Diez años de la retirada de las tropas españolas de Irak

Tal día como hoy, hace diez años, José Luis Rodríguez Zapatero consumaba una de sus rendiciones a ETA más espectaculares y clamorosas: el abandono español de la Operación Humanitaria Conjunta que se había organizado un año antes para acabar con las armas de destrucción masiva de Sadam y las operaciones que el malvado estaba perpetrando con Al Qaeda. Como dichas armas, y dichos vínculos con Al Qaeda, nunca existieron, y como era una de sus principales promesas electorales y algo apoyado por el 90% de la población (tirando por lo bajo), Zapatero se dijo, en un simplista y superficial análisis: “pues voy a retirar las tropas”.

Y dicho y hecho. Fue su primera medida, y una de las más valientes. Bush le retiró el saludo, le convirtió en un paria en la escena internacional, y todo ese apoyo de puta madre de que disfrutábamos en la época gloriosa de Ánsar se esfumó como por ensalmo. Sin que hubiera que lamentar consecuencias de ninguna clase, por otro lado. Pero paulatinamente Zapatero aprendió de sus errores iniciales y comprendió que un gobernante razonable y serio ha de hacer frente a sus compromisos, por difíciles que sean. ¡No, hombre, no, amigo lector, con el electorado no! ¡Compromisos con los poderosos del mundo y de España, que te acarician el lomo y te dicen que eres muy importante y serio y por eso hay que recortar / joder a tus ciudadanos!

Pero, más allá de las múltiples pruebas de la connivencia del primer Zapatero con ETA Ciudadana, la experiencia de la Operación Humanitaria Conjunta fue muy ilustrativa, y muy influyente, de cara a cómo funcionarían las cosas en el futuro.

– Demostró que a partir de entonces los poderosos del mundo iban a hacer, definitivamente, lo que les saliera de los huevos. El ensayo de Kosovo había sido ya bastante aleccionador, pero en Irak fue EEUU, prácticamente en solitario, contra toda evidencia, contra viento y marea, quien dio el paso. Por razones que a uno se le escapan, por mucho que analicemos la cosa en términos de realpolitik: el petróleo, tener una base en Oriente Medio, acojonar a Irán,… Ninguno de estos objetivos parece compensar los costes (directos e indirectos, económicos y diplomáticos) de la operación. Y en muchos casos, parece contraproducente.

Pensemos, por ejemplo, en la escalada del precio del petróleo, que comenzó precisamente ahí, y que es uno de los factores que están detrás de la profundidad de la crisis de muchos países desarrollados que carecen de recursos, y que ahora han de pagarlos a precio de oro (si el análisis es que EEUU hizo esto para joder a sus aliados y enriquecer a rivales como Rusia, entonces vale).

Vistos los resultados de la Operación Humanitaria, la innegable estupidez con la que se diseñó y ejecutó, a estas alturas parece obvio que quienes la propiciaron lo hicieron con grandes dosis de “porcojonismo” y confundiendo en casi todo los deseos con la realidad.

– Montar operaciones imperiales no es que sea algo muy novedoso. Lo novedoso fue montarlas tras el final de la Guerra Fría y toda la retórica de contención mutua y estrategias de oposición entre capitalismo y comunismo. El escenario ha cambiado hacia un modelo multipolar, pero que oscilará en torno a EEUU al menos las próximas décadas. Y si en la primera de esas décadas (los 90) EEUU utilizó su supremacía con cierta prudencia (bastante tenía con extender sus redes en los países excomunistas y con deshacer cualquier forma de regulación que pudiera haber de los mercados financieros, pues ya se sabe que sin comunismo de por medio eso de la regulación, en sí también criptocomunista, ya no hace falta), en la segunda (y lo que llevamos de la tercera) la exhibición de músculo está siendo bastante espectacular. No sólo con la Operación Humanitaria Conjunta de 2003, sino con cosas como el escándalo del espionaje masivo a todo Dios o los cables del Departamento de Estado desvelados por Wikileaks. Que no es que sorprenda que pasen estas cosas, sino que pasen… Y no suceda nada. Pues sí, te hemos espiado, nos cachondeamos de ti en nuestras comunicaciones diplomáticas, ¿qué pasa?

