La feroz canícula
Es tiempo de mudanzas, de eventualidades. ¿Ocasión para enterrar ilusiones o para cultivar propósitos? A pesar de la canícula, se notan nuevos aires aunque caldeados. La brisa reclama huecos por donde transitar. El descanso adquiere el valor de la catarsis. Desconectar es una virtud en el mundo online. Quién lo iba a decir.
Para que la red no se despegue de la temperatura social, echamos mano del ‘cerrado por vacaciones’. «Vuelva Usted cuando el pesao de turno afile de nuevo el lápiz y pase la hoja del diario». Mientras tanto, cada día que uno pasa lejos de estos cacharros infernales, contribuye a mantener el tiempo en suspenso. Miren la fecha de aquí arriba: así se va a quedar lo menos un par de semanas.
Acabo de instalarme en este rincón y ya me tomo un descanso. Pero es que la canícula feroz que sufrimos invita a plegar velas un tiempo. Seguir con la escritura del blog mientras estoy offline sería como intentar el pastoreo de un rebaño de cabras por correspondencia. Así que hasta aquí hemos llegado… de momento.
La España monolítica
Los malos españoles leemos El País, aunque algunos seremos malísimos porque no dejamos de mirar también el ABC para contrastar (o a la inversa). Donde más de un columnista me proporciona tales sobresaltos que después los pagan los lectores de este weblog con mis obsesiones. Decía que El País se ha convertido ya en referencia del ataque furibundo a España por el acoso a nuestro bien amado Ánsar que se evidencia en los titulares de hoy.
Por un lado, Montilla trata de demostrar el tándem perfecto que forma con Maragall en el PSC. En un artículo titulado «¿Quién protege a España de Aznar?», apunta hacia el porqué de la ‘obsesión electoralista’ que lleva al PP a criticar el autonomismo del PSOE: «la rentabilidad electoral de convertirse en defensor único y a ultranza de una España unida, unitarista, radial y centralizadora».
Y por otro, en una entrevista a Manuel Pimentel, afirma éste: «Aznar tiene un concepto de España monolítico y cerrado al pluralismo». Desde muy diversas posturas se llega a la misma conclusión. Todos estos años de gobierno no nos han dejado dudas.
Mientras tanto, la avanzadilla mediática del PP sigue hablando de lo importante que es tener una ‘idea de España’. Sinónimo de que la única idea de España válida es la del partido en el poder… Qué aburrido es todo esto de debatir la que llaman pomposamente la ‘cuestión nacional’; siempre ganan los mismos.
Aznar sucede a Ánsar
La ‘sucesión’ es un culebrón por entregas, y uno no sabe si los guionistas están en los medios que tanto aprovechan este tema de escasa relevancia política para llenar sus espacios o en la calle Génova. En el PP buscan una doble y arriesgada estrategia con el proceso, tan prolongado en el tiempo, de designación de nuevo candidato a las generales: que hablen de uno, aunque sea mal, y así mientras tanto no se preocupa la gente por otros problemas; y que se opine todo lo que haya que opinar, porque al final se confía en que la brillantez de la elección dejará con la boca abierta a todos y al candidato en una rampa de lanzamiento inmejorable por la prevista expectación. Será en otoño, como sabemos, y cada vez con mayor intensidad parece que no hay asunto más interesante, más lleno de incertidumbre, que la ‘sucesión’.
El que elegirá será Aznar, por eso estamos inmersos en un lenguaje sucesorio casi como el de una monarquía hereditaria. La rareza radica en que, hasta llegado el momento, todo será escrutado por los ‘aznarólogos’. Porque lo que son pistas fiables, no piensa dar ni una. Menudo es él, que ya que tiene el privilegio de controlar los tiempos y hacerse suceder como emperador ‘pepero’, disfruta todo lo posible con los nervios que está haciendo pasar a cuantos están en el grupo de elegidos. Rato, Mayor Oreja, Rajoy, Gallardón… ¿Son estas opciones, y las demás con las que se especula en la prensa, equiprobables? Un dato más ha venido a iluminar las difíciles apuestas en el que llaman ‘hipódromo’ del PP: el sucesor será el candidato al mismo tiempo que Aznar sigue dirigiendo el partido hasta 2005.
Lo han contado y, qué casualidad, estaba el ‘presi’ de viaje por El Salvador. Como suele ocurrir, el gran líder ha querido explicarlo pero sin darle mayor importancia, ¿será que los periodistas son unos metomentodos? Claro que sí, y muy cotillas, y no es porque desde Génova les lancen carnaza cada cierto tiempo para mantener vivo el ‘tema’ en las tertulias. Sin embargo, saltó la noticia: ¿bicefalia en el PP? ¡Bicefalia, concepto maldito! Tanto que Ánsar (en su calidad de líder mundial, hay que llamarlo por su nombre) ha explicado que habrá en efecto dos ‘cabezas’ pero no «elementos de bicefalia». Es decir, que la nueva cabeza visible será el otro, al mismo tiempo que él sigue controlándolo todo. Qué papel, si no es el de ‘supervisor paternal’, podemos imaginar que tendrá Ánsar respecto al próximo líder del PP.
