El Estrella Roja 2007/2008 viaja a la estela del reverdecido líder Partizan, comandado por el gran Djukić, teniendo ahí, entre medias, cual mosca cojonera, al Vojvodina, invitado de piedra al museístico y todos-los-años-lo-mismo duelo entre los dos grandes del depauperado fútbol serbio. Porque extraño será que esta microliga compuesta de diez equipos superpoblada de (night) clubs de la capital (en Belgrado hay hasta un Hadjuk, que por lo demás, no tentemos al demonio, nada tiene que ver con el de Split) no se la acabe llevando, oh sorpresa, el tiburón de siempre: el Estrella Roja. Como aparente residuo de la época de la gloriosa federación (a efectos deportivos lo fue, ¿alguien lo duda?), las cuotas de poder y, consecuentemente, de éxitos deportivos se siguen repartiendo entre amigos: el fútbol para el Estrella, el baloncesto para el Partizan (los curiosos, escépticos y licenciados en Estadística pueden consultar los resultados por ahí, que aquí no los vamos a poner) de una manera tan abrumadora que parece un chiste. Por eso, uno sonríe leyendo la prensa deportiva local (que es lo mismo que nacional, casi, pues con la Vojvodina de nuevo movilizada con el viejo asunto de la secesión y con el final countdown para que Kosovo sea república terrorista musulmana independiente: de los repectivos líderes de los 3 partidos favoritos para ganar las inminentes elecciones, 2 proceden del movimiento terrorista albanés, las fronteras de Serbia van a acabar coincidiendo con los confines de la Ciudad Blanca, que no otra cosa significa Belgrado en serbio), decíamos que uno sonríe leyendo la prensa local/nacional con ese contrabando ilícito de ilusiones que genera de manera tan procaz y torticera (pareado indeseado: perdonen las disculpas).

La máquina estelar/del Estrella, reza la pancarta (Welcome to Belgrade, you f….. Germans)

Y a otra cosa, mariposa, que tenemos fárrago del bueno. La semana pasada se jugó la segunda jornada de la UEFA en los grupos previos a las rondas finales. El Estrella lleva 2 de 2 derrotas posibles, la primera en casa con el Bayern Munich, al que dejaron escapar vivo con un 2-1 a favor, que al final resultó 2-3 para los hipervoltaicos bávaros. Lo de la semana pasada, 0-3, en casa del Aris, en Salónica, trayecto que se hace cómodamente en 5 horas en coche desde Belgrado y que, cual efecto llamada concitó la presencia de numerosos hinchas (navijači en el idioma nativo) de signo entre radical y kaleborrokero (que no cardiborriquero, no vayamos a faltar a la estimable disciplina biológica) y cuyo resultado final relataremos a continuación. Antes, unas breves reflexiones futboloides. El Aris marcó los 3 goles en los últimos 15 minutos del partido. Un indicador objetivo del tipo de partido y resultado que buscaba el (ex)entrenador serbio es que salió al campo con 0 delanteros. A resultas de todo esto, de los malos resultados y los penosos planteamientos de Miloran Kosanović, el entrenador pasó a mejor vida y fue substituido por Alexander Janković. Este nombre no nos suena a nada en principio y no ha entrenado a ningún equipo relevante hasta la fecha. Lo que sí ha sido es, como en el caso del irascible portugués, asistente de la troupe comandada por el clown Robson, segundo entrenador de un tipo con muy buena prensa en su país: Alexander Slavoljub, quien dirigiera a Zizou en el Girondins.

Nuevos aires, pues, para la desgastada entidad que en la semana entrante celebra erecciones generales a la presidencia, tras el mutis por el foro de Dragan Stojković, del que otro día hablaremos más en profundidad, quien de momento se marcha al Arsenal a recibir lecciones técnicas, como previo y necesario (no tiene licencia internacional) paso a un millonario contrato como entrenador en Japón.

