La semana pasada, por estas fechas, la Generalitat decretaba el cierre de Radio Televisió Valenciana (RTVV). La medida venía a coronar una larga, muy larga, serie de despropósitos en todo lo que ha tenido que ver con la gestión de RTVV, y que la habían conducido al desastre económico y la irrelevancia y el descrédito social. Sin embargo, los que decretaron el cierre (es decir, la Generalitat Valenciana) no midieron bien el coste político de la medida. Confundieron unas causas que les eran imputables, casi en exclusiva, a ellos (la ruina económica, el fracaso del ERE, la misérrima audiencia, …), con la vía libre para adoptar una decisión (el cierre) para la que, aunque tuvieran la legitimidad electoral, no tenían, ni mucho menos, la legitimidad democrática y social. RTVV había sido la televisión (y la radio) del PP durante mucho tiempo, pero su cierre, curiosamente, permitió reivindicarla como lo que también era: el medio público de todos los valencianos, y también de los que no votan al PP.

Muchos vivimos una noche alucinante, la última noche de emisión de RTVV, y luego asistimos, en un ambiente de considerable cabreo, a la manifestación del sábado exigiendo la dimisión del Gobernador Civil de Levante y la convocatoria de elecciones anticipadas.

Fue producto del estupor, de la humillación y –sobre todo- del cabreo como surgió la idea de montar un debate, lo más rápido que fuera posible, para valorar la situación, y para dar voz a algunos de sus protagonistas. El entorno idóneo era la Universidad, por razones obvias: por un lado, y en el plano personal, soy profesor en una facultad donde se imparten estudios –periodismo y comunicación- muy directamente afectados por el cierre, desde muchos puntos de vista. Por otro lado, porque a la Universidad le debería corresponder, ahora y siempre, un papel de crítica, de intervención social, y de difusión y debate de ideas. Y también porque la Universidad, no sólo la de Valencia, ha adquirido en las últimas semanas mucha importancia como instancia autónoma y con cierto potencial para erigirse, no en contrapoder, pero sí en alternativa (cultural, social, mediática) al páramo que propone el PP valenciano. Aunque sólo sea porque ya casi no queda nada en pie.

Todo fue muy improvisado, pues se movió en menos de 48 horas. Enseguida pudimos confirmar la presencia de los cinco participantes en el acto, que fueron:

– El presidente del Comité de Empresa de RTVV, Vicent Mifsud
– El presentador de Nou24 (e improvisado conductor de las primeras horas del “especial informativo” del último día de emisión de RTVV), Frederic Ferri
– El periodista de Ràdio 9 Josep Rodríguez, despedido en el ERE, y que volvió a Ràdio 9 para vivir allí el último día de emisión de la radio, pues los trabajadores lograron volver a emitir el viernes por la mañana a través de la frecuencia de Sí Ràdio.
– La vicepresidenta de la Unió de Periodistes Valencians, Amparo García, para aportar, desde la profesión, una visión externa a la propia RTVV.
– Y Sebastián Sánchez, compañero de mi Departamento y trabajador en RTVV que también vivió allí la última noche de emisión
– Tal vez faltó, como me comentaron después del acto, incorporar a algún ex trabajador de RTVV que se hubiera marchado de allí con anterioridad al ERE, pues hubo también muchos (y, a su vez, algunos de ellos lo hicieron para salir de ese ambiente, que era a veces irrespirable). Mi compañero de departamento, Germán Llorca, escribió este interesante artículo en Ara Multimèdia, que creo que aporta una perspectiva complementaria a las anteriores.

A veces la improvisación es un desastre, pero aquí todo salió sorprendentemente bien. Las estructuras de la Universidad, que siempre se consideran anquilosadas, oxidadas, burocratizadas, … Funcionaron (con alguna excepción, que siempre la hay) muy bien. Por ejemplo, el decano de mi facultad nos consiguió enseguida el Salón de Actos de la Facultad (el escenario más grande que tenemos, con capacidad para 300 personas). El gabinete de prensa de la UV difundió con eficacia y rapidez la convocatoria. Y donde no llegó la Universidad, en concreto a la grabación y emisión en streaming del acto, llegó la sociedad civil (la de verdad, sin Cristina Tárrega): el col.lectiu MeldeRomer, un grupo de jóvenes profesionales del mundo de la comunicación, comprometidos en el mejor sentido del término, que con gran generosidad y rapidez se prestaron, el mismo lunes, a emitir el acto en streaming.

El acto fue un éxito de público, con más de 200 personas en el Salón de Actos y otras 250 conectadas vía streaming. Y fue, sobre todo, muy interesante, y hasta emocionante en algunas intervenciones del público. Aquí puede verse íntegramente: