Diario de un aspirante a tertuliano

El PHN, en cuestión

Publicado en Uncategorized por el 30 de marzo, 2004

Uno de los pilares de la política aplicada por el PP que previsiblemente va a variar con el cambio en el Gobierno es la cuestión del agua. Atendiendo a esa óptica regeneracionista tan propia de los dirigentes del pasado siglo, la política hidráulica de los gobiernos de Aznar ha glorificado el hormigón y la obra pública como solución a todos los desequilibrios en la dotación de recursos. Allá donde haga falta agua, una buena canalización resuelve la escasez antes incluso que nos podamos cuestionar la naturaleza de esa necesidad y la conveniencia de integrar aspectos medioambientales en la planificación hidrológica. El proyecto estrella ha sido, como sabemos, el trasvase desde el Ebro que ha colocado al Plan Hidrológico Nacional (PHN) en la picota, ha enfrentado la opinión de las comunidades afectadas y ha conseguido romper toda la calma necesaria en las actuaciones en materia de medio ambiente. El PHN es la ‘solución milagro’ del PP a la escasez en la costa mediterránea. Es de prever que si ahora el PSOE se decide a replantearse todo el plan -de acuerdo a su reiterada negativa a la prioridad de los trasvases- y diseña otra política de aguas, el nuevo Gobierno de Zapatero tendrá que afrontar la oposición de esas manifestaciones que con el lema ‘agua para todos’ tenían todo a favor de sus intereses hasta justo antes de las elecciones.

El Gobierno tendrá que demostrar la bondad de la práctica del diálogo. Si no convence, quedará en la misma posición del PP: con más partidarios o detractores de su política en función de qué comunidad se trate. Aunque todo dependerá de la actitud de este último partido, que parece pretender que el agua siga siendo una baza electoral en los territorios, Valencia y Murcia, donde se mantiene fuerte. El PP debería entrar también en una vía de consenso para una nueva orientación de la política hidráulica, en la que converjan las posiciones de todas las comunidades autónomas y los científicos que han sido sistemáticamente ignorados por la Administración saliente. Sin embargo, tras el 14 de marzo, el deseable consenso va a tener una base evidente, casi irrenunciable, que al salir de las urnas, y aunque no guste, no podrá ser menospreciada: el PSOE se mantiene contrario a los grandes trasvases, y así parece que va a actuar desde el Gobierno. La prioridad será la actuación sobre la demanda y la racionalización de la oferta de agua allá donde haga falta buscando, en su caso, alternativas a los trasvases.

El PHN tiene los días contados en sus actuales planteamientos si se paralizan las costosas obras que las empresas constructoras ya iban a empezar para regocijo de los defensores del modelo económico basado en el ladrillo y el hormigón. Crear riqueza ha de ser un propósito compatible con la sostenibilidad ambiental. El desarrollo que venden los partidarios del ‘cojo el agua de aquí y la llevo para allá’ tiene tantos puntos débiles que cualquiera con un poco de visión a largo plazo se debería alegrar de que el PHN esté ahora en cuestión, después de que expertos de todo tipo hayan puesto en cuestión su filosofía desde que el PP lo propuso. El plan es ejemplo de falta de diagnóstico de la realidad y de los problemas reales del agua y carece de un planteamiento global de las necesidades de acuerdo con un plan de regadíos y con la ordenación del territorio. El trasvase se fundamenta en unos supuestos tan poco rigurosos que únicamente un debate dogmático y lleno de consignas como el favorecido por el anterior Gobierno ha permitido que no lleguen suficientemente a la opinión pública. Considerar fija la demanda de agua, dar prioridad al crecimiento de ciertas actividades en la costa o enmascarar el nivel de inversión pública comprometido han sido, en fin, algunos de los despropósitos.

Para encontrar a uno de los mayores conocedores del agua y las relaciones entre el medio ambiente y la economía no tenemos que ir muy lejos. Pedro Arrojo, profesor de la Universidad de Zaragoza y Premio Goldman 2003 de medio ambiente, viene demostrando últimamente que su estudio del PHN es bastante más exhaustivo que el que realizan sus propios autores. Al margen de las consecuencias exclusivamente medioambientales, Arrojo centra una crítica muy seria en el desastre económico que supondrían los trasvases atendiendo a los costes del proyecto y a la viabilidad de la explotación de la obra. Lo explica en el artículo «Los trasvases del PHN, una quiebra» aparecido en Cinco Días: si en una futura negociación con los usuarios el Estado no lograra vender el agua a un precio que cubra los costes, todo el proyecto desembocaría en una quiebra financiera. El diseño económico que ha hecho el ministerio es tal disparate que todos los contribuyentes deberían echarse la mano al bolsillo antes de afirmar lo estupendo que será para la solidaridad interregional costear estos grandiosos trasvases. Visto desde la perspectiva que se quiera, las grietas del PHN y algunos de sus efectos perversos resultan tan evidentes que la opinión favorable a la posición del nuevo Gobierno no podrá ser desdeñada como un pago a sus electores ‘antitrasvase’. La llamada ‘nueva cultura del agua’ podría terminar calando incluso en las zonas receptoras del agua del Ebro y donde es previsible que este giro produzca bastante oposición.

El espíritu de Vistalegre

Publicado en Uncategorized por el 28 de marzo, 2004

El Partido Popular convocó un acto en la plaza de Vistalegre a modo de ‘desagravio’. Escuchando las opiniones de algunos de los militantes que asistieron al mitin puede uno comprender por qué se ha hablado tanto de ‘desagraviar’, a pesar de que para la mayoría de los españoles el resultado de unas elecciones no debe suponer ofensa para nadie, sino que debe ser interpretado como la voz de un cuerpo electoral que se pronuncia sin interés oculto ni mala fe. Sin embargo, el mensaje que con toda lógica todo el mundo se ha lanzado a descifrar de las urnas es que José María Aznar no se ha ido por su propia voluntad: los ciudadanos lo ‘han echado’ mediante el castigo electoral a su partido, al igual que le ocurrió a Felipe González en 1996. Como eso contradice la firme convicción de sus partidarios de que Aznar ha sido el mejor presidente de España de -como mínimo- los últimos dos siglos y medio, el desagravio no tiene otro motivo aparente más que ése: resarcir a nuestro líder carismático por tamaña injusticia.

Hasta ahí bien, aunque el comportamiento del partido y de sus militantes se presta a alguna interpretación. Por ejemplo, cabría platearse si esa demostración de capacidad de convocatoria tras ser derrotados en las urnas no es más una muestra de debilidad que de fortaleza. Reunir a varios miles de militantes es fácil; hacerlo para contrarrestar el varapalo electoral denota una débil posición de los dirigentes del PP que para tomar decisiones complicadas necesitan darse antes un baño de masas. Da la impresión de que consideran prioritario mantener compacto el conjunto de sus votantes para a continuación tomar un rumbo que, sea cual sea, será cuestionado.

En octubre de 2002, los socialistas celebraron un mitin en Vistalegre que dio lugar a un ‘espíritu’ que animó las expectativas del partido durante unos meses. Aquel mitin sirvió para lanzar un mensaje de unidad del partido, a pesar de las numerosas voces que se contradecían todo el tiempo. Al menos dieron la imagen de que el liderazgo de Zapatero no lo ponía en cuestión nadie. La generación del relevo tuvo la autoridad suficiente para explicitar, en el momento en que se celebraban 20 años del triunfo del 82, la nueva memoria del pasado que reivindicaría el partido: orgullo por los años de gobierno socialista y autocrítica por los errores cometidos que les desalojaron del poder.

El PSOE necesitó cuatro años más y el derrumbe en las elecciones del 2000 para que se consolidara un nuevo estilo y madurara el relevo que tomó Zapatero. Si empezamos a trazar paralelismos con el actual PP, las diferencias son claras. Con un Aznar que no podrá irse nunca del todo, conviven dos ánimos en el partido. El ‘espíritu de Vistalegre’ del PP, a diferencia del que creó el PSOE, asume sólo a regañadientes el fracaso en las elecciones. El mensaje de unidad del partido no busca unir para el futuro sino hacer inquebrantable la unidad en torno al pasado: ni una crítica a Aznar o, lo que es lo mismo, la autocrítica queda desplazada de las prioridades del PP. El estilo que están demostrando es más el del ‘fantasma de Vistalegre’, el del líder que pretende seguir difundiendo rencor y dando lecciones a los demás, como ha hecho durante sus años de gobierno, a pesar de que critique justamente esa actitud de sus adversarios.

En vez de lanzar un mensaje positivo, el PP anda estancado en la ofuscación por lo ocurrido. Con una batalla contra el «poder fáctico por todos conocido» que le da un tono ‘antipolanquista’ sencillamente ridículo a las explicaciones de las últimas semanas. ¿Creerán que la gente se traga que quien finalmente decide unas elecciones es un grupo mediático? Quieren hacer del estilo de Rajoy y de sus decisiones como nuevo líder una continuidad de los tiempos del aznarismo. Pero no sé si dan cuenta de que esa oposición estaría contaminada por lo que ahora mismo prima en el PP: el espíritu de revanchismo porque les han ‘robado’ el poder. Mala cosa es decir que piensan en el futuro cuando no dejan de mirar al pasado.

Elecciones Andaluzas: Paisaje después de la batalla

Publicado en Uncategorized por el 24 de marzo, 2004

Gracias en parte al efecto ZP, los resultados de las Elecciones Andaluzas del 14 de marzo han emitido un veredicto aún más contundente que el esperado: el PSOE de Chaves obtiene mayoría absoluta con 61 diputados, el PP de Teófila se da un batacazo histórico con 37 diputados, mientras IU-CA y PA mantienen sus posiciones en 6 y 5 diputados respectivamente. El éxito de los socialistas es tal que nadie se resiste a felicitar a Manuel Chaves, ese líder al que pocos le auguraron demasiado futuro cuando en pleno felipismo tomó el relevo de Rodríguez de la Borbolla en la Junta. En estas circunstancias, si un presidente que despierta tan poco entusiasmo como Chaves logra estos resultados, toca preguntarse cuántos diputados no lograría un candidato del PSOE con carisma.

Más relevante que aventurar cómo serán los próximos cuatro años de gobierno socialista con mayoría absoluta resulta analizar qué rumbo va a tomar la oposición, y en concreto el principal partido de la oposición. La distancia entre PSOE y PP ha pasado de 6 a 24 diputados en el Parlamento Andaluz. Espectacular descalabro electoral de la candidatura encabezada por Teófila Martínez que se evidencia en los más de 18 puntos de ventaja que le ha sacado el partido gobernante. Visto así, lo mejor para el PP andaluz era que Rajoy perdiera las generales para poder compartir las penas y hacer menos doloroso el trauma postelectoral.

A diferencia del análisis previo al 14 de marzo que publicamos en estas páginas, el artículo que Ustedes están leyendo adopta un tono serio para poner sobre la mesa el problema planteado por la errática oposición del PP andaluz. Ocurre que la ironía con que manejábamos tópicos y realidades difusas para retratar el discurso de la oposición en Andalucía palidece ante los delirantes análisis de avezados comentaristas como Agapito Maestre, cuya mayor aportación al estudio de la política andaluza es la conocida tesis de «Andalucía como el problema de España» (sic). Así pues, considérense los párrafos que siguen un Servicio Público que, con toda la seriedad de la que es capaz su autor, brinda a los estrategas del Partido Popular. Analicemos las tres debilidades del PP en Andalucía:

Alternativa creíble: El PP no podrá postularse como alternativa creíble hasta que no se dé cuenta de que compite con el PSOE andaluz. No juega en un escenario complejo como el de la política nacional, sino en uno donde los socialistas muestran una enorme solidez y cohesión. Si hay cosas que la Junta hace mal, el PP tendrá que decir que lo hará mejor, y no hacer una oposición de la Señorita Pepis criticando cualquier aspecto de la gestión del PSOE con la esperanza de que la alternancia en el gobierno les caerá en suerte como regalo divino. La desastrosa oposición de los ‘populares’ explica los resultados obtenidos, derrota tras derrota, con el agravante de que los encargados de mostrar al electorado los frutos de esa labor de oposición son incapaces de convencer a nadie de que ellos serán un mejor gobierno que el actual. Sin partido que pueda exhibir méritos para postularse como cambio en la Junta, en Andalucía queda la duda: ¿cuál es el proyecto del PP andaluz? Está inédito. Antes tenían el aval de que ganaban en las ciudades y el PSOE supuestamente tenía un ‘voto rural’ -mentira sociológica de enormes proporciones-, pero ahora ni eso: los socialistas les han ganado en todos los sitios.

Factor humano: En el PP tienen conocidos alcaldes en seis capitales andaluzas. Alcaldes que son inútiles a la hora de fidelizar a sus mismos votantes en las elecciones autonómicas. Un partido que quiera ser alternativa no puede estar comandado por una tropa de dirigentes municipales. Tener a una alcaldesa -Teófila Martínez- de líder de la oposición y a un ministro en Madrid -ahora ex ministro, Javier Arenas– de líder espiritual es garantía de desorganización. La falta de solvencia que demuestran muchos de los políticos del PP que están en primera línea es proverbial. Y junto a bastantes impresentables, lo que les falta a los ‘populares’ para compensar es un plantel de políticos -como tiene el PSOE- que a lo largo y ancho de la geografía andaluza arrastre desde la cercanía de la política local a los votantes de centro. El liderazgo tendría que ostentarlo alguien que genere confianza en el futuro; nunca candidatos que han perdido dos o más elecciones. Ese candidato o candidata solvente que aún tiene que buscar el PP deberá, a continuación, hacerse con un equipo renovado que transmita un verdadero conocimiento de la realidad andaluza.

Discurso propio: Si en algo ha fallado el PP en la oposición es en articular un discurso propio que, además, no estuviera marcado desde Madrid. La presencia de Aznar en el Gobierno central ha proporcionado réditos al PP andaluz mucho menores al tremendo coste que ha supuesto una estrategia radicalmente equivocada con el electorado potencial en Andalucía. El principal sumidero de votos ha venido con la progresiva aparición en escena de un discurso reaccionario que ya parecía olvidado -plagado de los tópicos de siempre: la Andalucía ‘subsidiada’, ‘indolente’ y con poco apego al trabajo; la que tiene ‘miedo’ a cambiar y vive en una anormalidad democrática- y que algunos dirigentes del PP han alimentado. Casi han dado por asumido su papel marginal en cuanto a producción ideológica, al comerles el PSOE todo el terreno del centro, la modernidad e incluso el andalucismo. El PP tendría que crear un discurso autónomo para Andalucía que no estuviera subordinado a las consignas de turno que llegan desde Madrid. Es la imagen de partido descolocado en el tiempo y en el espacio la que más hace perder votos al PP. Y el problema no es que no ganen apoyos, sino que con esa estrategia van a continuar perdiendo votos irremediablemente.

El PP andaluz «como problema» es lo que debería decir Agapito Maestre, y no Andalucía como problema de la democracia española únicamente porque sigue confiando en el PSOE como partido de gobierno. El centro-derecha andaluz necesita una refundación para salir del hoyo en el que, con la ayudita de Aznar y sus secuaces, ha terminado tras el 14 de marzo. Si damos por fracasado el modelo de partido «unitario nacional» que ha seguido durante estos años el PP de Aznar, bien que podríamos aconsejarles a los militantes andaluces del PP que trabajaran por hacer de esa organización un partido tan autónomo, al menos, como lo es el PSOE andaluz del PSOE federal. Posteriormente, les queda la labor de mostrase ante el electorado como una alternativa. Con toda seguridad, si se alejan de las patochadas antidemocráticas de quienes llaman analfabetos y subdesarrollados a los andaluces por no votarles, los ‘populares’ tendrán terreno ganado para las próximas elecciones, o para las siguientes con un poco de suerte.

Quinielas

Publicado en Uncategorized por el 22 de marzo, 2004

Sus antecesores practicaban el hermetismo en la elección y posterior comunicación de quiénes serían los miembros de su gabinete. Por el contrario, Zapatero ha propiciado que a toda velocidad se empiecen a realizar quinielas sobre los ministrables. Y, a algo más de un mes de su investidura, ya tenemos varios nombres sobre la mesa que casi con total seguridad serán ministros y unos cuantos más que se pueden ir confirmando en las próximas semanas. Un nuevo estilo de gobierno, al parecer: la transparencia incluso en decisiones como esta. Circulan muchas quinielas; atendiendo a los nombres que más suenan, he elaborado la siguiente. Confirmado por Zapatero está el hecho de que habrá 16 ministros, la mitad hombres, la mitad mujeres:

José Bono (Defensa)
Pedro Solbes (Economía)
Jesús Caldera (Fomento)
José Antonio Alonso (Seguridad)
Juan Fernando López Aguilar (Justicia)
José Montilla (Industria)
Miguel Ángel Moratinos (Asuntos Exteriores)
Jordi Sevilla (Trabajo)
Carmen Calvo (Cultura)
Cristina Narbona (Medio Ambiente)
Magdalena Álvarez (Hacienda)
María Jesús Sansegundo (Educación)
María Teresa Fernández de la Vega (Presidencia)
María Antonia Trujillo (Vivienda)
Consuelo Rumí (Sanidad)
Trinidad Jiménez (Agricultura)

Sé que la inclusión de la última ministrable, por ejemplo, es tan solo fruto de una intuición. Pero sí parece bastante probable que algunos miembros de la actual Ejectiva del PSOE estén en el Gobierno: Cristina Narbona, Juan Fernando López Aguilar, Jordi Sevilla, etc. Más difícil es adivinar en qué ministerio. Del mismo modo, Carmen Alborch, Mercedes Cabrera y Carme Chacón también suenan, aunque no sabría decir para qué cartera las postulan. Elementos de la quiniela que cada vez cotizan menos serían Antonio Gutiérrez y Miguel Sebastián. Para terminar de confundir al personal y que cada uno se haga su propia quiniela, en la prensa se han podido leer otros nombres, como los que siguen: Micaela Navarro, Fernando González Laxe, Jesús Cuadrado, Fernando Lamata, Joan Clos, Francesc Antich.

El futuro de Rajoy

Publicado en Uncategorized por el 18 de marzo, 2004

Con la derrota del PP, me da la impresión de que más de un asesor de imagen debe de estar frotándose las manos. Han acertado. Nunca antes un político con barba había alcanzado el más alto cargo en el gobierno de un país occidental. Mariano Rajoy no ha sido la excepción que iba a romper esa regla. ¿Estarán condenados los candidatos a afeitarse antes de presentarse y hacerse la foto para el cartel electoral? No es por querer hacer leña del árbol caído, pero sí es cierto que la barba es un obstáculo para crear una imagen atractiva de un presidenciable. No inspira confianza esa barrera que oculta su rostro: la cara transmite a través de cientos de pequeños movimientos musculares muchas cosas más que un discurso. En este caso, además, el PP tenía muchas intenciones que ocultar relacionadas con la gestión de la crisis del 11-M. La barba quizás ha sido un símbolo de ello.

¿Tiene futuro Rajoy? Los españoles, según se dice, le han dado una patada a Aznar en el trasero de Rajoy. La prensa internacional, por otra parte, está reconociendo la verdad de estas circunstancias. El PP ha sido castigado, pero ¿también Rajoy? Posiblemente el actual sucesor dedocrático de Aznar tendrá que someterse con todas sus consecuencias al test de las elecciones europeas de junio. Tras esa fecha se espera que pueda haber un congreso extraordinario del PP. ¿Qué pasará de aquí a entonces? Está bastante claro que, por el momento, muchos dirigentes del partido y una buena parte de sus bases no asumen ni un error propio, ni siquiera de Aznar como se señala desde fuera. Están echando balones fuera acusando a quienes era previsible de cosas que nunca nos imaginamos iban a seguir resucitando. Hablan del 34: ¿será que están preparando el 36? La acusación, a su vez, de intento de golpismo al PP es una patraña que nadie se cree. Pero en el otro bando de los nostálgicos del ‘guerracivilismo’ no paran de repetir la palabra ‘golpistas’ para deslegitimar los resultados del domingo.

Hay mucha resistencia a la saludable y necesaria autocrítica que debería realizar el PP tras la derrota. Enric Sopena interpreta en un artículo de El Periódico que «da la impresión de que los votantes hubieran enviado a la dirección del PP el siguiente mensaje: o rectifican ustedes el rumbo o, si se empeñan en perpetuar, de un modo u otro, el aznarismo, sólo les aguarda el naufragio». A Sopena no le harán ni caso, claro. El impetuoso Jiménez Losantos decía esta mañana desde la trinchera que se ha cavado en la Cope al resguardo del Frente Popular que del enemigo sólo se espera «el consejo». El mal consejo para hundirte, quería decir el líder de las ondas. Enric Sopena titula su artículo «La hora de Gallardón». ¡Cómo se atreve! Losantos está que trina con esa posibilidad. De nuevo Sopena: «Es la hora, pues, de reconstruir una derecha dialogante y moderada. Es el tiempo de políticos como Alberto Ruiz-Gallardón. Aunque una operación de tal envergadura acabe comportando la creación de un partido de extrema derecha».

Cómo estará el patio para que muchos se den por aludidos con esta cosa de la extrema derecha. Depurar al PP de muchas de sus ideas más conservadoras supondría dejarlo en manos de la debilidad ideológica, piensan muchos: dejarlo en manos de Gallardón, por ejemplo. No sé qué pasará en el PP con su ideario y con el legado del aznarismo. Pero lo que me parece más relevante es conocer qué liderazgo tendrá el partido. Personalmente apuesto por Rajoy como líder de la oposición con perfil moderado. Sin embargo, se habla de las dificultades de la edad: ¿necesitan los peperos un relevo generacional? Javier Pérez Royo sostiene la tesis de que la política española tiene desde el final de la dictadura una necesidad insaciable de ir renovando continuamente a sus políticos. González, Aznar y Zapatero han llegado al poder siendo muy jóvenes. Rajoy podría ser demasiado viejo para 2008. ¿Tendrá que buscar el PP a una joven promesa para competir con la insultante juventud de ZP? ¿Será Gallardón?