.hlvs:Victoria sí, de evasión ni hablar*

“A los jugadores que murieron con la frente en alto ante el invasor nazi”, reza la leyenda en la estatua en las inmediaciones del estadio Lobanobsky de Kiev, donde hace sesenta y cinco años unos hombres llevaron hasta las últimas consecuencias, más allá de lo que jamás un futbolista podría haber imaginado, la máxima “hasta la Victoria siempre”. Muchos de los lectores de esta bitácora habrán videado Evasión o Victoria, un clásico de John Huston sinopsizable en algo así como: Michael Caine, Pelé y otros infraseres que engordan la población reclusa a costa del erario público alemán se enfrentan en París a once personas normales alemanas que, circunstancialmente, son militantes del partido nazi, en un torneo de verano en 1943 que tiene como premio, caso de no ganar los jóvenes arios, el fusilamiento inmediato del triunfante equipo multikultural. Al final (ojo, spoiler), ni chicha ni limoná: empate, ni rastro de prórroga, invasión del campo, Stallone –pese a detener un penalti- descubre que su vocación deportiva es el boxeo y el resto de los jugadores se olvidan de volver a la trena, disimulados entre el público.

Menos lectores serán, seguro, seguidores del grupo castellano de música moderna Núcleo Terco, que en su disco “Abriendo Fuego” dedican una canción, “Verano del 42”, a los mismos hechos que inspiraron el videoclip buenrollista, precursor de los resúmenes del Plus, del director norteamericano pero, eso sí, con un tono sutilmente distinto:

“Hace años, en Kiev, me contaron por qué los jugadores del Dinamo habían merecido una estatua. Me contaron una historia de los años de la guerra, Ucrania ocupada por los nazis. Los alemanes organizan un partido de fútbol, la selección nacional de sus fuerzas armadas contra el Dinamo de Kiev, formado por obreros de la fábrica de paños, los superhombres contra los muertos de hambre. El estadio está repleto, las tribunas se encogen silenciosas cuando el ejército vencedor mete el primer gol de la tarde. Se encienden cuando el Dinamo empata, estallan cuando el primer tiempo termina con los alemanes perdiendo 2 a 1. El comandante de las fuerzas de ocupación envía a su asistente a los vestuarios, los jugadores del Dinamo escuchan la advertencia: “nuestro equipo nunca fue vencido en territorios ocupados” y la amenaza: “si ganan , los fusilaremos!” Los jugadores vuelven al campo, a los pocos minutos, ¡tercer gol del Dinamo! el público sigue el juego en pie y en un solo y largo grito ¡cuarto gol! El estadio se viene abajo. Súbitamente, antes de la hora, el juez da por terminado el partido, los fusilaron con los equipos puestos en lo alto de un barranco”.

Dicho esto, lo cierto es que ambas historias son falsas. Tanto la cinematográfica, como la musicada por estos jóvenes multikulturales y solidari@s. Aunque bueno, lo segundo tiene una disculpa: fue la versión oficial de la Gloriosa Unión Soviética hasta hace pocos años (y, para los que no sabemos ruso, de la que Eduardo Galeano se hizo eco en el capítulo “La pelota como bandera” de su libro “El fútbol a sol y a sombra”), y en esta casa no somos historiadores ni demasiado tiquismiquis cuando se trata de estas cosas, amén de seguir a pies juntillas aquello de que la verdad no te joda una bonita historia.

Pero la verdad verdadera, ante la falta del acta arbitral del partido o de una grabación del Carrusel Deportivo de Radio Kiev del domingo 9 de agosto de 1942, es que el FC Start, un equipo formado por antiguos futbolistas de la ciudad de Kiev, derrotó por 5 a 3 a un combinado de la Luftwaffe alemana que competía bajo el nombre de Flakelf. Como igual de verdad es que hoy, si visitáramos Kiev, descubriríamos que en los alrededores del antiguo estadio se erige un monumento que honra a aquellos héroes soviéticos. Y oigan, aunque últimamente se ha devaluado un poco esto de las estatuas en los estadios –si no de qué iba a tener Lopera un busto-, algo gordo tuvo que pasar en aquel partido para que, sesenta y cinco años después, se siga venerando al FC Start hasta el punto que su historia es enseñada en las escuelas.

La convocatoria de Schlinder

En esta casa, donde la dialéctica hegeliana es una herramienta de uso tan común como el ratón del ordenador, es complicado situar el inicio de la historia, ya que la lucha entre el Bien y el Mal casi nos remontaría hasta el mismísimo Big Bang, y tampoco se trata de eso, así que, para acotar un poco el tema, nos situamos en el año 1941, en plena Segunda Edición del Campeonato Mundial de Ejércitos Nacionales, con la Werhmacht alemana machtando, como su nombre indica, desde el mes de junio sobre la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, concretamente sobre la República Socialista Soviética de Ucrania, ocupando Kiev, la capital, el 19 de septiembre.

