Hemos visto a Mijailovic. A Koeman, Tsartas, Roberto Carlos, Pantic e incluso a Beckham. Hemos visto a grandísimos jugadores que, a balón parado, sacaban rendimiento independientemente de cualquier otro factor – desde el estado del césped al clima pasando por la pericia del portero o el minuto de partido y resultado- que pudiera afectar al lance del juego. Son aquellos que, de jovencitos, se hinchaban de marcar faltas contra barreras y porteros de metro cuarenta escaso mientras oían de los frustrados padres de los rivales que eso, con barreras formadas por Ombres de metro ochenta hacia arriba, no lo iban a marcar ni de coña. Agoreros. Contra esto no hay nada que hacer. Por ver, hemos visto también a porteros –casi todos, de hecho, buenos porteros y malos porteros- facilitar enormemente la tarea a los lanzadores, bien fuera escondiéndose, moviéndose a destiempo o, lo que es peor, no moviéndose en absoluto (disculpen que no me extienda en esto, pero aquí encontrarán todo lo que deben saber sobre este particular). Y, para acabar, hemos visto infinidad de barreras que a pesar de que su misión es entorpecer el lanzamiento del rival, han desempeñado justo la contraria y se lo han puesto excesivamente fácil para marcar a jugadores de Primera División, sin necesidad de que estos fueran la polla que trepana en lo que a chutar frequis se refiere.
Encabezan este grupo a) las diabólicas barreras partidas, hoy en desuso, la responsabilidad de las cuales no recae en los pobres desgraciados que la forman sino en el portero que la manda (más, aquí). También podemos meter en el mismo saco a b) esos Chendos o Roberto Carlos de la vida –y no se me ocurre ejemplo más reciente, por lo que deduzco que esta práctica también está en vías de extinción- que incluso antes de que el jugador golpeara el balón, sobretodo en acciones de libre indirecto, ya corrían con los ojos inyectados y los cojones encallecidos y pegados al culo, en dirección al lanzador, para dificultar la ejecución en un escorzo desesperado que demasiadas veces tuvo el perverso resultado de desviar la trayectoria y descolocar a su propio guardameta. Esta acción tampoco es culpa del defensor y su carácter suicida, sino que históricamente ha sido el entrenador el que ha ordenado a alguien, preferiblemente con prole numerosa, acudir al reclamo del lanzador. Por último cierra el paquete c) aquel conjunto de acciones más o menos voluntarias de aquellos que forman la barrera. Esto es: saltar –creyendo ofrecer menos espacio para el lanzamiento sin pensar que un jugador espabilado les podrá colar el balón raso-, “abrirse” –aunque debería llamarse a este comportamiento indigno, por muy reflejo que sea, “rajarse”-, agacharse, girarse y cualquier otro movimiento extraño que se os ocurra que no sea plantarse heterosexualmente como Companys ante el pelotón de fusilamiento (no es necesario quitarse los zapatos).
Note el lector atento que tanto a), b) y c) dependen, en última instancia, de la voluntad del equipo defensor, no del atacante. Porque de ser así habría que inaugurar una nueva categoría, y de hecho lo hacemos, llamémosle d), en la cual la barrera facilita el trabajo del lanzador a través de una acción ajena a su voluntad. Qué sé yo, bien podría ser que se les hundiera el suelo bajo los pies y dejaran media portería descubierta, o que un vendaval les venciera y se cayeran todos de morros sobre el césped, dejando desguarnecida de nuevo la meta. Pero no, no estamos hablando de esto. Véase Santiago Bernabéu, 1 de diciembre de 2007, minuto 67 del Real Madrid – Real Haciendo Carreras de Santader, cuando Raúl González Blanco, un jugador al que jamás habríamos incluido en la relación que encabeza esta entrada, se disponía a lanzar un libre directo levemente escorado a la derecha de la frontal. Pepe, que hasta hoy no ha demostrado grandes dotes defensivas, sí demostró que si se le suelta a las 8,23 de un martes en el metro, línea roja, parada de Bellvitge, va a conseguir un asiento sí o sí a poco que los conciudadanos que aguarden en el andén sean igual de combativos que los jugadores racinguistas que formaban en la barrera de Toño. Como un medio melée de Sudáfrica arremetiendo contra la cabecera de la manifestación del Orgullo Gay de Limoges, desplazó sin oposición a cuatro jugadores para que Raúl marcara, casi, a puerta vacía –por mucho que en Cuatroº creyeran ver que el balón iba ajustadísimo al poste en magistral lanzamiento-, mediante un tiro lamentable, a media altura, plano pero, eso sí, más potente de lo que se habría podido permitir caso de tener que describir una parábola por encima de la barrera, que para eso estaba. Para desesperación de Toño y de todos los antiraulistas que en el mundo han sido que seguro que compartirán conmigo la opinión que esto, en una barrera formada por Ombres, no habría pasado.
Gocen, para acabar, con una barrera como Dios manda, formada por Ombres Henteramente Eterosexuales.
3 diciembre, 2007 a las 2:04 pm
Glorioso artículo.
