.patriauna:Ser, son tres puntos*

Lo adelantó Víctor, uno de nuestros bienhallados lectores, sobrará con «el hijo de un minero haciendo pareja con el hijo de un guardia civil» si en su día bastó con «el hijo de un perfumero y un enano llamado Eloy para triturarlos». Y todo salió más o menos como adelantó esta casa. Casi, casi un Yoyalodije en toda regla. Dijimos que les superaríamos por Agger, el central decorador de interiores, haciendo uso del minero. Pero no fue así, Luís empleó la Mancha Conection. Un albaceteño asiste a un Toledano hijo y nieto de picolos. Fútbol total. Riesgo a tope, pues los manchegos, a priori, lo tienen todo para disecar a un decorador, pero ojo, que como un machego te salga rana la has jodido. Obsérvese a Almodóvar, achaparrado, moreno calé y con tez de tabernero, resulta que es nuestro homosexual más internacional. Y dirá Usted ¿qué clase de chorradas son éstas? Pues chorradas al uso para no hablar del partido, porque, qué pasa, qué quiere ¿hacer llorar al Niño Jesús?

El mayor disgusto que nos ha dado Luís Aragonés no fue la tortuosa clasificación para el Mundial ni la inclusión del melanoma Raúl González en la lista de convocados para el campeonato. Fue salir a jugar sin bandas contra Vieira y Makelele, los dos mejores medio centros defensivos del mundo, al menos los dos medio centros defensivos titulares de los clubes campeones de Italia e Inglaterra, que son dos de las tres mejores ligas del mundo. Como novedad, e incluso como rectificación, la selección presenta ahora como diferencia un extremo. Se llama Silva. Gracias a él y a una pareja de delanteros sin igual, nuestro centro del campo pareció, durante un ratito, que estaba formado por jugadores profesionales. El espejismo duró cuarenta y cinco minutos justitos y dando las gracias a un defensa danés enajenado mental que se expulsó. La segunda parte, en cambio, lucía como un Lermeño – Wisconsin All Star.

Pero que nos coman el nacle. Sacamos los tres putos. Lo importante. Por esta casa, mientras ganen, que jueguen mal, peor, deleznable: nos la sopla. Sólo queremos la Victoria. Y si llega dejando un reguero de sangre, pues mejor que mejor.

Paradojas te da la vida, paradojas te da el amor

En esta situación, con brisilla a favor, ahora que deberíamos ir consolidando un equipillo, ahora que no están ni Raúl ni Salgado para dar por el culo, resulta que nos diagnostican cáncer de entrenador. Luís está y ha estado sometido a una presión importante pues, como todo el mundo sabe, la selección nacional recibe un trato histérico por parte de los aficionados y la prensa. Como el hombre tuvo a bien mentirnos en la jeta a todos y no abandonar su cargo tal y como adelantó que haría de no llegar a las semifinales, la presión le asfixia. Como la Federación es una casa de putas y como éste seguramente sea el último trabajo profesional que desempeñe Luís en lo que le queda de vida, al de Hortaleza el estrés le ha superado. Y como ser humano que es, pues se quiebra. Ahora, ante la adversidad, se parapeta en los jugadores. Acusándoles y culpándoles, pero como Arnold Schwarzenegger en Desafío Total, cogiendo a un viandante a la fuerza para que la policía le cosa a tiros con él detrás, agazapadillo y devolviendo el fuego.

En Suecia fue Puyol. Ayer Alonso e Iniesta. Obviamente, cuando se dice que la selección no sabe competir, es responsabilidad primera y última del seleccionador. Se trata de un factor psicológico que ha de manar de él. Si contra Francia ya planificó el partido poniendo en duda sus facultades mentales al sacar a todos los cromos, aupado tal vez por la prensa, la ilusión y El Koala -mala predisposición para pelear a cara de perro- cabrear a los jugadores -encima, sobre los que articula su sistema- en poco o en nada va a ayudar a sincronizar un pulso colectivo. Pero en fin, el que sabe de fúmbol es él.

El miércoles contra Islandia nos lo volvemos a jugar todo, porque no es broma lo de que nos quedan ocho finales. De ganar, seguiríamos fuera de los puestos de clasificación hasta junio, que se reanudan las hostilidades, y tenemos tres partidos fuera seguidos bastante fáciles: Letonia, Liechtenstein e Islandia. Que habrá que superar sí o sí y, al tiempo, rezar para situarnos en ese segundo puesto que actualmente usurpa ignominiosamente Irlanda del Norte, no contenta con exportar el batasunerío a nuestro país.

Qué pena, de verdad, qué pena qué pena qué pena

El sábado tocó en Madrid el grupo Journey. Para el que no esté versado en la materia, se trata de una americanada de ochenta pares de cojones. Estos buenos padres de familia que acuden religiosamente a recintos deportivos los fines de semana, al tanto de la actualidad del país donde tocaban, salieron con camisetas de España ejecutando a guitarrazos la Marcha Real, el himno de nuestra nación inmortal. Pues nada, nos dicen nuestras fuentes que buena parte del público ¡se ofuscó! ¡en Madrid! ¡en la capital del Reino!

En fin, habrá que pensar que el respetable encontró el gesto insincero.