Tras dos años de guerra, y rebosantes ya los campos de concentración de la Europa Central por culpa de un problemilla que, anunciaron, al final tendría solución, los nazis deciden convertir Ucrania en algo parecido a una colonia penitenciaria, liberando a prisioneros de guerra, un gesto magnánimo matizado por la nimiedad que ni se les dejaba trabajar ni tampoco vivir bajo techo. Entre estos libertos, algunas de las estrellas del Dynamo de Kiev que había maravillado a Europa, liderados por el Casillas de la época: Nikolai Trusevich.

Trusevich declaró a RBBE: “agua, comida, por favor”.

Por suerte o por desgracia, Trusevich se cruzó con Josif Kordik un panadero ucraniano –y pueden imaginar qué significaba ser panadero en un momento como aquél, poco menos lo mismo que tener un estanco en el franquismo- fanático del fútbol que, todo magnanimidad –es un decir- le ofreció un modesto empleo. A él y a otras antiguas estrellas de la ciudad, también condenados a la indigencia. Pero Kordik no necesitaba obreros, sino una atracción de feria privada, y así, en el patio trasero de la Panadería nº 3 nació el FC Start, un equipo de jóvenes comunistas para mayor goce de un colaboracionista alemán.

La Liga de las estrellas…y las esvásticas

Y en el caos de aquel verano del 42, un atisbo de normalidad: una liga de fútbol. Nada que no hicieran ya en Roma a su modo, es cierto, y que no pase hoy en día, que con un clima guerracivilista en el país, el fin del petróleo al girar la esquina o el inminente choque de civilizaciones, nosotros hemos decidido abrir una bitácora sobre fútbol. Aparentemente el fútbol (nos) distrae de aquello realmente trascendente que merecería nuestro interés, pero ya advertiría Bill Shankly que el fútbol no es una cuestión de vida o muerte, sino algo mucho más importante, y lo es hoy y lo fue todavía más en la Ucrania ocupada de 1942.

Cinco equipos (cuatro representantes de los ejércitos ocupantes –entre ellos el Flakelf, de la Luftwaffe- y el Rukh, formado por colaboracionistas) se alistan en esta particular versión de la Liga de las Estrellas y Kordik no perdió la oportunidad para apuntar a los chicos de la panadería, el FC Start. Pero Trusevich tenía otra idea de por qué era necesario participar: “No tenemos armas, pero venceremos en la cancha a los fascistas bajo los colores de nuestra bandera”.

Cuando al fútbol jugaban Hombres

La normalidad impuesta a balonazos iba a tener efectos no previstos: en el primer partido el Start, vestido con el rojo de la bandera de la Patria, goleó por 7 a 2 a los colaboracionistas del Rukh, que imploraron a las autoridades nazis que trasladaran los partidos del Start a un viejo estadio de menor capacidad, en una interpretación libre de aquello que “ojos que no ven, corazón que no siente”. El estadio se seguía llenando semana tras semana para ver a los chicos de Kordik, equipados gracias a la caridad de la gente, que terminaron su particular Tour de Force invictos, con 43 goles a favor y humillando a los invencibles del Flakelf por 5 a 1 en el último partido. Bueno, lo de que un 5 a 1 es un resultado humillante es, en realidad, una valoración del que esto escribe, pues la prensa independiente del momento puso las cosas en su sitio: “a pesar del resultado, ambos equipos estuvieron parejos”.

Pero a fe de Dios que los jóvenes aviadores arios no tenían un buen perder y no compartían tal punto de vista: podemos imaginar todavía la rojez de la cara congestionada del oficial de turno escupiendo entre dientes a escasos centímetros de la cara de Kordik algo como “esto no va a quedar así” (en alemán, en el original). Y no quedó así: sólo un par de días después la ciudad amaneció empapelada anunciando la revancha para el 9 de agosto en el estadio Zenit.

El miedo escénico avant-la-lettre

 

A siete columnas, se lee bien clarito: «A por ellos, oé»

Aquel partido no iba a ser un partido cualquiera. Tampoco iba a ser el último, aunque queda más romántico pensar que sí lo fue o, por lo menos, que fue el inicio del fin. En un estadio Zenit lleno hasta la bandera, con unos cuantos nazis ocupando las tribunas como los viejos patricios romanos y otros muchos nazis armados vigilando de cerca la plebe ucraniana que abarrotaba las gradas y que a esas alturas ya había convertido al Start en símbolo de la resistencia, el equipo ucraniano saltó al campo obligado a saludar a sus rivales según las costumbres al uso. Y lo hicieron: levantaron el brazo justo antes de golpearse el pecho y saludar a la manera soviética, para añadir un poco más de tensión, si cabía, a un partido que dejaría en mero amistoso una promoción de ascenso Osasuna – Sevilla.

