El Real Madrid parece empeñado en surcar los confines del universo en una odisea fascinante en búsqueda del centro de las profundidades abisales del asco. Si en RBBE respetamos la homosexualidad, como para no respetar la coprofagia. Pero eso sí, lo mismo que no nos verás comernos una polla, no nos verás glosar un encuentro de estas características con mucho alarde y subordinada. Una puta ful, eso es lo que fue. Y no merece ni un ápice de atención por nuestra parte. Cuando Barcelona y Real Madrid están putrefactos, las ligas las suele ganar el Atlético de Aviación. Pero este año los madrileños, que son tratados de tú en las cantinas del centro de las profundides abisales del asco, se mantienen en su línea espantosa e inoperante. Luego esta Liga baladí tiene pinta de ser presa de un club de tercera categoría: Valencia o Sevilla.

Ante todo, la noticia de la jornada es la victoria del Celta tres meses después de la última, en un campo difícil y jugando con diez casi una hora por la expulsión de su mejor hombre, Canobbio. Pese a esta gesta, los de Vigo siguen en posiciones de descenso.

Esos tres meses son prácticamente los que lleva el Barcelona sin ganar fuera de casa, empeñándose así en dar emoción a esta liga, como queriendo dotar de cierto mérito a su consecución a final de temporada, aunque yo en su lugar no tentaría tanto a la suerte. La cosa pintaba bien para los culés al ver a Márquez en la media, pero no contaban con la contrapartida: Edmilson iba a tener que jugar atrás, demostrando que no tiene categoría ni para ese puesto, pues no es de recibo recular ante un delantero como Villa -partidazo el suyo-, permitiéndole entrar en el área y servir el gol en bandeja a Angulo.

Otro zarpazo con el Barça aturdido por el primer mazazo parecía finiquitar el partido, pero quedaba un factor más para la esperanza azulgrana, la exagerada expulsión de Albelda y Deco, que privó al Valencia de su mejor jugador y abrió espacios por mera matemática.

Sin embargo, Rijkaard se empeñó en querer dar emoción al campeonato y renunció a la figura del delantero centro para rematar algo que cayese en el área. Bien es cierto que Guddy no estuvo inspirado y que uno no es precisamente saviolista, pero los eslálom de Ronaldinho y Messi no sirvieron para nada. De hecho, el Barcelona tardó 92 minutos en probar al inexperto arquero Butelle, que mostró sus limitaciones en el gol de la honrilla azulgrana, obra, como no, del Gaúcho a balón parado.

Espanyolismo a tope en el Lluis Companys

A título individual, lo más destacado de la jornada fue el espanyolista Edu Costa, que sentenció el partido contra el Mallorca con un gol festejado de una forma que nos hará investigar si procede de la misma favela que el ex azulgrana Giovanni, o si por el contrario se trata de un natural de La Rosilla (Vallecas, Madrid) y hacía gala de la ingesta de heroína por vía intravenosa como demandando un poco de comprensión para los futbolistas que, igual que hizo Dios Armando en su día, juegan puestos hasta el ojete. Su celebración, en forma de las llamadas en Brasil bananas o cortes de manga en recio español, nos indica el grado de adaptación de los extranjeros que prestan sus servicios futbolísticos en Barcelona, pues Schuster también dedicó unas cuantas «butifarras» (como llaman a este gesto los catalanes) al Madrid en una final de Copa, aunque en el benevolente Canal Plus se ha dicho que el hombre hacía ver «que le corre la sangre por las venas» ¿Y qué más?

Empate a nada en Riazor, de dónde sólo destacaremos la impresionante chilena -al más puro estilo Rivaldo, previo control pectoral- de Salva Ballesta, que salió fuera por poco pese al empeño del marcial futbolista en acallar los «Salva, muérete» entonados por los Riazor Blues, que Che Guevara blanquiazul en ristre, cada día se osasunizan más. Parece que fue ayer cuando ese campo, clásico de Segunda, estaba abarrotado de banderas del III Reich. A ver si escaneamos alguna un día de estos.

En cuanto al Recreativo-Real Sociedad, cabe decir que no pasará a la Historia de la Liga, pero ha servido para dos cosas; por un lado, parece que se ha firmado la sentencia de muerte de la Real, el único equipo, a excepción de los tres que nunca han bajado, que los de nuestra generación post baby boom jamás hemos visto en Segunda. Particularmente, también me ha servido para enterarme de que uno de los jugadores más carismáticos de los últimos años en la Comunidad Autónoma de Portugal, el ex capitán del Sporting CP Beto, juega en el Decano.