La elogiable decisión de retirarse tras dos legislaturas en el poder, es definitivamente una fuente de incertidumbres, críticas y ¿división? en su propio partido, aunque más bien alimentadas fuera de él. Como maquinaria de poder, el PP se sentirá satisfecho si consigue el objetivo de volver a ganar las elecciones. Si no ocurre así, rodaran cabezas. O bicefalias. Porque está claro que Aznar quiere seguir estando ahí: con una derrota, asumirá el fracaso de su elección personal de corte cesarista; con la victoria, mantendrá la influencia sobre el nuevo gobierno. Para ello, tendrá instancias de sobra: al principio, seguirá al frente del partido, y después vendrá el retiro en FAES. Así el líder mundial Ánsar cede el testigo a Aznar, el humilde y el generoso, que no aspira a perpetuarse en el poder (de momento)… Nada menos que el ideólogo de la nueva derecha española, y europea. ¿Quién dijo que el proceso de sucesión iba a ser muy complicado?
La canción del verano
El verano pasado fue el «Aserejé», desde la promoción que le hacía Jesús Quintero en su programa de Canal Sur hasta el éxito internacional de las Ketchup. Pero este año no hay canción indiscutible. ¿Será un efecto más del ‘top manta’, como dirían en la SGAE? ¿O señal del cada vez más reducido poder de cada medio de comunicación por separado para imponer su elección? Los de OT no acaparan ya tanto, a pesar de la publicidad gratuita -competencia desleal- que les realiza TVE. En la misma cadena pública, censuran al grupo Las Niñas por su «Ojú» (mezcla de rap y crítica política)… Síntoma de que las cosas en el ente, bajo la dirección del solícito José Antonio Sánchez, van como deben ir.
No es difícil confeccionar una canción para el verano, con un ritmo convencional, la consabida letra insustancial y una pizca de mercadotecnia. Pero este año no sé quién ha elaborado la pieza que hace más juego con el toldo del chiringuito. ¿Qué fue de Georgie Dann? ¿Cuál es la canción del verano?
A vueltas con el déficit
¿Se convertirá en costumbre? Escribo el domingo sobre un determinado tema en el blog y el lunes aparece destacado en varios medios de referencia. ¿Tanta capacidad de influencia habrá adquirido el universo de las bitácoras? No, en realidad es una curiosa coincidencia en relación con el artículo que escribí para Posdatas sobre la cuestión del déficit público en la UE. Es un asunto algo alejado de las primeras planas de los periódicos, pero que está de constante actualidad y se le presta notable atención cada cierto tiempo cuando se reaviva la ya clásica disputa en torno a la flexibilización de los términos del Pacto de Estabilidad. En el otro blog, como podrán leer, abordo la necesidad que tienen varios países de aplicar medidas para evitar la recesión, lo cual les lleva a olvidarse por completo del equilibrio presupuestario.
Pues bien, el lunes editorializaba el diario Cinco Días sobre los peligros del déficit cero; en El País el editorial hablaba de flexibilizar el Pacto; y en LPD se ponía sobre la mesa la disyuntiva sobre la conveniencia o no del déficit para mejorar la economía mediante este artículo de Guillermo. Mientras los medios de Polanco metían el dedo en el ojo al gobierno por lo que yo llamo la acendrada fe en la ‘pureza presupuestaria’ (que les hace defender con entusiasmo la ortodoxia del déficit cero en la UE aplicando, para dar ejemplo, los rigores oportunos en la elaboración de su política de inversiones), la referencia de LPD plantea oportunamente por qué no se consideran prioritarias, frente al déficit cero, muchas de las políticas estructurales que necesita la economía española. Hay varios niveles de debate:
– El escollo que representan las autoridades económicas empeñadas en el equilibrio de las finanzas públicas dentro de unos tres o cuatro años, se materializa en estos momentos en la virtual atadura de pies y manos que sufren Francia o Alemania al no poder manejar políticas fiscales adecuadas para evitar la recesión sin incumplir con ello los límites que marca el Pacto de Estabilidad. Naturalmente, éstos y otros países están ya con más déficit del permitido, y cualquier maniobra que tratara de evitar tal pecado a ojos de los adalides del equilibrio no haría más que empeorarlo todo. La flexibilización no tiene vuelta de hoja, y por fin se eliminará tal rigidez incomprensible en los criterios de estabilidad.
– Por otro lado está la idea de que, además de para reanimar una economía, el gasto público es necesario en estos momentos para garantizar la convergencia real en el marco de la economía europea. Al mismo tiempo, puede ser deseable mantener equilibrado el presupuesto público; pero en unas circunstancias como las actuales es cada vez más evidente que mantener el objetivo de déficit cero a toda costa es un tremendo error. Decía el editorialista de Cinco Días: «¿Puede España, cuyas infraestructuras, gastos en I+D, ayudas sociales y Estado del bienestar, están muy por debajo de la media europea, mantener el déficit cero a rajatabla? ¿Hay razones económicas para insistir en una política fiscal que va en contra de la actual fase del ciclo?».
– Finalmente, este gobierno como cualquier otro debe ser juzgado por qué política de inversiones se decide a realizar. Los problemas estructurales de una economía como la española no son como para obviarlos con el manto del discurso simplista de que si el PIB crece, todo va bien. En ese sentido, cualquier doctrina de déficit cero que no contemple las implicaciones de la productividad y la capacidad de generar bienestar social, puede ser perjudicial. Porque olvida las necesidades reales de los ciudadanos. Gastar ahora para construir los cimientos del crecimiento futuro, en suma.
En el terreno europeo, la construcción de infraestructuras podría actuar como suma de inversiones en favor de la integración y como gasto público anticíclico. Aunque, como señalaba Manuel Conthe el domingo en las páginas ‘salmón’ de ABC, las Redes Transeuropeas de Transportes impulsadas desde 1993 se han quedado en un proyecto apenas iniciado. Sería interesante por tanto retomar también la idea de las infraestructuras públicas transnacionales para, entre otras cosas, dinamizar la economía.