Una de las muchas muestras de espontáneo apoyo ciudadano a la Monarquía y al Preparado fue la censura que los dueños de la revista El Jueves, RBA Editores, impusieron a la portada de la revista. RBA obligó a destruir 60.000 ejemplares ya impresos de esa portada y anunció que, a partir de ese momento, la Monarquía pasaba a convertirse en tema tabú en la portada de El Jueves. Algunos de los autores y colaboradores más importantes de la revista anunciaron acto seguido que abandonaban el proyecto. Ni que decir tiene que la revista El Jueves, desde entonces, está herida de muerte.

La verdad es que yo no he sido casi nunca lector asiduo de El Jueves, salvo un corto período de más o menos un año, a finales de los noventa. Dejé de comprar la revista porque la mayoría de sus contenidos no me gustaban: mucha vieja gloria que seguía publicando cosas que, al menos para mí, ni tenían gracia ni interés. También había algunos contenidos que me gustaban, claro. Y algunos que me gustaban mucho. Pero acabó por no ser suficiente. Y como El Jueves también publica recopilaciones de cada uno de sus personajes, acabé por hacer lo que hacía en los 80 con los personajes de Bruguera: en lugar de comprarme el Pulgarcito, el Tío Vivo o el Super Mortadelo semanal, que tenía algunas historias muy buenas, pero también tenía horripilantes contenidos pensados para ensombrecer el futuro de los niños (como Zipi y Zape, Carpanta, o cualquier historia de Escobar), me compraba los álbumes de Mortadelo y arreglado. ¿Quién quiere un Super Mortadelo con sólo ocho páginas de Mortadelo cuando puede tener «El sulfato atómico», «La caja de diez cerrojos» o «Cacao espacial», todo para él?

Pues con El Jueves, lo mismo: me compraba las historias de Albert Monteys, Manel Fontevila y alguno más, y punto.

Y en estas que RBA Editores decide cepillarse su revista y algunos de los mejores autores de El Jueves huyen de ahí. No sé quién se ha quedado en El Jueves; ni siquiera sé si siguen por ahí las viejas glorias o ya se han jubilado. Pero lo que está clarísimo es que el futuro de los que se han ido (y que pueden fundar ahora un nuevo proyecto sin las deudas del pasado) se intuye bastante más fructífero que el de los que esperan continuar ligados a El Jueves.

A veces pienso que lo que está pasando en El País obedece a similares razones conspiranoicas: que Juan Luis Cebrián, la banca española y el fondo buitre Liberty que rigen los destinos de PRISA son un Club Bildeberg prorrepublicano controlado en la sombra por Pablemos. Y que éste, con gran inteligencia, ha optado por inundar el periódico de infumables artículos promonárquicos y en defensa del establishment, mientras denuncian que Pablemos cobró una nómina mileurista hace diez años y cosas por el estilo. En el camino te cargas El País, claro; pero ¿y lo fuertes que dejas a la República y a Podemos, tus teóricos archienemigos? ¿Y cómo hundes más y más y más en la miseria a -sí, lo voy a decir- «La Casta» a la que supuestamente intentas defender?

De nuevo hay que decir: pues con El Jueves, lo mismo. Se lo han cargado (las cifras de ventas del número de esta semana, y de las semanas que siga publicándose, van a dar miedo), pero le han hecho un flaco favor al Preparado. Por lo pronto, los ex autores de El Jueves han sacado hoy un cómic digital, Orgullo y satisfacción, dedicado íntegramente a la Monarquía y al show de la abdicación y coronación que nos están intentando hacer tragar y que, intuyo, muy pocos se creen; pero nadie tiene la fuerza, ni el poder, para oponerse a ello con más legitimidad que con la protesta (de hecho, por eso nos comemos esta coronación express: porque igual dentro de un año ya no sería posible).

El cómic se vende a 1,50 € más la voluntad y puede comprarse aquí. Yo ya lo he hecho, y me lo he leído: tienen la elegancia de no mencionar apenas el espectáculo censor de su antigua revista, para centrarse en Campechano, Preparado y toda la cohorte que les rodea. Se nota la premura con la que lo han hecho (sin ir más lejos, no estaba disponible hasta poco antes del mediodía de hoy), pero el nivel general es bueno, y la cosa entretiene. Por 1,50 € no puedo pedir más. Pero, aunque no fuera un buen producto (que sí que lo es), no les quepan dudas de que lo habría comprado igual. Ya que no podemos votar al Preparado porque nuestros padres y abuelos votaron una Constitución bajo la amenaza del Ejército hace 40 años y eso es muestra clara de lo innecesario que resulta someter a consulta popular cualquier cosa y que no tiene sentido cambiar «desde abajo» esa Constitución que nos hemos dado, al menos que podemos apoyar las manifestaciones de protesta, de toda clase, que surjan, y seguirán surgiendo, contra la infumable murga monárquica y todo lo que ésta comporta.