El fútbol como deporte, tal y como hoy lo conocemos, nació en 1863 en una taberna de dudoso nombre de no menos dudoso origen y reputación – Freemason’s Tavern, Great Queen Street, Londres, Inglaterra, Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Commonwealth- al escindirse de otro deporte desde entonces llamado rugby, variante que debe su nombre a la universidad que fijó sus reglas, aunque si los padres fundadores hubieran tenido un poco más de vista y espíritu pedagógico (y menos orgullo localista) podrían haberse anticipado a la RBBE y llamar a lo uno ultratennis light y a lo otro, ultratennis hard. De esta misma familia de deportes con balón en campo de hierba al aire libre nacieron luego el fútbol australiano, o ultratennis bondage, el fútbol americano, o ultratennis fetish – y mucho más recientemente el fútbol a siete, o ultratennis mature-, todas ellas variantes más o menos respetables por la indudable virilidad que exudan sus practicantes. La historia de nuestro deporte empezó a torcerse de manera irremediable al engendrar el fútbol de salón, también llamado fútbol sala, futsal, fútbol a cinco o futbito, invento que, contraintuitivamente, no se debe al concejal de deportes de Cherrapunji, la zona del mundo con mayor índice de pluviosidad, sino a los brasileños, igual con la intención de protegerse del sol, vaya usted a saber, aunque obviando que esta primera aproximación del noble deporte del balompié a la comunidad homosexual tenía antecedentes desde el mismo día que un súbdito francés se puso a darle pataditas a un balón de cuero. La última vuelta de tuerca, el golpe cuasidefinitivo al cromosoma Y del ADN del fútbol, podemos situarlo con cierta precisión al final de la nefasta década de los ochenta y a principios de la no menos nefasta de los noventa, cuando mientras en el mundo se aceptaba como normal el uso de hombreras o crepados masculinos, en el mismo Brasil decidieron regular la práctica del -hasta entonces respetable- deporte del balompié en calas, golfos, playas y otros accidentes geográficos marítimos caracterizados por acumular obscenamente arena y obreros de veraneo. Nada que no hubieran hecho, lo de jugar en la playa digo, los primeros ingleses que llegaron al mismo Brasil, o a las costas sur y norte de la Península Ibérica. Pero aquéllos, a diferencia de éstos, lo hacían porque no tenían más cojones. Y éstos… bien, estos lo que no tienen precisamente son cojones. Vienen a ser los maricones de playa de toda la vida de Dios.
Preocupados en encontrar documentación acerca de un presunto folleto en una lengua ugrofinesa que presentaba el tétrico amistoso de hace tres días entre Finlandia y España como un partido entre el combinado local y una selección con complejo de inferioridad y conformada por vascos, catalanes y gallegos (¿) que no sentían los colores –siempre según la versión de Manololama-, no porque sea extraño que alguien piense eso, sino porque nos hacía ilusión hacernos con ello, se nos pasó la noticia del día, la noticia que les ha ofrecido la ONCE, nunca mejor dicho, y que no es otra que el despido de Miguel Rico de su panfleto de toda la vida, el Sport. Hay que aclarar antes que nada que al catalán medio no le gusta el fútbol, le gusta el Barça, y es por ello que en esta entrañable tierra, acogedora de gran número de mesetarios joséluíses como Núñez Clemente, Fernández Abajo o Carod Rovira, el periodismo deportivo forofo siempre ha triunfado. Tipos que en cualquier otro país no habrían pasado de hacer la rejilla de televisión de un periódico de provincias cualquiera o de picar teletipos bajo la estricta orden de no tocar ni una coma como Banyeres, Puyal (el narrador radiofónico de referencia, tanto es así que en el año 93, con el 8 de portentosa voz ya internacional por España, y tras ser informado de que había marcado en a saber qué partido, el “gran” Joaquim Maria se atrevió a decir que Julen Guerrero acabaría siendo titular en el Athletic),Carazo, Hernáez (no el payaso del Marca, el del Sport, que también tiene), Frieros (el que aseguró ser amigo íntimo de Figo, atalaya desde la cuál podía prometer al barcelonismo que el portugués no se movería de allí ganara quien ganara las elecciones del Real Madrid), Pérez de Rozas (un perico irredento que no fue tonto a la hora de visionar que la dirección de una sección de deportes no se podía conseguir desde las motos y mucho menos desde el Español) o Canut, son allí la referencia del saber futbolístico.