Y vamos a los hinchas, que de eso se trataba. Todos podemos más o menos simular un stream of consciousness hooliganero cualquiera. En el complejo mundo de relaciones balcánicas, hay que añadir el condicionante de las estructuras de parentesco para colegir las fobias y parafilias que por estos pagos pueden verse. Así, cuando la semana pasada el Red Star, amigo-para-siempre del Olympiakos ateniense, y sólo se me ocurren motivos cromático-ornamentales del diseño de la camiseta para describir tal relación, se encontró en la ciudad de Tesalónica con un rival que le acabó vapuleando y haciéndole pagar al cicatero de Kosanović, toda su impericia y gazmoñería técnica, finalmente pagadas con su cargo. Allí se encontró a su rival directo, el Aris, pero también, y aquí ya entramos puramente en territorio balcánico, al club confraterno heleno del Partizan, el Paok de Salónica (de nuevo, los motivos de tal confraternización se nos escapan más allá del albinegro de sus sendas equipaciones). Los hooligans de los dos clubs de Salónica, enemigos eternos a la sazón, claro, como no podía ser de otra forma, unieron sus fuerzas para dar una bienvenida amistosa a los cándidos seguidores del club belgradense que cual domingueros despistados fueron a su bola a pasar el día en un país occidental sin salir de los balcanes y viendo al club de los amores: 3 en 1, o Kinder sorpresa, como la que acabaron llevándose al ser recibidos hostilmente por la asociación hooliganera tesalónica unida.

Los más avispados por una vez fueron los que vinieron en grupo, que pudieron resistir mejor la guerra de guerrillas instalada en las calles.

Por cierto, según se comenta en las webs de forofos del Red Star, la poli aduanera griega hizo un adelanto de la posición de su país en la ONU para resolver el conflicto kosovar y su futura presunta independencia, y trató de despojar a los primeros de los bienes que acababan de adquirir en las tiendas free duty de la frontera macedonio-griega, con no sé qué excusa que estos medios de sospechosa objetividad no acaban de desvelar sin exceso de cordialidad por parte de las autoridades helenas (algunas lunas de autobuses serbios se quedaron en la frontera). A resultas de este incivil comportamiento, ni cortos ni perezosos, la muchachada belgradense ambientó el lugar con un surtido de gases lacrimógenos y alcanzó a patas la otra parte de la frontera, donde los gendarmes macedonios no se molestaron en pedir los documentos de la manada, registrándose el primer día de aduanas abiertas en la breve historia de esta singular república.

Por cierto, para concluir la mastodóntica entrada ya, y que no se note demasiado que RBBE cuenta con un nuevo enviado especial en la zona, este simpático señor retratado arriba y exhibido por la fiel hinchada blanquirroja es el ministro de la policía serbio (que no del Interior, que esto es Serbia), un tal Jocic. Lo retratan mangando un par de cartones de Marlboro tras robar a una indefensa vendedora de quiosco (¡con un hacha!). El caso es que va camino de aprobarse una ley (aunque tal vez ya se haya aprobado, extremo por confirmar) en el país que prohíbe la entrada a los estadios de bengalas y otros artefactos pirotécticos, y la exhibición de banderas y pancartas. Como protesta general en todos los estadios, los hinchas se van antes de que termine la primera mitad y los partidos acaban jugándose en escenarios fantasmales. El tipo, como puede observarse, no tiene fama de prohombre de probada probidad, y se le tiene como un personaje corrupto más metido en las altas esferas de la política serbia. Esto más o menos es mormal y la peña, lamentablemente, está acostumbrada. Está bien que te roben. Ahora, que no te dejen entrar con un petardo a Maracaná (!), eso sí que te toca los huevos y merece la movilización de la juventud.

Del Partizan y su estadio, llamado todavía del ejército nacional (ahí es nada, oigan), hablamos otro día.

La próxima entrada, con el nuevo presi del Estrella.

camarada d

Este artículo fue publicado el miércoles, 21 noviembre 2007 a las 2:42 am en la categoría de Serbia Über Alles.