Al Sardinero no lo conoce ni la bisabuena de Nando Yosu

Qué golazo de Scaloni, un tipo que apuntaba maneras como capitán del Dépor en la rueda de prensa de su españolizaje a poco que durase algunos años en el club gallego. Se trata de un tío que llama hijos de puta a la afición rival cuando celebra un título de Liga. Eso merece el amor eterno de la Real Bitácora Balompédica Española, aunque nos caiga mejor el Celta. En el Plus, un calvo que hay presentando los resúmenes ha loado su giro de cintura en chut como si fuese algo fuera de lo normal. Si ese caballero hubiera jugado al fútbol alguna vez en su puta vida, sabría que ese movimiento de cadera es el natural y deseable por el lanzador para darle una buena hostia a la pelota. Armonía balompédica, no un alarde técnico.

Sevillanos, yonkis y gitanos

Lo del Sevilla contra el Atlético de Aviación ha sido una de las mayores humillaciones balompédicas que se pueda perpetrar sobre un terreno de juego. Desde el primer minuto, los hispalenses parecían dispuestos a meterle siete al Atlético e igualar así la diferencia de goles que le separan del Barcelona. Es decir, buscaba el coliderato. Si a los periodistas que llaman «coliderato» a estar empatados a puntos considerando la diferencia de goles un mero epíteto pueril de la clasificación, les quemasen con cigarrillos en los pezones, este mundo sería un lugar mucho más bonito y habitable. Quede ello claro.

En el Sánchez Pizjuan sobresalió un futbolista por encima de todos y de todo: Kanouté. Jugador total, para quitarle la bola habría que ser una suerte de Boomer, el sujeto elástico mascota de los célebres chicles. En la Real Bitácora Balompédica Española vamos de listos a menudo, pero  generalmente es porque lo somos, que ya el año pasado, en Balaidos, vimos al Sevilla caer 2-1 contra el Celta el día en que Maresca se puso los galones del equipo y lo sacó adelante en un momento crítico y en esa ocasión Kanouté jugó un partidazo cayendo a la banda derecha que nada tiene que envidiar, pese a la derrota, a la exhibición que ha dado frente a los colchoneros. La impresión final es que por un arbitraje muy subnormal, en la línea del partido de la primera vuelta, que ya fue simiesco, el Atleti se ha librado de una buena tunda pese a que si presenta las imágenes polémicas puntuales lleva razón en que incluso le han perjudicado a él. Pero quien sabe lo que es el reloj biológico de un partido y se ha tragado el mismo te dirá que no. Que el Atlético de Madrid hoy ha sido aplastado inmisericordemente y su humillación total la ha empezado a abortar el árbitro al no expulsar merecidamente a Pernía. Mas todo esto no quita un detalle importante, las pérdidas de tiempo llevadas a cabo por los jugadores y empleados del Sevilla fueron asquerosas. Sé que es difícil explicarle a uno de los canis que le daba una paliza hace dos años a un empleado de seguridad del campo del Sevilla, la historia de la muleta, que para ser grande hay que ser honesto, que jugando bien, como es el caso, se suele ser honesto y que siendo honesto se termina jugando bien. El Madrid y el Barcelona han hecho muchas cochinadas, pero nunca han sido como el Sevilla ayer: gitanazos. Esto deberían metérselo bien en la cabeza en el Guadalquivir porque la grandeza no se alcanza, se merece.

Por lo demás, hay que elogiar la victoria del Athletic de Bilbao frente al Getafe. Mané, como todo caballero con bigote, serio, adusto y laborioso está situando al club de Nervión por encima de sus posiblidades. Los goles de Aduriz, manda cojones, han sido bellísimos. En España, de toda la vida de Dios, a ese tipo de acciones se las ha denominado: «de raza». Hoy, en referencia a los vascos, quizá se trate de un apelativo políticamente incorrecto. Para más inri, la biografía de Aduriz, de la que no tardaremos en hablar, es propia de un mozo de gran diámetro testicular, por lo que no podemos sino congratularnos de su doblete. Finalmente, es obligado señalar que el Zaragoza ganó con un espectacular Zapater, tal y como nos hemos hecho eco aquí. Y que en la liga BBVA o Segunda división, el Valladolid remontó un 2-0 en contra con un golazo de Víctor propio del grandísimo jugador que fue y es. Por su parte, el Castilla ha palmado miserablemente en Albacete por uno a cero para desgracia de José Miguel González Martín del Campo, consciente de que si hubiese perdido por más goles situando al equipo en puestos de descenso habría sido premiado con el cargo de entrenador del primer equipo, tal cual es costumbre en Concha Espina desde hace unos años: premiar la negligencia.

Este artículo fue publicado el lunes, 19 febrero 2007 a las 1:06 am en la categoría de Actualidad.