Libros 2014: reedición del estrepitoso fracaso del año pasado (42)
Este es el décimo año que cumplo con la hermosa tradición de computar los libros que me leo a lo largo del año (sin contar los de mi lado oscuro universitario). El objetivo, en teoría, es ver si logro alcanzar los 50 libros leídos a lo largo del año. Algunos años lo he logrado, y otros me he quedado al límite (aquí tienen los listados de 2005, 2006, 2007, 2008, 2009, 2010, 2011, 2012 y 2013). Me gustaría poder decir que nunca he experimentado un fracaso tan estrepitoso como en este año 2014 recién finalizado, pero estaría faltando a la verdad. ¡Ya fracasé, exactamente en las mismas condiciones, el año pasado!
En ambos casos, este año y el pasado, la triste cifra que he alcanzado ha sido la de 42 libros, muy lejos del supuesto objetivo. El año pasado mi “excusa” fue doble: mi cuatrimestre de septiembre-diciembre, en el que fui auténticamente de culo, y el malvado programa de dominación de mentes y espíritus conocido como Europa Universalis, que se cebó en mí en los meses de verano y en Navidades.
Este año, mi excusa es doble también: a partir de septiembre, me quedé sin apenas tiempo para leer, o para hacer nada, hasta tal punto que tuve que agradecer a un constipado providencial el tener tres días auténticamente huérfanos de preocupaciones y agobios de trabajo y horrible “optimización del tiempo”. Y, por otra parte, está la combinación diabólica Twitter-Whatsapp, pero sobre todo Twitter.
Antaño, el tiempo para leer era tiempo “para leer”. Leías, y punto. Pero ahora tienes ahí el incesante flujo de estímulos informativos que proporcionan las redes sociales, y que a menudo me lleva a fragmentar más y más mi tiempo de lectura: ahora leo, ahora consulto Twitter. Ahora leo, ahora nosequé email. Ahora leo… Y, al final, dos horas de lectura se convierten en una.
Con todo, lo peor de ese fenómeno de lectura superficial y “oportunista” no es que lea menos (probablemente lea más, aunque muchas más cosas que me llegan vía redes sociales, y menos libros), sino que el disfrute de la lectura es menor. Así que este año voy a intentar hacer un enorme sacrificio, una autoflagelación al alcance sólo de los más fanáticos: no coger el móvil mientras esté leyendo. ¿Lo conseguiré? Eso lo veremos el año que viene. Por ahora, esto es lo que ha deparado el año 2014:
Enero
1. Crónica del Tercer Reich, de Richard Overy
2. Ha vuelto, de Timur Vermes
3. La verdad sobre el caso Harry Quebert, de Joël Dicker
4. Templarios, griales, vírgenes negras y otros enigmas de la historia, de Juan Eslava Galán
Febrero
5. Historia de un idiota contada por él mismo, de Félix de Azúa
6. Una nova planta per als valencians, de Andrés Boix
7. El Hitler de la Historia. Juicio a los biógrafos de Hitler, de John Lukacs
Marzo
8. La Primera Guerra Mundial contada para escépticos, de Juan Eslava Galán
9. El telón de acero. La destrucción de Europa del Este (1944-1956), de Anne Applebaum
10. Sanitat Valensiana, de Arrop i Tallaetes
Abril
11. Adolfo Suárez. Ambición y destino, de Gregorio Morán
12. El océano al final del camino, de Neil Gaiman
13. Breve historia de Bizancio, de John Julius Norwich
14. Laberinto de muerte, de Philip K. Dick
15. Balzac. La novela de una vida, de Stefan Zweig
Mayo
16. 1914-1918. Historia de la Primera Guerra Mundial, de David Stevenson
17. CeroCeroCero. Cómo la cocaína gobierna el mundo, de Roberto Saviano
18. El Aleph, de Jorge Luis Borges
19. El Anticristo, de Joseph Roth
20. Breve historia de la Inquisición en España, de Joseph Pérez
21. Marte Verde, de Kim Stanley Robinson
Junio
22. Historia de Venecia, de John Julius Norwich
23. Ficciones, de Jorge Luis Borges
24. Comer sin miedo. Mitos, falacias y mentiras sobre la alimentación en el siglo XXI, de J.M. Mulet
Julio
25. Ingenieros de la victoria. Los hombres que cambiaron el destino de la Segunda Guerra Mundial, de Paul Kennedy
26. El ejército romano, de Adrian Goldsworthy
Agosto
27. Moscú 2042, de Vladímir Voinóvich
28. La señal y el ruido, de Nate Silver
29. La guerra de Churchill. La historia ignorada de la Segunda Guerra Mundial, de Max Hastings
30. Dr. Bloodmoney. O cómo nos las apañamos después de la Bomba, de Philip K. Dick
Septiembre
31. Un espejo lejano: el calamitoso siglo XIV, de Barbara Tuchman
32. El siglo del pensamiento mágico, de Ignacio Martínez de Pisón
33. La rebelión de los tártaros, de Thomas de Quincey
34. Las Américas. Historia de un hemisferio, de Felipe Fernández-Armesto
Octubre
35. El Tercer Reich en guerra, de Richard Evans
36. Ifni. La última aventura colonial española, de Manuel Chaves Nogales
37. La verdadera historia de Frank Zappa. Memorias, de Frank Zappa
Noviembre
38. La caída de Cartago, de Adrian Goldsworthy
Diciembre
39. Noticias de la noche, de Petros Márkaris
40. Diario, de Gueorgui Efrón
41. Un paseo por el bosque, de Bill Bryson
42. InterWorld, de Neil Gaiman y Michael Reaves
Por géneros, y como de costumbre, los libros de historia tienen una nutrida representación (18), sin olvidarnos de la ciencia ficción (6). Lo demás, novela “no-CF” y ensayo “No-histórico”, para simplificar el asunto. También cabe destacar, por si acaso no había quedado ya patente, a estas alturas, lo acabado que estoy, que cuatro de los libros son relecturas. Dos clásicos (el libro de Gregorio Morán Sobre Suárez y el de Norwich sobre Bizancio) y dos más clásicos aún (Ficciones y El Aleph, dos recopilaciones de cuentos de Borges).
Aunque, globalmente considerada, la “cosecha” de este año no ha acabado de entusiasmarme demasiado (y quizás en eso tenga buena parte de culpa el “efecto Twitter”), por supuesto hay muchos libros que merecen la pena. Entre los que no he reseñado en LPD, destacaría la maravillosa biografía de Balzac que hace Stefan Zweig, sus atávicos problemas de dinero, sus planes locoides que siempre salen mal, su enorme capacidad de trabajo… Apasionante.
También está muy bien”La señal y el ruido”, de Nate Silver. Silver se hizo famoso aplicando la teoría de probabilidades a cuestiones variopintas, como el béisbol o las elecciones. Autor del blog FiveThirtyEight, primero radicado en el New York Times y ahora independizado, pronosticó casi con absoluta exactitud lo que sucedería en las últimas Elecciones Presidenciales de EEUU (y también en los puestos del Senado y los gobernadores del Estado que se dirimían ese mismo día). En este libro explica con múltiples ejemplos, a cual más entretenido (el póker, las apuestas deportivas, la Bolsa, …), cómo puede aplicarse con éxito la teoría de las probabilidades (asumiendo siempre que probabilidad no significa certidumbre).
También me gustaron mucho los libros de Barbara Tuchman sobre el siglo XIV europeo, o más concretamente francés (porque en Francia se centra: la Peste Negra, la Guerra de los Cien Años, el declinar definitivo de las Cruzadas, …); y de Bill Bryson “Un paseo por el bosque”, sobre el sendero (casi 4000 km) que cruza la Costa Este de EEUU a través de los montes Apalaches, que me gustó tanto que si no fuera invierno, y tuviera el agobio existencial que tengo, lo mismo me ponía a hacer senderismo por ahí. Y, entre los que sí reseñé en LPD, los libros Comer sin miedo, CeroCeroCero y La Guerra de Churchill.
Por el contrario, hay unos cuantos libros que se me hicieron indigestos, aunque ninguno llegó a ser insoportable. Por ejemplo, los dos que me leí de Eslava Galán, sobre los templarios y sobre la Primera Guerra Mundial (este último fue un ejemplo claro de “libro oportunista”, al calor del aniversario). El libro de Anne Applebaum sobre el Telón de acero era a veces como leer a Graciano Palomo alertando sobre el peligro de cualquier cambio político que pueda echarle a él de sus actuales comederos, públicos y privados, un Googlemos que le birle su flamante Linux. Los libros sobre la Historia de Venecia de Norwich, y La Caída de Cartago (impecablemente reseñada en LPD por Carlos Jenal), se me hicieron un tanto pesados.
El año que viene, espero, más y mejor. Por ahora, me estoy leyendo “El cura y los mandarines”, de Gregorio Morán, un libro inacabado, descompensado, equívoco en sus planteamientos y ejecución… Pero una maravilla de libro, que se disfruta en todas y cada una de sus páginas.
Osti, no sabía que existía la tal editorial Automática y menos que habían sacado un libro de Voinóvich. ¿Qué tal está? Lo de Manuel Eslava Galán… pero a quién se le ocurre, hombre. ¿Reseñarás el cura y los mandarines?
Comentario escrito por Teodoredo — 01 de enero de 2015 a las 2:46 pm
HOYGA no es por meterme por sus gustos, pero lee demasiados libros del 3º Reich, que sí, que es muy entretenido, pero también lo eran los de caballerias y miré como acabó don Alonso Quijano…
Por cierto ¿para cuando se me lee «el varón domado» a ver si se desprograma de tanto hembrismo institucional?
Comentario escrito por Trompeta — 01 de enero de 2015 a las 7:00 pm
¿Puedo preguntar el motivo por el que ha releído dos obras del inicuo Borges? Era un escritor brillantísimo pero sus obras rompen la coherencia del resto de la lista. Es como ver dos obras de Dalí rodeadas de Caravaggios.
