Mi padre va a morir pronto, ayudarle es una pérdida de tiempo. Si pudiera pedir un deseo, desearía que nos dejara. Regan Gascoigne, sobre Paul Gascoigne (o sobre la RBBE)

 

Tarde y mal. Lo sabemos. Tarde para comentar la primera jornada de Liga y tarde también para comentar la aparición en una web de Glasgow de un vídeo atribuido a Al Qaeda en el que se incitaba a sus seguidores a acabar, entre muchos otros, con algunos famosos futbolistas que son acusados de ser un ejemplo criminal para la juventud musulmana. Aquí somos más de la opinión, inspirados por Diego Armando Maradona, que esto de ser un ejemplo es un auténtico coñazo, y que tampoco les vamos a exigir rectitud moral a los futbolistas cuando no se la requerimos a muchos otros personajes públicos para los que una vida disoluta es casi un requisito profesional (o, en el peor de los casos, su profesión misma). Y es que para ejemplos de virtud ya está el santoral. Pero es que ni poniéndonos en el lugar de los mujaidines de guardia logramos entender que hayan escogido, precisamente, a Rooney, Cristiano Ronaldo y Henry.

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Para el recuerdo.

Como la sección vaga pero no andaluza de RBBE cree que la temporada oficial no comienza hasta que empieza la Liga, volveremos a pasar de puntillas por este trofeo veraniego llamado Supercopa. Todo lo que interesa sobre ella, además, está expuesto por nuestros comentaristas de excepción en la entrada anterior. La barcelonización del Madrid sigue su curso, los fichajes llegan de la mano de presiones sociomediáticas en lugar de obedecer a las necesidades del equipo. Lo mejor de éste, sus defensas, se empeñan en protagonizar los partidos tanto en su parcela como en el ataque, dónde ese fallo lamentable en un control de Raúl habla a las claras de cuál es el problema del equipo, no tanto el que nunca hace nada por sí mismo, sino como ejemplo de la calidad media de sus jugadores ofensivos, con poquísimo desequilibrio individual y dependientes en exceso de las eventuales ausencias o bajas formas de Van Nistelrooy. El inventor de este modus vivendi, el F.C.Barcelona, navega en una balsa de aceite como lo hacía su rival en los plácidos años del gaspartismo y del nuñismo precruyffista, con todo atado y bien atado, esperando, eso sí, que la vacuna contra el mal del vecino contraído el año pasado, la galactización, funcione como es de esperar. Conforme se pongan las cartas boca arriba definitivamente, trataremos de la enfermedad o curación del Madrid. Ahora es el momento de hablar del que parece haberse curado del arma de destrucción masiva que representa el entorno de cualquiera de los dos, pese a quien pese, faros y guías del fútbol español:

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Alguien comentaba el otro día un planteamiento curioso para revitalizar el fútbol de selecciones, que hiberna de manera perpetua para despertar únicamente el mes de junio de cada dos años. Todo sería igual que ahora, excepto que tras la consecución de la Copa del Mundo de la FIFA por una selección, ésta pondría el título en juego cada vez que disputase un partido, oficial o amistoso, bastándole con el empate para retenerlo. RBBE, reacia a fuer de monárquica a la introducción de novedades en el fútbol, lo rechazó en un principio, pero tras cinco arduos minutos de investigación, llegamos a la conclusión de que no sería una mala idea, pues nos permitiría vivir un par de finales al mes sin devaluar el valor de los mundiales conquistados, tan sólo se verían obligados a entregar la copa al país que les derrotara. Bueno, y también porque el actual campeón del mundo sería un país amigo de esta casa, pero sobre todo para que algún día pudiésemos ver ese precioso trofeo en La Zarzuela flanqueado por el Jefe del Estado a su derecha y Rodríguez Zapatero a su izquierda.

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Durante la Guerra Fría, el único campo de batalla donde coincidieron a pecho descubierto las dos superpotencias fue el deporte, sobre todo los Juegos Olímpicos, que, salvo boicot, se convertían por unas semanas en jueces de la competencia entre socialismo y capitalismo. Aunque el duelo directo entre los Estados Unidos y la gloriosa URSS solía estar igualado, la superioridad del comunismo se comprobaba en la ingente cantidad de medallas que los satélites soviéticos conseguían, ya fuera empleando armas convencionales o químicas, como es el caso de los trannys de la DDR.
Pero en el verano de 1988, los comecoñeros fueron un paso más allá. El miedo se apoderó de Occidente cuando la base del equipo del Ejército Rojo, el TSKA –más tarde CSKA o chesca-, reforzado con lituanos del Zalgiris, dejó sin final al equipo de baloncesto norteamericano capitaneado por el almirante David Robinson, pero sobre todo cuando un extraño combinado de ingenieros ucranianos, campesinos rusos y atracadores moldavos le arrebató el oro futbolístico a la no menos todopoderosa selección brasileña. La exhibición de poder puso a trabajar a destajo a las inteligencias occidentales, por lo que la siguiente cita olímpica, Barcelona´92, ya no pudo disfrutar del equipo soviético, sino de un engendro denominado CEI que, de todos modos, consiguió el primer puesto del medallero de forma abrumadora. Para analizar este suceso clave en la Historia del siglo XX, recibamos con un gran molinete con la chorra a nuestro segundo miembro de la Mesa Nacional de RBBE galaicoportugués, que tras un período de baja se reincorpora para gloria de los lectores y de la propia bitácora.

