noche del domingo en las huestes ‘peperas’. El anuncio de las siete plagas de Egipto por la llegada de ZP al Gobierno parece que será el inicio, para algunos, de la labor opositora de Rajoy. Es deseable que el estilo tranquilo del candidato derrotado continúe y no sucumba a la tentación de dar alas desde ya a la estrategia de la crispación que el PP ha desarrollado de igual manera cuando ha estado en el gobierno y cuando ha estado en la oposición.

Ahora sólo falta escrutar los votos. Para completar, además, el titular «Las urnas decidieron…» de esta entrada, ¿decidieron qué? Por el momento, lo que se puede adelantar es que hay muchos votos para contar en las próximas horas: la participación ha aumentado considerablemente respecto a los comicios del 2000. Casi ocho puntos en un avance comunicado en la web oficial a media tarde; 62,99% frente a 55,54% de 2000. En adelante, realizaré un seguimiento de esta noche electoral con la normalidad vivida a lo largo del día como gran logro y la incertidumbre absoluta sobre los resultados que a estas horas comparten tanto ciudadanos como partidos. Más avanzada la noche, también tendremos los resultados de las elecciones andaluzas. Por lo pronto, a las ocho veremos qué dicen las encuestas a pie de urna y por cuánto se equivocan: es de esperar que, en esta ocasión, este tipo de sondeo pueda conllevar mucha imprecisión (hay zonas donde ha aumentado la participación más que en otras) y mucho voto no revelado.

Elecciones generales | Elecciones andaluzas

20.00 : El sondeo de TVE da mayoría al PSOE: 154-158 escaños frente a 150-154. El de Telecinco al PP: 40,6 frente a 38,3.

20.11 : Los sondeos dan resultados muy dispares. El realizado para la Ser pronostica que el PSOE gana en votos por un punto al PP y los escaños estarían en las siguientes horquillas: PP (154-160), PSOE (151-159).

20.13 : En las andaluzas, el sondeo de Canal Sur habla de mayoría absoluta del PSOE e importante bajada del PP de Teófila. En Andalucía ha aumentado la participación por encima de la media.

20.26 : Resumiendo, se apunta a un empate técnico. Aunque al final no sea tan empate. Lo único que se puede decir con seguridad es que ningún partido obtendrá mayoría absoluta. Como decía un titular de Telecinco sobreimpreso en pantalla: se augura una noche larga.

21.04 : En la Cope, don Federico se consuela con que existe mucho voto oculto. No sé si habrá que darle la razón. Dice que es curioso que la encuesta de Telecinco, cadena de la izquierda (!), sea la más favorable al PP. Hay que aclarar que ese sondeo de Demoscopia está hecho con ‘trackings’ a lo largo de la semana y no refleja quizás el efecto de estos últimos días.

21.26 : Empiezan a salir datos de voto escrutado. Por el momento, se ve una ventaja clara del PSOE. Aunque sólo va por el 29,93% de votos. PSOE 165, PP 136, CiU 10, EAJ-PNV 8, ERC 7, IU 4, BNG 1, EA 1, CHA 1, Na-Bai 1.

21.37 : ¿Nos tiramos ya a la piscina? Zapatero ha ganado las elecciones.

22.10 : Confirmado. Gana el Partido Socialista con 6 puntos de diferencia con el PP. (Ya se puede completar el título de este comentario: «Zapatero Presidente»).

01.18 : Zapatero tiene en la mano formar un gobierno socialista a partir de mañana. ¿Quién lo creía posible hace una semana? Pues, francamente, unos cuantos millones de votantes sí lo creyeron posible. Porque, a pesar de lo que se diga ahora, Zapatero ha ido ganando estos apoyos poco a poco a lo largo de la campaña. Y una buena porción del conjunto de votantes indecisos que detectaba las encuestas habrá sido, sin duda, la que le ha dado la presidencia. Ha sido, por desgracia, la situación vivida en los últimos cuatro días la que ha enmarcado el vuelco histórico en las urnas: estas circunstancias propiciaron una mayor participación y que el PSOE se colocara ante el electorado como un partido de gobierno. La clave de estos resultados no radica en otro sitio sino en el castigo infringido al PP por estos cuatro años de mayoría absoluta y de gobierno plagado de errores. Aznar ha recogido un fruto amargo y se lo ha servido a Rajoy en un balance de legislatura que nadie esperaba que fuera pasar cuentas en el domingo electoral. El PP ha asumido la política belicista de Aznar en Irak y no dio la talla en la gestión de la crisis del 11-M.