Magistral repaso de los tipos de barreras.
Por cierto, lo de empujar la barrera o apartarse en el momento en que iba a chutarse la falta, ya lo hacía Ayala, ese coleccionista de camisetas.
3 diciembre, 2007 a las 2:16 pm
Si ese balón le pega en el brazo a cualquiera de estos tipejos (salvo Higuaín)¿sería mano? Siempre he tenido esa duda. Yo creo que sí.
3 diciembre, 2007 a las 2:34 pm
Tarta, una cosa es apartarse (que se arregla fácil: sólo hay que poner un tipo detrás del del equipo atacante), otra es empujar (lo de siempre, que si los codos, que si la espalda, que si el culo), y, al fin y al cabo, unos defensas bien plantados en su sitio son capaces de repeler las acometidas, pero lo de anteayer de Pepe bien merece una categoría por sí mismo, que la barrera del Rácing tuvo una resistencia parecida a los cimientos del AVE en Sants.
3 diciembre, 2007 a las 5:12 pm
yo en un primer momento pense que habia sido un golazo. pobre de mi, el rec se encargo de mostrarme la verdad. raul pasara a la historia como el hombre que consiguio hacer de la falta un arte del churrigol. eso es mas importante que cualquier record, se trata de hacer chabacano lo excelso, de hacer lo bonito feo. una falta! que es la forma mas bonita de follar una porteria junto con la chilena, una falta es lo que tiro raul el otro dia. en serio, la constitucion no recoje esto como violacion¿
raul permanecera siempre en ese ranking de perturbadores junto con kate moss, almodovar y el bigote de mujer.
3 diciembre, 2007 a las 5:26 pm
Este artículo, querido pajoli, va dedicado, precisamente, a todos aquellos que, como tú, creisteis en un primer momento que Raúl había anotado un golazo y muy especialmente a aquellos que, además de creerlo a pies juntillas, trabajan en las redacciones de deportes de medios de comunicación nacionales.
Raúl chutador de faltas: no en mi nombre.
3 diciembre, 2007 a las 5:29 pm
He echado en falta la Linea Maginot como Glorioso ejemplo de barreras francamente inútiles.
Pero el articulo es excelente.
Los de la barrera del Racing están pagados con el Oro de Moscu (usease parte de la suculenta comisión que se va a sacar Carvajal cuando volvaaaaamos a renovar al Mito) y por eso se apartan como nenas histéricas al paso de un Rocco Sifredi cualquiera…
Así se las ponían a Fernando VII!!
3 diciembre, 2007 a las 6:11 pm
¡La virgen! La foto de Esos Ombres Henteramente Eterosexuales no tiene precio…
3 diciembre, 2007 a las 6:22 pm
Ayer el gran jefe volvió a repetir lo de la mejor generación de futbolistas españoles de los últimos veinte años, debía ser una cassette del 93. Pero me hizo recordar el otro gol de falta de Raúl, acompañado por De la Peña mientras se conjuraban para fallar los penales de después contra Italia en aquella final de Eurocopa sub21 en Montjuïch. Igual hasta fue a Buffon. Qué cosas, ¿no?
3 diciembre, 2007 a las 7:00 pm
El único que aguanta el tipo con la dignidad que manda el canon es Mertzeldes Benz: cojones y pescuezo. El invertido G.Haz prefiere ahuecar pubis y prtegerse los pechos cual colegiala de desarrollo precoz jugando al balón prisionero jopele mari no véajomo duelen.
3 diciembre, 2007 a las 10:44 pm
Pues existe alguna versión más de barrera, que es la que protagonizó el Valencia este domingo en el gol de Yeste. Es la barrera «cada uno para donde le apetezca», porque están los jugadores en la barrera y cuando chuta Yeste cada jugador de la barrera va para donde piensa que no va a darle el balón, marcando el Athletic el 0-1.
Por otra parte pregunto, ¿para cuando Raúl González Blanco en la selección? que ya tengo ganas de algun titulo pa Ehpaña.
3 diciembre, 2007 a las 11:14 pm
Sí, también está la modalidad «antes puño americano en culo que pelotazo serbio en rostro», obra magistral de Martínez Melo Merezco en la siempre romántica Verona
4 diciembre, 2007 a las 12:01 am
Creo que las barreras descritas en los comentarios #10 y #11 pueden incluirse sin demasiada dificultad en el grupo c), esto es, barreras en las que los jugadores que la forman hacen un poco lo que les sale de los cojones, siempre con la coartada de que es «un acto reflejo» (véase a Guti Haz. en la foto de la barrera que cierra el artículo: como trasciende su esencia en un gesto absolutamente inconsciente).
4 diciembre, 2007 a las 12:44 am
Todísima la razón (y por una vez no haremos chufla con actos, reflejos y mechas).
Fue sólo por mantener viva la llaga, que siempre es sano: Del Campo, julandra, olvidamos pero no perdonamos.
9 diciembre, 2007 a las 1:29 pm
Soluciones prácticas para evitar sustos en los lanzamientos de falta: