Londres: fritanga en el Museo del Robo
Hace unos días estuve en Londres para participar en este Congreso (presenté este texto sobre la #primaveravalenciana de 2012 y la #Intifalla que surgió entonces y continuó este año), y aproveché para hacer una visita al Museo Británico.
A mí es un museo que siempre me ha gustado mucho y, de hecho, en las tres ocasiones anteriores en las que estuve en Inglaterra fui a hacerle una visita. Los museos de pintura no me entusiasman, pero los arqueológicos son otro cantar: momias, ánforas, esculturas, monedas, joyas, absurdas tradiciones, … Hay quien diría que estar en un museo arqueológico es ver instantáneas de la Historia. O eso, o como ver la tele, que también vale la metáfora: una mezcolanza de contenidos que se presentan al espectador para que los intente asimilar, a pesar de los escasos vínculos que, en la práctica, guardan entre sí.
Los museos arqueológicos tienen otro vector de interés: como son, más que cualquier otro tipo de museo, producto del robo y el expolio, resultan idóneos para hacerse una idea del poder que tenía el país que acoge el museo en cuestión en los años en los que forjó su colección. Por eso el Museo Británico y el Louvre son los mejores del mundo: son los que más, y mejor, han robado, y durante más tiempo.
Uno de los mejores ejemplos de robo, desde mi punto de vista el más escandaloso, es el de los frisos del Partenón, que llevan en Londres 200 años. El embajador inglés en Estambul a principios del XIX, lord Elgin (un piratilla inglés más), los arrancó del Partenón y se los llevó a Inglaterra. Véase aquí la maravillosa justificación del museo:
Es decir: lord Elgin sobornó a un militar turco y se llevó los frisos. ¡Todo legal, todo legal! Pero no crean que la cosa queda ahí, no. Por si a alguien le da por quejarse (por ejemplo, al gobierno griego, que lleva haciéndolo casi 200 años), aquí viene el maravilloso argumento “B” del Museo Británico para quedarse el botín:
Vale, hemos robado el Partenón, pero eh, somos gente civilizada, los griegos seguro que lo destruirían o lo venderían para pagarse esos sueldazos de funcionarios públicos que tenían. Lo cual, por cierto, no justificaría nada; dado que el Partenón es suyo, los griegos tendrían legitimidad para hacer lo que les viniera en gana con él. Es lo mismo que hicieron los talibanes en 2000 y 2001 (justo antes del 11S) con los famosos “Budas” de Afganistán: destruirlos ante el estupor de “la comunidad internacional” (absolutamente nadie conocía su existencia hasta que la prensa denunció que los estaban destruyendo, pero vale, “famosos”).
Puede decirse que, en efecto, los Budas no los conocía (ni le importan) a nadie (por “nadie”, evidentemente, me refiero a “nadie occidental”; esto de la conservación y el disfrute del legado no se aplica, como es por demás obvio, a los pueblos subdesarrollados a los que llevamos siglos expoliando por su propio bien), pero que el Partenón es distinto: un símbolo de primer orden de nuestra civilización. Existía, además, el horrible antecedente de 1687, cuando estalló el polvorín que los turcos tenían en el Partenón (sí, eran así de animales; luego nos extraña que Erdogan quiera arrasar el único parque de Estambul para construir miles de Starbucks y Zaras). Pero si el argumento es “arranquemos el Partenón de las sucias garras del Turco”, la cosa sólo podía sostenerse unos años, hasta que Grecia obtuvo su independencia. Desde entonces, la idea esa de “gracias a Lord Elgin podemos disfrutar del Partenón cómodamente, sin peligro de que se contamine” es doblemente insultante. Quede claro que no me pongo tiquismiquis, que esto va de lo que va: los que tenían poder lo usaron para robar y se lo quedaron. Vale; pero al menos no fardéis de eso ni digáis que lo hacéis en beneficio de aquellos a los que habéis robado.
A lo que íbamos: en esta, mi cuarta visita al Museo Británico, disfruté de todos los clásicos: el Partenón (¡qué cómodo es poder verlo sin tener que estar en Grecia!) y el resto de la sección clásica, las momias egipcias, Asiria, los etruscos, la colección de monedas, … Pero, por desgracia, tuve un motivo de desilusión: faltaba “El tío de los hotdogs”.
El tío de los hotdogs era un maravilloso puesto de hotdogs que se ponía a la entrada del Museo Británico, y que seguía la mejor estrategia de marketing que he visto nunca: llenar el Museo Británico de la fritanga de sus hotdogs. Era tal cual lo cuento (si alguien lo ha visitado entre 2000 y 2007 probablemente pueda testificarlo). En determinadas salas, sobre todo de la planta baja, el olorcillo característico de los hotdogs y la cebolla frita lo impregnaba todo. Es la típica cosa que si pasase en España estaríamos diciendo, y con razón, que qué vergüenza, qué cosa tercermundista tan propia de España, etc. Pero, como pasa en Londres, es cool.
Cool pero también, para qué negarlo, un poco desconcertante. Porque estabas viendo las momias y era inevitable hacerlo mientras, subyugado por el delicioso olor de la fritanga, pensabas: “me está entrando un hambre…”. Y, por supuesto, era salir del Museo e irnos directos al puesto de hotdogs. Que estaban buenísimos, por cierto. Nada que ver con los cutre hotdogs que venden por ahí. Bocadillos grandes, jugosos, con la cebolla frita en su punto (y no era para menos, que llevaba horas friéndose y entrando por todos los resquicios del Museo) y unas salchicas de Frankfurt como Dios manda. Comiéndose esos hotdogs, a uno le entraban ganas de seguir cultivándose intelectualmente en más museos.
Por desgracia, en mi última visita (este sábado) el puesto de hotdogs había desaparecido. Ahora todo se ha tecnificado. Ya no hay tío de los hotdogs, sólo franquicias absurdas puestas estratégicamente en la explanada de la salida para venderte mierdas plastificadas, sin fritanga ni ná. Y además, tienes que ver los monumentos sin ese olorcillo característico. Que no digo que sea malo, pero ya no tiene tanta gracia leer lo de “eh, somos civilizados y por eso os hemos birlado todo esto, tercermundistas» embadurnado por la fritanga que te clarifica en qué consiste, exactamente, el mundo civilizado.
¡Son unos bárbaros estos ingleses!, apropiándose de la historia de los otros pueblos para conservarla y ponerla a disposición de los visitantes de un museo…
No como en España, que tenemos tanta cultura que, o bien la derribamos para poner un cortinglés…, o bien directamente la vendemos a los guiris para que ellos también se cultiven un poco…
http://www.vozpopuli.com/actualidad/10239-expolios-robos-y-ventas-amenazan-el-patrimonio-historico-espanol
¡Y encima estos bárbaros quitan los perritos calientes!!!
Comentario escrito por asertus — 24 de junio de 2013 a las 12:05 pm
No, si ya te digo que a mí el robo no es lo que me escandaliza; es una cuestión de poder, y punto. Me escandaliza que pretendan venderlo como algo humanitario. La carga del hombre blanco, otra vez
Comentario escrito por Guillermo — 24 de junio de 2013 a las 12:06 pm
jajaja yo también probé los hot dogs del museo británico y esas frankfurts eran como Dios manda jajaj. Aquello fue un auténtico show.
Por lo demás debo apuntar que la tesis del artículo se queda corta; el imperio español fue lo suficientemente poderoso y tuvo una implantación territoral extraordinariamente amplia como para haber llenado Madrid de todo el arte amerindio e italiano y sin embargo yo no veo nada por aquí… A lo mejor se debe incluir que además de tener poer y ser un pirata se debe tener interés por el arte y la cultura.
Comentario escrito por Julio — 24 de junio de 2013 a las 12:43 pm
Este artículo está llamado a no triunfar en salamanca… por esa alabanza desmesurada de los hot-dogs, claro.
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 24 de junio de 2013 a las 2:49 pm
En 2010 encara estava la paradeta de hotdogs. T’alabe el gust, eren el millor del museu.
Comentario escrito por Arròs a banda — 24 de junio de 2013 a las 4:18 pm
Hace unos meses, cuando fuimos a visitar a mi cuñado en Berlín, aproveché para entrar en el Pergamon Museum donde se puede pasear por los mejores lugares de Babilonia. Poco antes lo había visto en un documental donde un irakí extasiado ante la Puerta de Ishtar decía que estaba bién donde estaba, que sin los arqueologos alemanes que la reconstruyeron seguiría siendo un montoncito de de zulejos rotos esparcidos por el desierto. Se lamentaba que su propio pueblo no hubiera sido capaz de reconstruir su glorioso pasado como lo habían hecho esos extraños. Y es que, al mirar de cerca, se nota que auténticos son sólo unos cuantos trocitos el resto es reconstrucción.
Otras historia distinta es la de die Bunte Königin, el busto de Nefertiti. El egiptologo alemán que la encontró nunca la declaró y se la llevó escondida a Berlín. Esa sí que debería ser devuelta.
En el museo no había salchichas pero si te acercas a la Alexanderplatz hay un puesto de Currywurst que están de muerte.
Comentario escrito por emigrante — 24 de junio de 2013 a las 5:04 pm
Me ha gustado mucho el artículo. Respondiendo a la razón de «mejor nos lo quedamos nosotros que con vosotros incivilizados y retrasados os lo cargaréis todo», cabría pensar que los frisos del Partenón o la Puerta de Ishtar de Babilonia no fuera lo único que robaron las potencias coloniales, sino también los recursos naturales del país además de desmantelar su economía. Quitándoles esto no me extraña que sean incapaces de proteger y cuidar sus monumentos, va en el pack postcolonial.
Vaya, que es un argumento tautológico.
Comentario escrito por parvulesco — 24 de junio de 2013 a las 7:20 pm
Muy curioso el letrerito, y para mí totalmente innecesario, como removiendo el temita. Casi más espectaculares en ese museo son las kilométricas estelas mesopotámicas, también con su correspondiente cartelito que explica cómo cierto lord/sir/earl las salvó de su fatal destino en tierras bárbaras.
En Madrid siempre nos quedan los bocatas de calamares del bar Diamante, que no se los salta un miembro de la minoría romaní.
Comentario escrito por Guille — 24 de junio de 2013 a las 10:21 pm
Otro caso más de andar por casa es el del ayuntamiento de Elche que le ha pedido reiteradamente la famosa Dama al Museo Arqueológico Nacional.
Comentario escrito por emigrante — 25 de junio de 2013 a las 12:57 am
#Julio Si es que las élites hispánicas, conocedoras de la perfidia de las influencias extranjeras, decidieron traerse lo «ameriendio» en cómodos lingotes y monedas, mucho menos lucidos que la artesenía local, pero es que los banqueros europeos son la mar de espartanos en sus gustos artísticos. Y mira, así nos han ahorrado pleitos… a ver cómo se va a reclamar la estatua esa de dos toneladas de oro y piedras engarzadas de la deidad de turno, si ha sido «lingotizada» y ahora anda repartida entre Fort Knox, el Museo de la Casa de la Moneda y los retablos de media península.
Aunque hay que reconocer que el Colón de BCN fardaría mucho más subido a una Columna de Constantino o similar, así en plan «caballitos venecianos».
Comentario escrito por pululando — 25 de junio de 2013 a las 11:17 am
PD: ¡cómo me apetecería ahora un perrito de esos!
Comentario escrito por pululando — 25 de junio de 2013 a las 11:17 am
Vamos a ver creo que sigue habiendo una diferencia según qué casos. La Puerta de Ishtar es prácticamente una reconstrucción, la mayor parte de lo que se ve no es ni siquiera material original. Sin el trabajo arqueológico no tendría más valor que cien kilos de gravilla, no como los frisos del Partenon o la cabeza de Nefertiti que ya eran espectaculares donde se encontraron. El observador irakí de marras se lamentaba más de que ellos no hubieran sido capaces de hacer el puzle (o siquiera se hubieran molestado en intentarlo) que de que se encuentre en Berlín y no en Bagdag. Me parece que las cosas también se ganan con el sudor de la frente además de heredarse por haber nacido cerca del yacimiento.
Segundo. Hay cosas que no solo son patrimonio de un país (cuyas fronteras pueden ser tan artificiales como modernas) sino que son patrimonio de toda la humanidad. Creo que los británicos se consideran tan herederos de la cultura griega clásica como los mismos griegos modernos. Mientras que para muchos árabes y musulmanes en general (sin llegar al extremo de los talibanes) el antiguo egipto o mesopotamia son culturas lejanas y exóticas. Quién es más heredero el territorial o el cultural?
