La fiesta de la democracia… sindical
Hoy se ha celebrado un importante no-referéndum quizás-consulta en Cataluña, que ha cosechado un previsible éxito de participación y movilización ciudadana. Las personas que se encargan de organizar el proceso de votación y el recuento son voluntarios. Esto constituye una novedad respecto de lo que es habitual: que te toque formar parte de una mesa electoral, generalmente por sorteo. Algo que a mí no me ha sucedido nunca. Porque la única vez que he estado en una mesa electoral, de cualquier tipo, fue hace cuatro años, en las elecciones sindicales de mi Universidad. Y no fue por sorteo. Fue un procedimiento etarra-bolivariano en virtud del cual la composición de cada Mesa depende de la edad: el profesor titular más joven, el catedrático más viejo, y el profesor que lleva más tiempo como funcionario (creo que cada mesa electoral comprende varias facultades y centros, porque al menos mis compañeras de 2010 provenían de otros centros).
En lo que a nosotros, y más concretamente, a mí, nos interesa, me tocó participar como cuota “joven”. Fue en 2010, yo tenía 33 años, y hacía un par de años que había obtenido la plaza de profesor titular. Recibí el nombramiento con resignación, vaya coñazo con espíritu sereno: la democracia es procedimiento, pero sobre todo es una estricta observancia de las debidas garantías en dicho procedimiento.
Dicho lo cual, no me seduce demasiado eso de que en este tipo de elecciones la normativa sea esa cosa medieval de la edad. Me parece mal, me parece injusto, me parece que vulnera la igualdad de oportunidades. Todo eso por no decir que, sin ningún género de dudas, a cualquier persona con un mínimo de sensibilidad democrática le parecerá horrible que el resultado del procedimiento sea que me toque a mí pringar todo el día.
Que es lo que hice, por supuesto: una intensa jornada de votación, seguida de un recuento que me permitió comprobar en qué medida los sindicatos tienen un grado de implantación diferente en cada centro o área de la Universidad (en mi mesa, UGT y CCOO apenas sacaron votos, mientras que el STE-PV arrasaba). Una fiesta de la democracia que comencé con poco entusiasmo, pero que, una vez terminada, no pude menos que pensar con satisfacción: “he cumplido mis deberes para con la Comunidad. ¡El sistema funciona!”
Hasta que el jueves recibí un email convocándome para la Mesa 3 de las Elecciones Sindicales del próximo mes. Por lo visto, continúo siendo el más joven del lugar. Cuatro años después. A mis 37, ya muy viejoven. Es decir, que en cuatro años no ha entrado una sola persona, en el centro o centros que componen esa mesa electoral, de menor edad.
La razón es la infame tasa de reposición del funcionariado, del 10%, impuesta por el gobierno para ahorrar (sólo se convoca una plaza nueva por cada diez bajas; creo que a partir de 2015 se amplía al 50%), combinada con la no menos infame carrera universitaria urdida desde el Ministerio de Educación, con cierta complacencia por parte de la comunidad universitaria que manda, consistente en alargar, alargar y alargar más la carrera académica imponiendo todo tipo de trabas y dificultades a los jóvenes investigadores, cuya trayectoria vital comienza a ser estudiar la carrera -> conseguir una beca para hacer el doctorado -> conseguir una beca postdoctoral -> hacer definitivamente las maletas para ofrecer a otro país todo el conocimiento y formación adquiridos en toda su trayectoria previa, casi siempre en condiciones precarias, financiada o, al menos, cofinanciada por parte del mismo Estado y la misma comunidad universitaria que luego se desentiende totalmente de ellos. “Luego” es cuando debería aspirarse a disfrutar de estas personas y su preparación para que aporten a la Universidad española, pero en lugar de eso se les expulsa del sistema, del que forman parte los que entraron a tiempo. Hace cada vez más tiempo.
Entre ellos, yo; que fui de los últimos en entrar, como se puede ver, y por eso nos encontramos ante la surrealista situación de que me toque de nuevo estar en la dichosa Mesa (que es algo que, obviamente, no pueden decir mis dos compañeras de 2010, que me imagino que estarán ya jubiladas). De verdad, a Ustedes que me están leyendo: ¿no les subleva un ejemplo de discriminación tan palmario? ¿No conocen alguna ley que prohíba a una misma persona formar mesas en dos elecciones sucesivas? Es que no me quiero ver en 2018, con 41 años, formando otra vez la mesa electoral como “cuota joven”, o más bien viejoven, del asunto.
¡Pablemos, la Casta me ha obligado a meterme en una puerta giratoria! ¡Para esto!
Menudo panorama por lo que cuentas. Como siga así llegarás a ser el más joven también en el 2043 y con 65 años, pero también el más viejo, y entonces entrarás en un bucle temporal infinito a lo True detective. Entonces tendrás que llamar a Doc y que se traiga el Delorean y te saque de ahí.
Comentario escrito por teresa — 09 de noviembre de 2014 a las 7:34 pm
A mí una vez me tocó ser suplente en unas elecciones locales así que tuve que pegarme el madrugón para nada (evidentemente no dejé de salir el sábado). Te compadezco por ser miembro de la mesa de aquí a la eternidad.
Comentario escrito por JoJo — 09 de noviembre de 2014 a las 10:40 pm
Lo de la reposición funcionarial va a depararnos grandes sorpresas en el futuro.
Yo soy de su quinta como bien sabe y en Sanidad, para toda mi especialidad y en mi autonomía soy el Facultativo más joven CON PLAZA EN PROPIEDAD!!!
El nene, me llaman. Los residentes que acaban la residencia con 28 años más o menos cuando ven que el yogurin de la clase tiene 38 tacazos no pueden sino quitarle los seguros a sus Luger vistas las expectativas.
Comentario escrito por Garganta Profunda — 10 de noviembre de 2014 a las 7:52 pm
Pues cuando yo hice la tesis me dijeron que el tiempo medio entre tesis y «estabilización» estaría entre 6 y 10 años, que la cosa-está-mu-mal-chaval. Me lo decía alguien para quien se convocó la plaza cuando depositó la tesis en secretaría, sufrido funcionario de otros tiempos.
Y efectivamente, pasaron 11 años y 26 días entre mi lectura de tesis y la oposición que gané (oposición de una plaza que no era para mí, alien que es uno), de los que había pasado 10 años, 11 meses y 13 días fuera de España. Eso sí, menos mal que sólo tardé 2 años, 11 meses y 4 días desde mi toma de posesión hasta que me asignara despacho mi departamento, antes estaba con los becarios, porque así tenía que ser (eso se llama en la jerga «igualdad de derechos a igualdad de estatus» y en la universidad el estatus se define por riguroso orden de llegada).
Eso sí, aún entró uno más joven que yo a la facultad a los pocos días, que fue y será el último por muchos años, y no me llamaron nunca para esas mesas, y cuando me tocó otra para el claustro estaba de comisión de servicios y no tuve que ir.
Qué suerte tengo.
El que no se consuela es porque no quiere.
Comentario escrito por Baturrico — 11 de noviembre de 2014 a las 4:33 am
Pero Prof. López, déjeme que le felicite por haber sacado Vd. la plaza tan jovencico y poder sumar complementos desde tierna edad. Yo saqué mi plaza antes de cumplir los cuarenta (tenía 39 años y 4 meses). Sigo sin número de la seguridad social porque primero fui becario-pringado y después residente-ausente de espíritu aventurero, y el sistema no me conoce.
Pero mucho más grave lo tienen los que vienen detrás, Juanes de la Cierva para usar y tirar, Ramones y Cajales sin compromiso de nada, Profesores Ayudantes Doctores en precariado y a verlas venir, becarios y pasantes… Por no decir los pringados absolutos que trabajan para la universidad y su tesis o después por la patilla, porque les gusta y tienen vocación, y tantas nuevas glorias ofrecen a España.
Aquí está el nuevo proletariado con título, ahí debajo, soñando con un día hacerse de la casta de los titulares y catedráticos.
Ya lo decía Galeano, «Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte (…) pero la buena suerte no llueve (…) nunca.»
Comentario escrito por Baturrico — 11 de noviembre de 2014 a las 4:42 am
#1, cuando el Prof. López llegue a los 65 le quedarán 10 para jubilarse, y será eso que llaman «cuerpo a extinguir», y un día le dirán «el funcionario», como el último mohicano. En el CSIC ya están trabahando en ellou: http://cincodias.com/cincodias/2014/11/05/empresas/1415213234_478368.html
Comentario escrito por Baturrico — 11 de noviembre de 2014 a las 4:44 am
#6 que digo 10, o 20, vaya usted a saber.
Comentario escrito por Baturrico — 11 de noviembre de 2014 a las 4:44 am
#4 erratum: entre la toma de posesión y el despacho de titular pasaron 3 años y 11 días. Pero realmente, qué más da. Mucho peor es no tener trabajo remunerado, y así ocurre con mucha gente en la universidad.
Comentario escrito por Baturrico — 11 de noviembre de 2014 a las 11:31 am
#8 … y 11 meses. Ahora sí.
Comentario escrito por Baturrico — 11 de noviembre de 2014 a las 11:32 am
Pues yo no veo mal que se extingan los catedraticos, los que sufrí eran una remora para la investigación y estaban mejor aprovechados como pisapapeles.
Por otro lado, me imagino que con la tradicional endogamia de la universidad española y colonias, los últimos seran parientes de los actuales.Pero si se extinguieron los hidalgos y el mundo no se paró, no creo que lo haga cuando desaparezcan los catedraticos…
Comentario escrito por Trompeta — 11 de noviembre de 2014 a las 12:37 pm
Estimado Baturrico, yo tardé seis años (de 2002 a 2008) entre lectura de la tesis y concurso exitoso / ocupar la plaza. El ser un área «emergente», con muchos alumnos y muy pocos profesores a tiempo completo, me benefició (previo paso por el trágala de la habilitación, que aprobé en 2007).
En cuanto a mi inminente jubilación, yo apuesto por un término medio de 15 años a partir de los 65, esto es, los 80 años. Teniendo en cuenta que cotizo desde los 21 años, habré estado 59 años cotizando, llegaré ilusionado a la jubilación y… ¿Cómo? ¿Que ya no queda nada en la caja?
Que sepan que en el ínterin me ha tocado también de suplente de otra mesa (elecciones a la junta de mi facultad), en este caso por sorteo (supongo). Además, en 20N. Dada mi suerte, asumo que el titular caerá gravemente enfermo y se recuperará felizmente al final de la jornada
Comentario escrito por Guillermo — 11 de noviembre de 2014 a las 5:44 pm