Puede que la presión ambiental atenazara a los ucranianos, puede que incidieran en algo los refuerzos profesionales que el Flakelf había incorporado a su alineación, puede que el arbitraje fuera un poco parcial y permisivo con el juego brusco de los alemanes –esto del arbitraje es también una suposición de quién esto escribe, porque claro, que el árbitro llegue al estadio vestido con el uniforme de las SS no nos permite inferir una falta de objetividad en el desempeño de sus tareas, como tampoco podemos malfiar si el primer gol alemán es marcado después de que estos dejaran a Trusevich sin conocimiento- pero el hecho cierto es que el Flakelf conseguía adelantarse en el marcador. El gol en contra desperezó a los rojos del Start que remontaron, con el ariete Kuzmenko a la cabeza y se fueron a la caseta con 3 a 1 a favor, empujados por sus enfervorecidos camaradas.

Y si las gradas eran un hervidero, también lo fueron los pasillos durante el descanso: un oficial alemán, como un Valdano o un Gil y Gil cualquiera, bajó a los vestuarios pero no para aleccionar al árbitro, sino para hablar con los jugadores del Start, eso sí, siempre en un tono que destilaba caridad cristiana por los cuatro costados: “piensen en las consecuencias de sus actos”. Tanto amor por la responsabilidad individual se podría traducir por el clásico “usted no sabe quién soy yo” o, mejor, por “si ganáis os fusilamos”.

Pero poco más a perder tenían los ucranianos, así que en la segunda parte, con el ambiente más enrarecido en las gradas y alrededor del estadio, el partido siguió su curso y los chicos del Start no dieron su brazo a torcer. No sólo eso, sino que trenzaron una de las jugadas más grandes de la historia del fútbol, de la que sólo ha quedado constancia escrita: Aleksei Klimenko, partiendo desde la defensa, sorteó con un regate tras otro a toda la guarnición alemana, incluido su portero, y cuando encaró el arco desprotegido, en lugar de anotar el sexto gol para los suyos, dio media vuelta y regresó a su terreno de juego. El gol de Klimenko, como el de Pelé, tuvo muchísima más trascendencia así, que si lo hubiera marcado: el árbitro suspendió el encuentro, en las calles colindantes hubo conatos de revuelta y los jugadores del Start rubricaban su propia condena.

Partido a vida o muerte

 

 “Sonreíd y recordad: lo que pasa en el campo, se queda en el campo…”

Una semana después, disputaban un nuevo encuentro. Lo que pasó después del partido contra el Rukh (al que derrotaron, de nuevo, por 8 a 0) queda algo confuso, aunque en el fondo todas las fuentes coinciden: la Gestapo asalta la panadería de Kordik y traslada a nueve jugadores del Start al campo de Stiretz acusados de sedición, excepto a Korotkykh, acusado de ser un agente soviético y a quien revientan los sesos in situ. De los ocho restantes, cuatro serán asesinados de manera selectiva y con intención ejemplarizante en Siretz. Trusevich, el cancerbero, que con su encuentro casual con Kordik había propiciado los hechos, decidió morir fiel a su leyenda: con su camiseta de portero puesta ante el pelotón de fusilamiento, enfrentando su última pena máxima, que blocó sin necesidad de mucho aspaviento. Los supervivientes que alcanzaron a ver la liberación soviética malvivieron escondiéndose de Stalin hasta que fueron rehabilitados en la década de los sesenta, cuando la veneración popular ya no hacía peligrar la versión oficial de los hechos.

Ni fue en París, ni en el 43, ni fue el Dinamo, ni tampoco fueron fusilados al acabar el partido con el puño en alto en un barranco, ni falta que hacen recreaciones de los hechos según conveniencia. Aquellos héroes que Huston no se atrevió a ejecutar, y que otros han convertido en un mito, reclaman hoy, en honor de la Verdad, su nota al pie de la Historia. Porque hubo una vez en que el fútbol no fue la sublimación pacífica de la guerra, sino que fue la guerra misma, y catorce jóvenes ucranianos anticiparon tres años el resultado final del enfrentamiento en el auténtico triunfo de la voluntad.

Trusevich, Klimenko, Sviridovsky, Sukharev, Balakin, Gundarev, Goncharenko, Chernega, Komarov, Korotkikh, Putistin, Melnik, Timofeev, Tyntchev: ¡gloria y honor a los héroes socialistas!



19 Comentarios en “.hlvs:Victoria sí, de evasión ni hablar*

  1. víctor Dijo:

    Joder, Álves, qué epiquez. Y qué bien traído todo.
    ‘…enfrentando su última pena máxima, que blocó sin necesidad de mucho aspaviento’
    Sós Gardel, loco.

