D. Manuel (Fraga Iribarne)
La Opinión Publicada de hoy es un monográfico sobre uno de los personajes públicos a mi juicio más injustamente enjuiciados de la generación que hizo la Transición a la democracia: Don Manuel Fraga Iribarne.
Manuel Fraga Iribarne
– Entrevista en El País a Manuel Fraga (08/10/2006): Las entrevistas de Karmentxu Marín en la contraportada de El País de los domingos suelen ser bastante insoportables a causa, naturalmente, de Karmentxu Marín. Pero de vez en cuando el personaje entrevistado logra rebelarse frente al caudal de frivolidad y estulticia al que es severamente sometido por la entrevistadora y soltar cosas interesantes. Es lo que ocurre en ocasiones cuando el personaje en cuestión es interesante, lúcido y estimable por diversas razones. D. Manuel Fraga siempre ha sido particularmente mal visto por la izquierda española, en tanto ministro de Franco y fundador de AP y sus «siete magníficos» (con el llorón Carnicerito de Málaga, Carlos Arias Navarro, entre ellos). Fraga personificaría como nadie, en consecuencia, la herencia franquista del actual PP. Craso error, a mi juicio (o repugnante interpretación interesada, como se prefiera). En los años ochenta el PSOE se inventó la genial frase de que a Fraga le cabía el Estado en la cabeza, como para significar su capacidad y, en la práctica, asegurarse más Fraga todo el tiempo que fuera posible (por aquello del «techo de AP» con Fraga, sito en los 108 diputados). Pero la verdad es que la trayectoria del personaje avala más bien la de un político más moderado de lo que se cree, muchas veces obligado por las circunstancias, y con principios democráticos. Por esbozar mínimamente la hagiografía de Fraga que estamos elaborando aquí (¡anímense! ¡ayuden a hacer un perfil de políticos de derecha democrática aportando en los comentarios sus loas de D. Manuel!) podríamos citar:
– En 1974, cuando al Gobierno (franquista) se le ocurre la brillante idea de montar un Registro de Asociaciones Políticas, se le pide a Fraga (entonces embajador en Londres) que forme un partido político como vía para legitimar mínimamente el cotarro. En aquel momento la Ley de Asociaciones Políticas ya había quedado totalmente vaciada de contenido, dado que todos los participantes en el Registro debían incorporarse al interior del Movimiento Nacional (acatando así la bella frase «dentro del Movimiento todo; fuera del Movimiento nada»). Así que, como recurso desesperado para salvar la iniciativa y medio maquillarla, se recurre a Fraga, en calidad de importante representante del aperturismo en el régimen. Y Fraga, echándole un par de huevos, dice que para que él participe en el tinglado previamente la Ley debe garantizar un parlamento elegido mediante elecciones libres y sufragio universal y que, si no, se larga (como así hace).
– La fundación de AP, en 1976, y su adscripción ideológica. Aquí Fraga cometió varios errores. El primero y fundamental, creerse el bulo de la existencia del «franquismo sociológico» para intentar representar con su partido lo que él creía era un sentimiento mayoritario en la sociedad española. El segundo, y en relación a lo anterior, llenar AP de eximios representantes del franquismo más trasnochado («Los Siete Magníficos»). Además, AP se derechizó probablemente mucho más de lo que Fraga preveía a causa de la competencia que por el centro político planteaban un montón de partidos (los cristianodemócratas, el Partido Popular de Areilza luego reconvertido en UCD, etc.). Pese a lo cual, la presencia de Fraga en AP permitió dar dos pasos fundamentales para la consolidación de la democracia: a) medio meter en la democracia, en efecto, al «franquismo sociológico», mucho menos importante de lo que Fraga creía a los efectos del voto pero muy influyente. El ejemplo más claro de esto fue la votación por la Ley de Reforma Política que supuso el hara kiri de las Cortes franquistas, en la que todos los representantes de AP, incluso algunos que rechazaban tajantemente la Reforma y llamaban histéricos a los militares para que intervinieran (como, por ejemplo, Gonzalo Fernández de la Mora), votaron a favor merced a la disciplina de voto impuesta por Fraga. Y b) En 1978, conviene recordar que Fraga no sólo fue uno de los Padres de la Constitución (que es tan maravillosa y cojonuda tanto gracias a Fraga como a los demás ponentes), sino que luego, en consecuencia, votó a favor (a diferencia de los demás representantes de AP), es decir, pasó en esta ocasión de la misma disciplina de partido que exigió en 1976.
