Mi padre va a morir pronto, ayudarle es una pérdida de tiempo. Si pudiera pedir un deseo, desearía que nos dejara. Regan Gascoigne, sobre Paul Gascoigne (o sobre la RBBE)

“A los jugadores que murieron con la frente en alto ante el invasor nazi”, reza la leyenda en la estatua en las inmediaciones del estadio Lobanobsky de Kiev, donde hace sesenta y cinco años unos hombres llevaron hasta las últimas consecuencias, más allá de lo que jamás un futbolista podría haber imaginado, la máxima “hasta la Victoria siempre”. Muchos de los lectores de esta bitácora habrán videado Evasión o Victoria, un clásico de John Huston sinopsizable en algo así como: Michael Caine, Pelé y otros infraseres que engordan la población reclusa a costa del erario público alemán se enfrentan en París a once personas normales alemanas que, circunstancialmente, son militantes del partido nazi, en un torneo de verano en 1943 que tiene como premio, caso de no ganar los jóvenes arios, el fusilamiento inmediato del triunfante equipo multikultural. Al final (ojo, spoiler), ni chicha ni limoná: empate, ni rastro de prórroga, invasión del campo, Stallone –pese a detener un penalti- descubre que su vocación deportiva es el boxeo y el resto de los jugadores se olvidan de volver a la trena, disimulados entre el público.

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«Tenemos que ser una piña» era el eslogan con el que se ha bombardeado a la afición madridista estos días a fin de calentarle los cascos un poco al equipo y que se parta la cara lo que queda de Liga por si obra el milagro. Para calibrar el alcance de la campaña, basta con leer a Capello: «la afición del Madrid es la afición del Madrid, son así y no se pueden cambiar». Parece que no hicieron ni puto caso. En lo que a mi respecta, bajé al bar mediada la segunda parte, recien había marcado Robinho, y el panorama era desolador: muecas retorcidas, decenas de colillas, miradas ausentes, botellas vacías, pelos revueltos, silencio sepulcral. Algo así como los técnicos de Houston en la película Apollo XIII confome se enteran del enésimo fallo técnico en la nave. Es por ello que RBBE aprecia y sentencia que la oficina de marketing del Real Madrid ha cometido un pequeño error semántico: no diga «tenemos que ser una piña» cuando quiere decir «tenemos que ser un truño».

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Sesenta y ocho años nada menos cumple hoy Carlos Salvador Bilardo, insigne comandante de la selección argentina que campeonara en México y asombrara al mundo con el Mejor Jugador de Todos los Tiempos, también conocido como Dios, y un joven con ojos de huevo que, hostias, rompió a hablar y rajar y departir y explicar y razonar y filosofar y aún no se ha callado. En una información aparecida en ABC el miércoles y firmada por el gran Roberto Arrocha, el Narigón dice que, en el caso de no vivir en Argentina, le gustaría hacerlo en Sevilla. Desde que el club hispalense se articuló en torno a Monchi, excuso decirlo, pero esto parece un bukkake.

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Para que se hagan Ustedes una idea de lo que es esta casa, ayer, durante el partido del lustro, el redactor de esta bitácora se encontraba inmerso en una acalorada discusión sobre bígaros con una camarera. La cosa terminó a las ocho de la mañana, pero Dios sabe que este plumilla, que no pluma, cuando volvía en el taxi con la cabeza en el reposapiés, iba pensando, todo dichoso: me cago en tol copetín, pues no ha marcado Palop en el descuento. Unida la cuestión a un honesto sevillismo, hay que decirlo alto: ayer mereció la pena vivir.

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Si existiese una competición global de exequias, el luctuoso título se lo hubiese apuntado George Best en 2005, su funeral fue el de un jugador de talento inacotable, con aires de casanova y una querencia por el alcohol que provocó su autodestrucción. Medio millón de personas se reunieron en Belfast para despedir al mito del país. Un maldito con todas las de ley: destrozó una habilidad sin par en borracheras y noches de sexo con jamonerío de postín antes que en un campo de fútbol.

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Eteee… comenshamos nuestra sección sobre Dios, a la que llamaremos Religión, con una noticia contundente aparecida hace pocos días en el diario Clarín: Maradona, el “Gran Hermano”. Según parece, el Rey de Reyes se reunió para saborear un ágape con los chicos que habían sido expulsados de la casa. Por lo visto, Diego llegó sonriente, bromeando y, bueno, tropezó con un sillón y se metió un piñazo contra el suelo de tres pares de cojones. De ahí que ahora podamos gozar de esta instantanea que no tiene precio: Diego, sangrando bastante bien por la cara con la que aterrizó sobre el parqué, sonrie a menos doce grados junto a los chupi oligofrénicos concursantes del GH de la Pampa. Seguiremos informando. Pincha aquí para ampliar la foto y aquí para ver otro plano del hostión.

El otro dia, como la manifa me pillaba un poco lejos, me llevé a mi señora al fumbol. Se daba la casualidad que en la ciudad donde resido se disputaba un Brescia-Juventus, que aunque no es precisamente un partido de los que crea cuotas de mercado en el sureste asiático, pues dile tú que no cuando se juega a diez minutos a pié del sofá de tu casa. El morbo, sobre todo para mi costilla, que es juventina y heterosexual, residía en ver de cerca a Nedved y Del Piero, pues se daba casi por descontado que iba a ser una pachanga para los chicos de ese tío flácido y con pintas de pervertido que es Didier Deschamps. Pero ¡ay! a veces la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida y como sabrán los más pajilleros entre nuestros lectores, a la Juve le arrearon tres goles como tres soles.