– En el recuerdo de 2003 quedan las masivas manifestaciones ciudadanas contra la guerra de Irak, la oposición en los sondeos, en Internet, en los medios de comunicación y en las calles. Pudo verse la capacidad del público para organizarse y movilizarse con rapidez y eficacia, incluso “tirando del carro” de medios de comunicación y partidos políticos. Pero también pudo verse, por desgracia, la capacidad del poder para pasar de todo ello y hacer su voluntad. Algo que, desde entonces y vía apelación a abstrusas razones de Estado o principios superiores de gobernación que se resumen en “yo hago lo que me dicen aquí los señoritos de la banca/EEUU/Este actor famoso”, se repite cada vez más: el alejamiento entre representantes y representados a los que, en efecto, cada vez representan menos. Votadme y luego intentad Botarme del sillón si podéis, que yo haré lo que me manden.

Además, en lo que se refiere a Irak pudo verse la capacidad del poder para, con la connivencia de los medios de comunicación afines y la habilidad para generar mensajes y encuadres adecuados, acallar a la oposición durante años. No hablo de España aquí (donde el fracaso del PP de Aznar, en 2003 y con el 11M, fue afortunadamente tan enorme como su iniquidad), sino de EEUU, donde el discurso de la Guerra contra el Terror resistió nada menos que tres largos años (hasta las elecciones legislativas de 2006) a las múltiples evidencias de que la invasión de Irak había sido un fracaso y de que las razones que se habían puesto sobre la mesa para justificar la guerra eran una grosera invención por parte de los dirigentes políticos estadounidenses.

Es decir, que por mucho que la información circule a través de múltiples vías, a gran velocidad, con audiencias activas, con la posibilidad de elaborar discursos alternativos, … Al final, es difícil resistirse a la potencia de fuego del poder político/económico cuando este intenta vendernos una milonga, por absurda y miserable que sea.

Al menos, tenemos el consuelo de que, en última instancia, la verdad acaba aflorando, si nos atenemos al ejemplo de EEUU. Pero los fenómenos de comunicación basura realimentados desde el poder y los medios también pueden oscurecer la verdad. En España tenemos el alucinante ejemplo de la Teoría de la Conspiración del 11M, cuyo resultado, diez años después, es que mucha gente tenga una imagen cada vez más confusa sobre el 11M, y sepa menos de lo que realmente pasó, pues los medios conspiranoicos ya se han encargado de enturbiar los hechos lo máximo posible, no vaya a ser que la gente los recuerde nítidamente, en toda su miserabilidad.



2 comentarios en Diez años de la retirada de las tropas españolas de Irak »
  1. Guillermo, siento disentir de tí. Aquí las mentiras caen en campo abonado por siglos de adoctrinamiento. La artillería mediática no cambia opiniones, confirma la fé.
    Los que son del PP no creen que este bombardeo enturbia, sino todo lo contrario, aclara. La duda la tuvieron el 14M, de ahí en adelante todo lo dicho ha sido la construcción de un pensamiento afirmativo.
    ¿ De verdad crees que el español medio sigue un método de razonamiento medio científico? Somos católicos desde el ADN, creemos en lo que no vemos, y creemos más cuanto más se opone a la razón

    Comentario escrito por galaico67 — 21 de abril de 2014 a las 11:59 am

  2. «Al menos, tenemos el consuelo de que, en última instancia, la verdad acaba aflorando, si nos atenemos al ejemplo de EEUU»

    Supongo que quieres decir que «acaba aflorando cuando la CIA abre al público sus archivos o alguien, enticiado o no desde alguna agencia gubernamental, acaba filtrando la información», ¿no?

    Porque verdades tochas todavía quedan unas cuantas por aflorar, me parece a mí.

    Comentario escrito por Teodoredo — 23 de abril de 2014 a las 2:48 pm

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