– Cuando Fraga se retira definitivamente de la política nacional, en 1989, pasándole el testigo a Aznar tras la psicotrópica experiencia de Hernández Mancha (aún recuerdo una entrevista a Anguita en el programa de la Trinca en la que éste afirmaba su sacra devoción por Hernández Mancha, el político español más cercano a sus postulados), lo hace sin pretender mandar «desde fuera» (algo que, por ejemplo, el propio Aznar, y González en su momento, sí hicieron y hacen), dejándole libertad a Aznar. Cualquiera que recuerde ese Congreso de Sevilla se acordará del espectacular momento en el que Fraga lee en la tribuna la carta de Aznar en la que, sin fecha, le ha enviado su dimisión para que Fraga vuelva cuando se le antoje (tremendo espectáculo de sumisión) y Fraga, histriónico, nos depara uno de los mejores momentos de humor político en los últimos 30 años rompiendo en mil pedazos la carta mientras suelta algo así como «yo quiero que obres sin deudas ni sombras ni padrinazgos».
– Y por último, para no extenderme demasiado, conviene recordar el firme compromiso de Fraga con el Estado Autonómico y su desarrollo, mucho mayor que el de la mayoría de sus compañeros de partido, pero también sensato ante determinados experimentos. ¡Si este hombre tuviera 30 años menos daría gusto votarle!
Bien, pues por aquello de no archivar esto en la categoría «Manuel Fraga», vamos con los dos fragmentos de la entrevista. El primero, nuevo ejemplo del aperturismo y sabiduría de D. Manuel, no precisa comentario:
P. ¿Se atreve con un par de calificativos de Zaplana, Acebes y Gallardón?
R. A Gallardón le pondría en primer lugar por muchas razones. Creo que tiene mucho que ver con el futuro del partido.
P. ¿Y la parejita Acebes-Zaplana?
R. Yo no tengo que opinar sobre cada uno de ellos. Si sigue usted preguntando, acabaríamos por hacer un diccionario.
El segundo, justo a continuación, tenía por objeto servirme como enlace para el segundo asunto que quería tratar, la Memoria Histórica. Pero dado que, como de costumbre, mi incesante CésarVidalización textual me ha llevado a excederme más de lo aconsejable, lo dejaremos para dentro de un par de días:
P. ¿Se ha sentido profeta?
R. No. Pero sí he procurado indagar racionalmente hacia dónde va el país, y adónde quieren algunos volver con la famosa memoria histórica, que así planteada, dividir entre buenos y malos, es una equivocación.
P. Pues en su caso igual tendría que preocuparle que los españoles tuvieran demasiada memoria histórica.
R. Conmigo pueden tener toda la que quieran, porque yo lo veo en la calle, vamos, la cantidad de gente que se acerca a saludarme, porque saben que he sido honesto y que he trabajado por el bien del país.
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Lo mejor de la entrevista es, a mi juicio, la bronca que le echa a Karmentxu Marín por hablar de patios de Monipodio sin saber lo que son y recomendarle que lea a Cervantes. La versión corregida de lo que debió de ocurrir permite intuir claramente qué ocurrió.
Luego, también, el señor está mayor y se nota. Vamos, que chochea, contestando con chistes malos a preguntas, vale, estúpidas, pero eso tampoco lo excusa.
Creo recordar que hay por ahí, en LPD, una emocionante despedida a D. Manuel, de esas cosas que sirven para que nos acusen de vendidos al zapaterismo.
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 09 de octubre de 2006 a las 8:27 pm
Fraga seguramente siempre fue consciente de que el franquismo no tenia futuro, lo que no le convierte en el demócrata de toda la vida que pretende ser, solo en un hombre con cierta inteligencia.
Pero es que aparte de eso, por muy aperturista que fuese Fraga comparado con el bunker, por mucho que pensase en el parlamenterismo mientras esperaba la muerte de Franco por mucho que tuviese cargos en ministerios como turismo, fue un miembro de primer orden del régimen y participó en consejos de ministros en los que se decidía sobre penas de muerte.
Y sobre todo hay un hecho poco conocido que mancha la figura de Fraga: que fue ministro de la gobernación en 1.976 con Arias Navarro y…. ¡con Suarez!, en unos meses en los que Franco estaba muerto pero el franquismo seguía existiendo y cometió sus ultimas atrocidades: cientos de trabajadores y estudiantes apalaedos, torturados y detenidos por manifestarse o expresar sus ideas, ciento cincuenta heridos de bala y cinco obreros muertos en Vitoria a manos de la policía y dos carlistas en Montejurra en circunstuncias cuando menos extrañas, y no se si alguno más del que me olvido. «La calle es mía» dijo el simpático demócrata de toda la vida refiriendose a las manifestaciones y su actuación contra ellas.
