Carod-Rovira en tres actos
¿Cuánto durarán los efectos colaterales de la crisis política de la reunión entre Carod y ETA? No es fácil predecirlo, puesto que la principal consecuencia se medirá dentro de cincuenta días en las elecciones. Si los resultados vienen determinados por lo ocurrido en estos dos días, el fantasma del desencuentro a tres bandas entre PSOE, PSC y ERC se jugará una buena pieza: más inestabilidad política en Cataluña y tarde o temprano elecciones anticipadas. Si no va más allá, ¿qué sentido tiene magnificar un único hecho convirtiéndolo en el centro de la campaña de las generales? Al margen de quienes se apuntan a la estrategia de la tensión, la crisis se ha resuelto razonablemente bien. Llevar al límite la importancia de lo que ha sucedido sólo beneficia a los partidos que preferirían unas elecciones marcadas por la jugada de Carod-Rovira, y esos partidos sólo son dos: ERC y PP. En los dos extremos abunda el interés por hacer del voto popular un refrendo populista a su visión cerril-nacional de contemplar asuntos con los que, como las cosas de comer, no se juega. Pero veamos la secuencia de los hechos:
Acto Primero. El líder carismático del partido llave en el gobierno de la Generalitat lleva a la práctica, de la peor manera posible, ese discurso vago e impreciso que ha sido machacado desde ciertos sectores con una palabra-fetiche: diálogo. Es decir, que si el ex ‘conseller en cap’ pretendía otorgar credibilidad a la demanda de una salida negociada al terrorismo de ETA, con lo que se ha encontrado es con una respuesta contraria pero esperable, contundente e inequívoca: lo que ha cometido es un inmenso error político. O en el mejor de los casos una ingenuidad; porque hablar está muy bien, pero con una banda de asesinos no se puede llegar a acuerdo alguno con la legitimidad de unos pocos votos y desde un cargo como el que ostentaba Carod-Rovira. La más o menos buena imagen que, a pesar de lo que representara, se podía estar labrando fuera de Cataluña está ahora por los suelos: ha pasado de político sagaz en la oposición a gobernante incompetente; de líder impetuoso a personajillo de opereta que actúa por vanidad y sin pensar en las consecuencias de sus actos.
Acto Segundo. Si Carod-Rovira admite que ha hablado con ETA, ¿cómo habría de responder el coro antinacionalista de los sectores mediático-políticos cercanos al PP? Acusando al PSOE de todo lo imaginable y más, hasta que rompa los acuerdos con ERC. Y después de llevarse por delante el gobierno catalán, los populares no estarían conformes hasta que Maragall fuera sacrificado en la plaza pública para evidenciar que los socialistas volvían al redil ‘nacional’. Utilizar esta crisis para señalar al electorado las ‘debilidades’ de Zapatero es casi obligado por parte de Rajoy y su tropa de ministros portavoces -no hay uno que se resista a hacer declaraciones al telediario- sobre todo porque las torpes reacciones del PSOE cada vez que le dan una puñalada trapera sirven a la perfección a la línea argumental del PP. El liderazgo de Zapatero, que ha quedado acreditado con la salida dada al problema Carod y la imagen transmitida de impecabilidad ética, será en cambio cuestionado como enmienda a la totalidad a la candidatura socialista. Ahora ya tiene la campaña hecha el PP: el PSOE no es que no sea alternativa de gobierno, dirán, es que es garantía de desgobierno, barullo y frivolidad. Y a ver cuántos de los cegados por el caudillismo pepero pican y nos votan.
Acto Tercero. El salvador de la paz desde el ‘diálogo’ ya tiene montado el show: su imagen, reforzada por la defensa de sus principios ante los suyos; su irresponsabilidad, a cargo de sus socios socialistas para que la administren. Carod-Rovira, el arrepentido, se ganó el cese y, por obra y gracia de la imaginación de la política catalana, se queda como ‘conseller sin cap’ hasta la salida definitiva para ir en las listas de ERC al Congreso. La deslealtad al acuerdo del gobierno tripartito es manifiesta, a pesar del ambiente favorable que Carod tiene la habilidad de crear a su alrededor en Cataluña. Sería preocupante que se mantuviera fuera del gobierno pero sin asumir ningún otro coste político: ¿no es cuestionado, no puede serlo, en su partido? Ahora pedirá un voto favorable a su persona en las elecciones, olvidándose de los asuntos de Cataluña y haciendo de éstas un referéndum sobre el diálogo con ETA. Sin ninguna animadversión previa hacia él, lo cierto es que actualmente se ve a Carod desde muchos puntos de vista como un tipo acabado políticamente. Pone en riesgo un gran logro de ERC, llegar al gobierno. Y después lo soluciona todo aceptando su cese para colocarse en el centro del circo electoral.