«Mira, yo cojo buena parte de lo que gano, y gano bastante, y lo voy guardando. Todos los meses. Sin faltar uno y al final del año, plas, me lo gasto todo en construir una falla para prenderla fuego a los tres días ¿Tú te crees, tú me vas a decir a mí, con este concepto que tengo del ahorro, que es el mismo que tienen mis amigos, mis vecinos, mis familiares, mi pueblo, vamos, tú me vas a decir a mi que somos catalanes, de los putos países catalanes esos de mierda? Y una polla. Y una puta polla». Estas declaraciones corresponden al padre de un amigo mío, sesenta y tantos años. Militar. Pronunciadas sin quitarme la mirada. Sin titubeos. Sin pestañear. Sin que le diera siquiera un temblorcito en el párpado de esos típicos de cuando te has hecho veinte pajas o te has pasado el fin de semana follando o te has pasado el fin de semana follando y haciéndote pajas. Y esto es, sin más, en esencia, un valenciano. Un tipo que odia, desde lo más profundo de su corazón, a Cataluña. Hay motivos históricos, como dejarles tirados en la guerra contra Felipe V en una traición sin precedentes muy típica de realidades nacionales luego dadas a ir por ahí doliéndose de las derrotas acontecidas siglos atrás excluyendo de la memoria detalles oportunos, rollo Santoña y tal. Pero no creo que el origen de su odio esté ahí. Nadie lo sabe a ciencia cierta. Sólo está claro que no les pueden ni ver. La moza, tremenda moza, una cosa para verla, espectacular, que tiene tenía una bitácora debajo de ésta y que nos asesora y asiste técnicamente, que es de Valencia, me comentó hace una semana que una vez fueron a comer una paella con unos seres vivos agropecuarios, la cual fue preparada con vodka, le echaron vodka a la paella los muy hijos de España, que de vez en cuando alguno se levantaba para ir al váter o algo y decía: voy a matar un catalán. Y todos se partían de risa mostrando esas dentaduras de enrevesados poliedros verdiocre. Esto definiría a los valencianos así asá. Luego hay que tener en cuenta que, como se dice aquí en la Capital, son mitad catalanes mitad andaluces. Gasolina por un lado y fuego por el otro. Asco sólo superable por ser murciano, que ya es mitad catalán, mitad andaluz y mitad valenciano. Gasolina, fuego y cierto reactor nuclear ubicado en Ucrania. Este plumilla, en cualquier caso, no aprecia andalucismo en las gentes valencianas. Sin embargo, sí, desde hace muchos años, hablando con unos y con otros, con el de aquí y el de más allá, con peña que vivió la Ruta del Bacalao en los ochenta cuando eso era Dios y la Madre, de buen rollo, musicaza, promiscuidad y todas las cosas buenas de la vida, según dicen estos luceros, que los valencianos están un poco locos. Aventados. Pero luego en España los índices de patologías mentales por habitante más elevados se registran en Extremadura y Galicia así que no se sabe. El caso es que es un pueblo, descrito también antaño como amigo de lo hortera, capaz de lo mejor y de lo peor. De lo mejor porque, como todo el mundo sabe, LPD es obra de valencianos. He ahí un hito. Y de lo peor, por el tema que nos ocupa, el Valencia CF, que es una cosa dura de ver. Toscos, recios y ordenados, contrasta el gris cuartelario del club de fútbol con el policromado de una sociedad juerguista que gusta de aplaudir orgulloso a lo que en otras partes se conoce como la puta hija del concejal tal y allí llaman falleras. Mas también hay que advertir cierta relación esquizofrénica y turbulenta entre la afición y el equipo. Odian a su propio equipo. Pitan a sus mejores jugadores. Ese comisionista del del comercio hortofrutícola con bigote y jersey de pico gritando barbaridades a sus jugadores, palco, entrenador, periodistas, camilleros de la cruz roja y pájaro que pasa volando es ya un clásico de nuestro fútbol irrenunciable. Dicho lo cual, pasemos a analizar, puntuales a nuestra cita con la actualidad, el año pasado de este singular club en boca de uno de ellos, uno de estos tipos, un Zaplanilla más bronceado y sonriente que responde al nombre de Tartamundos Trotamudo y que a todos los errebeberos nos exclama dichoso: ¡xiquetets!