Con semejante historial, aunque Fraga una vez terminada la transición se hubiese fundado un partido socialdemócrata o una ONG ecologista me seguiría resultando repulsivo, por lo menos a mí.
Comentario escrito por Islamoprogre — 09 de octubre de 2006 a las 9:02 pm
Lo mejor de la entrevista es el respaldo a Gallardón, uno de sus chicos, frente a los «usurpadores » Acebes y Zaplana.
Cada vez son más evidentes los posicionamientos de los distintos sectores del PP.
Comentario escrito por Ottinger — 09 de octubre de 2006 a las 9:13 pm
Hombre, lo de Gallardón era más que evidente, ya que fue él quien le nombró secretario general del partido, en sustitución del defenestrado Verstrynge. Lo de Aznar puede tener su explicación, ya que según dicen en el famoso congreso de Sevilla Fraga no ocultaba su apoyo a Isabel Tocino.
De la entrevista que mencionas a Anguita, me parece recordar que no fue exactamente así: si no recuerdo mal, la pregunta fue algo así como que a quién prefería de adversario, si a Guerra, a Serra (por hacer la rima fácil) o a González, y él contestó que a Mancha, porque los que verdaderamente eran de izquierda ya estaban en IU, dando a entender que para enfrentarse con lo que él consideraba derecha, prefería hacerlo con la derecha real que no escondía su condición.
De Fraga dijo Forges una vez algo buenísimo: que conseguía tantos votos porque no se le entendía al hablar. De haber vocalizado en condiciones y que se le entendiese todo, posiblemente le habrían enterrado políticamente, del miedo que habría metido en el cuerpo, je.
Saludos.
Comentario escrito por Otis B. Driftwood — 09 de octubre de 2006 a las 9:40 pm
Hola:
Es en efecto irritante la manera como se han maquillado un montón de biografías en España. Cualquier cosa, por pequeña que fuera, ya servía para denotar que el sujeto en cuestión estaba dando pasos hacia la democracia, aunque tímidos por la ituación y el contexto bla, bla, bla.
Dicho esto, no creo que sea discutible que Fraga es lo que más se acerca a la derecha democrática de todo el PP. Y lo digo consciente de que Fraga prometió dejar la política el día que yo nací.
Un cordial saludo.
Comentario escrito por popota — 10 de octubre de 2006 a las 12:15 am
He enlazado el artículo que dice Andrés (es este: http://www.lapaginadefinitiva.com/politica/nacional/77.htm).
Lo que comentas sobre la biografía de Fraga es cierto, Islamoprogre. Y es cierto que el personaje siempre ha tenido un talante autoritario, aunque creo que más en las formas que en el fondo. Yo creo, de todas maneras, que achacarle las muertes de la represión policial directamente a Fraga es excesivo. De hecho, en los sucesos de Vitoria Fraga ni siquiera estaba en España (y le sustituyó en funciones precisamente Suárez). La policía en la Transición era una institución muy peligrosa, muy nostálgica del franquismo (como el Ejército). Lo cual no quiere decir, por supuesto, que Fraga no llevara el ministerio de la Gobernación con criterios heredados de la dictadura y que, en consecuencia, sea indirectamente responsable, en tanto ministro y en tanto ministro con ribetes autoritarios, de esos sucesos.
No trato de vender a Fraga como «demócrata de toda la vida». Pero creo que es injusto tratarlo como «franquista de toda la vida». Fue franquista (en el ala aperturista) durante Franco y demócrata (en la derecha conservadora) durante la democracia. Y creo que en la transición entre un régimen y otro cumplió un papel muy importante, caracterizado paradójicamente por su aperturismo en los momentos realmente importantes, que le ha sido insuficientemente reconocido. Pero, sobre todo, quería indicar que no es dramático venir del franquismo. Lo que sí es dramático, y patético, es, viniendo del franquismo, pretender ocultarlo, y aparecer como «demócrata de toda la vida» en un ejercicio de oportunismo en el que, además, no se ahorran gastos en entregar certificados de pureza democrática a los demás. Que es algo que pasa y ha pasado con gente del PP, del PSOE, y sobre todo con muchos de los que aún hoy son referentes (desde diversos ámbitos) de la sociedad española (Guillem Martínez, en la entrevista de Popota, lo explica muy bien).
En realidad, todo este último rollo habría quedado más clarificado si hubiera podido, como era mi intención, meter también lo de la Memoria Histórica en este post, pero me enrollo, me enrollo y pasa lo que pasa :)
Por último: Otis, probablemente tengas razón y Anguita se refiriera a su rival ideal, lo recuerdo más que oscuramente (fue un programa del 89 o 90, creo). Lo que pasa es que recuerdo a Anguita poniéndose en plan solemne y diciendo algo así como «la persona con cuyos principios políticos y morales estoy más de acuerdo es con Don Antonio Hernández Mancha», y claro, ante tal experiencia psicotrópica es tentador asumir que lo que creí ver era cierto (y olvidar, en consecuencia, que siempre, siempre que Anguita hablaba, incluso para darte la hora, se ponía solemne).
Un cordial saludo
Comentario escrito por Guillermo López — 10 de octubre de 2006 a las 1:38 am
Hola:
En «El precio de la transición», libro en el que explica el precio político que pagaron a los fascistas los demócratas durante la transición, Gregorio Morán explica la fundación de El País.
Dice que a) el proyecto nace en el 72 en torno a tres figuras: José Ortega Spottorno -hijo de Ortega y Gasset que luchó en el bando fascista en el 36-, Fraga y Polanco, que ya por entonces hacía sus buenos duros gracias a sus relaciones con Robles Piquer, cuñado de Fraga y director general de Cultura Popular en los sesenta; b) ante la renuncia de Delibes para el puesto de director, se acaba eligiendo a Cebrián -hijo de un falangista veterano e influyente miembro de la jefatura de prensa del Movimiento-, que ya había sido aupado al puesto de redactor jefe de Pueblo por el fascista Emilio Romero, que había sido subdirector sin llegar a la treintena del Informaciones de la no menos fascista familia de la Serna y que ejercía en ese momento de director de informativos de la TVE franquista; y c) cuando el 27/1/75 Cebrián le visita en Londres, Fraga anota lo siguiente en su diario: «Juan Luís Cebrián me dice que se embarca en la aventura «conmigo y por mí»».
A esto hay que añadir que en la novela «El año del dragón», en la que Cebrián rememora la transición, lo hace poniéndose en la piel de… ¡un militante del PCE!
Saludos
Comentario escrito por popota — 10 de octubre de 2006 a las 2:30 am
Guillermo, no me jodas.
Semejante panejírico de semejante personaje me recuerda a los nostálgicos del régimen franquista cuando dicen aquello de «Franco hizo pantanos» para realzar así la figura del dictador.
Si los cuarenta (cincuenta?) años de vida política de Fraga se reducen a la espantada por no considerar la constitución de un parlamento (pantomima para llenarlo de franquistas y cristianodemócratas porque tanto socialistas como comunistas eran yuyu en la época), su legendario techo de apoyo temporal (y eso que la caller era suya) o la burda representación mediática del relevo en aquel congreso pepero apaga y vámonos.
Y qué decir del hombre cómo presidente autonómico, doce años en la poltrona, gallego. Hizo de Lugo y Pontevedra polos del desarrollo económico peninsular como todo el mundo sabe. También hizo que el caciquismo secualr se retirara al libro de Torrente Ballester. Un personaje de talla, machista, autoritario…
Cierto es que el hombre ya dijo en el mismo medio (pero con distinto entrevistador) que él trabajaba desde dentro para democratizar al régimen, pero hasta creerselo, hay una gran distancia, creo.
Comentario escrito por alejo — 10 de octubre de 2006 a las 9:20 am
Fraga es Fraga y es un gigante entre tanto enano mental. Y me gusta porque dice lo que piensa, guste o no. Es un heterodoxo, recuerden cuando se pasó por Libia o Cuba.
Lo que dijo es «no hay tutelas ni tutías» mientras melodrameaba rompiendo la carta de dimisión sin fecha del acarismático.
Y en 60 años de vida pública, se meten muchas patas.
Saludos.
Comentario escrito por Toneleitor — 10 de octubre de 2006 a las 10:52 am
pienso que tal vez, de alguna manera Fraga ha podido ser una especie de metáfora del PP como organización política que
navega a dos aguas una y otra vez, queriendo mirar a la democracia pero sin desprenderse totalmente de cierta nostalgia de la dictadura.
Comentario escrito por l.g. — 10 de octubre de 2006 a las 7:59 pm
Hola a todos:
He leído la entrevista y realmente sí es bastante tonta. El típico cuestionario de preguntas y respuestas cortas sin ninguna profundidad ni interés realizada a un político de la talla de Fraga Iribarne (al margen de la opinión personal que sus ideas o acciones susciten).
Comentario escrito por Canelobre — 27 de octubre de 2006 a las 7:56 pm