El gobierno tripartito ha estado en crisis por culpa de la estupidez en términos políticos de quien se ha creído representante de una mayoría cuando sólo tiene detrás a un grupo minoritario del Parlament. Está bastante claro a estas alturas que Carod ha actuado como si estuviera en la oposición, sin pensar en la continuidad del pacto. Lo cual deja a Maragall, paradójicamente, en posición reforzada al asumir el protagonismo de una presidencia de la Generalitat sin Carod. Con esta breve experiencia de ‘conseller en cap’, lo que ha demostrado el líder de ERC, a mi entender, es que el cargo le quedaba grande: su horizonte sigue siendo el de perfilar su imagen de firme opositor antagonista del PP, que viene siendo su objetivo más que el de promover la independencia. A estas alturas, no nos queda más remedio que creer que Esquerra tiene como deseo que el PP consiga la mayoría absoluta en España para poder crecer ellos en votos en Cataluña, aunque sea a costa de ser desleales con las instituciones catalanas.
El PP tiene ya un discurso más que maduro: ¿si son tan incapaces los socialistas de hacer nada bien, para qué se presentan? Rajoy no tiene rival. O el PP o el caos: o mayoría absoluta o muerte. Esa estrategia que los nacionalistas no rechazan en absoluto únicamente pretende una absurda polarización ¿Es ésta la campaña que nos espera? Hasta me podía dar igual quien ganara, pero he de decir que unas elecciones en que se diriman esencias nacionales y quién es más integro en defender su mismidad es muy aburrida. Si el PSOE consiguiera que, por fin, la vivienda, el estado de la economía, el medio ambiente o la educación se convirtieran en los temas centrales de la campaña, lo celebraríamos como obra de la intervención divina. No es para menos: conseguir que se debata de política y no de esencias es cada vez más una cuestión milagrosa en este país.
Decidida indecisión
En su columna de hoy, Manuel Alcántara juega con las miserias del mercado electoral y las comenta con el ejemplo de las viviendas prometidas por Rajoy, el hombre ‘no-sabe-no-contesta’. ¿Que hay indecisos? Pues a prometer con más brío y capacidad de persuasión. ¿El voto como subasta? Los dos candidatos van a aprovechar hasta la última oportunidad: «Cuatro de cada diez españoles todavía no tienen decidido qué van a votar el 14 de marzo. Claro que eso también puede enunciarse de otra manera, que también sirve para titular de un periódico: seis de cada diez españoles tienen decidido qué van a votar el 14 de marzo. Importa mucho la presentación de los hechos, tanto que a veces los transforma».
No sabría decir ahora mismo qué es más sorprendente. Siempre se anuncia a poco tiempo de las elecciones que “todavía hay muchos indecisos a los que convencer”. Pero también es cierto que los votantes tienen bastante claro qué van a hacer el día de las elecciones con independencia de lo que ocurra en la campaña. Habría dos tendencias a estudiar.
Por una parte, un sector mayoritario del electorado de cada partido es fiel como no podemos ni imaginar. Es la causa de que cuando se presenta una ocasión en la que el partido en el poder se merece un ‘castigo’, ese fenómeno apenas se dé en la práctica: lo dejamos para el ideal teórico de democracia madura que estoy dudando mucho tengamos como objetivo. Y por otra parte, en los últimos tiempos el voto se ha ido desprendiendo de la idea de compromiso político, lo que hace tremendamente promiscuo y cambiante al ciudadano medio. Es en este sentido en el cual la campaña, el aluvión de promesas insensatas y propuestas razonables, cobra vital importancia para decantar a la bolsa de indecisos hacia uno u otro partido mayoritario.
Tengo dudas acerca de qué modelo de votante es el que impera actualmente. Aunque también es posible que haya un poco de todo, incluso una especie de votante híbrido. Éste sería alguien que no se compromete con las ideas de ningún partido, que está dispuesto a hacer cotizar su voto en el mercado electoral, pero que en el fondo no varía su decisión ni un ápice respecto a lo que viene haciendo elección tras elección: votar siempre a los mismos -ya sean éstos unos, otros o los de aquel partido minoritario tan simpático.
Una de cal y otra de RSS
La aplicación de los avances tecnológicos siempre nos dará una de cal y una de arena. Empezando por la aportación escéptica, me encuentro vía Pensamientos Radicalmente Eclécticos con una columna de Paul Krugman en New York Times sobre el voto electrónico. Comenta JR: «Me gustaría conocer una buena razón, una razón de peso, para sustituir el voto tradicional por el electrónico, que tendrá sus desventajas y parecerá primitivo, pero es seguro. Por mi parte sólo veo peligros y manipulaciones en la implantación del voto electrónico, por no hablar del proceso complejo que significaría para algunas personas, sobre todo mayores, y la consiguiente intimidación». El artículo de Krugman abunda en datos y experiencias que ponen en duda que abandonar el papel sea la próxima revolución tecnológica a implantar en las elecciones: «Democracy in Risk».
Sobre el RSS, en cambio, parece que todas son buenas noticias: la sindicación de contenidos, poder leerlos y actualizarlos en un lector RSS y ahorrar tiempo a los cada vez más numerosos navegantes de la blogosfera son razones demasiado importantes para que una compañía como Blogger se quedara fuera. Así, me entero a través de Blogpocket de que las bitácoras que utilizan este programa, la mayoría alojadas en Blogspot, ya pueden crear un archivo para ser leídas en formato RSS. Blogger está mejorando algunas cosas desde que Google compró la empresa. No querrán quedarse atrás por el empuje de herramientas como Movable Type. Por mi parte, ya me he puesto al día con los dos blogs que mantengo en Blogspot: Posdatas tiene este archivo para RSS, mientras que El ladrillazo puede ser seguido sucribiéndose a este otro archivo.
Publicidad para las personas humanas
Está siendo, hasta el momento, uno de los capítulos más lamentables de la precampaña electoral: la propaganda -recurrente concepto éste, el de la omnipresente propaganda- pagada por el erario público para mayor gloria del gobierno del Partido Popular. Y lo peor es que da lugar a dos fenómenos muy poco recomendables para la brillantez del debate político. A un lado, los partidos de la oposición reclamando lo que es justo, puesto que la publicidad partidista realizada desde las instituciones democráticas rompe el principio de igualdad; pero protestando tímidamente porque aquí no hay quien se salve de las campañas de autobombo conforme se aproximan las elecciones. Lógica y normal es la respuesta, en este caso, del ‘y tú más’, aunque demasiado fácil. También es reseñable que a la oposición no debería interesarle armar mucha bronca por esta cuestión de los anuncios, como si acaso no pudiera plantarle batalla al PP en el programa electoral. Y al otro lado, como decía, tenemos otra reacción lamentable de los autores de esta batería de propaganda indiscriminada: «es una campaña informativa, no electoral», dice el ministrillo Zaplana. Así se entiende, con este concepto de ‘información’, que el PP esté tan satisfecho con la labor del jefe de los Servicios Informativos de la Tele del Partido, el audaz entrevistador Urdaci.
Cierto es que esta materia tan delicada de la publicidad oficial nos proporciona ejemplos de todos los colores. ¿Quién puede pensar que el PP es el único que se preocupa por ‘informarnos’ debidamente de sus logros en el gobierno? Antes de las elecciones de mayo del año pasado, no creo que quedara ayuntamiento, diputación o comunidad autónoma que no gastara su buena partida presupuestaria dedicada a publicitar las actuaciones realizadas durante la legislatura. Lo curioso es que parece como si no se acordaran de hacer los anuncios hasta que falta poco para ir a las urnas. Debe de ser que los estrategas de la propaganda oficial conocen bien el funcionamiento de la memoria del electorado: lo de hace un año, lo recuerda más o menos; lo de hace dos o tres, ni de coña. Esto da lugar, como es sabido, a que los gobernantes hagan lo que les da la gana el primer año de mandato porque las campañas de publicidad del último año de la legislatura ya se encargarán de borrar el mínimo recuerdo que pueda quedar en la mente del votante.