  2. RBBE Dijo:

    !Jodó! El artículo no es de Álvarez… !pero has ido a destacar una de las dos únicas frases que él ha modificado!

    ¿Qué eres? ¿Su hermano gemelo? ¿Su novia? Serás su madre, o algo, porque este ojo clínico no se consigue así como así…

  3. alvarez Dijo:

    ¡El artículo es de la Delegación de Cataluña! Para la próxima etapa pondremos firmas o algo, ya veremos.

  4. el de la 13 Dijo:

    La Delegacion Catalana kicks ass. El socialismo Kicks ass.

    Esta no era una pagina filonazi?

  5. el de la 13 Dijo:

    Como el autor es un catalan cateto que por culpa de la educacion de la Generalitat no sabe mas lengua estrangera que el valenciano, aclaro: kicks ass significa que mola mucho mas que los demas.

    La frase final me ha puesto en pie. Punyo enhiesto.

  6. víctor Dijo:

    Humildemente creo que no deberíais firmar a los textos. La rúbrica genérica ‘RBBE’ da un tono de prestigio, de altruista dedicación al lector (juas juas) por encima de vanas egomaquias. Como The Economist, qué cojones.

    Por otro lado, mola el ejercicio lector de ir pillandoos el truco a cada uno.

  7. víctor Dijo:

    (Permíteme un truquito tipográfico de español en tierra de infieles, amigo De la 13:

    AltGr 4 + n = una EÑE como un sol de Castilla de hermosa. )

  8. alvarez Dijo:

    Pregúntome, en el monolito ¿Qué lance del juego han esculpido? Parecen acongojados en la barrera según tira el Mihailovic de la Lutwaffe.

  9. RBBE Dijo:

    Suscribo a Víctor en lo de las firmas pero, sobretodo, en lo del prestigio: desde que publicamos RBBE he crecido tres centímetros, me han subido el sueldo y follo muchísimo más, dónde va a parar.

    Pero lo qeu yo venía a decir es que aquí uno se curra la parrafada y ustedes discutiendo sobre The Economist y las Ñ, amos hombre…

    [Yo diría, Álvarez, que les han pillado in fraganti en la ducha, dándose cremas y linimentos.]

  10. víctor Dijo:

    Mira, yo habría comentado más la parrafada, que está pero que muy virguera y me ha enseñado el verbo ‘malfiar’, pero ha sido leer el nombre de Lobanovsky y venírseme a la mente cual pesadilla vietnamita de pinícula serie B cierto meneo que nos dio la máquina asesina del susodicho hace 21 añejos de nada en una de las más altas ocasiones que vieron los indios. Tanto sufijo ‘-enko’ me ha puesto enfermo. Algunos salimos tocaos de Lyon, saejcomotedigo.

  11. alvarez Dijo:

    ¿No es para más huevos la traducción de «charnego» o «maqueto» o «trozo de mierda» al francés «metenco»?

  12. Agarkala Dijo:

    Joder, nenes, esto es lo máh mejor que habéis colgado…o casi.

  13. RBBE Dijo:

    Estimado Alejandro: lo mejor está todavía por venir.

    No cambien de Batcanal.

  14. Malasombra Dijo:

    Tremendo documento!

    Ahora cuando juegue al futbol no voy a tener mas remedio que apelar a mi espiritu bolchevique y dar hurras al padrecito Stalin, a ver si meto un gol…

    Como se nota que no se enfrentaron a Porta, Hermanito, y Cia…
    Es que la Luftwaffe siempre ha sido un poco «galactica».

    Resumiendo, son uds unos Grandes de la Madre Patria!

  15. Gatinho Dijo:

    Espectacular.

    A medida que vas leyendo, te vas quedando como Lobanovsky en sus últimas épocas de entrenador, sin mover ni una pestaña para no perderte ni una coma y rojo como La Bandera, pero en este caso no por el vodka, sino por la vergüenza que provoca reconocer que uno nunca será capaz de escribir algo tan bueno como esto. Felicidades.

  16. Wolfez Dijo:

    Brillante, Ratz. Es una pena que seas polaco, realmente no merecías algo así.

    Abraçada.

  17. NeO Dijo:

    Y que luego digan que un partido de fútbol es solo un partido de fútbol…

    Me quito el sombrero ante quien sea que escribiera esto.

    Saludos.

  18. RullingStones Dijo:

    Despues de esto habras dejado tu labor habitual para dedicarte exclusivamente a la RBBE!

    felicitats greenwarrior!

  19. Victoria sí, de evasión ni hablar Dijo:

    […] Victoria sí, de evasión ni hablar   […]