Aunque muchos futboleros se emocionan y exclaman un «qué buen chaval» cuando sucede, para al cabo de pocos años proclamar el nombre del interfecto como candidato ideal para el puesto de entrenador, secretario técnico o lo que tenga a bien inventarse el presidente de turno, otros tantos vemos sólo hipocresía en el hecho de no celebrar los goles contra antiguos equipos, pues muchas veces el gesto sólo obedece a no cerrarse puertas que pudieran ser necesarias en el futuro. No es el caso de los cracks mediáticos como Cristiano Ronaldo, con la vida solucionada antes de que muchos otros hayan empezado a trabajar, al que veíamos pedir perdón tras su gol en Alvalade a su antiguo club. No puede ser el caso de un joven que todavía tiene fresco el recuerdo de cómo con once años dejó su Madeira natal para enrolarse en la Académia Sporting, de la que ya habían salido otros como Figo, Simão, Quaresma, o más recientemente Nani. Allí pasaría seis años hasta que un partido amistoso ante el Manchester United le cambió la vida antes de tiempo, tras solicitar los pesos pesados de la plantilla inglesa a su entrenador, en el vuelo de regreso, el fichaje de aquel desgarbado niño que les había toreado horas antes.
Y menos hipócrita es el hecho de que gran parte de la grada aplaudió el gol de su ídolo antes de que éste hiciera el gesto, demostrando el espíritu olímpico, y por ende, aristocrático, que siempre ha caracterizado al Sporting Clube de Portugal.
Tras la muerte de Dios a manos de una estrella del rock gótico siniestro alemán allá por mil ochocientos noventa y tantos, la Humanidad vaga sin rumbo confundida y, como es lógico, se plantea interrogantes que tiempo atrás carecía completamente de sentido dudar sobre ellos pues se trataban de certezas como que arriba es arriba y abajo es abajo. Una de esas preguntas que se hacen a menudo estos siervos de la gleba es ¿qué es España? ¿es o no es? ¿soylo yo o soyme ella? Vamos pues, a continuación, a esclarecer el misterio: España es una ciudad que se encuentra en la zona central de la Península Ibérica, a pocos kilómetros al norte del Cerro de los Ángeles, centro geográfico de ésta. Las coordenadas de la ciudad son 40°26´N 3°41´O y su altura media sobre el nivel del mar es de 667 m. El contexto geográfico y climático es el de la Submeseta Sur, dentro de la Meseta Central. La ciudad está situada a pocos kilómetros de la sierra de Guadarrama e hidrográficamente se encuentra emplazada en la cuenca del Tajo. La decisión de situar la Patria en este enclave en mitad de la puta nada lo más elevado posible nació del matrimonio del monarca Felipe II con una damisela natural de Coimbra, Portugal, la cual, tanto si estuviere presente el Rey como si no, violaba burros impunemente. Apesadumbrado, Felipe casose entonces con María Tudor, natural de Greenwich, Inglaterra, con quien no tuvo hijos al desconocerse aún en el Renacimiento que las hembras británicas poseen aparato genital masculino. Desesperado, a Su Majestad no quedóle otra que dar su brazo a torcer y contraer matrimonio con una mujer-mujer, la cual, bajo los lemas «con la fe del converso (…) de perdidos al río», designose fuere francesa. En vista de las circunstancias, asumiendo la nacionalidad de la elegida, Isabel de Valois, es entonces cuando en la Corte se toman las decisiones pertinentes para evitar en la medida de lo posible que los consejeros regios Luis de Requesens, el castellano duque de Alba, el vasco Juan de Idiáquez, el cardenal borgoñés Antonio Perrenot de Granvela y los portugueses Ruy Gómez de Silva y Cristóbal de Moura, así como sus secretarios Gonzalo Pérez, su hijo Antonio Pérez y Mateo Vázquez de Leca, además de Juan de Austria, el Papa Pablo VI, el grueso del ejército de Flandes, los arcabuceros castellanos y el Gremio de Comediantes y Mancebos de Corral, el de Curtidores y los miembros asociados a la incipiente Compañía General de Comercio junto a los alcaldes, alguaciles, escribanos y clero secular de todo el Imperio formasen fila en hilera para ir follándosela uno detrás de otro en obedencia a sus manifiestos deseos expresados como órdenes de la Reina. Así pues, con un gran sentido práctico, se sitúa La Corte en este lugar inaccesible, de temperaturas extremas y rodeado de formidables montañas. A las que, por si fuera poco, se le añade una frontera sociopolítica desde Somosierra a Patagonia y California, desde Despeñaperros a Nápoles y Flandes, lo que se conoce como periferia, a fin de hacer impenetrables las dependencias de la monarca. Pues bien, en esto aquí descrito, la España pura, habitan históricamente junto al Rey y la forzosamente casta reina, como en todas las Villas y Corte, dos tipos de seres: los aristócratas o señoritingos o chulos asquerosos y los los mozos de cuadras o taxistas o personal maloliente. Estos segundos son los Muy Excelentísimos Señores Aficionados al Club Atlético de Madrid. Proseguiremos el relato descriptivo de la población matritense en una segunda entrega a propósito del One x One del Real Madrid, el club de los primeros. A continuación, aquí dentro, el trabajo meticuloso y desinteresado del lector Pedro Tomás analizando el buenhacer de los colchoneros durante el pasado curso.