Comentario escrito por JoJo — 01 de enero de 2015 a las 9:49 pm
– El de Voinóvich es un libro, una historia, muy curiosa, y bastante entretenida. Un viaje en el tiempo hacia una distopía comunista en la que todo funciona tan mal como cabría esperar. Tiene su gracia. Mi idea sí que es reseñar El cura y los mandarines, a ver si en un par de semanitas lo tienen en esta su página amiga. Eslava Galán a mí me gusta; me gusta su sentido del humor, disfruté mucho leyéndome su historia de España, la de la Guerra Civil, los años 40, … Pero estos dos libros, en efecto, eran flojitos.
– Es cierto, pero es que el temita se las trae, siempre hay de dónde sacar algún dato desconocido, o enfoque novedoso.
– A mí Borges me gusta mucho, o para ser exactos me gustó mucho cuando me leí sus cuentos (creo que todos los que publicó) allá durante los primeros años de la carrera. Un día caí en la cuenta de que ya casi ni me acordaba de la mayoría de los cuentos que me había leído, salvo los más notorios (el Aleph, la lotería de Babilonia, …) y me puse a releer (la relectura me gustó menos que la lectura original, la verdad, sin que llegase a desagradarme o «decepcionarme»). Yo no diría que tengo una trayectoria coherente en las lecturas, leo de forma un tanto anárquica e intento variar en virtud de los últimos libros que me haya leído. Otra cosa es que tenga mis preferencias y que los «clásicos» no aparezcan muy a menudo, en parte porque ya me los leí en su día, y en otra parte porque me da pereza ponerme con algunos de ellos, a estas alturas (por ejemplo, Guerra y Paz, que me dejé a medias en su momento y ahora se me hace muy cuesta arriba).
Comentario escrito por Guillermo — 02 de enero de 2015 a las 11:27 am
Yo creo que voy a retomar la tradición de leerle a usted esto, decirme «voy a hacer el reto de los 50 yo también!» y luego allá por Marzo ya olvidarme de todo el asunto :P
Por lo pronto ya no pudo contar el «A Spy Among Friends» de Ben McIntyre, sobre la carrera de Kim Philby y su «amigo» Nicholas Elliot, uno como doble agente soviético y el otro como pringao que le defendió hasta que la cosa ya cantaba demasiado. Muy recomendable aunque por supuesto que siempre quedan dudas sobre lo que dice, ya que cada quien tiene su versión, aunque según el autor, viene siendo mas o menos que todo dios sabia que Philby era un traidor y habia desconfiado de él DESPUÉS de que se destapase el asunto
Pero claro, me lo finalice el 1 de enero por la mañana asi que no entra :P
Comentario escrito por Latro — 02 de enero de 2015 a las 11:36 am
En mi caso este fin de año ha sido un «maratón Morán». La historia del PCE y «el cura y los mandarines» seguidos. Con un par. He disfrutado cada página. Me atrevo a recomendarle la que es mi editorial favorita: Capitán Swing. Cualquiera. No editan libro malo ni queriendo.
Comentario escrito por desempleado — 02 de enero de 2015 a las 2:02 pm
#6 A mí me parece que las traducciones de CS son un pestuño. Como si las hubiera hecho Germán Leyens.
Comentario escrito por Teodoredo — 02 de enero de 2015 a las 3:03 pm
Don Guillermo, me gustaría preguntarle que le pareció «La verdad sobre el caso Harry Quebert», uno de los libros más aclamados de 2013. Me mojo y digo que a mí me pareció un truñazo incomestible y que no logro explicarme la casi total unanimidad en las críticas positivas sin la presencia de razones espurias. Sin matices ni medias tintas, como los amigos de Alerta Digital.
Comentario escrito por Laowai — 04 de enero de 2015 a las 8:24 am
La verdad sobre el caso Harry Quebert es un peñazo con mas trampas que una tómbola de barrio. Escrito de manera muy plana y que además engaña al lector de una manera flagrante. Pero mira, cuando quieren encumbrar algo…menos mal que lo leí piraton en el Kindle!
Comentario escrito por Garganta Profunda — 06 de enero de 2015 a las 10:09 pm
Se me está haciendo viejo, don Guillermo. Aqui le dejo un artículo que le aconsejará como entrenarse para suerar la marca. http://elpais.com/elpais/2015/01/05/icon/1420443241_637329.html
Comentario escrito por emigrante — 07 de enero de 2015 a las 4:53 pm
Vaya, se me ha caído la p de «superar» al suelo.
Comentario escrito por emigrante — 07 de enero de 2015 a las 4:54 pm
Para los que leen (y entienden) ingles, he aqui una critica destructiva del «affair» Quebert:
http://www.npr.org/2014/06/28/325889734/sorry-europe-quebert-affair-plot-thrills-but-prose-lacks-substance
Comentario escrito por JJ — 07 de enero de 2015 a las 5:57 pm
#8 Laowai, en efecto no me gustó. Me pareció… insulso, creo que sería la palabra más adecuada. Una historia innecesariamente alargada y bastante aburrida. Una pérdida de tiempo, la verdad. En mi descargo, diré que fue un regalo, yo suelo desconfiar bastante de los bestsellers; al menos, en materia de ficción
Comentario escrito por Guillermo — 08 de enero de 2015 a las 10:03 pm