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Nos vamos a ir de vacaciones pasando un poco como de la mierda de la Supercopa. La verdad, el torneo llega demasiado pronto y los dos equipos llevan una pretemporada un tanto asquerosa y maloliente, sobre todo el Madrid. A lo sumo, estaría bien que debutasen Fazio o Crespo en la defensa del Sevilla y veremos qué tal chuta su nuevo negro pulmón cipotón, Keitia. Mientras, en el campeón de liga persiste la incógnita de hace ya demasiados años: a ver si dan pie con bolo. Pareja Gago – Guti con Diarrá por detrás repartiendo y Raúl y Robinho delante que meten menos sensación de peligro que los juguetes de Playdop. Esto es lo que hay, ya veremos qué pasa, promete ser un tostón. Otra cosa es que poco a poco ya se van incorporando futboleros a la revolución de Stage 6, un youtube mejorado con los videos fácilmente descargables que es ya la descojonación mundial. Y como no, al igual que con la industria pesada, los primeros en animarse han sido los del Athletic creando un canal en el que ya hay dos documentales de hora y pico cada uno: Un siglo de pasión y Leones con Txapela. Pero tampoco es de esto de lo que vamos a hablar hoy, vamos a hacerlo de la Premier, que comienza según escribo esto y por primera vez televisado por La2, que hace una gran apuesta, pues en menos de un lustro jugarán más españoles en la Pérfida Albión que en Las Diecinueve. El campeonato inglés presenta senshashiones ilushionantes de las gordas para este año. En Manchester, Anderson, el que ya nos dijeran tiempo ha que era el bueno del Oporto, él y no Pepe, junto al Cristiano Ronaldo y todo el copetín; en Londres, a la espera de Alves, que es como fichar a cuatro o cinco a la vez; pero lo gordo, gordo, está en Liverpool, donde Rafa Benítez ha tenido cojones de fichar al Van Vasten de Fuenla: Fernando «El Niño» Torres «The Kid» ¡Yeah! Se trata, el jovenzuelo, de un futbolista muy especial, sobre todo polémico y bastante precoz. Vamos a analizar todo esto para obtener un diagnóstico con  el que poder presumir en los bares de averiguar la suerte que correrá el chico en la Ciudad Sagrada del pop y también, básicamente, para ejercer de españoles de los pies a la cabeza, para decir, ahora, después de haberle vejado veinticuatro horas al día, ahora que se ha ido, a toro pasado, que no estaba mal, reconocer sus virtudes y afirmar no sin reir: era bueno, coño, era bueno el Torres.

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La función de un seleccionador nacional es elegir a los mejores jugadores de un país para formar un equipo. Sin más. Se le presupone, eso sí, honestidad. Los tratará a todos por igual y cogerá a los que considere mejores: ni sus amigos, ni sus enemigos. Es un trabajo bonito y sencillo, sobre todo porque se entiende que el jugador quiere vestir los colores del combinado nacional por encima de todo y, si no fuese el caso por lo que sea, al menos entiende y respeta la jerarquía que actualmente es preponderante y estará vigente hasta que alguien, a quien competa, la cambie. Sin embargo, el club de Bojan Krikic no comprende esta situación, es más, exigen trato de favor. Resulta que Bojan, de padre serbio pero criado en Lleida, pudo elegir jugar con la Gloriosa Selección Serbia o con la del Eterno Imperio Español. Se decantó por la segunda opción, según se dice, aconsejado por su entorno y por el Barça. Luego resultó que, oye, fíjate, la Federación Española decidió ejercer su derecho a hacer uso del chaval cuando lo considerara oportuno, como ocurre con el resto de jugadores españoles en su misma situación, y ya no les gustó tanto. El crío, que es un moñaco, es normal que partiera para la concentración de Las Rozas deprimido, tras haber jugado con la sub-17, sub-19, sub-20 y sub-21 al máximo nivel, es lógico que le motivara más hacer la gira asiática con Ronaldinho y los demás astros del balompié y la noche. Por lo visto llegó llorando. Se comprende, no pasa nada, pero que se joda, por supuesto, pues es su obligación y punto. En este sentido, su santa madre, que se desplazó hasta Madrid para darle ánimos, es bastante sensata; dijo que como no quedan más cojones, que se relaje y juegue para disfrutar. Y además, añadió que Bojan «lo entendió perfectamente». Buena e inteligente mujer. No así, por el contrario, los mandatarios del FC Barcelona. Atención a las declaraciones de Laporta: «no hace ni dos meses el chaval eligió España y así le pagan». Es decir, el pago por haber elegido a la Roja tendría que ser un trato de favor. Permitirle saltarse las concentraciones y la preparación del Mundial de Corea. Una componenda para el pago de un favor que yo te he hecho a ti antes. Clientelismo costroso. Otra inmejorable oportunidad para haberse callado la bocaza, porque da pare como si algunos estuvieran demasiado habituados a funcionar según el estereotipo malévolo que de la Cataluña de Puyol y Maragall se proyecta desde las malas lenguas. O si no, qué pasa con el sevillano Capel, el otrora sevillista y ahora deportivista Barragán o el madridista Granero, que también subieron y bajaron de categoría internacional y por ahora han jugado más que Bojan sin que nadie tenga noticia.

