Prensa básica
Supongo que no les cuento nada nuevo (y si es asà casi mejor, «Chapapote Discursivo – LPD» servicio público, como siempre, y sin necesidad de cobrar una nómina en plan funcionario, o más bien sin nómina de ninguna clase) si les digo que la prensa de nuestro paÃs está pasando por una grave crisis. Crisis publicitaria, en primer lugar, pero también incipiente crisis de ventas.
El motivo de esta crisis no es que Ustedes y yo ya no compremos la prensa en versión papel porque hayamos sustituido esta costumbre por la consulta gratuita de su versión digital (ya saben, el negocio Nueva EconomÃa: «yo lo leo todo gratis sin pagarte un duro mientras los intermediarios publicitarios se rÃen de ti, pero no te preocupes, ya sabes que lo importante es crecer«); entre otras cosas, porque es complicado que en España haya un descenso masivo de los Ãndices de lectura de prensa, y en general de lectura, porque dicho Ãndice es tan bajo como el coeficiente de fiabilidad de la Selección Española en cualquier competición importante (para qué queremos informarnos por la prensa si tenemos la sección «Real Madrid» del Telediario). De hecho, al menos la prensa de referencia (que se supone que es, para entendernos, la prensa de calidad, es decir El PaÃs, El Mundo, ABC y La Vanguardia; háganme el favor de no reirse, que lo de «calidad» iba en serio) ha logrado mantenerse e incluso ha experimentado un ligero ascenso en el último EGM gracias a la atención pública suscitada por el chapapote, la Acción Humanitaria y las Autonómicas.
El problema, decÃa, viene por otro lado: la prensa gratuita, que está proliferando notoriamente en los últimos años en las grandes ciudades. Dicha prensa se financia exclusivamente a través de la publicidad, quitándole por tanto una parte del escaso pastel publicitario a la prensa de pago, y compensa la bajÃsima calidad de sus informaciones (noticias de agencia complementadas por cuatro becarios a los que pagan menos que a La Página Definitiva y con un convenio marco con al menos 30 latigazos diarios claramente estipulados) con su carácter gratuito.
Esto, en un primer momento, podrÃa no ser un problema desde el punto de vista de los Ãndices de lectura de prensa si con la prensa gratuita consiguiéramos abrir un nuevo sector del mercado, de forma que una parte del público buscara la calidad que supuestamente aportan los diarios de pago y otra se contentara con la información de masas de la prensa gratuita. Más o menos un sÃmil de lo que pasa en Gran Bretaña (diarios de referencia de gran calidad junto a prensa sensacionalista de masas) pero adaptado a las inimitables caracterÃsticas de lo español (donde la prensa sensacionalista nunca ha triunfado porque para eso ya tenemos el Tómbola, el Telediario, el Marca y la propia prensa de referencia).Sin embargo, la eclosión de los diarios gratuitos ha llegado en un momento en que la prensa, y en general los medios de comunicación en su conjunto, está desarrollando la moderna, revolucionaria y radikal teorÃa del «superperiodista«. Básicamente, el superperiodista es un señor que en lugar de hacer su trabajo (una noticia, crónica o entrevista bien desarrollada, con tiempo para «trabajar en ello» y ofrecer lo que se supone caracteriza a la prensa de calidad, información especÃfica o al menos diferenciada, tanto en el fondo como en la forma), hace su trabajo y el de cuatro más, mucho más trabajo en menos tiempo. El superperiodista escribe su noticia, la maqueta, saca las fotos, graba la información para la radio del supermolón grupo mediático al que pertenece, edita un fragmento de vÃdeo y si es posible (porque si no, ya saben, «cuidadito chaval que te vas a la calle y pongo a Jiménez en tu lugar, a ver qué te has creido, sólo catorce horas diarias y encima vacaciones en Navidad, señoritingo») todo el proceso de producción reproducido varias veces en un solo dÃa. Por supuesto, el superperiodista cobra una miseria pero, eso sÃ, sólo recibe 20 latigazos diarios porque claro, el trabaja en un grupo que se precia de hacer periodismo de calidad.
Las consecuencias de este modelo son claras: la información cada vez es peor, está menos elaborada, y se limita a reproducir lo que han hecho otros. Luego aparecen escándalos como el de Jayson Blair en The New York Times, plagiando informaciones durante años o directamente inventándoselas sin que sus jefes se den cuenta porque no tienen tiempo de revisar nada. Pueden Ustedes figurarse que las cosas, en los diarios españoles, no tienen por qué ser mucho mejores, sino más bien al contrario.
Por el momento el impacto de la prensa gratuita no ha sido tan grande, en términos de lectores, en la prensa nacional de referencia, pero sà comienza a notarse, y mucho, en los diarios regionales y locales, por ejemplo El Periódico, cuyos lectores están desertando hacia los diarios gratuitos del metro y la calle porque a fin de cuentas si la diferencia no es tan grande, pues oiga, sÃ, ya sé que no es nada del otro mundo lo que leo, pero al menos lo leo gratis.
El problema es exactamente el mismo que aqueja a la prensa digital, en particular, las informaciones, reproducidas directamente de las agencias, que ofrecen los portales generalistas. La prensa de calidad puede ser de pago siempre y cuando sea cierto que es de calidad, valga la tautologÃa, no lo de siempre, que podemos encontrar en miles de sitios gratuitos.
La cuestión es: ¿Usted se suscribirÃa al Telediario, o a Antena 3? Pero de esto ya hablaremos otro dÃa.
Comentarios cerrados para esta entrada.
horror!!! yo soy superperiodista, pero me llaman -que mola mucho más- Periodista Multimedia
Comentario escrito por alvaro — 26 de junio de 2003 a las 8:29 pm
Ayer me enteré de que el ejercicio básico según «los expertos» que debemos realizar para evitar el adormecimiento neuronal es la lectura diaria de la prensa.
Jojojo. Jo.
Comentario escrito por Ra — 27 de junio de 2003 a las 1:12 am
Buenas!!!
Curioso lo del capitalismo, a base de ofrecer un producto dirigido al rebaño buscando siempre el mínimo común denominador, en el caso de la prensa escrita, está a punto de morir de éxito. Cosa de la que me alegro enormemente. Por cierto, he intentado «mirar» uno de esos periódicos gratuitos (digo «mirar» porque leer, lo que se dice leer esos periódicos es bastante difícil por la casi total ausencia de artículos dignos de tal nombre) y juro que escuché a mis neuronas pidiendo clemencia. No, no me subscribiría al telediario ni a A3.
Comentario escrito por toni — 27 de junio de 2003 a las 10:37 am
En lo de los latigazos lo has bordado, jajaja…
Saludos.
Comentario escrito por JR — 27 de junio de 2003 a las 11:40 am
Los medios tradicionales se basan en su marca. En su opinión, la gente lee El País o El Mundo, porque es una marca de reconocida credibilidad, solvencia en las informaciónes y una trayectoria limpia…. algo que, según ellos, no cuentan los medios digitales y los periodicos gratuitos.
Hace años exístia un gran periódico en Madrid que se llamaba «El Sol» con todos esos ingredientes.. ¿Hoy alguien se acuerda de él?. Quien quiera vivir de las rentas, lo va a pasar muy mal.
Comentario escrito por adelgado — 27 de junio de 2003 a las 8:47 pm