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Desde luego, la verdad es que el Sevilla es como tener un hijo tonto. No falla. En cada ocasión que tiene para meterle puntos al Barcelona la caga contra equipos irrisorios. Qué negligencia, qué incapacidad para sacar cabeza. De todas formas, ayer no se le puede reprochar mucho tampoco. Creó ocasiones bastante claras que a Kanouté sólo le dio por enchufar en fuera de juego y al padre de Portillo le dio una angina de pecho que a bien tuvieron no notificarle en el descanso para que marcara el gol de la victoria. Por cierto, se apreciaba claramente una rojigualda entre los aficionados del Nastic. O eran familiares de Portillo o esto es un sin dios, pues en Sevilla se ven ikurriñas -por Aitor Ocio, dicen. Del resto de encuentros, si se les puede denominar así, que parecen pachangas estivales, destacó la victoria de la Real con goles de sus fusileros supuestamente más avezados y la del Atlético de Madrid, que fue el único de los de arriba que mojó, lo que inflará bien de esperanzas los egos rojiblancos hasta el próximo batacazo. La apuesta de esta casa por el Real Zaragoza de Milito, Aimar y Zapater no termina de cuajar y el Celta se aferra a primera con uñas y dientes. La Liga está siendo paralímpica, pero eso no quita que, de seguir así, si nadie esprinta, gocemos de unas últimas jornadas, tanto por arriba como por abajo, de aúpa. De lloros e invasiones de campo. De reirse  con toda tu mala sangre del que lo jode todo en el último segundo. Seguro que tardaremos en olvidar este campeonato tan raro y tan feo. Y hemos dicho feo porque ves el resumen de la jornada italiana y, oye, jugarán muy rácano, pero vaya golazos meten.

Dice uno en un bar: Recuerdo que Romario le rompió la cadera a Alkorta, pero joder, cadera, tenía ca-de-ra.

Dijimos que iba a haber ficción en la realidad o realidad en la ficción. A gusto del consumidor. Lo cierto es que hubo magia. No se sabe en qué orden. El despeje de Thuram sacó al Madrid de la realidad. A tal punto que la superioridad blanca terminó siendo real. Y de la realidad le sacó Messi, que devolvió al Barça a la ficción y al Madrid a la realidad. Qué contraste ver a Guti cosido a hostias porque estaba jugando bien. Hasta Salgado hizo una buena segunda parte tras estar a punto de conceder un gol por toquetearse las medias cual maricó de Españah. Aunque para contraste un Barcelona vulnerabilísimo en el centro del campo. Zona media cedida por Gago, el centrocampista total, errando con profusión y salvados sus muebles por Diarrá, lesionado y detestado. El control total del Barcelona echado por tierra bajo la autoría de un equipo descompuesto capitaneado por un Raúl más nulo que nunca, que no es poco. Véase a Su Ronaldinhad recibiendo de espaldas. Y llegó el final, y no es tan fácil mantener las apariencias, y Helguera, al que le quedaba una zancada, una y media incluso, para escorar a Messi, posó el culo en el cesped para regalar el empate. Realismo soviético. Al final los únicos felices, los de nuestro Yoyalodije, los sevillistas, que mañana se vuelven a ver delante de su bestia negra: tomar la inciativa liguera. Y oigan señores: suena Grand Funk Railroad en mi tocata. Toca irse de farra. Mañana más.

Retomamos de resaca: Como estos partidos se los sabe todo el mundo de memoria no vamos a dar mucha matraca con lo obvio y nuestros puntos de vista sobre lo evidente y que si yo super de que opino de que o sea ¿sabes? pero no, tía, no veas ¿sabes? Vamos con algunos detalles elocuentes y lo demás, que ya es vicio mundano, te lo chutas por la prensa seria y la blogosfera que la imita.

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En el Barcelona Real Madrid que la Providencia ha querido que se celebre precisamente hoy, nada es lo que parece. Se presupone una distancia abismal en el estado de ambos equipos, pero hay tantos contrastes, tantos detalles, tantos defectos enfrentados que se solapan; hay sombras, hay claros, hay donde parece que no hay, no hay donde parece que hay: mas sobre todo, lo que sí que hay son dos equipos que se parecen muchísimo y no se parecen en nada ¿Incoherencia? Por de pronto, la sección madridista de esta casa apuesta porque el Barça le enchufa una manita a los blancos. Sin embargo, los catalinos dicen risueños que hay un «pacto en la sombra» en este tipo de casos para no hacerse mucha pupa. Una situación como ésta ya se dio hace unos años pero a la inversa, fue aquella en que empataron a dos, con gol anulado injustamente a Rivaldo incluido, que era el 2-3, así que… Claro que aquel pésimo Barça tenía a Rivaldo, y este Madrid no tiene a nadie, bueno sí, a Cassano, pero en el banquillo ¿Van pillando el sin Dios?

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