Primer gol del Sacro Proletario Combinado de los obreros ferroviarios de la Faro y Guía de la Civilización Occidental Unión Soviética que coloniza los fondos marinos para el Pueblo Popular y Populoso, Lokomotiv de Moscú: Granedo recupera un balón de forma magistral, éste llega a Salgado que, muy en su línea, lo entrega franco al rival, que cede a la banda para que de nuevo Salgado fuerce el corner muy orgulloso de si mismo. El saque al primer palo, espectacular, no acierta a verlo Casillas y de nuevo Diarra giña dejando libre de marca al rematador que enchufa a gol. Salgado, Diarra y Casillas, un abrazo fuerte para vosotros. Segundo gol: Melonazo en dirección a Casillas que lo recibe en lo físico pero no en lo intelectual y lo cede al delantero del equipo socialista para que anote, entre la risa floja de los televidentes, el dos a cero. En esta primera parte, ningún peligro a cargo del Madrid. Mal Bueno, mal Higuaín, mal todos en general buscando el pase en profundidad con una inocencia impropia del escudo que les quema en la pechera. Primer tiro a puerta blanco en el minuto 39 entre las divagaciones y batallitas de los comentaristas de RTVE que hacen de todo menos retransmitir. Y buen cabezazo de Pepe en el Maxilo Frontal de un contrario. Este chico vale mucho.

Segunda parte: Gol de Gutiérrez que se acomoda bien el balón pero chuta gay, aunque el esférico cambia de trayectoria al chocar con un rival que la memoria nos dice que corría de espaldas a la jugada. Bien por el Mandril. A continuación, el único homosexual del Corredor del Henares confirma que ciertos toques de autoridad que había tenido en la primera parte no eran de chufla y asiste imposible a Higuaín que, esta vez sí, mete el gol como dejando ver que lo suyo es más colar lo difícil que lo fácil. Valen su peso en oro este tipo de jugadores deformes. No tarda mucho en llegar otra gran jugada del argentino que asiste a su paisano Saviola tan fácil como si éste se tratara de un bebé y penalty. El Conejo enchufa fácil la pena máxima. Prueba superada.

En el resto del monólogo madridista en esta segunda parte clama al cielo un Torres muy poco a la altura de las circunstancias. El año pasado parecía un comodín y éste no se sabe si va a terminar siendo un Oleguer. Por su parte, Guti sigue su exhibición con un gol en contraataque succionado por él mismo que envía a la red al más puro estilo Beckham, que ya marcara un engendro parecido en el Bernabeu. Y ya al final, con un Diarra más metido en faena y un Baptista torpón, Saviola se reivindica como un auténtico y genuino fallador de goles para provocar un rechace que un muy trabajador y querido por los desgraciados que pasan frío en Valdebebas, Javier Balboa, clava viril.

Conclusiones: Guti y un decentillo Raúl hacen buenos a los pingajos de los que se compone este Madrid a la espera de que la cosa tome cuerpo. Algo tan increíble como en el fondo poco deseado: al equipo lo sigue sosteniendo lo poco que queda del Madrid Champiñon que Calderón se propuso firmemente finiquitar.