Luego hay que mirar por el bien de la criatura. No me cabe ninguna duda de que la reina de Egipto estaría mejor cuidada y sería más visitada en Cairo que en Berlín. No sé dónde estarían mejor los frisos, probablemente de igual Londres que Atenas. Y dejar a la Dama de Elche en manos de políticos locales levantinos me parece algo temerario.
Creo que la diferencia debería estar entre quienes tratan de reconstruir el pasado de la humanidad y quienes solo quieren vender entradas.
Comentario escrito por emigrante — 25 de junio de 2013 a las 1:38 pm
Mi mayor shock en este sentido fue precisamente la primera visita al Pergamon, que recibe su nombre del robo completo del altar de Pérgamo, un coloso del tamaño de una cancha de baloncesto, me atrevería a decir que incluso con gradas.
El shock, como digo, lo originó mi ignorancia, ya que en el imaginario actual no se entiende que Alemania haya ganado nunca nada, al llevar un siglo perdiendo guerras mundiales y tal, así que no te esperas que su poderío alcanzara jamás para llevarse medio pueblo del otro lado de Europa.
No recuerdo que hubiera ninguna justificación por ahí, quizás sí un relato de los hechos, pero en eso el sentimiento de culpa de los alemanes resulta más tolerable y fácil de reconciliar para el visitante. Al salir le habría dado un par de palmaditas en la espalda al que perpetró un robo digno de Lupín.
Cuando años después visité el British, sin embargo, todo el tiempo me corroía una idea en la cabeza que, al tomar forma, fue algo así como «a estos tíos lo que les falta es perder una buena guerra».
Probablemente la culpa fue de que el tío de los perritos no andaba aquel día por allí.
PD: emigrante, yo disiento. La ciudad de Bergama, cercana a la antigua Pérgamo, se merecería los beneficios de la corriente de turistas y entradas vendidas aunque la antigua Grecia se la sudara. Y lo del Partenón, ahora que hay un museo dedicado, no tiene nombre, aunque a estas alturas a los griegos sólo les importe la pasta (que muy bien harían).
Comentario escrito por Johnnie — 25 de junio de 2013 a las 6:37 pm
Hombre, también hay que verlo dentro del contexto histórico, cuando Carl Humann llegó a Pérgamo los lugareños estaban haciendo cal con el marmol del altar.
Comentario escrito por emigrante — 26 de junio de 2013 a las 12:13 pm
Si es que ya la globalización ha acabado hasta con la flor y nata de la piratería. Todo informatizado, todo plastificado.
Qué poco queda ya de lo auténtico y añejo.
Comentario escrito por DeTomaso — 26 de junio de 2013 a las 1:33 pm
Probablemente el puesto de hot-dogs haya desaparecido a fin de que los residuos emanados por la fritanga no contaminen el Partenón.
Yo soy de una zona que ha conocido algunas de las mayores tropelías de Erik el Belga por obra y gracia de curillas de pueblo sin escrúpulos, gracias a los cuales tenemos magníficos retablos de iglesia en museos de todo el orbe; por tal razón me es simpática la tesis de que algunas sociedades, sencillamente, no saben cuidar/respetar su propio patrimonio. Lo que no obsta, claro, a que lo del cartelito del Partenón sea tan vergonzoso como las placas del Obelisco de Luxor que explican muy gráficamente el robo del mismo por los gabachos.
Comentario escrito por Eugenio Martillo — 26 de junio de 2013 a las 10:03 pm
¡Hey! unos occidentales que conocieron hace muchos años los Budas gigantes de Afghanistan (en el ya lejano 1976) fueron los españolitos que veían los programas de Miguel de la Quadra Salcedo (que aunque ahora no lo parezca fue un periodista realmente apreciable). En el minuto 20 lo pueden ver montando a caballo y paseándose con sus chirucas entre las estatuas.
http://www.rtve.es/alacarta/videos/programas-y-concursos-en-el-archivo-de-rtve/mundo-accion-marco-polo-capitulo-3/788868/
Comentario escrito por El Edu — 29 de junio de 2013 a las 5:45 pm
[…] mi breve periplo londinense del mes pasado no sólo tuve tiempo para apreciar los expolios británicos. También pude disfrutar de una magnífica exposición en la Biblioteca Británica sobre […]
Pingback escrito por Comic Art Propaganda | Chapapote Discursivo — 22 de julio de 2013 a las 8:23 pm