Terror en Chile: terremoto-tsunami
Llevo unos días en Chile, concretamente en Valparaíso, en una estancia académica. El año pasado estuve quince días, junto con Manuel de la Fuente, y fue una experiencia excelente en todos los sentidos, de manera que nos alegró tener la posibilidad de volver este año. Nuestros compañeros de Chile son gente muy amable y atenta con la que da gusto trabajar, así como charlar tranquilamente de cualquier tema.
Ayer terminamos un seminario que era parte de nuestras actividades aquí, y celebramos la clausura con una monumental barbacoa en casa de uno de nuestros anfitriones. Allí nos pilló la noticia del terremoto que se había declarado en el extremo norte del país. Como ocurre a menudo, e incluso cabría decir que ya es tradición, cada vez que salgo de España, el país de acogida sufre un terremoto… y yo no me entero de nada. Me pasó en EEUU en 2011 y ahora. Aunque en este caso diré, en mi favor, que el terremoto se produjo a unos 2000 kilómetros de donde yo estaba.
Tuvimos mucha suerte de estar en casa de nuestros amigos cuando se produjo el terremoto. Porque, a continuación, el gobierno chileno ordenó evacuar todas las zonas costeras. Y nosotros estábamos en el interior, en una zona en la que ni el tsunami más terrorífico podría llegar… pero nuestro hotel está en el puerto, en primera línea de tsunami.
Puedo imaginarme lo que habría pasado si un amable carabinero llama a la puerta de mi habitación para que proceda a evacuarla. Una vez terminase de hacer las tres maletas con lo imprescindible para subirme en lo alto de un cerro y ver allí la llegada inminente del tsunami, me asaltaría la duda: “oiga, amable carabinero, y en el cerro ese al que vamos… ¿hay wifi?”. Luego a pasar frío en lo alto del cerro sin enterarnos de nada hasta que, a la media hora de la evacuación, nos diera un ataque de pánico, de “quiero volver a mi habitación, quiero tuitear para que los listillos de twitter me digan que el tsunami no puede llegar hasta la habitación, se lo comuniquen en plan sobradito a los carabineros y pueda irme a dormir”.
En cambio, estuvimos en casa de nuestros amigos, buen número de personas, haciendo lo que hay que hacer en estos casos: tener paciencia y tomarse el asunto con humor (yo un poco jodido porque, en un alarde de habilidad, me había dejado el móvil en la habitación del hotel). Eso sí, todo ello trufado con las simpáticas referencias de los medios de comunicación, que en nuestro caso comenzaron con las primeras informaciones aparecidas en el diario El País, extraordinariamente tranquilizadoras.
A continuación, nos enteramos de que el gobierno había decidido evacuar la costa durante al menos seis horas, que siguieron siendo “seis horas” durante un par de horas más, hasta que pasaron a convertirse en “las seis de la mañana”. Mientras tanto, los medios deslizaban más informaciones rigurosas, en un llamamiento a la calma generalizado, con cosas como “se rumorea que se va a implantar el estado de sitio”, de esas que te hacen pensar que los disturbios ya habrán empezado y que seguro que el saqueo comienza por mi habitación del hotel; ¡si incluso me parece estar viendo a los saqueadores robándome valiosísimos libros sobre fundamentos estructurales de la comunicación de crisis y sociedad digital!
Retrospectivamente, las medidas del gobierno parecen un tanto excesivas. Desalojar toda la costa, en un país con 4500 kilómetros de costa, por un terremoto en su extremo norte, por muy bestia que sea el terremoto… En estas cosas los gobiernos tienden a exagerar, por la cuenta que les trae, para que nadie pueda acusarles de irresponsables. Además, aún es muy reciente el recuerdo del terremoto de 2010, en el que fallecieron más de 500 personas (en este el alcance ha sido mucho menor: seis personas).
Por no hablar del impacto en el país, y en la memoria colectiva, del terrible terremoto de 1960, de 9’5 grados en la escala de Richter. Antes de venir aquí el año pasado, para mí ese terremoto (en un alarde de cultura general) era “el del Mundial”, porque ocurrió poco antes del Mundial de Chile de 1962. Como viajamos a Valdivia, en el sur, que había sido el epicentro del terremoto de 1960, pudimos hacernos una idea de sus efectos. El terremoto cambió la fisonomía de la ciudad y modificó el curso del río Calle-Calle (y, créanme, eso no es nada fácil: se trata de un pedazo de río que en España estaríamos disputándonos entre todas las CCAA).
Así que cuando pasa algo así en un país con ese historial, es normal que se tomen precauciones con un celo excesivo. Sobre todo, con un gobierno progresista que acaba de llegar al poder y que, como ocurre con muchos gobiernos de izquierda, se muere por demostrar “firmeza” a los que ni le votan, ni le votarán nunca. Por otro lado, tomasen las medidas que tomasen, no iban a evitar el show mediático que vivimos, y que podríamos resumir en el titular: “¡CAOS!”. Ni tampoco que nuestros allegados en España pensasen, al llegar las primeras noticias sobre “terremoto en Chile”, que Chile, a los efectos, viene a ser, en su conjunto, como la ciudad de Cuenca en España, y que si había habido un terremoto seguro que nos había pillado a Manolo y a mí en el mismo epicentro.
Espero que mi aportación, “desde dentro”, les haya ayudado a entender mejor lo sucedido en el terremoto de Chile: no me enteré del terremoto, estuve tranquilamente en una casa, charlando y bebiendo cervezas, y luego volví al hotel. ¡Héroe! ¡Héroe!
Ya puedo acostarme tranquilo…
El terremoto de Valdivia de 1960 tuvo que ser un mini-Hiroshima. Pero no se si usted era conocedor del «Riñihuazo» posterior.
Le pongo al día en dos frases. Tras el terremoto, el rio San Pedro se bloquea aumentando el volumen del lago Riñihue. Era cuestión de tiempo de que al desaguar este lago provocara una «pantana de Tous» versión «proporciones cósmicas»…
Pues bien, ahí tiene usted a los chilenos (ejercito, obreros, estudiantes, voluntarios) que en apenas dos meses se lanzan a cavar para no solo ir vaciando gradualmente el lago sino para cambiar el curso del río y todo. Y sin «Plan Sur» ni tonterías como en Valencia. A pico y pala. Exito y golazo de la ingeniería civil chilena.
Aquí en España tardaríamos un año en sacar el concurso público de adjudicación del proyecto de vaciado. Lo retrasaríamos unos mesecillos por unos asuntillos técnicos en el pliego, se lo acabaríamos dando a FCC, el cual lo subcontrataría a empresas asociadas que se quedarían sin financiación a mitad de obra…
http://es.wikipedia.org/wiki/Ri%C3%B1ihuazo
Un saludo
Comentario escrito por Garganta Profunda — 02 de abril de 2014 a las 6:39 pm
Lo accesorio no le deja ver lo imporante: gracias al Plan Sur, que era la opción que requería más obra civil, unos muy solidarios valencianos estuvieron pagando en la factura del agua el coste de tan magna obra a unas necesitadas constructoras, hasta hace poco.
Comentario escrito por Francesc — 02 de abril de 2014 a las 7:01 pm
#2 Y en sellos. No se olvide usté.
Yo sólo he vivido un terremoto (y bastante fuerte, por cierto) y me cagué de miedo, aunque me tocó hacer de machoman y mantener la calma (cosa que todavía me sorprende, porque soy tirando a miedica pocacosa), por aquello de tranquilizar a mi mujer…
Me alegro de que sólo haya sido un susto.
Comentario escrito por ieau — 02 de abril de 2014 a las 11:22 pm
Valparaíso, ehhhh pájaro, bonito lugar. No sé si te has fijado ya, pero hay unas señales de tráfico verdes con una ola que parece que va a tragar a una persona corriendo que pone «Rutas evacuación tsunamis», no lo olvides. A mí me pilló allí un terremoto de 5,9 con epicentro a 35 km, fue de madrugada y la cama se meneó como la de la niña del exorcista. Eso es suficiente para dejarte en vela toda la noche mirando el techo por si te cae encima. Bueno, aprovecha para ir de bares, que el vino es bueno barato, solía ir al bar Cinzano y La playa.
Comentario escrito por Asín...nos va — 04 de abril de 2014 a las 8:22 pm
Guillermo en su camino imparable hacia el más que merecido premio ONDAS (Sísmicas) 2014.
Espero que su estancia en Chile sea satisfactoria y no haya más sustos, aunque teniendo en cuenta que su espíritu aventurero y valentía dejarían a Miguel de la Cuadra Salcedo a la altura de Scooby-Doo, a lo mejor prefiere vivir una disaster movie cada día.
Por cierto, creo recordar que al día siguiente de que usted embarcara en la terminal Adolfo Suárez rumbo a Chile, se rompió una tubería que inundó parte de la misma.
Yo no creo en los gafes, pero…
Qué gran lujo es LPD, con corresponsales volantes en prácticamente todo el globo.
Diga, ¿es Chile, como dicen, el país más «europeo» de Sudamérica?
A mí sí que me lo parece por lo que veo de él en una televisión chilena. Sobre todo por el hecho de que parece el único sitio de ese continente en el que no hace falta saber bailar a lo sabrosón, y los mustios como yo podríamos pasar desapercibidos en cualquier reunión.
Comentario escrito por Pogrom Pom Pom — 07 de abril de 2014 a las 10:18 am
Aquí «disfrutamos» de dos terremotos, uno de 5,2 y el segundo de 5,8 grados Richter. Este último movió la cama y las lámparas de la habitación, y todo vibraba en plan siniestro. Era horrible, como estar en la España de Zapatero.
El año pasado ya vi esas tranquilizadoras señales, Asín… nos va. Estaban por todo Valparaíso, indicando las rutas de evacuación, aunque como diciendo «toda resistencia al tsunami de 40 cm será fútil».
Pogrom: he estado en México y Brasil y, ciertamente, Chile tiene más ribetes europeos. Sobre todo en una ciudad del sur, Valdivia, que tiene una fisonomía (y un clima) muy alemanes, y donde de hecho hubo una importante emigración alemana (aún hay muchas familias con apellidos alemanes, excelentes cervezas). Por supuesto, cuando hablo de importante emigración, me refiero a dos oleadas: la del XIX y la que hubo a partir de 1945, de muchos demócratas de toda la vida que huyeron a la nueva Tierra Prometida.
Comentario escrito por Guillermo — 07 de abril de 2014 a las 2:29 pm
Una chorrada: hubo quien alertó de un posible tsunami en Bolivia consecencia del terremoto.
http://peru.com/actualidad/otras-noticias/telesur-venezuela-informo-sobre-alerta-tsunami-bolivia-noticia-241586
Comentario escrito por Israel — 08 de abril de 2014 a las 4:27 pm
[…] El año pasado estuve en Chile, más o menos por estas fechas, para participar (junto con Manuel de la Fuente) en diversas actividades académicas con colegas y amigos de varias universidades. Como suplemento natural, vivimos un terremoto (bueno, en realidad fueron varios) y el subsiguiente (…. […]
Pingback escrito por De nuevo en Chile: este año, volcán | Chapapote Discursivo — 03 de marzo de 2015 a las 1:01 pm
[…] después de que sucediesen los hechos que acabo de narrar. Además, durante mi periplo chileno, también tuve ocasión de vivir varios terremotos en el norte de Chile, uno de ellos de 8.2 grados Richter, lo que me convierte en uno de los cientos de millones de […]
Pingback escrito por San Andrés « La Página Definitiva — 08 de julio de 2015 a las 12:46 pm