Algo huele a Excelentísima Diputación de Lugo en el Real Madrid. Se pagaron seis millones por un jugador que aún hoy es una incógnita total, Marcelo. Por no referirnos al partido de Coruña donde estuvo como una rana en el mar. Se soltaron 13 por Higuaín, que está bastante bien, pero que a nadie se le escapa que no es un crack -aunque mucho «no crack» ha hecho más en esta vida que estrellones de relumbrón. 20,5 fueron para Gago, que sí es una bestia parda, pero aún no lo ha demostrado. Y por último Pepe, que ha costado ni más ni menos que 30, el tío parece bastante, bastante bueno, pero ojo, no es internacional y como no tenga todas las piezas dentales de oro macizo, no se explica tamaño importe. A pesar de estos desmanes que están mal, bien o regular -de los cuatro jugadores sólo Marcelo tiene mala pinta- ahora mismo, este verano, no llega para fichar a Robben o Drenthe. Puede que el Chelsea esté exprimiendo al Madrid por el holandés ario para poderse costear el desembolso que le va a exigir Del Nido por Alves, pero a su vez está tocando la polla con el holandés moreno, subiendo su precio, lo que impediría que el Madrid se desmelenase por Robben y ellos pillaran a gusto a su Alves. Bah. En estos círculos la mierda viaja por el subsuelo y los mortales no nos enteramos de nada hasta que se consuma la operación y gracias, que a los entresijos se les aplica la ley del silencio. Valga como dato que Drenthe ha cambiado tres veces de manager en quince días. En cualquier caso, como conlusión, el aficionado medio lo que tiene que hacer es escupir en la cara sangrientas mucosidades a todo aquel que repita el tópico de lo obsceno que es el precio de los fichajes, y la pasta que se mueve en el fútbol y los cojones treinta y tres. Que paguen lo que sea ¡todo! que se endeuden, que vendan los derechos televisivos del año 4512, pero que nos traigan todos los cromos. Por cierto ¿alguien sabe algo de Pato, Lucho y Nasri?

En Barcelona también andan subidos a la parra con Deco, por el que piden 30 millones. No se sabe ya si los catalanes quieren poner al Chelsea las cosas difíciles para, a su vez, forzar a los londinenses a que se lo pongan jodido al Madrid, pero no sería nada de extrañar. Otro que suena en Barcelona es nuestro viejo amigo Makelele, al que el equipo de Mourinho venderá al mejor postor entre PSG y azulgranas. En principio los franchutes estarían mejor situados porque sí soltarían más pasta por un tío al que quieren para que sea titular. Claude habló el otro día de Robben, dijo: «Es un buen chico, al principio algo tímido, pero cuando le conoces bien rápidamente te das cuenta de que es un gran chaval». Pues nada Diarrá, que Robben es de los que primero gritan de dolor y en seguida los alaridos se confunden con los de placer. Una cosa, el goçar, que le gusta mucho a Ronaldinho, como habrá podido ver todo el mundo en Cuatro, en el momento en el que Rijkaard le pide más intensidad y el brasileño le contesta: «calma, calma, que la vida no es así». Brutal. Ni en la más zafia de las imitaciones se cae más en el esterotipo, sobre todo porque el holandés coge y se calla. Empieza a ser más que fijo que al porrero no le pesan mucho los huevos. Por último, hay 37 milloncejos de euros que van a ir a parar ni más ni menos que a la mujer de Tití Henry. El origen de la ruptura, cuenta la prensa, es que la señora «curioseando en el móvil de Thiery» encontró fotos de mujeres semidesnudas y mensajes subidos de tono. La tipa es británica, así que no sería de extrañar que algún lector de RBBE se la encontrara borracha como una cerda arrastrándose a las nueve de la mañana por una playa española, con los treinta y siete millones de euros asomando ahí en una riñonera cotrosa. Es esta mujer, andad atentos, que también gusta de gritar «Euskal Presoak Askatu», tengan cuidado ahí fuera.

«El ciclo de Sabino Padilla en el Athletic de Bilbao ha terminado», dice García Macua. El Villarreal presenta a Rossi, veinte años, prácticamente en blanco en Inglaterra, pero el año pasado 9 goles enchufó en 19 partidos con el Parma. Tiene buena pinta. Ojo a la pretemporada de Negredo que lleva seis goles en tres partidos. Oliveira se ha estrenado como zaragocista enchufándole dos al Huesca. Y ahora vamos a ver un rato al Atleti, a ver qué tal levanta el vuelo.

 Pocos ecos quedan ya de las tanganas que se podían ver antiguamente en los campos de fútbol, cuando aún jugaban hombres. Luis Fabiano y Diogo el pasado año no se puede decir dieran un espectáculo escalofriante, sino más bien irrisorio. Y más se perdió con Hierro, que si fue capaz de partirle la cara a Stchoikov directamente, o engancharle una patada a Soler veinte segundos después del pitido final del partido. Se ven cochinadas, sí, pero ya no como antaño. Para rememorar una de las más sonadas, la del Partido de Homenaje y Loor a Su Majestad El Rey Juan Carlos I de Borbón y Borbón 1984, tenemos a nuestro habitual colaborador Tacitus, que viajó desde Barcelona y estuvo presente, testigo de excepción de todos lo sucedido y que, a buena cuenta, podríamos apostar a que no se gastó más de quince pesetas.

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