Los resultados, prácticamente definitivos, son: 10.891.359 votos, 42,64% y 164 escaños para el PSOE; 9.614.868 votos, 37,64% y 148 escaños para el PP; el resto se puede consultar aquí. Gracias a la alta participación, el gobierno que ha salido de las urnas es más legítimo que lo que algunos habrían planteado a posteriori por tratarse de unas elecciones celebradas en un contexto tan complicado. Afortunadamente, pocos van a seguir explotando la tentación de deslegitimar el resultado con la excusa del terrorismo. Será un gobierno sin mayoría absoluta y que tendrá que pactar o acordar con los demás partidos sus iniciativas. Si Zapatero cumple con su compromiso de continuar con su talante político, tanto éste como la oposición liderada por Rajoy pueden significar que entremos en una nueva etapa, esperemos que mucho menos crispada.

En Andalucía se ha jugado buena parte de la mayoría socialista. En las elecciones andaluzas, Chaves ha obtenido la mayoría absoluta y la debacle del PP ha sido histórica. La política de oposición y la que ha dirigido el gobierno de Aznar hacia la Junta habrán sido determinantes de esta derrota espectacularmente abultada que ha sufrido el partido de Arenas y Teófila en Andalucía.

Era el día de reflexión. Y lo ha sido, pero con la información por delante. Hubiera sido difícil que se desarrollara como un día aséptico, dadas las circunstancias. Los partidos han lanzado mensajes. El PP los ha dirigido a denunciar que existieran manifestaciones espontáneas frente a sus sedes. Eran inoportunas, sí, pero irrelevantes para los efectos que el PP las ha utilizado. Y convertirlas en el centro de la noticia da muestras de la poca talla como líder que Rajoy ha dado en la comparecencia pública a las nueve de la noche. El PSOE se ha limitado a desmentir la falsa acusación de instigador ‘antidemocrático’ por parte del PP y a pedir tranquilidad. Creo que es importante aclarar también que, cualquiera que hubiera sido la autoría de la barbarie, ningún partido que se presenta a las elecciones está manchado de sangre. Como decía, una jornada de reflexión atípica para unas elecciones especiales por celebrarse tres días después del 11-M.

Sin embargo, lo que importa ahora mismo es imponer la normalidad democrática. Y ésta no consiste en otra cosa que no sea llevar a cabo las elecciones en libertad y sin miedos de ningún tipo. La información está, ahora sí, sobre la mesa de todos los ciudadanos. Al Qaeda ha reivindicado los atentados. Esto significa un giro radical sobre la interpretación que se ha querido imponer desde la misma mañana del jueves. No estoy en condiciones de realizar mucho más análisis sobre la situación presentada el sábado; tampoco sé a estas horas qué va a pasar hoy, el domingo que todos estamos llamados a acudir a las urnas. Hasta ahora la prioridad era el dolor de las víctimas, y personalmente no quise entrar en más consideraciones políticas: la prudencia de muchos nos ha llevado a una autocensura, quizás necesaria. En estos momentos se ha abierto la puerta a unos hechos que era necesario que se supieran antes de que nos acercáramos al colegio electoral. Lo demandaba la sociedad. Ahora podemos votar democráticamente y tenemos que convertir el día en un irreprochable ejercicio de democracia con independencia del resultado.

Decía que no iba a entrar en un análisis más profundo porque, de despejarse tantas incógnitas como parece, habrá tiempo para el debate pausado tras las elecciones. La actuación del Gobierno, la gestión de la información y otros elementos que han influido en el ambiente, en ocasiones demasiado envenenado, creado en los últimos tres días tienen que ser sometidos a una seria valoración política. La gente tiene la palabra: votemos. En las últimas horas, algunos weblogs han seguido los acontecimientos de la noche. En este que ahora mismo leen habrá más actualizaciones a lo largo del día; veremos antes cómo amanece el país. En función de ello, habrá que mojarse y enterrar este no-análisis que escribo y cuelgo a los dos de la madrugada -si hubiera sido un análisis de verdad, tendría un tono de excesiva indignación- y cuyo único valor es lanzar un mensaje -simple pero importante- que tendrá validez a partir de las nueve de la mañana: hoy estamos mejor informados, hay que ir a votar.

Creo que no estoy en condiciones de realizar una reflexión profunda, como me hubiera gustado, sobre el panorama que se nos ha ido presentando a lo largo del día. Cuando pasan dieciocho horas del momento trágico de los brutales atentados, existen dudas sobre la autoría -ETA, Al Qaeda-, pieza clave para la interpretación que habría de hacerse de los hechos. Aunque esos extremos sean poco relevantes cuando de calibrar el horror vivido por todo un país se trata. Y es que esa conmoción pesa demasiado. Personalmente, no me apetece realizar más consideraciones respecto al significado de este golpe a la democracia, ni buscar palabras que nunca tenemos a mano para describir la ira despertada hacia unos despreciables asesinos anónimos que han acabado con la vida de casi doscientos ciudadanos que no son anónimos. Que no pueden ser anónimos porque son nosotros: todos íbamos dentro de esos vagones de tren.

En los mismos comentarios de la anterior anotación de este Diario, en otros blogs y en los medios de comunicación se han podido leer y escuchar muchas cosas. Será culpa mía, puesto que no tiene por qué ser inoportuno o extraño que se expresen opiniones de todo tipo, pero tengo que reconocer que algunas de esas cosas me han asombrado y me han contrariado. Reitero lo ya dicho: no es momento de sacar conclusiones políticas, y menos aún de alimentar la refriega partidista. En general, predominan los ejemplos de responsabilidad ante las circunstancias. Más en los políticos que en otros círculos donde se prefiere aprovechar la oportunidad para radicalizar las posiciones. La unidad del discurso y de la respuesta de todos los ciudadanos y partidos ante el inevitable luto de estos días previos a las elecciones demanda que lo único que se extreme sea la serenidad, la prudencia y la moderación.

Es imprescindible, como ya se ha dicho en otros sitios, que la rabia y la indignación se canalicen hacia dos acciones que saquen lo mejor del civismo necesario tras una muestra de barbarie como la vivida el día de ayer. En primer lugar, sacar a la calle el rechazo hacia este ataque del terror en las manifestaciones convocadas. En segundo lugar, acudir a votar el domingo -a quien sea o en blanco- masivamente. Ir a votar lo que tuviéramos decidido ya el miércoles significará negarle cualquier tipo de influencia al terrorismo sobre el rumbo de la sociedad democrática. Lo ha dicho alguien, un político, y me parece conveniente que todos lo tengamos en cuenta: «Los ciudadanos deben votar con la seguridad de que, cualquiera que sea el Gobierno que salga de las urnas, será el Gobierno el que prevalecerá frente al terrorismo y nunca al contrario».

Por último, me quedo con un deseo expresado por Alberto Piris. Me quedo con la esperanza: «Enterrando a sus muertos y sorbiéndose las lágrimas que ocultan la ira, Madrid ha de seguir mostrando que – rompeolas hoy frente a todos los terrorismos – nada le hará renunciar a su valor más inapreciable: la libertad para sus ciudadanos y su derecho a vivir una democracia libremente elegida, pese a las brutales incursiones de los que confunden la legítima acción política con la mortífera deflagración de los explosivos».

ETA ha entrado a ‘hacer campaña’ en Madrid. Y ha dejado un mapa de sangre sobre la ciudad. El dolor es inconmesurable. Para qué buscar palabras que expresen la rabia que ahora mismo siente toda la sociedad por culpa de unos pocos hijos de puta. El número de víctimas es atroz. Una sola justificaría que ahora mismo todos los partidos se unieran para dar respuesta a este atentado contra la democracia, a pocos días de unas elecciones. Sobran todas las conclusiones políticas en este momento: espero que todos seamos responsables. Sólo importa que los terroristas han atacado la normal convivencia de este país, como tantas veces en la historia de ETA. Y que ahora sólo podemos estar de luto por semejante sinrazón.