Rodrigo Rato logró ayer, por fin, ser Doctor de Universidad, con una tesis en que venía a defender que todo lo bueno que le ha pasado a la Economía española en los últimos siete años es gracias a él, tesis sin duda original que demuestra las enormes dificultades de los políticos para abstraer su natural mitinero incluso en los trabajos de investigación más acreditados, como lo es una tesis doctoral.

El doctorado de Rato se inscribe en su vertiginosa carrera a la sucesión, situándole en una clara posición de superioridad académica e intelectual respecto al otro candidato, Mariano Rajoy, y enmarcando la política española en una dialéctica de fuerte sabor latinoamericano: el Doctor Rato vs. Lisensiado Rajoy, pobre pringaíllo.

Sin embargo, Rato ha llegado al doctorado un poco tarde, a los cincuenta años bien cumplidos. Nada que objetar, pues es de todo punto lógico que una persona de sus obligaciones no haya tenido tiempo para trabajar en su tesis en el pasado (si bien resulta un tanto sorprendente que sí haya sacado el suficiente tiempo libre mientras era vicepresidente del Gobierno para dedicarse a asuntos académicos). Pero la tardanza de Rato en doctorarse le hará soportar toda su vida un estigma de consecuencias imprevisibles: estar por detrás, para siempre, de mí en el escalafón académico, pues yo soy doctor desde el año 2002. De mí y tambi�n de Andrés LPD, doctor desde hace unos meses. En esta tesitura, la dimensión intelectual, humana y política de Rato empequeñece a ojos vista frente a los creadores de LPD, doctores desde hace luengos meses, doctores que lo llevan con naturalidad, sin darse importancia, sin salir en los medios de comunicación, sin elevar su doctorado a los albores del papel couché.

Si con el doctorado Rato pensaba que así dejaría definitivamente atrás a Lisensiado Rajoy, ahora descubre con horror que sus problemas acaban de comenzar: es un doctor recién escudillado, uno de los últimos en llegar al Parnaso del Doctorado, un advenedizo que automáticamente ha de posicionarse al final de una larga cola de añejos doctores con muchos más méritos (antigüedad) que él para acceder a la ansiada Sucesión. Como ninguno de los doctores que hay en España, además de Rato, ha mostrado hasta ahora algún interés por participar del Hipódromo sucesorio, yo, que ahora mismo lo hago, me coloco por derecho de longevidad doctoral candidato número uno a la Sucesión. Que Rato siga haciendo méritos (y ya convenceré a Andrés LPD para que se presente a la alcaldía de Valencia). Como nuevo Presidente (en un país como España, donde la latinoamericanización de la política también se manifiesta en la exportación de tradiciones tan asentadas por allí como el Dedazo y el caudillismo sobrevenido, espero que no se atrevan a poner en duda que el Sucesor de Ánsar será presidente «porque sí»), mi primera medida será señal y punto de partida de una política dirigida exclusivamente al bienestar común y el engrandecimiento de la Patria: LPD tendrá acceso «sin límites» a los fondos de publicidad institucional.