Al coincidir el 14 de marzo elecciones generales y andaluzas, se está produciendo la típica dualidad de discursos: lo criticado por unos en un sitio es lo mismo que lo denunciado por los otros en el otro ámbito. En la política autonómica, ha sido el PP quien se ha quejado del aluvión propagandístico. El PSOE de Andalucía debe de saber muy bien cómo medir los tiempos de ejecución de las partidas dedicadas a los anuncios de la Junta, porque resulta que en poco tiempo ha coincidido la emisión a través de los medios de tantas campañas como Consejerías existen, todas ellas resaltando los logros del gobierno autonómico con el famoso eslogan ‘Andalucía, imparable’. Llegado el día de disolución del Parlamento, eso sí, han cesado los anuncios, pues como bien se han dedicado a explicar desde la Junta, ellos cumplen con los plazos legales. Y ciertamente ahí es donde se ha suscitado la mayor polémica: la publicidad del Ministerio de Trabajo se ha emitido hasta un día después de convocadas las elecciones, lo que ha llevado a la Junta Electoral Central a pronunciarse y ordenar la suspensión de estas campañas en periodo electoral.
El despilfarro de dinero público, la tomadura de pelo que suponen para el ciudadano común y la desvergüenza de los políticos justificando la utilidad de esta propaganda encubierta dentro de la publicidad institucional, no dan lugar a la menor duda. No es insignificante, tampoco, la incidencia que tiene esta publicidad en una función que pocos reconocen: sirve para mantener a los terminales mediáticos de los partidos, a los que se subvenciona indirectamente en agradecimiento por la inestimable labor realizada en tertulias y telediarios. Los anuncios en prensa, radio y televisión cuestan una buena pasta, que sale de nuestros bolsillos para que nos enteremos, ni más ni menos, de cómo manipula el gobierno de turno la realidad de su gestión al presentárnosla en papel de regalo y edulcorada con las elegantes imágenes creadas por la agencia de publicidad de turno.
Este uso electoralista de los anuncios ha llegado a niveles insospechados, en esta ocasión, por obra y gracia del ministerio de Zaplana, que tendrá un presupuesto inmenso atendiendo a la cantidad de dinero que dedica sólo a publicidad. Se ha anunciado hasta la extenuación que con las pensiones “un año más, cumplimos”, cuando la subida que ha tenido lugar corresponde al complemento, obligado por ley, por la mala previsión hecha el año pasado del IPC a aplicar en la revalorización. Otra de las campañas se titulaba “Lo nuestro son las personas”, que también es coincidencia que se parezca mucho a aquel recurso utilizado en la pasada campaña electoral por el PP: “Por las personas”. Para que no cupiera duda alguna de la íntima relación existente entre lo que decía la propaganda oficial y el mensaje que transmite el PP, aparecía hoy en El Mundo una recopilación de frases utilizadas por Rajoy: «Lo que nos importa y nos interesa ante todo son las personas normales y corrientes», «Nuestro programa está dirigido a las personas», «Esas personas que hacen que España funcione todos los días». En definitiva, que lo mismo desde el gobierno que desde el partido tienen claro que su objetivo en política es el bien de las “personas humanas”. Y no como otros partidos, que a buen seguro se preocupan más de los animales o de las algas submarinas.
Gracias a todo este despropósito, de algo nos hemos enterado, además de que el PP es un partido para las personas humanas: la publicidad institucional no está permitida a partir del momento en que se convocan las elecciones. Con el tiempo, tampoco estaría mal que la legislación se adaptara a la necesidad de preservar un poco a los ciudadanos de tanta propaganda y de administrar con más respeto el dinero del presupuesto público. ¿Cómo? Prohibiendo campañas oficiales que no sean estrictamente necesarias un año antes de las elecciones. Cierto es que la medida resultaría de complicada traslación práctica porque, lógicamente, hasta que no se han convocado elecciones no se sabe cuándo serán las elecciones y cuándo empezaba a contar el periodo de aplicación. Pero el plazo de un año, con los políticos lejos de la tentación de despilfarrar el dinero público, no le vendría nada mal a esta democracia nuestra si en algún momento quiere considerarse madura.