La Redó es uno de los blogs de fútbol más visitados. Está ubicado en España, concretamente en la Comunidad Autónoma de Argentina. Y han redactado hace un par de días un breve artículo describiendo el asco que les da cómo la prensa española vende humo con la Selección cuando ésta es una puta mierda de órdago. Han descubierto la pólvora estos finos analistas. Entre los 131 comentarios que acompañan la entrada hay verdaderas perlas. Y además, puede uno hacerse una idea de cómo nos ven desde fuera los españoles de ultramar, visión que no dista en absoluto de la opinión generalizada que tenemos aquí de nuestro combinado nacional. Pero merece la pena hacer un greatest hits. Para nosotros, el mejor comentario es el chileno que, comparándose con la Madre Patria, nosotros, es para él un orgullo que sus estadios allí no tengan baños. Se nos ha caído al suelo la homofobia. Y pensábamos que teníamos cogido al bienpensismo por los huevos. Cómo superar eso.
Como la sección vaga pero no andaluza de RBBE cree que la temporada oficial no comienza hasta que empieza la Liga, volveremos a pasar de puntillas por este trofeo veraniego llamado Supercopa. Todo lo que interesa sobre ella, además, está expuesto por nuestros comentaristas de excepción en la entrada anterior. La barcelonización del Madrid sigue su curso, los fichajes llegan de la mano de presiones sociomediáticas en lugar de obedecer a las necesidades del equipo. Lo mejor de éste, sus defensas, se empeñan en protagonizar los partidos tanto en su parcela como en el ataque, dónde ese fallo lamentable en un control de Raúl habla a las claras de cuál es el problema del equipo, no tanto el que nunca hace nada por sí mismo, sino como ejemplo de la calidad media de sus jugadores ofensivos, con poquísimo desequilibrio individual y dependientes en exceso de las eventuales ausencias o bajas formas de Van Nistelrooy. El inventor de este modus vivendi, el F.C.Barcelona, navega en una balsa de aceite como lo hacía su rival en los plácidos años del gaspartismo y del nuñismo precruyffista, con todo atado y bien atado, esperando, eso sí, que la vacuna contra el mal del vecino contraído el año pasado, la galactización, funcione como es de esperar. Conforme se pongan las cartas boca arriba definitivamente, trataremos de la enfermedad o curación del Madrid. Ahora es el momento de hablar del que parece haberse curado del arma de destrucción masiva que representa el entorno de cualquiera de los dos, pese a quien pese, faros y guías del fútbol español:
Alguien comentaba el otro día un planteamiento curioso para revitalizar el fútbol de selecciones, que hiberna de manera perpetua para despertar únicamente el mes de junio de cada dos años. Todo sería igual que ahora, excepto que tras la consecución de la Copa del Mundo de la FIFA por una selección, ésta pondría el título en juego cada vez que disputase un partido, oficial o amistoso, bastándole con el empate para retenerlo. RBBE, reacia a fuer de monárquica a la introducción de novedades en el fútbol, lo rechazó en un principio, pero tras cinco arduos minutos de investigación, llegamos a la conclusión de que no sería una mala idea, pues nos permitiría vivir un par de finales al mes sin devaluar el valor de los mundiales conquistados, tan sólo se verían obligados a entregar la copa al país que les derrotara. Bueno, y también porque el actual campeón del mundo sería un país amigo de esta casa, pero sobre todo para que algún día pudiésemos ver ese precioso trofeo en La Zarzuela flanqueado por el Jefe del Estado a su derecha y Rodríguez Zapatero a su izquierda.
Durante la Guerra Fría, el único campo de batalla donde coincidieron a pecho descubierto las dos superpotencias fue el deporte, sobre todo los Juegos Olímpicos, que, salvo boicot, se convertían por unas semanas en jueces de la competencia entre socialismo y capitalismo. Aunque el duelo directo entre los Estados Unidos y la gloriosa URSS solía estar igualado, la superioridad del comunismo se comprobaba en la ingente cantidad de medallas que los satélites soviéticos conseguían, ya fuera empleando armas convencionales o químicas, como es el caso de los trannys de la DDR.
Pero en el verano de 1988, los comecoñeros fueron un paso más allá. El miedo se apoderó de Occidente cuando la base del equipo del Ejército Rojo, el TSKA –más tarde CSKA o chesca-, reforzado con lituanos del Zalgiris, dejó sin final al equipo de baloncesto norteamericano capitaneado por el almirante David Robinson, pero sobre todo cuando un extraño combinado de ingenieros ucranianos, campesinos rusos y atracadores moldavos le arrebató el oro futbolístico a la no menos todopoderosa selección brasileña. La exhibición de poder puso a trabajar a destajo a las inteligencias occidentales, por lo que la siguiente cita olímpica, Barcelona´92, ya no pudo disfrutar del equipo soviético, sino de un engendro denominado CEI que, de todos modos, consiguió el primer puesto del medallero de forma abrumadora. Para analizar este suceso clave en la Historia del siglo XX, recibamos con un gran molinete con la chorra a nuestro segundo miembro de la Mesa Nacional de RBBE galaicoportugués, que tras un período de baja se reincorpora para gloria de los lectores y de la propia bitácora.
Nos vamos a ir de vacaciones pasando un poco como de la mierda de la Supercopa. La verdad, el torneo llega demasiado pronto y los dos equipos llevan una pretemporada un tanto asquerosa y maloliente, sobre todo el Madrid. A lo sumo, estaría bien que debutasen Fazio o Crespo en la defensa del Sevilla y veremos qué tal chuta su nuevo negro pulmón cipotón, Keitia. Mientras, en el campeón de liga persiste la incógnita de hace ya demasiados años: a ver si dan pie con bolo. Pareja Gago – Guti con Diarrá por detrás repartiendo y Raúl y Robinho delante que meten menos sensación de peligro que los juguetes de Playdop. Esto es lo que hay, ya veremos qué pasa, promete ser un tostón. Otra cosa es que poco a poco ya se van incorporando futboleros a la revolución de Stage 6, un youtube mejorado con los videos fácilmente descargables que es ya la descojonación mundial. Y como no, al igual que con la industria pesada, los primeros en animarse han sido los del Athletic creando un canal en el que ya hay dos documentales de hora y pico cada uno: Un siglo de pasión y Leones con Txapela. Pero tampoco es de esto de lo que vamos a hablar hoy, vamos a hacerlo de la Premier, que comienza según escribo esto y por primera vez televisado por La2, que hace una gran apuesta, pues en menos de un lustro jugarán más españoles en la Pérfida Albión que en Las Diecinueve. El campeonato inglés presenta senshashiones ilushionantes de las gordas para este año. En Manchester, Anderson, el que ya nos dijeran tiempo ha que era el bueno del Oporto, él y no Pepe, junto al Cristiano Ronaldo y todo el copetín; en Londres, a la espera de Alves, que es como fichar a cuatro o cinco a la vez; pero lo gordo, gordo, está en Liverpool, donde Rafa Benítez ha tenido cojones de fichar al Van Vasten de Fuenla: Fernando «El Niño» Torres «The Kid» ¡Yeah! Se trata, el jovenzuelo, de un futbolista muy especial, sobre todo polémico y bastante precoz. Vamos a analizar todo esto para obtener un diagnóstico con el que poder presumir en los bares de averiguar la suerte que correrá el chico en la Ciudad Sagrada del pop y también, básicamente, para ejercer de españoles de los pies a la cabeza, para decir, ahora, después de haberle vejado veinticuatro horas al día, ahora que se ha ido, a toro pasado, que no estaba mal, reconocer sus virtudes y afirmar no sin reir: era bueno, coño, era bueno el Torres.