La UE, de rebajas
Este año no va a ser muy tranquilo que digamos en la Unión Europea. Además de las elecciones a celebrar en algunos de los Estados, se está a la espera de los resultados en las elecciones europeas de junio y de la renovación de la Comisión. También será 2004 el año de la ampliación. Y, lo que es más importante, la nueva UE de 25 habrá de dotarse de una Constitución en los próximos meses. Con todo, lo más inquietante es la falta de sintonía entre esos señores que se sientan en el Consejo, jefes de estado y de gobierno, de los que depende el futuro de las instituciones comunitarias.
Una de las noticias más preocupantes de los últimos meses llegó en forma de recado a Romano Prodi. Se trata de un deseo expresado por los países contribuyentes netos de la Unión en el sentido de que se debería recortar el presupuesto comunitario al 1% del PIB, más de dos decimas por debajo del actual límite máximo. En el artículo de Fabián Estapé de este domingo en La Vanguardia, «Las rebajas de enero», el maestro de economistas lo explica de esta manera:
«La aportación de cada uno de los seis países que se distinguen en Bruselas por ser y actuar como contribuyentes netos –aportan en torno al 1,24% del PIB– nutre los canales de alimentación económica a través de los fondos estructurales, los fondos de cohesión, la PAC (política agraria común) y otras ayudas que han supuesto motivos de irritación en Alemania y Francia –y no digamos en Suecia– cuando concretamente el señor Aznar López decidió reñir a los alemanes y a los franceses diciéndoles que no habían hecho los “deberes”».
No le falta razón a Estapé, por la responsabilidad -bastante manifiesta, de hecho- de la actitud de gobiernos como el de España -formidable legado de los años de aznarismo- en el creciente recelo hacia las posiciones defendidas desde este gran país que salió del rincón de la historia para entrar en el olimpo de los Bush (no debemos olvidar los ‘grandes beneficios’ que nos prometió el hermano Jeb). El principal problema es que hay quienes se empeñan en regañar a los que se saltan el Pacto de Estabilidad a la vez que tiran con fuerza del presupuesto, no vaya a ser que nos quedemos sin nada de lo que consiguió traerse para acá el ‘pedigüeño’. De nuevo Estapé:
«Para ser exactos, en este clima de rebajas, les diré que Romano Prodi ha dado a entender a los contribuyentes netos que con un 1% del PIB se podrán hacer pocas cosas, y tiene razón, pero tal vez sea útil que los que cobran dejen de hostigar a los que pagan».
Consejo éste último que en La Moncloa no va a calar, me temo. Tenemos un presidente en retirada, que no para el hombre de recibir elogios por sus años en el poder (hasta el muy crítico y correoso entrevistador Urdaci creo que se va a rendir ante él en una entrevista en TVE), de modo que los consejos que reciba el candidato Rajoy irán también en la misma línea ya expresada por el líder: “cuidadín con el eje franco-alemán, y a conservar la independencia con Francia, que nos ha costado dos siglos conseguirla”. Las rebajas de la UE serán una mala noticia si finalmente se producen, pero los españoles no tenemos de qué preocuparnos: esa parte del PIB -una minucia, como quien dice- que recibimos de los fondos pagados por Alemania la podremos recuperar con los ‘beneficios’ de las aventuras orientales de Bush. España va por el buen camino, no lo olvidemos, a ver si no cómo se explica que tengamos aquí “43 millones de personas con un alto poder adquisitivo”. Somos un país rico, a pesar de que Estapé nos recuerde como colofón a su artículo por qué España va a ver este año una brutal convergencia de su renta per cápita con la renta media de la Unión Europea:
«Y todo esto (…) requerirá mayor atención y cuidado sumo en torno a la PAC, ya que en este año 2004 se produce un acontecimiento que ha sido contemplado, pero no analizado: la ampliación de los países que han de hacer de la Unión Europea un extenso conglomerado de 25 miembros, que, entre otras cosas, hará de España un país rico: a efectos estadísticos, claro está, ¿o qué se creían ustedes?»